Francisco José Calderón Vázquez
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La estacionalidad viene considerada como un problema focal de la actividad turística rural en el caso español, la tendencia a la concentración de la actividad en determinados periodos se ha mostrado imparable, intensificándose en líneas generales en los meses veraniegos, Semana Santa, Navidad y puentes (Fuentes García,1996) con puntas de saturación de visitantes en dichos periodos. Si bien esta tendencia genérica se modaliza en función de condicionantes climáticos, modas, costumbres o disponibilidad, así en el caso andaluz las elevadas temperaturas veraniegas orientan a la demanda hacia los meses otoñales y primaverales, verdaderas high season de la actividad turística rural de Andalucía.
Por lo que se refiere a los fines de semana su utilización por parte de la demanda como tiempo de turismo rural viene dada por la situación de los explotaciones con respecto a las zonas emisoras, generalmente zonas metropolitanas, urbanas y litorales, trazando un círculo cuyo radio de distancia máxima no supere los 300 Km del centro constituido por la zona de emisión. Así en el caso vasco los fines de semana suelen ser un tiempo turístico relevante dadas las escasa distancia existente, similar fenómeno se da en la provincia de Málaga o en la Comunidad Autonómica de Madrid.
La estacionalidad supone un problema de fondo para las explotaciones turísticas rurales puesto que no solo es un desperdicio de instalaciones y equipos en la temporada baja con la contracción del nivel de productividad que significa) y la subsiguiente baja en la rentabilidad del negocio que ello supone, dificultando la amortización de las inversiones iniciales y la generación de utilidades, provocando la tendencia muy observada a la consideración instrumental del turismo rural como negocio a part time .
Desde el punto de vista medioambiental la estacionalidad supone un riesgo añadido, puesto que significa una fuerte presión de uso sobre el área rural y en la temporada alta (Aguirre de Mena, 2001) situación que alcanza extremos de saturación y congestión en las puntas de temporada. Ello provoca el crecimiento exponencial de residuos sólidos y vertidos y la generación de problemas de salud ambiental y contaminación visual que de no ser corregidos pueden afectar a la buena marcha del negocio turístico rural, dadas las altas exigencias de calidad de la demanda. Ello va a significar para los gestores del área rural una estrategia de gestión que considere tales extremos dimensionando adecuadamente las infraestructuras y equipamientos de servicios.
La consideración central del problema estacional supone la necesidad de afrontarlo como desafío vital del turismo rural y de ahí que muchos de los esfuerzos promovidos por asociaciones, entidades y administraciones publicas territoriales se orienten a la superación del mismo mediante: la profesionalización de los servicios, la mejora de la distribución y comercialización, las políticas de apoyo a la difusión de la calidad, la mejora de los recursos humanos y a la informatización de las instalaciones.