1.2.3.2.1 Autores relevantes:

En los años 70s y 80s del siglo XX, Chalmers Johnson, popularizó el concepto de capitalismo de Estado desarrollista. De acuerdo con esta visión: el arribo tardío de las naciones subdesarrolladas a los procesos de industrialización, y la incapacidad de reducir la brecha entre países industrializados y no industrializados en virtud de las fallas e imperfecciones inherentes al mercado, la descoordinación en la movilización de recursos y la incapacidad de las fuerzas económicas para alcanzar, por sí solas, el desarrollo tecnológico; dio lugar a una decidida intervención del Estado en la economía a fin de reducir la brecha y alcanzar niveles de desarrollo similares a los países industrializados. Desde esta perspectiva el concepto de “desarrollo” encuentra su sustento en el concepto mismo de Estado como el fundamento para el progreso socioeconómico. La idea de “desarrollismo” y de “intervencionismo estatal” son por lo tanto inseparables. Para que los países, con niveles de desarrollo bajo, logren alcanzar estadios de desarrollo superior se torna necesaria la intervención gubernamental, la finalidad de su acción consistirá en:

a. Establecer, de una manera deliberada, los objetivos de industrialización e inducir la inversión a través del establecimiento de una política de precios acorde a esos objetivos.

b. Identificar y promover, de manera explícita, ciertas industrias y tecnologías que se consideren importantes para la competitividad y el futuro de la economía.

A pesar de que con el capitalismo de Estado desarrollista no se intenta remplazar los mecanismos de mercado ni la toma de decisiones privadas, se mantiene una visión pesimista sobre la habilidad que presentan los mecanismos de mercado para resolver, por sí solos, los problemas de coordinación y las imperfecciones en la economía. Por lo tanto, la acción del Estado se dirige, simplemente, en influir en las tomas de decisiones privadas de negocios a través de la persuasión, la coerción y la manipulación, mediante una política de precios e incentivos. En el mismo sentido que Johnson, Alice H. Amsden y Manuel Castells, analizan la necesaria intervención del Estado basándose en el concepto de “Estado desarrollista”.

Alice H. Amsden adopta el término de “industrialización tardía” para explicar las causas que explican el éxito de los países del este de Asia . Con este tipo de industrialización las empresas de los países "en desarrollo", al no disponer de ventajas competitivas para el diseño y producción de nuevos productos o para el desarrollo de nuevos procesos, adoptan tecnologías del exterior a través del aprendizaje. En consideración de Amsden:

El principal problema de la industrialización tardía estriba en que los países no industrializados no pueden competir con precios que son determinados por el mercado dado que su productividad es muy baja (...) la brecha de productividad entre naciones desarrolladas y subdesarrolladas se ha ampliado en el siglo XX, abruma la ventaja competitiva de trabajo barato.

Por lo tanto, los gobiernos juegan un rol más intervencionista que en otras experiencias de industrialización dado que aplican medidas que, no solo protegen a las empresas de la competencia extranjera, sino que dirigen incentivos especiales a las empresas consideradas estratégicas sobre la base del cumplimiento de una estricta disciplina en el cumplimiento de objetivos. Con la finalidad de arribar a una industrialización rápida, el Estado debe mantener una fuerte presencia en lo político y en lo económico y tener la capacidad, no solo de disciplinar al trabajo, sino también al capital.

Sin estar en desacuerdo con la visión de “Estado desarrollista”, Manuel Castells establece una serie de acotaciones relevantes en la comprensión de este término, considera que un Estado es desarrollista porque establece como principio de su legitimidad su capacidad para promover y sostener el desarrollo, respeta los parámetros más amplios del orden social y aspira a transformaciones fundamentales de orden económico. Desde su punto de vista la intervención del Estado en el establecimiento de políticas no es un accidente, es una necesidad para su “supervivencia” y es la única vía que tiene para afirmar sus intereses nacionales en el mundo. Considera que una estrategia desarrollista exitosa requiere que el Estado: mantenga una cierta autonomía al fomentar sus propios proyectos de construcción social, disponga de un aparato estatal eficiente y tecnócrata y tenga la capacidad política para imponer e interiorizar su lógica en la sociedad. Desde el punto de vista de este autor, el proceso de desarrollo que el Estado lleva a cabo no sólo transforma a la economía sino que cambia por completo a la sociedad.

Desde esta perspectiva Jean Oi va a explicar el inusitado crecimiento económico tenido por China en las últimas décadas. Para este autor la formulación de políticas desarrollistas de una pequeña elite política, encabezada por Deng Xiaoping, posibilitaron que las localidades asumieran una mayor responsabilidad y control de las actividades empresariales e industriales. De acuerdo con Oi la descolectivización agrícola y la descentralización de la producción del centro a las localidades privaron a los gobiernos locales de fuentes de ingreso, al mismo tiempo, la reforma fiscal les garantizaba el derecho de retener parte de los fondos extra-presupuestarios que ellos habían ganado. Este vínculo entre fondos fiscales e ingresos llevó a que los gobiernos locales fueran motivados y presionados a fin de movilizar y coordinar mayores recursos bajo su jurisdicción para impulsar las actividades empresariales, y obtener, por esta vía, mayores recursos que les permitiese cubrir sus pagos e incrementar la inversión. Desde la perspectiva de Oi el motor del desarrollo económico en china se explica por el hecho de que los gobiernos locales funcionaron como una gran corporación que impulsaba negocios diversos. Este estrecho vínculo entre empresas y gobierno fue llamado por Oi: “corporatismo estatal local”.

En el mismo sentido que Oi, Lance L. P. Gore va a argumentar que el crecimiento económico de china va a encontrar su sustento en las acciones desarrollistas del estado, sin embargo, a diferencia de Oi, considera que esas acciones son impulsadas por el empresariado burocrático mas que por solo un “corporatismo estatal local”. Al decir de Gore:

Tomado como un todo, los empresarios burocráticos son los actores predominantes en la economía. No son solamente las empresas propiedad del estado que están bajo su control, sino las empresas de poblados y villas (EPV) y otros tipos de empresas colectivas son, de hecho, dirigidas por esos empresarios

Es decir, el empresariado burocrático aparece cuando oficiales del gobierno se vinculan en actividades económicas empresariales utilizando medios y recursos que son solo disponibles por el estado y persiguen objetivos que van más allá de los puramente económicos. A diferencia de los empresarios capitalistas que reaccionan solamente a la utilidad en el mercado, los incentivos del empresariado burocrático están incorporados a las instituciones básicas del comunismo, por lo tanto, se encuentran entrelazados con aquellos de la comunidad a la cual representan. Siendo agentes simultáneos del estado y representantes de la comunidad, su propósito no tiene solo una racionalidad económica sino también persigue objetivos políticos y sociales. Su estatus, y su promoción dentro de la jerarquía, depende del apoyo de la comunidad a la cual representan y ese apoyo está en función de su capacidad de satisfacer las demandas de la comunidad, por lo que para ser satisfechas, requieren de un buen desarrollo de las empresas de su localidad. Dada la competencia burocrática y las “presiones desarrollistas desde arriba” están inducidos a impulsar el crecimiento económico de las localidades dado que ello deviene en acciones para su promoción política.