CAMBIO INSTITUCIONAL EN LA REPÚBLICA POPULAR DE CHINA
SU INFLUENCIA EN EL SECTOR INDUSTRIAL
José Salvador Meza Lora
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Esta perspectiva envuelve una renovada confianza en las virtudes del mercado y en los ajustes propios del mercado y exhorta a los gobiernos a no intervenir con políticas específicas so pena de distorsionar los mecanismos de mercado. En consideración de los supuestos en los que se apoya su lógica es muy simple y sugestiva: la economía de mercado está formada por una multitud atomizada de consumidores y productores los que interactúan en mercados competitivos sobre la base de una información eficiente proporcionada por los precios. De esa interacción resulta un proceso de elección y asignación de los recursos en la sociedad.
En función de sus postulados plantea que la coordinación ex ante, razón de la “política industrial”, es: superflua, innecesaria y redundante, dado que será el mercado, el que se asumirá como el instrumento de coordinación por excelencia en la asignación de los recursos y en la regulación de la economía. En el caso de que la coordinación por el mercado fuese deficiente, los mecanismos disciplinarios del mercado (fuerzas competitivas) asegurarán una producción óptima. En tal sentido más que hablar de una “política industrial”, que hace implícito una intervención gubernamental, debiera de hablarse de “apoyo” a la industria, o política de inversión, o con cualquier otro término , siempre y cuando no provoque confusión.
Sin embargo, la experiencia económica vivida por diversos países, sobre todo los de menor desarrollo, habían mostrado la “irrealidad” en algunos de los supuestos en que se apoyaba este planteamiento y se habían hecho evidentes “fallas en el mercado” que impedían su funcionamiento óptimo. Entre estas fallas se pudiesen considerar: la presencia de tendencias monopolísticas, la producción de bienes y servicios que son necesarios para la supervivencia de la sociedad pero que no son económicamente rentables, la presencia inevitable de externalidades y la existencia de un ineficiente y desigual sistema de información de precios, etc. En consideración de esas “fallas”, y como ya se había hecho mención en el apartado anterior, habrá teóricos, que a pesar de su reconocimiento, seguirán manteniendo esta propuesta como la mejor alternativa:
...los neoliberales argumentan que hay pocas fallas inherentes al mercado y si existen imperfecciones son frecuentemente debidas a errores inducidos por el gobierno al distorsionar, más que suavizar, el funcionamiento del mercado. De acuerdo con el pensamiento neoliberal, el mercado no puede ser pensado de manera perfecta, sin embargo, el libre trabajo del mercado es, al menos, el mejor medio de aproximarse
Aunque los teóricos que sustentan esta posición reconocen la existencia de las “fallas” que presenta el mercado, considerarán este planteamiento como la mejor alternativa y negarán que esos argumentos justifiquen una política industrial sectorial o específica. Para estos autores el “second best” continuará siendo la no intervención de actores extraños a la actividad industrial. Sin embargo, como se observaba en el análisis de las diversas corrientes al interior de esta escuela de pensamiento, habrá teóricos, que sin abandonar los postulados originales, moderarán su propuesta y justificarán la necesidad de una mínima intervención del Estado, al menos mientras se resuelve la irregularidad, pero siempre, tomando las precauciones necesarias para que esas acciones no sean predatorias y no generen un desajuste mayor al que pretendían resolver. Ante un mecanismo imperfecto de mercado -“fallas del mercado”- y un mecanismo imperfecto de planeación -“fallas de gobierno”-, la mejor elección será aquella que permita un mejor desempeño en la práctica (the second best). Habría que precisar que para estos teóricos solo se justifica una reducida participación del Estado en el diseño, aplicación e instrumentación de una política industrial mientras la falla persiste, una vez que ésta ha sido resuelta la intervención de ningún modo es justificable.