CAMBIO INSTITUCIONAL EN LA REPÚBLICA POPULAR DE CHINA
SU INFLUENCIA EN EL SECTOR INDUSTRIAL
José Salvador Meza Lora
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Como se puede observar en el desarrollo de cada una de los capítulos se presentan conclusiones particulares buscando con ello responder a la hipótesis de trabajo y a los objetivos descritos. Con la intención de fortalecer la argumentación nos hemos permitido formular las presentes conclusiones generales
i. Se presentan diversas interpretaciones para explicar el desempeño industrial de los países. De entre éstas sobresalen dos, aparentemente sustitutas y contradictorias: la visión neoclásica y la de aquella que se soporta en las instituciones. La primera, privilegia al mercado como el único instrumento capaz de resolver el problema de asignación óptima de los recursos en una economía, y en esa lógica, afirma que la intervención de los gobiernos perturba, indefectiblemente, la acción de los mercados. La segunda, se enfoca mas por el lado de las “instituciones”, y de manera muy particular, del mercado y del Estado. En su lógica, cuando los mercados están fragmentados privilegia la intervención estatal asignándole un rol supletorio y temporal con una práctica dirigida a alentar y fortalecer a las instituciones del mercado, en caso de considerarse economías desarrolladas con instituciones de mercado consolidadas una acción persistente de los gobiernos no solamente limita, sino que perturba, en la asignación óptima de los recursos. Las razones anteriores hacen que al primero de estos planteamientos se le denomine enfoque centrado en el mercado, mientras tanto la segunda, dado que no rechaza del todo los supuestos de la visión neoclásica e introduce la importancia de las instituciones (del mercado y del Estado), se le denomina neoinstitucional.
ii. En virtud de su origen revolucionario, de carácter comunista, la República Popular de China vivió la experiencia de un estado monolítico y autoritario, con instituciones soviéticas, que se caracterizaban por una fuerte planificación y centralización económica. El Estado gozaba, por lo tanto, de una presencia hegemónica indiscutible. No sin antagonismos, al paso del tiempo y en la búsqueda de una mayor eficiencia económica, el rol jugado por el Estado y sus instituciones se fueron transformando gradualmente. Durante la prerreforma el liderazgo político fue comandado por Mao Tsedong, y aunque el periodo se distinguió por asumirse una postura radical en contra de las instituciones propias del “capitalismo”, las circunstancias particulares en algunas de las fases, orilló a la autoridad a experimentar medidas “no socialistas” teniéndose un impacto positivo en el crecimiento económico y en el desempeño industrial. A partir de1980, bajo la égida del Estado se impulsaron nuevas “reglas del juego” a fin de incrementar los niveles de eficiencia y lograr una mejoría en el nivel de vida de la población. Evaluados bajo el criterio de la práctica, los arreglos institucionales de mercado, guiados por la búsqueda de una mayor eficiencia y regidos por la competencia, impactaron fuertemente a los sectores industriales no estatales, con resultados mas satisfactorios que aquellos que se sustentaban en las prácticas dirigistas del Estado. Bajo la dinámica de “avanzar y retroceder” se fueron dando pasos seguros hacia una radical transformación institucional. El papel que han jugado las instituciones, del Estado y del mercado a partir de la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días hace que sea la visión institucional la referencia teórica que mejor responda a las circunstancias de crecimiento económico seguida por China posterior al triunfo de la revolución comunista en el año 1948. El avance o el retroceso tenido por China dependió de la capacidad que tuvo la autoridad gubernamental de promover y desarrollar arreglos institucionales a fin de proveer de los incentivos necesarios para que funcione la economía y moldee la dirección de los cambios económicos.
iii. Durante el periodo de la prerreforma, el Estado, fue la institución dominante, bajo su égida se transformaron drásticamente las instituciones del periodo previo. Las nuevas instituciones revolucionarías se caracterizaban por: el establecimiento de un sistema de planeación centralmente planificado y de un control autoritario; la imposición de un régimen de propiedad estatal y de propiedad colectiva y/o comunal en el campo; la supresión de la competencia y el reemplazo del mercado por el estado en la asignación de recursos. Como consecuencia, el establecimiento de un sistema de provisión unitario donde el estado provee a la población de todos sus requerimientos: seguridad laboral, vivienda, educación y servicios en general. Fue un periodo en que el liderazgo maoísta indujo prácticas institucionales que priorizaban los objetivos sociales sobre los de maximización económica, se sobreestimaba la ideología socialista y se desalentaba el establecimiento de sistemas diferentes de incentivos. Las ineficiencias de estas prácticas se fueron dando en virtud de que:
El centralismo excesivo, impedía un desenvolvimiento propio y autónomo de las localidades y las empresas industriales. Durante este periodo, tanto los gobiernos locales, como la industria, se consideraban una extensión del Estado y parte del sistema de planeación central, por lo que era el gobierno central quien tomaba todo tipo de decisiones, daba instrucciones a los gobiernos locales, y en las empresas decidía el que, como, cuanto y para quien producir. Como resultado de estas prácticas había una gran desmotivación por lograr una mayor eficiencia y un mejor desempeño
Se carecía de incentivos económicos en las empresas de las localidades para incrementar la producción y hacerse más eficientes dado que el gobierno central percibía todas las utilidades y no reembolsaba a las empresas ni a las localidades en consideración al criterio de eficiencia y rentabilidad
No existía un vínculo directo entre la contribución a la actividad productiva y el ingreso percibido por el trabajador. Independientemente del esfuerzo adicional, prevalecía una distribución igualitaria y un sistema salarial uniforme, lo que desalentaba el esfuerzo y la dedicación al trabajo
La centralización de la economía generaba una falta de responsabilidad en la toma de decisiones y en el desempeño tenido por la empresa. Esta situación inducía a que hubiese, no solo ineficiencia, sino indiferencia de los individuos con respecto a las actividades económicas; situación que repercutía negativamente en la motivación de la empresa para responder a los objetivos establecidos por el gobierno.
iv. Durante el periodo de la prerreforma se observa una relación directa entre el sistema de incentivos materiales y el desempeño de la economía. En aquellos periodos en que se reforzaba un sistema de incentivos materiales individuales y colectivos, y se establecían mecanismos institucionales apropiados, los resultados económicos fueron más satisfactorios que en aquellos donde se daba preeminencia a los aspectos ideológicos y a prácticas institucionales que sofocaban a los arreglos de mercado. Con respecto a estas estrategias se distinguía la aplicación de dos grandes grupos de propuestas institucionales, mismas que se pudiésemos denominar como: radicales y moderadas. Las propuestas radicales, eran propias del pensamiento maoísta, se basaban en objetivos ambiciosos de industrialización alentándose la aplicación de políticas que buscaban cambios profundos en lo económico y en lo social y, sobre la base de transformaciones “socialistas” aceleradas, alcanzar altos niveles de crecimiento y dar un salto hacia etapas superiores de desarrollo. Las propuestas moderadas, en cambio, a diferencia de las anteriores, planteaban que los objetivos de industrialización solamente serían posibles con la aplicación de medidas que no rompieran drásticamente con las condiciones prevalecientes. Sin cuestionar al sistema centralmente planificado estas propuestas promovían arreglos institucionales que eran considerados como “capitalistas”.
v. La aplicación de las propuestas, radicales y moderadas le dieron un sustento “institucional” a cada una de las diversas fases durante el periodo previo a la reforma. Su aplicación no fue accidental ni respondía solo a criterios pragmáticos de sus dirigentes, sino que estaba en función de las circunstancias mismas del entorno, de la visión de la burocracia partidista y gubernamental, así como, de la correlación de fuerzas que se observaba al interior del partido. Con la aplicación de estas propuestas se mostraba que el liderazgo al interior del Partido no fue siempre monolítico ni respondió en todo momento a la exigencia de un líder máximo. Durante el Primer Plan quinquenal, las propuestas radicales se aplicaron de manera incipiente, en virtud de que los niveles satisfactorios de crecimiento económico e industrial de la fase precedente no justificaba se diesen cambios abruptos de política y se generasen transformaciones socialistas radicales en las instituciones. Mejores condiciones para la aplicación de una propuesta radical se tornaron presentes durante el “Gran Salto Adelante” y la “Revolución Proletaria Cultural”, en ambas fases, el liderazgo maoísta, con el apoyo decidido de las “masas” y del “ejército”, impuso su hegemonía política lo que le permitió disponer de una gran capacidad de maniobra para la ejecución de sus propuestas. Mientras tanto, las propuestas moderadas encontraron en el “periodo de rehabilitación”, el “periodo de ajuste” y los años posteriores al fin de la Revolución Cultural (1977-1978) su mejor expresión. Sobre la base de una política gradual se adoptaron políticas “mixtas”, no necesariamente “socialistas”, con la finalidad de impulsar y/o frenar la vertiginosa caída de la economía, y sobre la base de arreglos institucionales, algunos nada nuevos, revertir la situación de la fase precedente.
vi. La experiencia histórica en China sugiere, que dadas las circunstancias particulares de este país, las instituciones “moderadas” propias del periodo de “rehabilitación” y de “ajuste” jugaron un rol positivo altamente significativo en el proceso de industrialización al posibilitar la restauración de la estabilidad y reestablecer un medio ambiente económico e institucional que alentaba la actividad económica y estimulaba la aplicación de políticas de industrialización. Sus principales resultados se expresaron en: el incremento en las tasas de inversión, el establecimiento de cambios estratégicos en la estructura del sector industrial, el establecimiento de una estructura favorable a la acumulación, un mejor nivel de productividad, y en general, se observaron incrementos notables en los diversos indicadores económicos. La aplicación de arreglos institucionales “radicales”, en cambio, al carecer de un sustento objetivo, en lugar de estructurar los incentivos necesarios que dinamizaran la actividad económica y soportaran la estrategia de industrialización, generó un conjunto de restricciones que no solo no estimulaba la acción de los individuos y los grupos sociales sino que indujo a una profundización de las ineficiencias, inhibió el buen desempeño económico e industrial y dio clara muestra de su incapacidad para elevar el nivel de vida de la población. En consideración del análisis precedente la aplicación de las propuestas institucionales radicales y moderadas coadyuvaron al logro (o no) de un cierto nivel de crecimiento económico e influyeron en el desempeño tenido por el sector industrial para cada una de las diversas fases durante el periodo previo a la reforma. Desde el punto de vista institucional, las propuestas radicales al identificarse con los arreglos institucionales del comunismo propiciaron mecanismos difusos en los derechos de propiedad, la apropiación de la riqueza generada por el trabajo no correspondió a la contribución tenida en la actividad productiva, por lo tanto, generó un sistema de incentivos que no estaban basado en la apropiación individual. Las propuestas moderadas, con relación a las propuestas radicales del socialismo, al presentar una estructura institucional “mixta”, generaron mayores estímulos positivos y estimularon la participación de los trabajadores, dado que proporcionó mayor seguridad en los derechos de propiedad y en la apropiación de los recursos generados en la actividad productiva, el resultado que se obtuvo consistió en un mayor involucramiento en el trabajo, y por ende, en un incremento de los niveles de producción.
vii. Las propuestas moderadas y radicales se encontraban íntimamente relacionadas con cambios institucionales continuos y abruptos respectivamente. Las transformaciones continuas permitieron el logro de resultados positivos en la economía aunque en lo “ideológico” minaba la propuesta comunista. La excesiva confianza en los logros materiales alcanzados y el temor a la propagación del pensamiento “burgués” llevó que el liderazgo gubernamental aplicará políticas más “radicales” y avanzar más rápidamente hacia la transformación “comunista”. Lo abrupto de esos cambios y el rompimiento con las instituciones prevalecientes condujo a grandes fracasos y tropiezos económicos y sociales lo que obligó a continuos replanteamientos de política.
viii. A pesar de que, en términos generales, se logró se logró un incremento sustancial en el crecimiento de la economía durante el periodo de la prerreforma a una tasa mayor que crecimiento promedio mundial y se logró la conformación de una base industrial comprehensiva, los costos fueron excesivos: un incesante crecimiento de la pobreza, una distribución desigual del ingreso con respecto a inversión y consumo, bajos niveles de eficiencia económica, una severa distorsión en la estructura industrial, un creciente sentimiento de desconfianza e incredulidad a las propuestas gubernamentales y un ensanchamiento de la brecha con respecto al desarrollo tenido por las naciones vecinas del este de Asia.
ix. En consideración de los altos costos económicos y políticos generados durante la prerreforma, a fines de la década de 1970, emerge una nueva dirigencia, encabezada por Deng Xiaoping. Este liderazgo se va a diferenciar del anterior por asumir una actitud pragmática y que se sintetiza en la frase: “No importa si el gato es blanco o negro, tanto como, si atrapa ratones”, es decir, cualquier medida que permita el crecimiento económico debe ser promovida por el gobierno y dársele una rápida difusión, lo contrario sería con aquellas políticas que no conducen a un crecimiento económico y que generan inestabilidad. Estas últimas deben ser rápidamente rescindidas a fin de no pagar los altos costos que resultarían de una fallida elección. La práctica se definía en términos del crecimiento económico y del incremento en el nivel de vida de la población y no tanto por el carácter “socialista” o “capitalista” de la medida. La filosofía pragmática del nuevo liderazgo alentó y promovió el establecimiento gradual de instituciones “no socialistas”.
x. La coexistencia de arreglos institucionales fue producto de un proceso de negociación y de consenso previo logrado al interior del Partido lo que permitió una continuidad sin rupturas en la aplicación de las nuevas estrategias. Es decir, se impulsó una reforma gradual que, aunque no intentaba romper de tajo con las políticas y arreglos institucionales precedentes, sirvió como base de apoyo y punto de partida para el establecimiento de las nuevas medidas. Era un mecanismo que permitía experimentar con las nuevas políticas que se ubicaban por“fuera del plan”, a la vez que se continuaba con el derrotero establecido por un sistema de planificación central “dentro del plan”.
xi. En una economía, donde predominaba el sistema de planeación central, las reglas del juego institucional fueron el resultado de ese sistema. En un periodo de transición las “viejas reglas” no se descartaron, continuaron jugando un rol importante a la vez que las nuevas iban ganando importancia. Mediante un proceso gradual y sin rupturas las viejas estructuras institucionales fueron siendo reemplazadas por las nuevas en solo algunos sectores. Este reemplazo no dio a la par de las transformaciones en la estructura jurídica formal; cuando las reformas orientadas al mercado fueron aplicadas, muchas de las leyes eran ya obsoletas y actuaban como camisa de fuerza que impedían un buen desenvolvimiento de la reforma. Dado que las propuestas se evaluaban por un criterio pragmático, el gobierno central fue extremadamente precavido, antes de formalizar las nuevas reglas: avanzaba y miraba cuales eran las consecuencias antes de dar cualquier otro paso.
xii. En una primera fase los nuevos “arreglos institucionales” se aplicaron de manera experimental. Conforme los resultados iban siendo satisfactorios, se fue ampliando su difusión: de unas empresas a otras, de provincia a provincia, etc. En un proceso temprano de cierta “continuidad”, las reformas indujeron a nuevas reformas, las nuevas estructuras institucionales fueron, primero conviviendo con las “viejas estructuras” y luego, lentamente, reemplazándolas. Fue un proceso no planeado, que se fue dando paso a paso, en el que los “arquitectos ideológicos” nunca intentaron abandonar el viejo sistema de planeación, simplemente se fue respondiendo a una serie de problemas sucesivos y de oportunidades que se iban presentando con una cierta improvisación ad hoc en sus respuestas. La aplicación gradual de las medidas reformistas, no obedeció a una estrategia prevista “ex ant|e” sino que fue, mas bien, una descripción “ex post” sin una intencionalidad determinada
El derrotero que se siguió en la ampliación de las “reformas” presentaba las siguientes características:
Sobre la base de un mecanismo gradual y evolutivo, dichas reformas tuvieron como punto de partida las instituciones previas;
Conforme se profundizaba en la aplicación de las medidas se fue reforzando el establecimiento de nuevas instituciones. El establecimiento de “instituciones correctas” no solamente fue determinante para impulsar el crecimiento, sino que lo fue también, para la creación de nuevas instituciones
Conforme se avanzaba se iban evaluando sus resultados a fin de evitar conflictos y tener la posibilidad de prevenir sus posibles consecuencias El gradualismo en su implementación evitó el desorden que pudo haberse dado en caso de cambios radicales y desordenados;
Al aplicarse en un ámbito restringido se tuvo un alcance limitado pero con un potencial enorme dependiendo de sus alcances y resultados. A diferencia de la visión predominante durante el periodo maoísta, en que los resultados estaban imbuidos de ideología y donde muchas de las veces el proceso se detuvo en función de la misma, dada las nuevas circunstancias, los avances se soportaban mas en la práctica. Durante este periodo se adopta el slogan: “encontrar la verdad a través de los hechos” como justificación para reforzar los experimentos, muchos de los cuales no estaban en la línea de la ortodoxia comunista del gobierno prevaleciente.
Dado que estas eran medidas que se ubicaban por fuera de los mecanismos de planeación avaladas por la autoridad central, su avance o retroceso representaba un importante respaldo político para quienes las impulsaban. El convencimiento de su eficiencia, sobre la base de la práctica, será una negación del soporte ideológico y de las propuestas económicas e institucionales del viejo liderazgo, su avance, en cambio, propicia una resistencia menor a transformaciones más profundas y alientan la emergencia de un nuevo liderazgo en China.
xiii. Las transformaciones en la estructura institucional fueron continuas y acumulativas. Los cambios acumulativos fueron transformando cualitativamente las relaciones que se daban entre los diversos actores: del gobierno central respecto de los gobiernos locales, de los gobiernos central y local con respecto a las empresas y las familias, los vínculos entre las empresas estatales, no estatales y privadas, entre el gobierno y las empresas de capital foráneo, etc. Fue un periodo en que las nuevas instituciones de mercado, alentadas por la continuada descentralización y autonomía administrativa y financiera, forzaban el aprendizaje de nuevas conductas y alentaban el surgimiento de nuevas “reglas del juego”. Por lo que:
El continuado proceso de descentralización generó mayores incentivos de ingreso para los gobiernos locales. Las empresas de poblados y villas, que estaban bajo el patrocinio de los gobiernos locales, fueron sujetas a una supervisión más directa, menos burocrática, y dado que se regían por la competencia, fueron exigidas a ser más eficientes.
Lentamente se fue articulando una estructura jurídica con la finalidad de: soportar legalmente la asignación de los derechos que resultaban de los nuevos mecanismos de propiedad, respaldar las operaciones por contratos y permitir mayor seguridad a los derechos de propiedad. En otras palabras, se propició un sistema legal para respaldar la actividad económica y soportar las operaciones de mercado que resultaban de la aplicación de la reforma.
Al incrementarse los arreglos propios de una economía de mercado estimuló un sistema de incentivos que propició la búsqueda de mayores niveles de eficiencia y estimuló la competencia entre empresas y regiones.
La integración a la economía mundial por la vía del establecimiento de mecanismos de mercado y políticas preferenciales en las “zonas económicas especiales y “zonas especiales para la exportación”, presionó a la vieja estructura administrativa a simplificar y/o eliminar los procedimientos burocráticos y el control gubernamental, etc.
xiv. El hecho de que en China haya habido una permanente inseguridad y ambigüedad en los derechos de propiedad, una carencia de autonomía de las empresas en sus derechos y responsabilidades, la existencia de una débil infraestructura legal, etc. mostraba una aparente “débil estructura institucional”, sin embargo, no se toma en consideración de que las estructuras institucionales en China, en virtud de su legado histórico y cultural, se rige por una lógica distinta de las de occidente.
La afirmación anterior, no solo no niega, sino que fortalece la visión neo institucional. Durante el periodo de la prerreforma el mercado era prácticamente inexistente, el sector privado había sido fuertemente reprimido, se había desincentivado la apropiación diferencial y privada de los excedentes de la producción, etc. por lo que el establecimiento de un sistema de incentivos gradual que alentara al mercado y la privatización informal inducida por el gobierno era, no solamente una opción, sino que se presentaba como la única alternativa viable dadas las circunstancias particulares económicas, políticas y sociales que se vivían en la China a principios de la década de 1980. El hecho de explicarse y regirse bajo una lógica diferente la sociedad china permite entender porque, a pesar de considerarse para China un pobre desarrollo institucional, se lograron avances extraordinarios en su economía y en su dinámica de industrialización. Asimismo nos permite entender la importancia para el desempeño económico de una estructura institucional que en gran medida se contrapone a los principios de la teoría “ortodoxa” del capitalismo y valora la aplicación de un modelo de crecimiento económico que asume la noción de una economía socialista con “características Chinas”.
xv. Otra diferencia importante entre esta visión y la teoría económica clásica, tiene que ver con la intervención del Estado. La nueva teoría institucional con una mayor flexibilidad, establece la importancia del Estado, en cuanto institución, como guía para el mejor aprovechamiento de las mismas, máxime cuando las instituciones del mercado no se encuentran totalmente desarrolladas. De acuerdo con los teóricos del neo institucionalismo los arreglos estatales (centrados en la planificación) y del mercado (en la competencia) no son necesariamente contrarios y excluyentes. El justo balance institucional depende de las condiciones de la economía de que se trate. Durante la transición en China, donde el mercado se encontraba fragmentado, y como consecuencia, los costos de transacción muy altos, las instituciones del estado si importaban. De la experiencia china habría que aprehender dos aspectos relevantes: la necesidad de ubicar el análisis y el contenido de las instituciones desde una perspectiva histórica y cultural y reconocer la particularidad de la experiencia china, en ese sentido, su irreductibilidad a modelos o conceptos preestablecidos.
Con respecto al papel del Estado, como institución:
En este país, mas que en otros, queda de manifiesto el importante rol del Estado en la determinación de políticas y en el establecimiento de instituciones. Durante la prerreforma el Estado había jugado un rol protagónico en la asignación de recursos y en él recaía la responsabilidad, no solo del fracaso, sino también del éxito tenido en la industrialización. Durante este periodo, el Estado no solo no había alentado las instituciones de mercado sino que las había suprimido y suplantado, el crecimiento industrial se había alcanzado con costos muy elevados. Durante la reforma va a ser el impulsor de las nuevas reglas del juego en la transición hacia una economía de mercado. Aflojar la economía de la planificación, reducir los controles a los precios, inducir mecanismos de descentralización administrativa y financiera, favorecer a ciertas regiones con políticas de excepción, el establecimiento de medidas para alentar la eficiencia de las empresas, reducir restricciones al comercio y al flujo de capitales, alentar mecanismos de propiedad diversos a la propiedad estatal, etc. son solo algunos de los “arreglos” que, no solo fueron propuestos por la autoridad gubernamental y aprobadas en las instancias partidarias, sino que fueron impulsados y ejecutados a instancias del mismo Estado. A diferencia de lo que pudiera pensarse es este un periodo en que se acrecienta el rol del Estado dado que su acción es necesaria para fomentar las “instituciones” que permitan fortalecer la asignación de recursos por la vía del “mercado”, junto con Castells se puede concluir en el sentido de que la motivación, orientaciones y evolución de la política orientada hacia el mercado solo puede comprenderse desde la perspectiva de un proyecto político específico, elaborado y puesto en práctica atendiendo a los intereses del Partido Comunista, como representante auto designado de los intereses de la.nación.
Debido a una disminución de su participación en la economía se puede pensar en la presencia de una relativa “debilidad del Estado”, sin embargo, el hecho de que sea el Estado quien haya guiado ese proceso y de que su intervención explique la aplicación de políticas y establecimiento de instituciones es que se puede hablar de una institución que gozaba (y goza) de gran fortaleza y credibilidad, capaz de garantizar el equilibrio económico, político y social. Solo bajo esta premisa se puede comprender la imposición de un sistema de “doble vía” y de otras políticas que no degeneraron en conflictos o alentaron transformaciones más radicales.
Obviamente la intervención del Estado para “alentar” la acción del mercado no se vio libre de dificultades y problemas:
- El conflicto entre viejos y nuevos arreglos, y la lucha por el poder entre grupos opositores atrás de esos conflictos, van a exigir avances continuos en la aplicación de las políticas.
- Desde el punto de vista ideológico el Estado encontró resistencias en ciertos sectores, sobre todo de aquellos que de alguna manera se habían visto favorecidos con los viejos arreglos, esta circunstancia lo obligó a otorgar concesiones, retroceder y/o avanzar mas lentamente en la aplicación de sus políticas.
- Si bien el Estado impulsó y alentó a las instituciones de mercado, en un esquema de gradualismo, nunca pretendió renunciar a su papel protagónico.
- En consideración de los intereses de la burocracia gubernamental se fomentaron arreglos institucionales en ciertos sectores en detrimento de otros. Los gobiernos locales, por ejemplo, fueron receptores de arreglos institucionales que redefinieron su posición e importancia. Las medidas de descentralización administrativa y financiera para las localidades y las empresas, y la consecuente redefinición del papel de la burocracia gubernamental local, alentó la productividad de las empresas locales e incrementó sus niveles de participación en la producción industrial.
xvi. Dado que el mercado en China era imperfecto y de que el Estado dejó de ser el único interlocutor en la asignación de recursos dio como resultado que no hayan sido las industrias de propiedad estatal ni las de propiedad privada las formas más idóneas para el periodo de transición. La forma organizacional que conjugara ambos arreglos, y posibilitara la transición gradual y continua, se presentaba como la forma superior de organización. Es esa situación se encontraban las empresas colectivas rurales. La forma de propiedad de estas empresas no solo proveyó un sistema de incentivos que se regía por la disciplina del mercado y de que su supervivencia dependía de su rentabilidad económica, sino que le permitía a los propietarios de jure establecer una supervisión directa sobre quienes disponían del control de las empresas, y dado que disponían de una fuerte influencia política y económica en la comunidad tenían la capacidad de ganar acceso a recursos y absorber riesgos de las empresas bajo su responsabilidad, sea para amortiguar los efectos de la competencia o apoyarlas para hacerlas mas competitivas en los mercados locales. Es un proceso en que los gobiernos locales pueden efectivamente sustituir o suplir las fuerzas del mercado.
xvii. El establecimiento de nuevas instituciones a partir de la reforma no fue continuo y sin rupturas. El mecanismo de “... caminar a tientas sobre piedras mientras se cruza el río” dio cabida a retrocesos para “corregir” el camino y “rectificar” el rumbo. La crisis de fines de la década de 1980, que paradójicamente había sido el resultado de la incapacidad de las nuevas instituciones de sustituir los viejos arreglos, propició la emergencia de la visión conservadora con la reaparición de sus inercias institucionales que amenazaban con revertir el proceso de reforma. Esta propuesta no logró reestablecer un nuevo consenso y mostró su incapacidad para responder a las exigencias de ese momento histórico. Ante su manifiesta incapacidad, de manera gradual y paulatina, las nuevas prácticas “de mercado” se fueron reimponiendo encontrando un soporte, cada vez mayor, entre los diversos actores económicos y políticos evidenciándose la inoperancia de las viejas estructuras y anulando todas sus posibilidades de continuar jugando un rol preponderante en el crecimiento futuro de China.
xviii. A principios de la década de 1990 las propuestas institucionales de mercado emergieron como la única opción viable. Con Deng Xiaoping a la cabeza, se configuró un nuevo consenso que se sintetizaba en el establecimiento de “una economía de mercado socialista”. La construcción de una “economía de mercado socialista” era una experiencia inédita en la historia del hombre que lograba conjugar el mercado y el Estado en cuanto instituciones contradictorias y reconocía que las nuevas “reglas del juego” producto de su interacción pueden conciliarse en la consecución de objetivos económicos de corto y mediano plazo, aunque a largo plazo, se presupone una convergencia inevitable hacia el mercado.
xix. En consideración del nuevo contexto el sector industrial estaba llamado a experimentar profundas transformaciones a fin de responder con prontitud a las nuevas reglas establecidas. La convergencia del mercado y del Estado en el sector industrial en China es expresión de un hecho incuestionable: el reconocimiento de que las reglas del juego deben de estar regidas por el mercado y la necesaria intervención del Estado dada la debilidad de esta institución. Una “economía de mercado socialista con características chinas” no presupone el antagonismo entre el Estado y el mercado, al contrario, reconoce que el mercado y el Estado pueden desempeñar un rol complementario en las actividades de coordinación industrial. Si el mercado es deficiente en la resolución de problemas de coordinación entonces se justifica una política industrial explícita como mecanismo de coordinación ex ante que no es de mercado.
xx. Con la finalidad de lograr un mejor desempeño las empresas propiedad del Estado fueron forzadas a jugar con las reglas del juego que establece el mercado, sin embargo, la disparidad en los mecanismos de propiedad, los objetivos últimos que se perseguían en cada uno de esos sectores, la estructura organizacional que regía su funcionamiento y la toma de decisiones, etc. no permitió que su desenvolvimiento operara en con condiciones óptimas. Por su lado, las empresas no estatales tuvieron un desenvolvimiento poco homogéneo. De éstas, las empresas colectivas, mostraron una dinámica de menor crecimiento dada la pérdida de las ventajas exclusivas que les redituaba el periodo de fines de la década de 1980 en que coexistían las instituciones del Estado y el mercado basados en el viejo orden. En un contexto de “economía de mercado” las empresas privadas y extranjeras se vieron altamente favorecidas por lo que su desempeño y participación industrial fue, con mucho mayor, que las industrias que experimentaban otro tipo de propiedad, al grado que en el 15º Congreso del PCCh celebrado a fines de 1997, de ser calificadas como “complemento importante” fueron considerados “componente esencial” de la economía.
xxi. La problemática por la que atravesaban las empresas estatales visualizaba un conflicto de carácter institucional que debería ser resuelto. El contexto de economía de mercado exigía que las nuevas industrias jugaran con las reglas que establecía el mercado, por lo tanto, se exigía una separación real entre la administración del gobierno y la operación de las empresas a fin de que fuese la maximización de utilidades el objetivo que dinamizara su actividad y no se desviara por intereses distintos, como eran, por ejemplo, los objetivos sociales y políticos. Sin embargo, las industrias estatales habían gozado de privilegios especiales que indefectiblemente habían dejado huella en el quehacer y en las conciencias de quienes allí laboraban creándose costumbres e inercias que difícilmente podrían cambiarse en un corto tiempo, y que de hacerlo, amenazaban con desestabilizar y cuestionar el orden social. Por lo tanto, el reto para la autoridad gubernamental era previsible: avanzar hacia el establecimiento de una efectiva “economía de mercado socialista” donde fuese el mercado el que jugara el rol fundamental en la asignación de los recursos, y lograr que las empresas estatales, sobre la base de las reglas que establecía una “economía de mercado”, se tornaran más eficientes y competitivas. En un planteamiento, que a la vez, asimilara pasadas experiencias de gradualismo y generara un nuevo consenso entre las diversas fuerzas sociales y políticas. En este contexto se ubica la reorganización seguida por las empresas estatales y la aplicación de sus políticas industriales: dejar ir a las empresas pequeñas y retener las empresas grandes y la búsqueda por establecer un sistema de empresas moderno en las empresas retenidas por el Estado
xxii. Con el establecimiento de un mecanismo de gobernación corporativo interno por la vía de convertir las empresas industriales estatales en empresas de “participación de acciones” se pretendía la separación de las funciones de propiedad de las empresas estatales con respecto a su administración en una estructura organizativa de mayor autonomía y responsabilidad. Esta propuesta era justificaba por la autoridad gubernamental aduciendo que un sistema moderno de empresas no era contradictorio con la preservación de los derechos de propiedad en las empresas públicas. La aplicación de esta política no fue exitosa dado que no se hicieron las transformaciones institucionales de fondo y en la práctica se reprodujo el viejo estilo de hacer las cosas. La mayoría de las nuevas empresas corporativas eran controladas por el Estado, por lo tanto, eran ellos quienes delegaban la responsabilidad de la administración de las empresas al nombrar a los nuevos consejos de administración, como consecuencia, continuaron reproduciéndose los problemas de antaño.