Tesis doctorales de Economía

 

APROXIMACIÓN A LA INCIDENCIA DE LA INDUSTRIA VINÍCOLA
EN EL DESARROLLO ECONÓMICO DEL VALLE DE GUADALUPE (MÉXICO) Y LA MANCHUELA (ESPAÑA)

 

Leandro Sánchez Zepeda

 

 

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III.3. Origen y conformación de la industria vitivinícola de La Manchuela

III.3.1. Introducción

La comarca de La Manchuela se ubica en el centro de la franja oriental de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Comprende una superficie de 3.932 km2 (5 por ciento de la regional) distribuida entre las provincias de Albacete -43,4 por ciento- y Cuenca -56,6 por ciento- de modo que La Manchuela Albaceteña representa el 11,5 por ciento de la superficie provincial correspondiente y La Manchuela Conquense el 13,0 por ciento. El cultivo de la vid en la comarca ha ido in crescendo desde finales del siglo XIX. En la actualidad ocupa unas 72.000 hectáreas con una producción anual media de 2 millones de hectolitros (13,5 por ciento de la castellano-manchega y 7 por ciento de la española) .

Mapa III.6. Establecimientos empresariales del Valle de Guadalupe

Fuente: Gobierno del Estado de Baja California. Secretaría de Turismo del Estado.

El origen de la viticultura en La Manchuela es difícil de precisar, pero no debe diferir en demasía del de la provincia albaceteña donde se encuentran signos antiquísimos de la existencia de viña. Entre los hallazgos arqueológicos sobresalen los restos de un habitáculo donde se almacenaban ánforas para guardar y transportar vino correspondientes a finales del s. VI - principios del V a.c. en la Quéjola (Albacete). Ahora bien, el cultivo continuado y organizado de la vid no quedaría establecido hasta la dominación romana . Desde entonces permaneció así, excepto en los siglos de dominación musulmana (VIII a XII) y en los posteriores a la reconquista (XIII-XIV) en los que las tierras de La Manchuela quedaron prácticamente despobladas por las razias y saqueos frecuentes a las que las sometían los ejércitos árabes . Tras estos siglos renació la cultura del vino y arraigó profundamente en las costumbres, fiestas y literatura del pueblo manchuelo, al igual que en el conjunto de la región cuyo vino gozaba ya en el Siglo de Oro español (s. XVI) de gran reconocimiento según alusiones de los mejores literatos de la época como es el caso de Miguel de Cervantes en su obra “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”. En La Manchuela, pese a que la cultura del vino está tan arraigada como en el resto de la región, sus caldos han carecido de referencias históricas tan significativas como los de Valdepeñas o La Mancha. Aunque la vitivinicultura ha sido siempre relevante en la economía manchuela desde el siglo XV , será a partir de 1875 cuando el viñedo y las bodegas se conviertan, junto al cereal, en un pilar esencial de la misma.

La crisis de la filoxera en Francia a finales del siglo XIX tuvo efectos positivos para la viticultura de la Manchuela. Su proximidad a la zona de Requena-Utiel en la Comunidad Valenciana favoreció la expansión del viñedo a la vez que se introducían novedades en las prácticas y técnicas vitícolas, así como en la elaboración de caldos. La plaga llegó a la comarca en 1912. Sus efectos adversos fueron mucho menores que a escala nacional o regional, pero se prolongaron hasta 1940 . El gran impulso vitivinícola surgió tras la guerra civil. En las décadas de 1940 y 1950 tiene lugar una nueva aceleración en la expansión del viñedo. Esta vez con plantones inmunes a la filoxera -planta americana- y acorde a la evolución de un esquema industrial, caracterizado por el establecimiento de numerosas cooperativas vinícolas cuyo objetivo fundamental era eliminar los abusos de los bodegueros privados sobre los viticultores y no tanto la introducción de nuevas técnicas organizativas o de proceso que mejoraran la calidad de los caldos. Sin embargo, a largo plazo, el cooperativismo vinícola disciplinó a los bodegueros particulares y favoreció una notable modernización en instalaciones y equipos de transformación. Dicho avance no estuvo acompañado por otros de similar alcance en cuanto a reestructuración del viñedo, tratamientos enológicos y comercialización de los vinos.

En suma, desde mediados del siglo XX aumenta la producción y rentabilidad del viñedo de La Manchuela para los viticultores, pero se avanza muy poco en calidad, diferenciación y comercialización de producto. El fracaso hacia 1985 de la cooperativa de segundo grado “Bodegas Unidas”, empresa orientada a comercializar los caldos de buena parte de las cooperativas de la Manchuela , supuso un duro golpe para el sector . Hasta la segunda mitad de la década de 1990 las nuevas iniciativas en esta dirección surgieron con cuentagotas y siempre tras un excesivo período de “cuarentena” y reflexión. Desde 1995 las bodegas abordan un intenso proceso de modernización tecnológica y de incorporación de nuevos tratamientos enológicos, mientras que los viticultores se embarcan en un profundo proceso de reestructuración varietal y, en menor medida, de cambios en las prácticas y técnicas de cultivo que, en conjunto, desembocan en una mejora sustancial del proceso de vinificación y de la calidad de los caldos manchuelos. A nivel técnico se han sustituido los depósitos de hormigón o cerámica, la maquinaria de hierro y las prensas de “husillo” por depósitos de acero inoxidable, sistemas de frío y fermentación controlada. Por otro lado, comienza a generalizarse el uso de barricas nuevas para la crianza de los vinos . Tal modernización ha requerido fuertes inversiones que, pese al apoyo y ayudas de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, han supuesto un gran esfuerzo para el viticultor de la comarca dado el fuerte predominio del pequeño o mediano propietario. Dicho esfuerzo ha resultado con frecuencia inadecuado pues la modernización en instalaciones no siempre se ha traducido en una mejora significativa del producto final y de la rentabilidad para el viticultor al no abordarse parcelas tan importantes en el proceso como la distribución comercial o la organización y gestión interna. Entre las razones que explican por qué se ha llegado a tal situación cabe destacar:

i) La inversión en nuevas instalaciones y equipos no se ha hecho, en la mayoría de los casos, atendiendo a objetivos claros predefinidos. La planificación a medio y largo plazo ha sido inexistente, en particular en las bodegas cooperativas.

ii) La reestructuración varietal ha sido parcial, moderada. Maximizar el rendimiento medio por cepa continúa primando, en general, sobre la calidad de la uva.

iii) La integración en la Unión Europea, las reformas de la Política Agraria Común (PAC) y la normativa en torno a la Organización Mundial de Comercio (OMC) del vino han marcado las iniciativas de los bodegueros de La Manchuela. Con excesiva frecuencia la evolución del mercado y de los gustos de los consumidores no ha sido considerada como un factor determinante a la hora de modernizar las instalaciones y reorientar el proceso de vinificación.

iv) Las cooperativas vinícolas siguen sin tener un plan de futuro común en lo referente a crear cooperativas de segundo grado que impulsen la diferenciación y comercialización de producto. Ha seguido primando el “individualismo” de cada una de ellas sobre el conjunto, con todo lo que ello supone de merma desde el punto de vista de obtención de economías de escala y de economías externas e internas para el sector.

v) El elevado grado de envejecimiento de los viticultores de la comarca ha supuesto un freno para los procesos de innovación y reorientación productiva. En un enfoque a medio-largo plazo para el sector, el grado de envejecimiento de sus activos juega un papel esencial. Sin su contemplación se estaría desestimando aspectos tan relevantes como la más que presumible disminución de la actividad vitícola, el aumento del tamaño de las explotaciones, la necesidad de aumentar el nivel de mecanización de la viticultura; la reducción del número de socios medio por cooperativas, con problemas de supervivencia para algunas de ellas; y las mayores posibilidades de desbloqueo de la situación actual en materia de innovaciones y de constitución de cooperativas de segundo grado.

vi) Falta de capital humano en los puestos directivos y organizativos, así como de expertos en elaboración de caldos, sobre todo en las bodegas de índole cooperativa. La modernización tecnológica no garantiza per se una mayor calidad del producto final y una mayor rentabilidad al viticultor. Es preciso que, en paralelo, haya modernización organizativa y de la gestión.

vii) El sistema de cultivo en espaldera avanzó lentamente. Sin embargo, el ahorro de mano de obra durante la recolección que propicia este sistema le convertirá en mayoritario a largo plazo, salvo que quede demostrado, como insinúan algunos estudios incipientes, que influye muy negativamente en la calidad de los vinos al elevar el grado de acidez.

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