Francisco José Calderón Vázquez
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse la tesis completa en PDF comprimido ZIP
(585 páginas, 2.06 Mb) pulsando aquí
La dimensión de “fomento”, inherente en la actualidad a la propia esencia del Turismo rural, aparece como una constante en nuestros días, los poderes públicos y las administraciones territoriales, promueven al turismo en el medio rural a través de diversos programas “ad hoc” (Fuentes García, 1996).
Moviéndonos en el marco europeo, desde una perspectiva supranacional, la Unión Europea ha realizado una consistente apuesta por la promoción y desarrollo del turismo rural financiada desde los Fondos Estructurales Europeos, en particular del Fondo europeo de desarrollo regional (FEDER), articulándose a través de Programas, Iniciativas Comunitarias y Medidas comunitarias de apoyo. Del conjunto de instrumentos destaca de forma obvia la Iniciativa Comunitaria “LEADER” (Lieçons entre activités du developement de la economie rurale) orientada al desarrollo rural que en sus distintas formulaciones (LEADER I 1992-94; LEADER II, 1994-99; LEADER PLUS, 2000-2006) ha constituido una referencia central en materia de turismo rural en toda Europa, siendo este uno de los capítulos fundamentales del presupuesto de la Iniciativa. Asimismo, la Iniciativa Comunitaria INTERREG de desarrollo Transfronterizo, en sus áreas de aplicación los territorios fronterizos, también ha situado al Turismo Rural como uno de sus ejes de actuación, sobre todo en las últimas formulaciones (INTERREG II 1994-99, e INTERREG III 2000-2006). Igualmente el programa comunitario de Desarrollo Local, LEDA (1986-1992), o los Programas Integrados Mediterráneos (PIM, 1985-90)
Fuera del marco comunitario la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE lanzó el programa “Iniciativas Locales de Empleo” (ILE) apostando por el Turismo rural como dinamizador socioeconómico del contexto. A nivel nacional, en el caso español, la Administración Central ha promovido el Plan FUTURES o Plan Marco de Competitividad del Turismo español donde la apuesta por la diversificación de la producción turística, constituyendo el turismo rural un segmento de referencia. A nivel autonómico y provincial, comenzaran a emerger los primeros Planes específicos de Turismo Rural, en nuestro caso de referencia la Comunidad Autonómica de Andalucía, surgen el Plan PRODINTUR (1986-92) como primer referente de planificación regional en Turismo Rural Andaluz, continuado por el Plan DIA (1993-1998) y por el Plan SENDA.
El denominador común de dichos planes y programas, y la raíz ultima de su activación, no es otro que la concepción implícita en los mismos del turismo rural considerado como estrategia e instrumento de desarrollo, o lo que es lo mismo se promueve, desde los distintos niveles administrativos al turismo rural como instrumento específico para conseguir una serie de objetivos de política económica (Fuentes García, 1996)La respuesta sobre cuales podrían ser dichos objetivos parece bastante consensuada (Fuentes García, 1996; Vázquez Casielles, 1996; Solsona Monsonís, 1999) se trata básicamente de: 1º) Mantener la población residente y disminuir el éxodo rural; 2º) Diversificar la economía de las zonas rurales; 3º) facilitar la generación de nuevas iniciativas empresariales en el ámbito rural; 4º) Aumentar el empleo; 5º) Incrementar el bienestar social de la colectividad rural .
Fuentes (1996), insiste en esta concepción instrumental del Turismo rural, considerándolo un medio para la consecución de dichos objetivos y no un fin en si mismo, aunque bien es cierto que en determinadas ocasiones la aplicación práctica de tales designios contradiga palpablemente dicho esquema.
Las razones que han provocado la eclosión del turismo rural como instrumento de desarrollo socioeconómico rural y como elemento protagonista en el corpus de política e instrumentos del desarrollo rural de las últimas décadas, posiblemente se encuentren en el “oportunismo” del turismo rural que coincide en el tiempo y en el espacio con un sustancial incremento de la demanda de espacios abiertos para la práctica de una amplia gama de actividades lúdicas, deportivas y de distracción cultural junto al creciente interés por el patrimonio natural y la cultura rural, por parte de aquellos que se han sentido "privados" de su conocimiento y disfrute porque han nacido y/o viven en zonas urbanas. Ambas necesidades de demanda han sido respondidas o cubiertas satisfactoriamente por el turismo rural (AEIDL,1997) Asimismo el turismo rural posibilita utilizar los recursos de un área determinada sin provocar, en principio, la degeneración de los mismos, ello supone estar en sintonía con la filosofía de la sostenibilidad, lo que es fundamental para su general aceptación.
A su vez, el turismo rural tiene un carácter sinérgico que posibilita actuar sobre diferentes dimensiones del desarrollo (económico, social y cultural) simultáneamente, es decir permite luchar a la vez en distintos frentes, engarzando distintos aspectos de la realidad. Asimismo presenta un carácter dual macro-micro de manera que sus efectos se perciben simultáneamente en ambas esferas. Es la yuxtaposición de las anteriores consideraciones la que junto al efecto demostración generado por sus impactos, en el medio rural, lo que ha hecho que el turismo rural haya sido y sea mayoritariamente considerado internacionalmente como instrumento de desarrollo rural y local, resultando más valorada esta dimensión sobre cualquier otra.
Dicha consideración resulta básica en la perspectiva eurocomunitaria, a tenor de su constante reiteración en distintos ámbitos normativos eurocomunitarios, una muestra que no pretende ser exhaustiva nos hace ver como desde sus primeras manifestaciones: - Resolución “Facilitación, promoción y consolidación del turismo en la Unión Europea” Resolución del Parlamento Europeo, con fecha de 22/01/88, D.O. n° C 49, del 22/02/88; - Comunicación “El futuro del mundo rural” Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento del 29 de Julio de 1988; - Dictamen “Turismo y Desarrollo Regional”, Dictamen del Comité Económico y Social de las Comunidad es Europeas, del 19/07/90; - Estudios y análisis de expertos sobre la Oferta de Turismo Rural europea: El turismo rural en los doce estados miembros de la Comunidad Económica Europea. (1987) y el estudio Patrimonio rural y turismo en la CEE” (1988), elaborados ambos por H. Grolleau; - Comunicación Medidas comunitarias para el fomento del turismo rural” Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento de 29 de Octubre de 1990; - Comunicación Una estrategia europea de estimulo a las iniciativas locales de empleo, Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento. Bruselas 1995 COM//95/273.
En tales documentos la conceptuación del Turismo Rural siempre se mantiene, con pequeñas oscilaciones, en las coordenadas referidas: “alternativa de desarrollo para áreas rurales, dinamizador socioeconómico y elemento fundamental para la diversificación económica de áreas periféricas rurales, instrumento de desarrollo rural, nuevo yacimiento de empleo”, etc.
De igual forma estas constantes se mantienen en la perspectiva de diferentes Organismos Internacionales y Órganos del sistema de las Naciones Unidas.
Para el continente europeo el Consejo de Europa, elabora en 1989 su Coloquio sobre la “Integración del turismo rural en las sociedades europeas. Asimismo la OCDE, elabora el documento “Política de Turismo y Desarrollo Rural” Documento de trabajo de la 58ª sesión del Comité de Turismo de la OCDE, París 25-27 de abril de 1990, considerando al Turismo rural como “estrategia para la revitalización y desarrollo de las áreas rurales”, además de crear el grupo del Consejo sobre desarrollo rural en 1990; A escala mundial destacan los trabajos de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y la Ayuda al Desarrollo, (UNCTAD) en particular el documento “los servicios en el proceso de desarrollo”, (1986), y su consideración del Turismo como “instrumento de desarrollo de la periferia mundial” . Pero va a ser en la denominada “The Canary Islands Declaration“ de 29 de Marzo de 2001, elaborada conjuntamente por UNCTAD y la Organización Mundial del Turismo (OMT) y donde se concibe al “Turismo Sostenible” como “motor de desarrollo” más idóneo para los países de menor desarrollo y áreas en retardo.