José Dionicio Vázquez Vázquez
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Pobreza
De forma científica, la pobreza se ha estudiado desde los inicios del siglo XX. Atkinson (1987) señala que antes de esa fecha se habían realizado algunas estimaciones sobre pobreza, pero que fue Booth entre 1892 y 1897 ‘el primero en combinar la observación con un intento sistemático de medición de la extensión del problema’, elaborando un mapa de la pobreza en Londres. Posteriormente, Rowntree (1901), según Feres y Mancero (2001) realizó un estudio para medir la pobreza en Nueva York, y utilizó un estándar de pobreza basado en requerimientos nutricionales. Desde ahí, se han desarrollado nuevos conceptos sobre la medición del bienestar y nuevas metodologías para medir la pobreza.
Hay un consenso para definir la pobreza como la incapacidad de las personas de vivir una vida tolerable según el PNUD (1997). Entre los aspectos que la integran se menciona llevar una vida larga y saludable, tener educación y disfrutar de un nivel de vida decente, además de otros elementos como la libertad política, el respeto de los derechos humanos, la seguridad personal, el acceso al trabajo productivo y bien remunerado y la participación en la vida comunitaria. Se reconoce al mismo tiempo, la dificultad de medir algunos elementos constituyentes de la ‘calidad de vida’, restringiéndose el estudio de la pobreza a los aspectos cuantificables –y generalmente materiales- de la misma, usualmente relacionados con el concepto de ‘nivel de vida’ (Feres y Mancero: 2001).
El término ‘pobreza’ tiene distintos significados en las ciencias sociales. En un trabajo reciente Paul Spicker (1999) identifica once posibles formas de Interpretar esta palabra: necesidad, estándar de vida, insuficiencia de recursos, carencia de seguridad básica, falta de titularidades, privación múltiple, exclusión, desigualdad, clase, dependencia y padecimiento inaceptable. Todas estas interpretaciones serían mutuamente excluyentes, aún cuando varias de ellas pueden ser aplicadas a la vez, y otras pueden no ser aplicables en toda situación.
Aunque la medición de la pobreza puede estar basada en cualquiera de las anteriores definiciones, la mayoría de los estudios económicos sobre pobreza han centrado su atención casi exclusivamente en las concernientes a ‘necesidad’, ‘estándar de vida, e ‘insuficiencia de recursos’. Para estas opciones, los indicadores de bienestar más aceptados han sido la satisfacción de ciertas necesidades, el consumo de bienes o el ingreso disponible. La selección de estas variables obedece a su pertinencia teórica respecto al concepto de bienestar utilizado, considerando además la limitada información disponible en las encuestas más comunes.
Por su parte, la interpretación de ‘necesidad’ hace referencia a la carencia de bienes y servicios materiales requeridos para vivir y funcionar como un miembro de la sociedad; por lo tanto, bajo este enfoque se limita la atención a artículos específicos. En cambio, el término ‘estándar de vida’ no hace alusión de manera exclusiva a privaciones determinadas, sino también al hecho de vivir con menos que otras personas. Al mismo tiempo, la pobreza puede ser interpretada como ‘insuficiencia de recursos’, es decir, la carencia de riqueza para adquirir lo que una persona necesita. De esta interpretación, la satisfacción de las ‘necesidades’ no basta para que una persona deje de ser pobre, pues esa satisfacción puede no haber sido procurada por medio de recursos propios (Feres y Mancero: 2001).
Varios de los métodos más utilizados guardan una relación preferente con alguna de ellas. Por ejemplo, el método de los indicadores sociales, cuya modalidad se ha difundido en América Latina como de las ‘necesidades básicas insatisfechas’, está basado primordialmente en una concepción de la pobreza como ‘necesidad’. En este enfoque poco importa si los individuos poseen el ingreso para satisfacer sus necesidades básicas, sino que efectivamente éstas hayan sido cubiertas. Mientras que el ‘método de líneas de pobreza a partir del costo de las necesidades básicas’, se relaciona con la definición de ‘estándar de vida’. En éste, se considera pobres a las personas cuyo ingreso o consumo no es suficiente para mantener un nivel de vida considerado mínimo. Por su lado, el método ‘relativo’ está ligado con la interpretación de pobreza como ‘insuficiencia de recursos’, ya que la satisfacción de necesidades específicas es irrelevante, y lo que importa es que los recursos disponibles permitan llevar una ‘forma de vida aceptable’ de acuerdo a los estándares sociales prevalecientes (Feres y Mancero: 2001).