Francisco José Calderón Vázquez
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Los datos recogidos en las tabla 7.1 que se expone en la pagina siguiente permiten una panorámica de síntesis de la evolución y estado del turismo rural en Andalucía a lo largo del ultimo quinquenio. Los datos son bastante elocuentes en cuanto que proyectan una situación donde el crecimiento de las categorías cuantitativas: establecimientos, plazas, personal, viajeros y pernoctaciones, niveles de ocupación por plazas y habitaciones o días de estancia media aparece como una constante. Apreciándose una tendencia al despegue en el bienio 2003 / 2004. A tenor de los aspectos cuantitativos el turismo rural andaluz aparece configurado como un segmento de actividad turística en clara expansión, con un incremento constante de la oferta, en paralelo a una demanda en paulatino crecimiento.
Se entiende, por establecimientos abiertos al público, siguiendo la terminología de la Encuesta de Ocupación de Turismo Rural (EOTR) (INE, 2005) el número de alojamientos de turismo rural abiertos de temporada estimados por la encuesta. Por alojamiento de turismo rural abierto de temporada se entiende, aquel en el que el mes de referencia está comprendido dentro de su periodo de apertura. Como evidencian los datos de la tabla su crecimiento ha sido constante, si bien con oscilaciones, haciéndose más fuerte en el 2004 con un 27% de incremento porcentual.
Por lo que respecta al número de plazas se incrementa en paralelo al de los establecimientos, apreciándose un incremento sostenido bastante elevado, con fluctuaciones anuales pero siempre por encima de la banda del 17%, como pone de relieve la Tabla 7.1-B
En cuanto al volumen de empleo en los establecimientos turístico rurales de Andalucía, crece de forma continuada en el periodo de estudio, moviéndose en porcentajes muy altos y siempre por encima del 15%, llegando alcanzar el 32% en la anualidad 2004, tal y como refleja la tabla nº 7.1-C. Si bien para considerar adecuadamente la “calidad” de dicho crecimiento debemos profundizar en el análisis del mismo.
Un aspecto fundamental del fenómeno turístico es el flujo de demanda que en el caso del turismo rural aparece en fase expansiva partiendo de un modesto 6% va a crecer exponencialmente en el bienio 2002-2004, hasta alcanzar un rotundo 30% de incremento, como se pone de manifiesto en la tabla 7.1-D, sobrepasando la cota de los 90.000 viajeros.
En paralelo con el item anterior, las pernoctaciones de dichos viajeros también han crecido de forma importante a lo largo del periodo de estudio, observándose un crecimiento sostenido con leves oscilaciones superior al 15% durante estos años, como expresan los datos recogidos en la tabla nº 7.1 - E., que se expone a continuación:
Como si fuera el reverso de la moneda, tan luminoso panorama presenta ciertas sombras, a partir de la consideración de aspectos tales como niveles de ocupación existentes (ya por plazas, ya por habitaciones) y duración de la estancia media. Efectivamente, y tal y como muestran los registros de las tablas nº 7.1-F y 7.1-G, los niveles de ocupación por plazas y por habitaciones muestran un descenso paulatino durante el periodo de referencia, para la ocupación por plazas se registran contracciones continuas en la banda del -7% anual, frenándose en el 2004, año especialmente bueno para la actividad que logra sólo detener la caída, quedándose en un modesto 1%.
Dicha tónica se repite en la ocupación por habitaciones, si bien aquí la caída es menos espectacular por cuanto se concentra en el ejercicio 2002-2003, alcanzando un fuerte 10% en ese momento, deteniéndose su caída en 2003-04, si bien moviéndose todavía en números negativos, como evidencian los datos de la tabla 7.1-G, que se expone a continuación:
Por lo que respecta a la evolución de la duración de la estancia media, se aprecia una cierta tendencia regresiva en las dos ultimas anualidades, con caídas del 5% y del 2%, si bien se partía de posiciones relativamente consistentes, dando la impresión de una inversión más o menos brusca en el signo de los porcentajes, si bien no cambian sustancialmente los valores base que aparecen anclados en torno al promedio de 3.48 días de estancia, con fluctuaciones en ascenso y descenso. La tabla nº 7.1-H muestra la síntesis de dichos registros:
En definitiva, se produce una situación bastante contradictoria puesto que en paralelo a una expansión de las categorías lineales (viajeros, pernoctaciones, plazas, establecimientos, empleados) se produce una regresión más o menos significativa en las categorías relacionales (Grado de ocupación, duración de estancia media) que ponen en relación dos o varias categorías lineales, lo cual no debería inducir a un excesivo optimismo, desde una perspectiva empresarial al menos.
Tal situación, podría explicarse por que el crecimiento de la Oferta es sustantivamente mayor que el incremento de la Demanda; así, el porcentaje de incremento medio anual del numero de plazas es del 23% (2001-2004), mientras que para el numero de establecimientos el porcentaje medio es del 16,3%, en el mismo periodo. La demanda, ya por volumen de viajeros, ya por numero de pernoctaciones, también presenta incrementos medios notables, en torno al 19% de incremento medio anual, en el lapso temporal especificado, pero este crecimiento de los flujos de visitantes que pernoctan no compensa el de la Oferta, al ser comparativamente inferior. Por lo que respecta a la estancia media, ésta oscila en torno a 3.5 días como promedio en el periodo temporal de referencia.
Todo lo anterior debería inducir a la prudencia en cuanto a la situación del turismo rural, al menos en su dimensión percepción empresarial, por cuanto que un segmento orientado sustancialmente al alojamiento, como parece configurarse el turismo rural en Andalucía, debería aspirar de cara a su productividad y rentabilidad a lograr altas tasas de ocupación combinadas a estancias medias de mayor duración, de lo contrario en algún momento el sector se resentirá estructuralmente, tendiendo a perfeccionar el ajuste entre Oferta y Demanda.
Una reflexión sobre los datos anteriores, desde una perspectiva meramente empresarial, evidenciaría la presencia de un predominio neto de los comportamientos reactivos hacia la demanda en las conductas y actitudes de los emprendedores andaluces de turismo rural, en detrimento de conductas proactivas. Es decir, la presión de demanda existente provoca en los emprendedores una respuesta inmediata y primaria, ante las posibilidades de negocio, respuesta que se traduce en incrementos “extensivos” de la oferta existente: más establecimientos, mas plazas.
Si bien, este tipo de comportamientos tiene un limite de viabilidad importante en la capacidad de absorción del mercado turístico rural, determinada por factores tales como las fluctuaciones propias de la demanda, la sostenibilidad de las explotaciones y del medio donde operan y en la propia esencia del hecho turístico rural (climatología, modas, tendencias, precios, políticas de fomento, calidades en la prestación de los servicios, etc.) por ello parece muy importante la promoción de comportamientos proactivos en el empresariado, orientados a la organización, estructuración y cualificación de la oferta y a la intensificación de la productividad de los emprendimientos existentes. De lo contrario podría llegar a producirse, en un futuro no demasiado lejano, situaciones de saturación del mercado con los consiguientes retrocesos y reajustes, que por bien del turismo rural andaluz y de su funcionalidad como de dinamizador socioeconómico del medio rural andaluz debería evitarse en la medida de lo posible.