Francisco José Calderón Vázquez
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Las distintas corrientes teóricas que se agrupan bajo el enfoque del contexto innovador parten de una posición común basada en las ideas schumpeterianas: la génesis del crecimiento económico radica en el cambio tecnológico y en las innovaciones, de ahí que sus propuestas teóricas fundamentales graviten en torno a los condicionantes, circunstancias y características de los procesos innovadores, preocupándose fundamentalmente por la generación, difusión y asimilación de dichas innovaciones.
El rol de las empresas en esta corriente de pensamiento es primordial puesto que las empresas van a ser siguiendo la terminología de Edquist y Johnston (1997) el epicentro de la innovación, si bien establecen paulatinamente una red de relaciones con otros agentes como universidades, centros de investigación, Institutos, proveedores, competidores, entes de I+D, etc. Quienes proporcionan todo el entramado necesario para dinamizar los procesos inductivos y difusivos, generándose a partir de las empresas una suerte de comunidad de innovación. De ahí que la Innovación se considere por esta escuela teórica como un proceso colectivo e interactivo en lo esencial, apreciándose un carácter sistémico en el conjunto del proceso, por ello se emplea profusamente el concepto de sistema de innovación, que pueden tener distintas escalas geográficas supranacionales, nacionales, o bien regionales (SRI) e incluso locales.
Desde esta perspectiva las interrelaciones entre las empresas y su conocimiento y aprendizaje mutuo resultan esenciales, considerándose las aglomeraciones o conglomerados empresariales de gran interés, ya que podrían constituir espacios favorables a la innovación dada la contigüidad existente entre las empresas. Por tanto, la cercanía y la escala local pueden resultar de gran interés en tanto que coadyuvan a densificar la interacción.
El enfoque de los "sistemas de innovación nacionales y regionales" (Cooke 1992, Heidenreich 1997) sitúa a las redes de cooperación interempresarial como momento central de una dinámica de innovación, visión hasta cierto punto “alternativa” de las pautas genéricas que condicionan el comportamiento de las empresas y el entorno de las mismas. Tales postulados se integran en la denominada “economía de la innovación”, corriente de pensamiento que evidencia la importancia de una serie de factores políticos, institucionales y económicos para el desarrollo empresarial. Por ello la conducta de la empresa depende no sólo de la estructura general de potenciales incentivos existente, además es muy importante la gestión que se realice desde las instituciones de la temática de la innovación a lo largo del tiempo, es decir la creación o no de un entorno propicio a la innovación y a la difusión de la misma en el tejido empresarial, es decir las políticas de los centros de investigación de las universidades orientadas a la empresa, o la estructura fundamental de las relaciones industriales o la actitud pro innovatio, o no, de las entidades financieras.
Resalta entre las diversas propuestas teóricas la contribución realizada por el Grupo de Investigación Europea sobre Entornos Innovadores GREMI, (1990) en particular por el del modelo teórico del Milieu Innovateur, (Aydalot,1980; Camagni, 1991; Maillat,1996). El milieu se fundamenta en dos conceptos fundamentales la innovación y el aprendizaje, elementos decisivos para estimular las interacciones entre las empresas situadas en un área territorial determinada. El milieu se define como un espacio delimitado donde la incertidumbre derivada de la adopción de una innovación tecnológica se reduce gracias a los procesos sinérgicos de aprendizaje que se producen entre las empresas y sujetos al interior del milieu. Es decir el contexto fértil para la innovación que es el milieu minimiza la incertidumbre, reduciéndose los costes derivados de la introducción de innovaciones.
Para Camagni (1991), La mayor facilidad para la difusión de información relativa a la adopción de nuevas tecnologías al interior del milieu, la elevada fluidez de dicha información y su facilidad de acceso provocan que las decisiones de los actores empresariales al respecto sea mucho más rápida liberándose del problema de las asimetrías informativas. Para Camagni las mejoras informativas, el aprendizaje colectivo y el equilibrio entre competencia y cooperación constituyen ventajas dinámicas que complementan a la estáticas marshallianas (Ferraro, 2003). Para Maillat (1996) la fuerza del milieu innovateur radica en añadir a la capacidad productiva y organizativa de las empresas la capacidad cognoscitiva y de aprendizaje de las empresas y su capacidad de intervenir en los procesos de crecimiento y cambio estructural de las economías locales.