CAMBIO INSTITUCIONAL EN LA REPÚBLICA POPULAR DE CHINA
SU INFLUENCIA EN EL SECTOR INDUSTRIAL
José Salvador Meza Lora
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En consideración de las propuestas anteriores, para la autoridad gubernamental, como para el grupo conservador, los cambios económicos solo serían posibles bajo un esquema que no rompiera de tajo con el legado de las viejas instituciones políticas. Desde esta posición la reforma solo debería constreñirse al ámbito de las instituciones económicas. Extenderla mas allá de este ámbito pudiese generar fuertes resistencias, desequilibrios y amenazar el consenso difícilmente logrado en la fase previa. Los reformistas radicales, en cambio, no solo cuestionaban la aplicación de políticas “tibias” y la permanencia de las viejas estructuras económicas institucionales sino que proponían además, cambios abruptos en las instituciones políticas. La polarización de estas propuestas fue cada vez mayor. La debacle de los sistemas socialistas en Europa del Este y el éxito de la reforma alentaban la propuesta reformista radical razón por lo cual su propuesta se extendió con relativa facilidad hacia diversos sectores de la población generando fuertes temores en los sectores moderados y conservadores del Partido al grado de que las autoridades llegaron a calificar como “contrarrevolucionarias” y de “ingerencia extranjera” todas aquellas propuestas que cuestionaban el liderazgo de un partido único y las que proponían una mayor apertura política. El fortalecimiento de las propuestas conservadoras se tornaba inevitable, conservadores y moderados habían unificado su planteamiento a fin de atacar esas fuertes “desviaciones burguesas” y evitar la “disrupción del orden social”.
El movimiento de masas, dirigida por intelectuales y estudiantes universitarios chinos en la plaza de Tiananmen, vino a confirmar esas sospechas. Del resultado de ese movimiento se definiría la permanencia de las viejas instituciones políticas, que se negaban a morir, o la emergencia de unas nuevas más adhoc a las aplicadas en el ámbito de la esfera económica. En consideración de los líderes, el “socialismo” y sus instituciones estaban en juego. Deng Xiaoping, que de ninguna manera pudiese considerase como conservador, había declarado: “... ellos quieren subvertir nuestro país y subvertir nuestro Partido: esta es la (verdadera) naturaleza del problema”. El movimiento fue brutalmente reprimido la noche del 3 de junio de 1989. Desde la perspectiva gubernamental, era justificada, dado que el gobierno tenía todo el derecho de dar los pasos necesarios en contra de una rebelión que, supuestamente, no representaba las aspiraciones del pueblo. La consecuencia política inmediata posterior a la represión en la plaza de Tiananmen fue una reducción significativa en la confianza y credibilidad de la dirigencia gubernamental lo que condujo al reemplazo de la dirección reformista, encabezada por Zhao Ziyang, siendo acusado de “apoyar al liberalismo burgués” y “llevar la reforma a la órbita del capitalismo”.