María de Lourdes Hernández Rodríguez
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3.6.2. Valor social
La importancia social del agua se basa en valores intangibles y simbólicos, que imposibilitan su trato sólo como bien económico ya que contempla aspectos como la disponibilidad, acceso equitativo, satisfacción de las necesidades básicas, preservación de la herencia cultural y religiosa, así como prácticas ecológicamente adecuadas (Postel, 1994).
El valor social atiende a las reacciones del sujeto, sus necesidades, intereses, aspiraciones, preferencias y demás condiciones fisiológicas, psicológicas y socioculturales dados por una evolución histórica, basadas en la organización económica, jurídica, religiosa y tradicional de una sociedad determinada (Postel, 1994).
Admitir el valor social del agua es reconocer a este recurso como el elemento fundamental que asegura las condiciones mínimas de dignidad humana. Mitiga la pobreza, promueve el saneamiento y la salud, es el elemento fundamental para la seguridad alimentaria y la biodiversidad por lo que constituye para las comunidades la llave fundamental hacia el desarrollo sustentable.
Paradojicamente, ni los Estados ni la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, lo han dejado claro. El único documento oficial que rescata el valor social del agua es el resumen de la cuadragésima sexta reunión del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CDESC) de la ONU, “Discusiones preliminares sobre el derecho al agua” celebrado en Génova, Italia en noviembre del 2002, fecha en la que a nivel internacional se reconoce el derecho humano al agua, en igualdad de condiciones.
Queda a discusión la verdadera formalidad que esto implica para los organismos internacionales y los gobiernos ya que de acuerdo con Stavenhagen, (2004) los derechos que reconoce el CDESC sólo son “Derechos aspiracionales”, esto es, aquellos que según el especialista están sujetos a la disponibilidad financiera de los Estados, lo que prácticamente imposibilita el acceso al agua limpia en igualdad de condiciones para todas las personas.
