Tesis doctorales de Economía


CAMBIO INSTITUCIONAL EN LA REPÚBLICA POPULAR DE CHINA
SU INFLUENCIA EN EL SECTOR INDUSTRIAL

José Salvador Meza Lora

 

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3.5 La debacle del Maoísmo en la emergencia de una “nueva” política económica

Desde el punto de vista estadístico se deja constancia de cómo las diversas crisis por las que atraviesa China, desde su constitución como República Popular hasta la Revolución Cultural, habían tenido como origen los cambios en política económica, la ruptura y/o el establecimiento de instituciones acordes a una izquierda “extrema” o “radical”. Esta situación se muestra desde la aplicación de la estrategia del “Gran salto Adelante” en el transcurso de la aplicación del “Segundo Plan Quinquenal”. Por su lado la Revolución Cultural con sus políticas extremas había debilitado las instituciones predominantes de ese periodo: el Partido Comunista Chino había mostrado fuertes fisuras en su interior, el viejo liderazgo había sido fuertemente socavado, se habían trastocado las relaciones en el trabajo, en la escuela y en la sociedad en general, se habían manipulado, de manera deliberada, las lealtades con la finalidad de obtener ventajas políticas. Con efectos negativos en lo económico y una política industrial que no se definía del todo, se generó una gran frustración y pérdida de confianza en el liderazgo maoísta y en sus instituciones, originando con ello, un clima propicio para el cambio y la aplicación de una Reforma Económica que permitiera dar una respuesta efectiva a las limitaciones encontradas.

La reforma se inició a partir de 1976, con el breve gobierno de Hua Guofeng . Este periodo se distinguió por una ambigüedad en sus premisas. Por un lado, se continúan muchas de las políticas aplicadas durante la Revolución cultural, entre otras: la de no diferenciar las acciones “revolucionarias” de la actividad “productiva”, el considerar el conflicto entre clases inherente al crecimiento económico, la promoción y movilización de la población hacia ambiciosos objetivos de crecimiento económico y desarrollo industrial, considerar las altas tasas de inversión como fuente de crecimiento económico a costa de fuertes restricciones al consumo, retomar a la industria del acero como emblema de la modernidad (se continúa con el slogan: “tomar al acero como la pricipal clave”) convencidos de que el desarrollo de la industria pesada serviría como locomotora para el crecimiento económico, a través, de alentar la construcción de proyectos industriales gigantescos. Por otro lado, contrario a los planteamientos “izquierdistas”, se critica y se revierte la eliminación de la propiedad individual en las comunas, se incrementa el grado de centralización en la economía, se reconsidera la necesidad de establecer incentivos materiales en la actividad productiva, se rehabilitan cuadros que habían sido fuertemente atacados durante la revolución cultural como “pro-burgueses”, se reconsidera acerca de una necesaria división del trabajo y el establecimiento de una responsabilidad personal en el trabajo, etc.

En este panorama de políticas mixtas, el gobierno de Hua Guofeng, suponía que los indicadores económicos negativos eran producto, más de las circunstancias políticas, que originados por los problemas estructurales e institucionales del comunismo o por la adopción y aplicación de una política de industrialización errónea. En esa lógica, consideraba que la restauración de la estabilidad política estimularía el entusiasmo popular por la producción, el incremento en la eficiencia de la planeación y la administración estatal, asimismo, que los altos niveles de inversión podrían producir altas tasas de crecimiento, en este sentido más que representar un rompimiento con las políticas Maoístas, el programa de Hua intentaba corregir los excesos del ultra izquierdismo. En un primer momento se intenta corregir la descoordinación causada por la descentralización irracional auspiciada durante la Revolución Cultural, por lo que se inicia, a partir de 1977, un proceso de re-centralización y se abandona la planeación basada en la región. Por otro lado, en la búsqueda de cambios acelerados, propios del lenguaje “ultraizquierdista”, se retoma la vieja consigna Maoísta de “mecanizar la agricultura” por lo que se proponen acciones a fin de lograr un desarrollo acelerado de la industria pesada, particularmente de la industria del acero para cumplir con ese objetivo.

El Plan decenal 1976-1986 y la reconsideración, de la “Política de las 4 modernizaciones” buscaban ese propósito. Dicho Plan, de manera explícita se centraba en la construcción de 120 megaproyectos industriales de gran envergadura , que serían los ejes sobre los cuales descansaría el crecimiento industrial, lo que les posibilitaría, alcanzar los niveles de mecanización requeridos para el sector agrícola (80%) y, en un periodo relativamente corto (1985), alcanzar los niveles de producción industrial de los países más altamente desarrollados. El cumplimiento de los objetivos propuestos en el “Plan decenal” significaba que la producción de acero debería alcanzar 60 millones de toneladas para ese año (en 1977 solo se producían 23.7 millones de toneladas), es decir, debería incrementarse en 5 millones de toneladas cada año por lo que debería crecer a una tasa del 10.2% anual; la producción de granos debería ser de 400 millones de toneladas métricas (en 1978 se producían solo 304.7 millones de toneladas métricas), por lo que el valor de la producción agrícola debería crecer a un promedio de 4.5% anual, mientras tanto, la producción industrial en general debería crecer al 10% anual durante el periodo de 1978 a 1985 .

Para el éxito de una acción como la descrita en el Plan decenal se requerían de altos niveles de inversión e importación de plantas industriales completas; por lo que era necesaria una enorme cantidad de recursos humanos, materiales y técnicos, de recursos financieros, etc., y aunque se pretendía obtener esos recursos a través de un reforzamiento de los vínculos con el exterior y aprovechar el capital y la tecnología disponible en los mercados internacionales, el costo que ello significaba era muy ominoso para la debilitada economía China. Era, más que evidente, que esa política no era viable en virtud de que el gobierno no disponía de los recursos necesarios para el cumplimiento de esos objetivos. El hecho de tomar decisiones sobre una serie de supuestos irreales de la naturaleza de la economía explicará el pronto fracaso y la necesidad temprana de “reajustar” la economía y dar marcha atrás a los objetivos planteados en el “Plan decenal”.

Tabla III. 3 Producción actual y planeada de las industrias más relevantes

Fuente: State Statistical Bureau, “Communiqué on the fulfillment of China’s 1978 (1979)”, National Economic Plan, Beijing Review, Julio 6, 1979 y Mayo 12 de 1980..

C Del Plan original. Ver: Chu- Yuan Cheng, “The modernization of Chinese Industry” en Baum Richard, ed., China´s Four Modernizations: The New Technological Revolution, Westview Press, Boulder Colorado, 1980, p. 44

El problema, sin embargo, no solo se reducía a la carencia de recursos para cubrir el costo de las importaciones de plantas y equipo para la industrialización; los desequilibrios internos entre: acumulación y consumo, de la industria liviana y la agricultura con respecto a la industria pesada, en la ineficiencia del sistema administrativo, en los problemas que generaba la distribución de la fuerza de trabajo en los diversos sectores, etc.; que se habían ido gestando paulatinamente conforme se avanzaba en la aplicación de las diversas políticas de industrialización, se habían venido agravando paulatinamente desde antes de la aplicación de la Revolución Cultural y de continuarse, pudiesen desembocar en serios conflictos sociales .


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