UN MODELO NACIONAL DE ORGANIZACI�N TERRITORIAL
Jos� Mar�a Franquet Bernis
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1. Para conseguir los objetivos propuestos, en primer lugar, se ha realizado una breve rese�a de las divisiones territoriales habidas hasta la fecha en Catalu�a y, puesto que como resultado de nuestra investigaci�n se trata de propugnar otras nuevas basadas en el equilibrio econ�mico-espacial, se ha analizado en cap�tulos anteriores la dicotom�a existente entre Econom�a y Geograf�a as� como procede conceptualizar los modelos econ�micos que resulten de aplicaci�n a la ordenaci�n del territorio que se pretende.
2. El cuerpo central del proceso que se seguir� en la investigaci�n podemos considerarlo dividido en tres fases fundamentales, que se corresponden con los tres grandes modelos econ�micos a aplicar. En primer lugar, el MODELO ESTRUCTURAL, que nos permitir� el hallazgo de las variables macroecon�micas que se han de incorporar al segundo modelo, el de DECISION MULTICRITERIO (Cap�tulo 4), que nos facilitar�, a su vez, la selecci�n de las �cabeceras de comarca o de regi�n� o, por decirlo de otra manera, de los �municipios relevantes� entre los cuales, y a trav�s de la aplicaci�n del tercer modelo, que ser� del tipo GRAVITATORIO (Cap�tulo 5), podremos delimitar las fronteras comarcales o regionales que establecen una divisi�n geo-econ�mica del territorio estudiado. Con posterioridad, los mismos procedimientos nos conducir�n extensivamente a la ampliaci�n supra-territorial del proceso, obteni�ndose las regiones como agrupaci�n de las comarcas e, incluso, las naciones como conjunci�n de las regiones.
3. Concretamente, el modelo gravitatorio presentar� un conjunto de restricciones operativas que se sustentan, b�sicamente, en el n�mero medio aproximado de comarcas (o regiones) que se desea obtener o, en todo caso, en su n�mero m�ximo o m�nimo, si ya han sido decididos previamente con alguna exactitud. Y as�, por ejemplo, y a la vista de las comarcalizaciones (o regionalizaciones) que se hayan podido ir realizando hasta la fecha en el �mbito territorial que es objeto de nuestro estudio, y de los objetivos comparativamente perseguidos, juzgamos en principio, razonable y posible, una divisi�n territorial de dicho �mbito que ofrezca un n�mero de comarcas (o regiones) no superior al m�ximo n�mero de las obtenidas en las comarcalizaciones (o regionalizaciones) ya efectuadas. En este orden de ideas, la superficie de la comarca (o regi�n) te�rica nos permitir� el establecimiento de una malla o red sobre el plano en planta que nos facilitar� la selecci�n, como "cabeceras de comarca" (o de regi�n), de un n�mero de municipios no superior a una cantidad fija.
4. Es f�cil darse cuenta que la comarcalizaci�n o regionalizaci�n que obtendremos por aplicaci�n del algoritmo descrito ser� distinta en funci�n de cu�les y cu�ntos sean los municipios sobre los que se aplique el modelo gravitatorio. Por esta raz�n, resulta conveniente partir de ciertas hip�tesis, al respecto, que sean claras y determinantes, y que podr�amos denominar "restricciones espaciales del modelo general". Una vez definidas geof�sicamente las nuevas unidades territoriales consecuentes de la aplicaci�n de los modelos descritos, se proceder� a la determinaci�n de sus centros de gravedad y tambi�n al an�lisis de sus interrelaciones, para lo cual ser� conveniente la definici�n de ciertos par�metros que permitan efectuar comparaciones en relaci�n, por ejemplo, a las conexiones y/o atracciones que tienen lugar entre los diversos territorios resultantes, al grado de uniformidad en la distribuci�n territorial de las masas de poblaci�n y de renta que ofrezca una idea acerca del equilibrio econ�mico-espacial, al tratamiento de los flujos econ�micos que se establecen entre ellos y al peso o masa que se�ale la susceptibilidad de las comarcas de ser particionadas, en su caso, para la creaci�n de otras nuevas.