CAMBIO INSTITUCIONAL EN LA REPÚBLICA POPULAR DE CHINA
SU INFLUENCIA EN EL SECTOR INDUSTRIAL
José Salvador Meza Lora
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Al igual que para la economía y el desarrollo industrial, el desempeño institucional siguió un camino similar. Durante la primera fase la respuesta del liderazgo maoísta fue contundente en el establecimiento de una transformación institucional dirigida a frenar los excesos capitalistas que había resultado de la aplicación de las políticas de “reajuste económico”. En la segunda fase, ante la creciente crisis económica y social, se propuso, bajo la dirección de Shou Enlai, la aplicación de “nuevos arreglos institucionales”, con los que se buscaba revertir la situación prevaleciente. Dichas propuestas, planteadas en la Conferencia Nacional de Planeación celebrada en diciembre de 1971 consistieron en: el reforzamiento de un liderazgo conjunto unificado, fortalecer la centralización y la coordinación económica, el pago de salarios diferenciales según la participación individual en la actividad productiva, la promoción de incentivos materiales (bonos) por trabajo adicional y productividad, sancionar o castigar a quienes violen la disciplina laboral, reforzar el liderazgo del partido en la actividad económica, etc., sin embargo, estas propuestas no gozaron de la simpatía del “Chairman Mao” por lo que no fueron promovidas suficientemente ni por el partido ni por la burocracia gubernamental. Finalmente se impusieron cambios en los “arreglos institucionales” que rompieron con las normas y prácticas, que antaño habían sido intocables, cuyas transformaciones, impactaron el medio ambiente económico y el funcionamiento institucional. Los más importantes de estos arreglos consistieron en:
- Sustituir los “inventivos materiales”, catalogados como desviaciones burguesas, por incentivos “comunistas”;
- Subvertir normas y prácticas que habían sido aceptadas en periodos anteriores con la finalidad de darle legitimidad al liderazgo maoísta y alentar los valores aportados por la Revolución Cultural. Es el caso, por ejemplo, de rechazar ciertos valores de la disciplina leninista, tales como: la disciplina partidiaria, la obediencia a los altos niveles de mando y el liderazgo colectivo.
- Desalentar la especialización técnica la que era catalogada como fuente de “elitismo” y diferenciación social;
- Cuestionar el “status revolucionario” de los funcionarios estatales y los dirigentes del Partido;
- Reducir la participación, influencia y poder de las autoridades centrales por lo que se llamaba a “hacer la revolución” por iniciativa de las masas;
- Cuestionar la obediencia a los altos niveles jerárquicos de mando;
- Sustituir el liderazgo colectivo del Partido (Politburó y el Secretariado) por un liderazgo personal, encabezado por Mao Tsedong;
- Establecer una nueva actitud revolucionaria y un código de conducta en función de una filosofía y de un catálogo de acciones suscritas en torno al “Pensamiento Mao Tsedong”
- El establecimiento de nuevos Comités Revolucionarios (CR) a diversos niveles burocráticos y en unidades económicas combinando las funciones de partido y gobierno. Fueron los CR, los que en la práctica, asumieron el control de las fábricas y de las unidades burocráticas de gobierno y las responsables de aplicar las políticas determinadas por el liderazgo Maoísta;
- Imponer una nueva visión del mundo que rompiera con las viejas normas y valores. Para el logro de la anterior se requirió de una fuerza coercitiva capaz de restaurar el orden y evitar el “caos” posible de desencadenarse al romper los viejos esquemas y moldes sociales. El Ejército de Liberación Nacional, en estrecha vinculación con los “Comités Revolucionarios”, fueron las instancias que lo hicieron posible.
Desde el punto de vista institucional, las consecuencias de la imposición de estas medidas fueron verdaderamente críticas. Entre otras se pueden enunciar las siguientes:
1. El temor de que los “incentivos materiales” alentasen el regreso de China al capitalismo impulsó este esfuerzo y se reiteró la necesidad por construir una “nueva sociedad” después de destruir la “vieja sociedad”. Es por lo anterior que se rompió (de nuevo) el esquema institucional aplicado durante el “periodo de ajuste”, mucho antes de su consolidación. Los cambios abruptos no permitieron la consolidación y maduración de la estructura institucional, por lo tanto, no solo no se vieron favorecidos los nuevos arreglos sino que se generó una mayor confusión y caos institucional.
2. La planeación económica se vio sumida en una gran confusión dado el fuerte rompimiento institucional generado en las estructuras del partido y el Estado . Situación que generó, además, una gran desorganización en la aplicación de las medidas producto de la descentralización económica.
3. La eficiencia y el avance técnico se vio frenado dada la política anti- intelectual incrementándose los niveles de ineficiencia y baja productividad en el trabajo.
4. Con el objetivo de la socialización de la estructura total de la propiedad productiva, fueron, primeramente reducidos, y luego cancelados, los bienes privados en las comunas por lo que el sistema de propiedad fue nuevamente cuestionado..
5. La aplicación de una política industrial de auto- suficiencia local ante una desorganización en la aplicación de las medidas de descentralización conllevó a una pobre eficiencia económica y a un uso irracional de los recursos locales para la producción de bienes en los que se presentaban serias desventajas comparativas y alienta la duplicación en la inversión para proyectos industriales.
6. Al imponerse nuevos criterios valorales (desde la perspectiva “revolucionaria” del Pensamiento Mao Tsedong) indujo una gran confusión en la sociedad y a un conflicto generacional, lo que, en fin de cuentas, redundó en un mayor desestímulo y desconfianza en el modelo impuesto.
Como se observa los objetivos de la revolución cultural estaban dirigidos hacia la transformación de la “superestructura”, por lo tanto, las instituciones fueron el blanco central de esa política. La seguridad de que con la re-educación pudiese transformarse la conciencia de las masas, para luego expresarse en una práctica de “clase”, y el temor manifiesto del retorno de las instituciones capitalistas, indujeron al liderazgo maoísta a la imposición de nuevas “normas” y “valores”. Una imposición como la descrita durante la Revolución Cultural no estaba exenta de conflictos y riesgos. Por un lado, los cambios abruptos en las “reglas del juego” no permitieron que se consolidara y madurara una estructura institucional ni se favorecieran nuevos arreglos que soportaran las nuevas políticas. Mientras tanto la carencia de un sistema consolidado y el caos institucional provocado por la imposición de nuevos códigos de conducta influyeron en la conformación de un medio ambiente institucional poco propicio que impulsara la actividad económica y se lograra un buen desempeño industrial.