José Dionicio Vázquez Vázquez
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1.7 Reproducción social y estrategias familiares de vida
Marx (1986: 476-483), en el apartado sobre la reproducción simple, señala que en el régimen capitalista de producción, el proceso del trabajo no es más que un medio para el proceso de valorización. El obrero produce, además de la plusvalía, el fondo con el cual le pagan, es decir, el capital variable, antes de que regrese a sus manos en forma de salario. La clase capitalista entrega constantemente a la clase obrera, en forma de dinero, la asignación de una parte del producto creado por la segunda y apropiado por la primera.
Es en el capital variable donde se localiza una forma histórica concreta de la manifestación del fondo de medios de vida o el fondo de trabajo que necesita el obrero para su sustento y reproducción y que en todos los sistemas de producción social tiene constantemente que producir y reproducir.
El consumo del obrero tiene un doble carácter: en el proceso mismo de la producción consume mediante su trabajo medios de producción, convirtiéndolos en productos de valor superior al del capital desembolsado, es decir, su consumo productivo. Siendo al mismo tiempo el consumo de su fuerza de trabajo por el capitalista que la ha adquirido. Paralelamente, el obrero invierte el dinero con que se le paga la fuerza de trabajo en medios de vida, o sea, en su consumo individual, que da por resultado la vida del propio obrero.
Si se enfoca a la clase capitalista y la clase obrera en su totalidad, y si en vez de examinar el proceso aislado de producción de una mercancía, se examina el proceso capitalista de producción, en su flujo y en toda su extensión social, se presenta lo siguiente: cuando el capitalista convierte en fuerza de trabajo una parte de su capital, lo que hace es explotar su capital entero, obteniendo un provecho doble. No saca provecho solamente de lo que el obrero le entrega, sino también de lo que él da al obrero. El capital de que se desprende a cambio de la fuerza de trabajo, se convierte en medios de vida, cuyo consumo sirve para reproducir los músculos, los nervios, los huesos, el cerebro de los obreros actuales y para procrear a los del futuro.
Así es que, dentro de los límites de lo absolutamente necesario, el consumo individual de la clase obrera vuelve a convertir el capital abonado a cambio de la fuerza de trabajo en nueva fuerza de trabajo explotable para el capital. Es producción y reproducción del propio obrero, del medio de producción indispensable para el capitalista.
El consumo individual del obrero es, en suma un factor de la producción y reproducción del capital, ya se efectúe dentro o fuera del taller, de la fábrica, o dentro del proceso de trabajo, o de la limpieza de las máquinas, lo mismo si se realiza en pleno proceso de trabajo que si se organiza durante los descansos.
Se concluye por lo tanto que la conservación y reproducción constantes de la clase obrera son condición permanente del proceso de reproducción del capital. Por ello, el capitalista sólo considera productiva la parte del consumo individual del obrero, que es necesaria para perpetuar a la clase obrera, o sea, aquella parte que el obrero tiene forzosamente que consumir para que el capital devore la fuerza de trabajo; todo o demás que el obrero pueda consumir por su propio gusto es consumo improductivo. A manera de ejemplo: si el capitalista aumentase el salario por acumulación de capital, incrementando medios de consumo del obrero, sin aumentar el consumo de la fuerza de trabajo por el capital, el capital aumentado se consumiría improductivamente. “En efecto, el consumo individual del obrero es improductivo para él mismo, pues no hace más que reproducir el individuo necesario; sólo es productivo para el capitalista y para el estado, puesto que reproduce la fuerza productora de riqueza para otros” (Marx, 1986: 482).
Respecto al modo de producción doméstico en la economía campesina, el modelo de Chayanov, partía del grupo doméstico individual, cuyo objetivo básico sería garantizar la satisfacción de sus necesidades, y no para la realización de lucro, razón por la cual el campesinado no debería ser considerado como una forma de capitalismo incipiente. El núcleo de su teoría está en el principio subjetivo del equilibrio entre necesidades de subsistencia y la realización de trabajo manual con determinado límite, esto es, de sus desutilidades.
Para Chayanov, dos cuestiones eran básicas: la ausencia de salarios y la noción de que la unidad campesina es al mismo tiempo una unidad de producción y una unidad de consumo. Cerca del 90% de propiedades campesinas rusas examinadas por él no utilizaban trabajo asalariado, apenas mano de obra familiar, lo que lo llevó a afirmar que si su modelo es típico, es porque está fundado en la realidad. Con la ausencia de salarios, las demás categorías de análisis capitalista perderían sentido.
Era preciso tomar al grupo doméstico como un todo y considerar el retorno de trabajo como si fuera indivisible, y no fragmentado en salarios. Esto es, en la familia campesina, el retorno de actividades económicas son indiferenciables. Sería necesario, entonces, construir una teoría económica diferente: una teoría de economía familiar, basada en el ya referido equilibrio consumidores/ productores. Entre la satisfacción de las necesidades familiares y las penurias del trabajo, la familia campesina organiza su producción por una valoración subjetiva basada en la larga experiencia de trabajo agrícola, de generaciones presentes y pasadas. La medida del trabajo familiar en condiciones dadas, fue llamada por Chayanov como gran autoexplotación de trabajo. La familia no intensifica el trabajo de sus miembros para alcanzar el referido punto de equilibrio, en el que un posible aumento del producto es sustituido por las penurias del trabajo extra. En otras palabras, hay una valoración específica de la relación insumo-producto (Woortman: 2001).
El punto de equilibrio es afectado por el tamaño de la familia y por la proporción de miembros trabajadores y no trabajadores. A partir de ahí, todo depende del ciclo de desarrollo del grupo doméstico. La naturaleza familiar de producción campesina lleva en su interior a otras especificidades. Chayanov demostró que en condiciones que llevarían un emprendimiento capitalista a cabalidad, familias campesinas eran capaces de trabajar más horas, vender a precios más bajos, sin obtener un excedente líquido, y entre tanto continuar produciendo año tras año.
Por otro lado, aquí lo que en una economía capitalista puede ser usado como remuneración de capital, en la familia campesina es usado para el consumo. Otra característica no capitalista de la economía campesina es dada por la idea de que la familia puede comprar más tierra por precios encima de aquéllos que serían pagados por un empresario, alcanzando una producción mayor cuando los precios del producto caen en el mercado.
Como no existe capital en los salarios o en la renta de la tierra, más la autoexplotación del trabajo, esa aparente irracionalidad se explicaría por el esfuerzo de llegar al referido equilibrio. Ese equilibrio es afectado por la relación consumidores/productores, variable que se desarrolla en cada grupo doméstico.
La variable fundamental es proporcionada por unidades de consumo, más que de producción. Como la relación entre la fuerza de trabajo de la familia en sus demandas de consumo se transforma a través del tiempo, Chayanov acompaña a la "historia natural" de la familias desde el casamiento, o en la llegada de los hijos a la edad productiva, o en el casamiento de la segunda generación. Es por esa perspectiva dinámica que Chayanov elabora el concepto de "diferenciación demográfica", que no se confunde con las diferencias de clase, trazando una nueva perspectiva para el estudio de la economía familiar.
Durante un cierto periodo, la relación consumidores/productores aumenta para, a partir de determinado momento, comenzar a disminuir. Cuanto mayor sea la relación consumidores/productores, tanto más alta será la intensidad de trabajo de los productores (y también de los consumidores). Por otro lado, hay una relación entre el ciclo de desarrollo y el tamaño del área cultivada.
La reproducción social se contrapone de cierta manera con la reproducción del capital, el concepto tradicional que veía el proceso de crecimiento económico centrado en las actividades productivas. En este sentido, la reproducción social es más amplia, y define un proceso que envuelve tanto a la producción, como los servicios sociales, y las diversas actividades de gestión de desenvolvimiento como planeación, de seguridad, entre otros.
Por otro lado, se trata de reproducción, o sea, de una visión estructural de largo plazo que envuelve a un análisis de cómo la sociedad en su conjunto se reproduce y evoluciona. Al insistir en el concepto de reproducción social, se busca romper con la absurda dicotomía que se da entre la economía, que se preocupa por producir riquezas, y lo social, que va acompañada de atraso, intentando a través de políticas de compensación reducir las contradicciones generadas como la miseria, el abandono y la exclusión (Dowbor: 2001).
Las formas de supervivencia de sectores pobres, estipulaban las conexiones entre las mismas formas de supervivencia y el contexto económico al establecer que las estrategias objetivas de subsistencia económica, se referían a la reordenación de funciones al interior de la unidades familiares, enfatizando la participación económica de todos o la mayoría de los miembros componentes: la madre, los hijos mayores y menores, los allegados y aún los miembros consanguíneos próximos. Estos constituían un ejército de reserva que podía movilizarse eventualmente para enfrentar las situaciones que afectaran el consumo familiar. Simultáneamente se presentaba una tipología que intentaba relacionar cada clase social a un tipo de organización y vida familiar (Zaremberg: 2005).
Se ampliaron los alcances del concepto englobando dentro de las estrategias de supervivencia no sólo los comportamientos relacionados con la reproducción material, sino también aquéllos referidos a la reproducción biológica. De esta manera, el concepto adquiere una vertiente demográfica importante.
Las estrategias familiares de vida, han sido abordadas por Susana Torrado. Esta autora, según Zoremberg (2005), recorre una serie de procesos, con la intención de vincular la reproducción material y biológica, como la procreación, el ciclo de vida familiar, la división del trabajo familiar, la organización del consumo familiar, la cooperación extrafamiliar, la migración laboral, entre otros. La intención de conectar la esfera de producción y reproducción social y económica se explicita claramente en esta autora al conceder prioridad al estudio de la relación entre estilos de desarrollo y estrategias familiares (en lugar de estrategias de supervivencia). Desde esta perspectiva las estrategias familiares de vida se refieren al conjunto de comportamientos a través de los cuales las unidades familiares o domésticas tratan de optimizar sus condiciones de vida, dadas ciertas determinaciones estructurales (condición socioeconómica) y coyunturales (políticas públicas).
El estudio de lesas determinaciones debía relacionarse con los estilos de desarrollo entendidos como estrategias de acción esencialmente públicas que, siendo políticamente dominantes en una sociedad concreta, se relacionan con los factores fundamentales del desarrollo económico social. Desde este punto de vista, las unidades familiares se transformaron en una categoría de análisis que relacionaba un contexto macroestructural con las decisiones y relaciones de los individuos que componían una familia, en el nivel microsocial.
Mediante un acuerdo básico entre los estudiosos, acerca de que la familia consistía en el lugar donde se llevaban a cabo los procesos de reproducción cotidiana y generacional, se generaron diversas discusiones. Una de ellas se basaba en reconocer la autonomía relativa de la categoría familia, donde se sostenía que la familia poseía capacidad de decidir sobre la utilización y organización de sus recursos, en la medida que presenta un cierto grado de autonomía frente a las determinaciones de otros órdenes (social, económico, etcétera). La familia, además, aparece aquí como variable intermedia, con algún grado de autonomía, para explicar no sólo las conductas laborales o la utilización de agencia sociales (educación, por ejemplo), sino también, y fundamentalmente, conductas demográficas (fecundidad y migraciones).
En la extensión del concepto a las redes cercanas, dentro del concepto del concepto de estrategias de supervivencia familiar podía aplicarse aún a unidades más amplias tales como redes de intercambio recíproco de bienes y servicios (o redes de reciprocidad), ya sea que estas últimas se funden en el parentesco o en la vecindad de residencia. Los límites formales del grupo están definidos por el matrimonio y el parentesco. Los límites efectivos del grupo de pertenencia, están marcados por los derechos y obligaciones recíprocos.
Desde el enfoque de la pobreza, las discusiones mostraban los conflictos que se presentaban al intentar conectar los niveles micro y macrosociales, pero también reflejaban una serie de planteamientos que provenían de un conjunto de trabajos más ligados a la antropología. En este sentido, estos trabajos recogían la experiencia de estudios antropológicos sobre al pobreza como los de Óscar Lewis (1961,1968), que enfatizaba la capacidad de los pobres para valerse por sí mismos, por medio de la habilidad en el logro de la organización comunitaria, o los de Hart (1973) que ponía de relieve las capacidades y estrategias de los pobres para innovar en la generación de ingresos en el sector informal de la economía (Zoremberg: 2005).
En América Latina, las crisis económicas y políticas, llevaron a los sectores pobres (muchas veces denominados como populares) a la generación o fortalecimiento de acciones colectivas como las ollas o comedores populares, cooperativas de abasto, asociaciones en defensa de la vivienda, entre otros. Estrategias que se asentaban en redes de reciprocidad social y política pre-existentes. Los estudios de Larissa Lomnitz (1978) son representativos de esta vertiente. De acuerdo a esta autora, “los mecanismos de supervivencia de los marginados comportan la totalidad de su sistema de relaciones sociales de asistencia mutua (...) las que representan parte de un sistema económico informal, paralelo a la economía de mercado, que se caracteriza por el aprovechamiento de los recursos sociales y que opera en base al intercambio recíproco entre iguales” (Zoremberg: 2005).
Siguiendo el recorrido sobre la noción de las estrategias familiares, Del Rey y Quesnel: (2005) señalan que cada uno de los mercados responde a distintas estrategias familiares de reproducción, en función de las distintas opciones que ofrece, y según los objetivos. Las estrategias familiares en la migración de las poblaciones del Sotavento (movilidad hacia los mercados tradicionales), presenta una migración fundamentalmente de sobrevivencia y/o transitoria en el sentido de que es desempeñada durante una etapa concreta del ciclo de vida de la persona (posiblemente en espera de trabajar la tierra o de búsqueda de una mejor oportunidad, o antes de casarse y asumir nuevas responsabilidades). Es una movilidad que no fractura el espacio de reproducción familiar, porque raras veces supone una reorganización del grupo doméstico, en términos productivos (son desplazamientos que se complementan en gran medida con la producción del grupo doméstico) y organizacionales (puesto que se mantiene una alta densidad de contactos).
No exige un fuerte costo económico para su desplazamiento, pero a la vez tampoco proporciona grandes ganancias que lleven a una modificación de las condiciones de producción o que desplacen a la producción agrícola como la actividad económica principal. En general aparece como un recurso para garantizar el autoconsumo o la sobrevivencia familiar.
Las estrategias de sobrevivencia y formas de reproducción social del grupo doméstico y comunitario, constituyen conceptos centrales para comprender la organización de las familias pobres. Se construyen a partir de las decisiones que garantizan la permanencia del grupo como tal, ya sea en la misma comunidad de origen o bien en espacios distintos al regional o incluso nacional que ayudan a describir comportamientos, interrelacionarlos e interpretarlos y pueden definirse como el conjunto de acciones, económicas, sociales, culturales y demográficas que realizan los estratos poblacionales, que no poseen medios de producción suficientes, ni se incorporan plenamente al mercado de trabajo, por lo que no obtienen de las mismas actividades, ingresos regulares para mantener su existencia en el nivel socialmente determinado, dadas las insuficiencias estructurales del estilo de desarrollo predominante (Canabal y Flores: 2001).
Abundando, es el medio social, es decir, la espacialidad regional, el factor que determina las combinaciones que dibujarán dichas estrategias y formas de reproducción social, en tanto que el concepto de alternativas de desarrollo queda delimitado, como aquellas acciones premeditadas y realizadas a través de medios elegidos deliberadamente para alcanzar determinados objetivos, que tiene que ver con la mejoría de alguno o algunos aspectos de la vida económica, social y cultural de las familias y comunidades campesinas-indígenas.