CAMBIO INSTITUCIONAL EN LA REPÚBLICA POPULAR DE CHINA
SU INFLUENCIA EN EL SECTOR INDUSTRIAL
José Salvador Meza Lora
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1. Es este un periodo de contrastes institucionales, de ruptura, avance y continuidad de la reforma. De contrastes institucionales dada la emergencia de una visión conservadora cuyas políticas no solo obstaculizaron el avance de las instituciones de la reforma sino que rompieron con los criterios de esta visión y cuestionaron sus alcances. Desde esta óptica la crisis de fines de la década de 1980 no es otra cosa que la manifestación del desorden que resulta del establecimiento de instituciones de mercado, la descentralización y la anarquía en el comportamiento de los diversos actores sociales.
2. El temor de la burocracia política a ser rebasada por las presiones del exterior y de un rompimiento con la estructura de poder hasta entonces vigente va a marcar una ruptura y obligar a un retroceso en la aplicación de la reforma. Sin embargo, la grupo conservador que accedió al poder no tuvo la capacidad de enfrentar los grandes retos económicos ni fue capaz de romper de tajo con las inercias generadas, por lo que se vio sujeta a fuertes presiones sociales y políticas, a la postre, fue obligada a dar marcha atrás y reconocer la necesidad de un regreso a las nuevas instituciones. La reconsideración de las viejas propuestas sirvió solo para mostrar en la práctica de que no había una “marcha hacia atrás” para China.
3. Gracias a la experiencia de la reforma se habían logrado avances concretos. Se alentó la emergencia de nuevos actores, se diversificaron derechos de la propiedad que no se podían truncar de la noche a la mañana, se experimentó un sistema de incentivos que respondía a los criterios de trabajo y esfuerzo, se aplicaron políticas preferenciales para ciertas regiones, etc. En otras palabras, en base a la aplicación de políticas graduales y experimentales y de buscar la verdad por la vía de los hechos, se habían transformado radicalmente la mentalidad y la práctica de los diversos actores sociales, sobre todo la de quienes habían vivido de cerca esa experiencia.
4. Al acceder al poder el grupo conservador y habiendo aprendido la lección de momentos políticos del pasado, no fueron categóricos ni radicales en la determinación de “sus” políticas. Algunas de las prácticas reformistas siguieron presentes en el quehacer de la economía, sobre todo, en aquellas regiones donde el éxito de esas prácticas les había significado altos índices de crecimiento y, por lo tanto, se habían ampliado la influencia y el poder político de las burocracias locales, al grado de disponer de una capacidad tal como para cuestionar y rechazar las “nuevas” propuestas gubernamentales. Esta incapacidad del grupo conservador de establecer un nuevo “consenso” entre los diversos actores políticos y sociales sobre la base de los viejos arreglos institucionales y de alcanzar altos niveles de crecimiento y desarrollo económico, hacían predecible un “regreso” a las propuestas de la reforma y una nueva “ruptura” con las viejas visiones. Las prácticas del mercado se venían venir con un ímpetu mucho mayor, dado que se había evidenciado, en la práctica, la incapacidad de las viejas instituciones de responder a las nuevas exigencias y al momento histórico que se vivía. Al hacerse evidente la inoperancia de las viejas estructuras se anularon todas sus posibilidades de continuar jugando un rol preponderante en el crecimiento futuro por lo que se había llegado a su fin.
5. A principios de la década de 1990 resurgió la presencia indiscutible de Deng Xiaoping quien, apoyado por las fuerzas de provincia, principalmente de la región de la costa este, que habían emergido durante la reforma, rompió con los viejos tabúes del “socialismo”, y sin cuestionar el papel del Partido como vanguardia del pueblo hacia la consecución del socialismo, definió sin ambigüedades una política con una clara orientación hacia el mercado. Las principales características de esta política consistieron en: el establecimiento de una economía de mercado socialista con características chinas, con lo que quedaba explícito el rol preponderante del “mercado” sobre la “planificación” en la asignación de los recursos, la distinción de una economía planeada y una de mercado solo como medios para la regulación de la economía, el reconocimiento de la importancia de las empresas privadas y extranjeras en el sector industrial, la profundización en los procesos de apertura y la integración a la economía mundial, etc.
6. En la práctica una economía de mercado socialista llevó al desmantelamiento de las viejas reglas del juego y de la coexistencia indefinida entre el “plan” y el “mercado” por el establecimiento de las nuevas reglas que dan la preeminencia al mercado como mecanismo único para la asignación de los recursos. El fin de un sistema dual de precios, la reforma a los derechos de propiedad, el impulso a la privatización de las empresas estatales, los cambios habidos en la organización de las empresas, la apertura a la inversión extranjera, la integración productiva y financiera a los mercados internacionales, la modernización del sistema financiero, etc. son solo algunos ejemplos de los pasos que se dieron en esa dirección.
7. Con respecto a los mecanismos de propiedad en el sector industrial: se reconoció el papel jugado por las empresas estatales, sin embargo, se propusieron mecanismos modernos para la gobernación de esas empresas, fue reconsiderada la importancia de las empresas de Poblados y Villas en la industrialización del país por lo que se dio marcha atrás a todo tipo de políticas en contra de ellas, se abandonó la discriminación en contra de las empresas privadas y se aprobaron toda una serie de regulaciones para avanzar en una reforma real a la propiedad, se alentó el establecimiento de empresas de capital de extranjeros, etc.
8. El avance en la aplicación de los arreglos institucionales de mercado durante la reforma no fue uniforme en todo el sector industrial, ni mucho menos, en todas las regiones, lo que impedía la aplicación de estas nuevas “reglas del juego” por igual en la presente etapa, por lo que:
- Las empresas propiedad del Estado, a pesar de disponer de mayor autonomía y gozar de un sistema de incentivos sobre la base del esfuerzo y el trabajo, continuaban siendo de suma importancia, en términos económicos y sociales, para la autoridad central, por lo que la separación efectiva de los derechos de control y administración no fue del todo exitosa, de ahí que en gran medida hayan seguido dependiendo del Estado y fuesen sumamente permeables a sus políticas sociales.
- Por otro lado, el papel jugado por las empresas de capital extranjero, así como, la presencia mayoritaria de las empresas colectivas y privada en la región de la costa, va dar lugar a una estructura dual de la industria con una clara delimitación regional. Por un lado, la región de la costa va a experimentar un crecimiento económico inobjetable, regido por instituciones propias de una economía de mercado. En ella el papel del Estado, como guía y rector en la asignación de recursos, se irá reduciendo paulatinamente. A la par en aquellas regiones, del centro y oeste, donde la aplicación de la reforma fue mas lenta seguirán siendo soportadas por industrias de corte tradicional con una predominancia de empresas estatales, en ellas prevalecerán aún los viejos arreglos institucionales, por lo tanto, se les presentarán enormes dificultades, no solo para revitalizarse, sino para ajustarse a la emergente economía de mercado. En estas regiones el papel del Estado seguirá jugando un papel determinante en la conducción de la economía. En razón de lo anterior será posible distinguir una diferenciación institucional entre estas regiones, al grado que algunos estudiosos van a hablar durante este periodo de “un país dos sistemas” expresión que hace énfasis en el papel jugado por las instituciones de mercado en las prácticas de las diversas zonas.
- Contrario a la reforma, en que se equiparaba el “plan” y el “mercado”, la coexistencia de ambas instituciones en virtud de la diferenciación regional, dado el nuevo contexto, implica una intervención temporal del Estado mientras maduran las fuerzas del mercado. So pena de ajustes radicales y violentos, y no sin desequilibrios de tipo político y social, el mercado por si solo sería incapaz de establecer mecanismos propios de regulación sobre todo en aquellas regiones donde la experiencia de instituciones de mercado es escasa y donde el Estado, y sus empresas, han jugado un rol de alto significado. En este sentido se puede hablar del fin de la reforma y del inicio de un nuevo sistema con metas y objetivos bien definidos dirigidos hacia el establecimiento de una economía de mercado en toda China.