Francisco José Calderón Vázquez
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Ante este panorama de indeterminación, deberíamos profundizar en la esencia del Turismo rural de manera que podamos descubrir sus señas de identidad más básicas y evidentes. Por ello se trata de perfilar la identidad del turismo rural a partir de sus rasgos más esenciales, de cara a una mejor definición conceptual del mismo. ¿Cuales podrían ser éstas? Grolleau (1993), nos indica la primera piedra angular básica del “edificio” turístico rural, y esta es el carácter local y relacional del mismo se trata de un turismo de encuentros, un turismo donde se comparte, un turismo de pueblo, villa o aldea, querido y controlado por la gente de la comarca.
Hemos de precisar que el termino “país” con el quese expresa Henri Grolleau debe ser entendido en a su acepción francesa de “Pays” o italiana de “paese”, es decir con un significado territorial, de terruño, de pueblo, territorio o termino municipal o comarcal.
Por tanto una primera piedra angular de la definición de turismo rural seria su carácter local, que se desglosa en a cinco niveles, se trata de una forma de turismo de iniciativa local, de gestión local, con efectos locales, definido por los paisajes locales, que trata de valorizar la cultura local (Grolleau, 1993) Esta ”localidad” hace ser al Turismo Rural intrínseco y propio de un territorio determinado, directamente relacionado con su “genus loci” y por tanto peculiar y genuino, y por ello difícilmente imitable o replicable en otras localizaciones: esto es lo que provoca su magnetismo y atracción para los flujos provenientes de áreas urbanas, y mas en un tiempo como el actual donde los fenómenos globalizadores generan tendencias a la “uniformidad” de la realidad, a la homogeneización progresiva de los gustos, costumbres, hábitos y modas, de ahí que lo “diverso”, lo “particular” lo “peculiar” lo “autentico” resulte cada vez mas apreciado.
Por Genius Loci debemos entender el conjunto de características o elementos particulares de un lugar que lo hacen extraordinario, peculiar y único, diferenciándolo de los restantes. La expresión deriva de viejos aforismo grecolatinos según los cuales los lugares y sitios poseen una especie de espíritu protector (genius) guardián, propio y único que da vida al lugar y a los que lo habitan y que determina su carácter e identidad, manifestándose en todas sus expresiones constituyendo por tanto el alma del lugar, su esencia, estando vinculado de modo indivisible al paraje vigilaba y protegía la vida en el mismo. Por extensión, dicho númen o lar, deviene finalmente un todo con el lugar que protege, encarnando la esencia del mismo.
La segunda de las piedras angulares vendría dada por la reflexión sobre el espacio funcional abarcado por el termino turismo rural, es decir qué comprende el vocablo "turismo rural", ya que si estos conceptos se han difundido y son familiares para prácticamente todos los países del mundo, en realidad hacen referencia a realidades muy diferentes y complejas, así en ciertos casos, el turismo Rural se limita al agroturismo, en otros, se extiende hasta abarcar al turismo verde, y a las diferentes manifestaciones de turismo en el espacio rural, llegando hasta alcanzar las modalidades del turismo de interior, incluyendo campos de golf, parques temáticos, (Grolleau, 1993) Calatrava Requena y Ruiz Aviles (1993), clasifican las distintas acepciones de turismo rural aparecidas en la literatura europea en base a dos grandes criterios, el primer criterio diferenciador utilizado, es el porcentaje de ganancias provenientes del turismo, percibidas por la propia comunidad rural. Desde este ángulo podríamos distinguir el turismo en espacio rural, el turismo rural y el agroturismo, estando cada una de estas categorías integrada en la precedente, de la tercera a la primera, como en círculos concéntricos, en base al porcentaje de ganancias percibidas por el conjunto de la población local o, en el caso del agroturismo por los agricultores en particular.
El segundo criterio diferenciador lo constituyen los diferentes elementos que componen la oferta, según esto se hablará de turismo rural cuando la cultura rural sea un elemento importante en la composición de la oferta; según sea la actividad específica que constituya dicha oferta se hablará de agroturismo, turismo verde, gastronómico, ecuestre, náutico, cinético, histórico cultural, etc.
Por tanto Calatrava y Requena (1993) parten, por una parte de una visión omnicomprensiva o panorámica de las actividades turísticas en el medio rural, estructurada a partir de círculos concéntricos, para ellos todo es turismo rural siempre que las ganancias reviertan en la comunidad y población local y cuando la cultura rural sea un elemento decisivo en la composición de la Oferta. Asimismo, dichos autores excluyen del espacio turístico rural a todas aquellas actividades turísticas que no promueven un contacto personalizado del turista con los habitantes y la comunidad local receptora, o por decirlo de otra manera, que no posibiliten una inserción en la cultura rural y sus diversas manifestaciones, mediante una participación del turista en las tareas, costumbres y modos de vida de la comunidad rural. Por ello Calatrava y Requena excluyen del ámbito turístico rural a las grandes villas turísticas, grandes hoteles, campos de golf o pistas de esquí .
Por tanto una segunda piedra angular del turismo rural como tal tipología turística radicaría en la capacidad del turismo rural de provocar la “ruralización del flujo turístico” o, lo que es lo mismo, en provocar el contacto directo entre el consumidor turístico con la población y el patrimonio local. Es decir, la comunidad rural de referencia, hace suyo o interioriza al flujo turístico, abriéndose y posibilitando el conocimiento, con todas las contradicciones, artificios y fricciones que se quiera, de su modus vivendi y de su cultura. En términos equidistantes la motivación fundamental del consumidor turístico será la estancia en un contexto físico y cultural distinto al de su entorno de pertenencia, generalmente urbano, y el conocimiento y el contacto con el genius loci de la zona en cuestión, ello le va a proporcionar una serie de vivencias, emociones y distracciones que ayudaran a la configuración de su lapso temporal de ocio como una experiencia turística integral, un tiempo “útil” y no de un mero reposo o parada mas o menos larga en las actividades cotidianas, lo que influirá muy positivamente en su propensión al consumo de dichos productos. Por tanto, parece evidente que el aspecto “cultural rural” es muy importante en la configuración del producto turístico rural y en la estructura de dicho mercado, buena prueba de ello es el estudio realizado en el contexto del programa Leader I sobre una muestra de productos turísticos rurales de 44 zonas Leader, análisis de gran interés puesto que nos ofrece por una parte una imagen tridimensional de la variopinta gama de la Oferta turística rural europea, que geográficamente engloba territorios que abarcan desde el Atlántico Norte hasta el Mediterráneo, o si se quiere desde Escocia hasta Creta, pasando por las Canarias. Por otra parte la panorámica de los productos turísticos presentados nos proporciona una clara definición del estilo, concepto, acabado y proyecciones del producto turístico y por añadidura de que sea, o mejor dicho, de que se trate el turismo rural en Europa.
La mayoría de los productos turísticos analizados presentan un contenido esencialmente "cultural", en el sentido al que hacían referencia en párrafos anteriores Calatrava y Ruiz, es decir: “cultura rural, valores e identidad cultural local”.
El telón de fondo de las estancias propuestas está constituido por el patrimonio y las tradiciones rurales; los conceptos que se pretenden resaltar quieren poner en evidencia en los territorios LEADER son los de "comarca", "campesinos", "paisajes", etc., son numerosos los productos "excursión pedestre" (un tercio del catálogo), que se presentan asociados más a la exploración cultural que a las actividades deportivas. (AEIDL,1997)Dentro de la gama de productos también se encuentran presentes las estancias concebidas en torno al tema de la gastronomía local, al descubrimiento de los productos agroalimentarios locales, de sabores y olores, etc. Por tanto, parece evidente que estamos ante un segmento de actividad turística cuyas concretizaciones, sus productos, aparecen marcados por coordenadas relacionales: la sociabilidad, la relación, donde la filosofía predominante es saborear la vida, conociendo a los lugares y a sus habitantes (AEIDL,1997)
Por lo que se refiere a la acogida, la diversidad de estructuras de acogida (Hospedajes rurales, Albergues, Casas de pueblo, Pequeños hoteles y granjas) es la característica fundamental. De igual forma el peculiar estilo de acogida, marcado por la presencia del anfitrión y la “presencia participativa” del Turista rural en la vida local.
La tercera de las piedras angulares del edificio turístico rural proviene de la peculiar estructura del tejido empresarial en la esfera turística rural, ámbito dominado casi exclusivamente por las pequeñas y medianas empresas, de ahí que Grolleau (1993) afirme que el turismo rural es un turismo de empresas pequeñas o medianas y, en este sentido, un turismo a escala humana. Este atributo va a imprimir un particular carácter al proceso productivo del turismo rural con importantes consecuencias para las funciones de la empresa como organización. Este es un elemento fundamental por su importancia, en la identidad del turismo rural, porque significa que la prestación del servicio turístico rural, viene suministrada por pymes, empresarios autónomos, empresas familiares y empresas de economía social, que actúan como proveedores de la Oferta de alojamiento y servicios complementarios básicos.
Esta especificidad del turismo rural, lo distingue, y mucho, de otras modalidades turísticas donde el predominio de las grandes empresas y las corporaciones es notorio. A su vez esta característica explica muchos de los considerados “defectos” del turismo rural como tal segmento de actividad productiva, defectos resaltados por Grolleau (1993) cuando hace referencia a que las debilidades crónicas existentes en materia de organización y prestaciones del turismo rural, particularmente evidentes en áreas como definición de la producción y en la distribución eficiente de la misma, no resultan tan extrañas o ajenas si las tipologías empresariales protagonistas son las PYMES locales, puesto que las mismas, por su propia naturaleza, presentan unas carencias y limitaciones estructurales en el campo empresarial.
Ahora bien, tales defectos podrían convertirse en virtudes dada la particular naturaleza y complejidad del turismo rural, puesto que hay que reconocer un hecho fundamental, las pymes turísticas rurales, denominadas por Grolleau “empresas a escala humana”, ofertan prestaciones de servicios personalizadas, o aparentemente personalizadas, aún cuando estas bien podrían parecer triviales, que es precisamente lo que requiere la Demanda. Por ello y de forma paradójica tales "defectos" constituyen una de las características importantes del turismo rural, Es decir, la “rusticidad“ en el caso particular del turismo rural podría provocar confianza en el consumidor, factor fundamental en la cadena de decisión de compra, puesto que el turista no puede probar el producto antes de ser adquirido, si además tenemos en cuenta que el turismo implica un uso discrecional del tiempo de ocio, tiempo altamente valorado y no es canjeable por cualquier producto, de donde se infiere que el turista no esta dispuesto a perder su valioso “tiempo de ocio” sin obtener un alto grado de satisfacción, podremos concluir que cualquier producto turístico y en particular el “rural”, debe transmitir esa confianza que inspire su consumo, como “conditio sine qua non” siendo la rusticidad un elemento base en toda esta frágil arquitectura, que actúa como una especie de embalaje, un envoltorio que contiene un producto "auténtico", "local", "tradicional", y no un producto artificial o manipulado.
Por ello parece como si de la propia naturaleza de la relación turística rural se derivase un espacio propio de acción para las pequeñas y medianas empresas que posibilita una actualización en términos de mejora de la calidad del servicio y de las estructuras evitando que los progresos que haya que efectuar se obtengan a costa del particularismo y del carácter "artesanal" de la acogida turística, puesto que dañarían la propia esencia del producto.
Dada la constatada evolución de la demanda turística hacia una sensibilidad cada vez mayor respecto al entorno medioambiental, y puesto que el entorno natural se ha configurado aceleradamente en las ultimas décadas como el soporte donde se desarrolla la actividad turística y, simultáneamente, como uno de los más importantes atractivos turísticos, deviene lógica la secuencia Turismo/ sostenibilidad, en el sentido apuntado por Solsona Monsonís (1999) de la búsqueda del equilibrio entre los objetivos económicos y la preservación de los recursos turísticos, de ahí que esta pueda ser considerada La cuarta piedra angular de la peculiar construcción turística rural. Si bien, es muy importante considerar que dicha secuencia lógica ha comenzado a tomar cuerpo en los últimos 20 años, donde se ha asistido a la transición desde posiciones puramente primarias que consideraban al entorno natural como algo sin valor y por ello susceptible de apropiación y esquilmación hasta los planteamientos actuales donde el entorno medioambiental pasa a ser valorado y considerado patrimonio de las generaciones actuales y futuras, susceptible por tanto de protección, conservación y regeneración, promoviéndose un uso ecocompatible del medio natural.
Una vez, delimitados las principales piedras angulares del turismo rural, podemos proceder a elaborar una definición cuando menos aproximativa a la actual realidad del turismo en los espacios rurales, por ello podemos definir al Turismo Rural como: el conjunto de actividades turísticas que se llevan a cabo en el medio rural, articuladas en torno a una Oferta de ocio diversificada, donde los proveedores básicos suelen ser pequeñas y medianas empresas endógenas; Oferta orientada a la satisfacción de las necesidades y deseos de la Demanda cuya motivación básica es la empatía hacia el Genius Loci local, siendo la población local agente activo de la actividad, insertándose la actividad turística rural en la estrategia de desarrollo local de la zona, promoviendo un uso sostenible y ecocompatible de los recursos del territorio de referencia”. Definición que agrupa y estructura los principales elementos actuales del turismo rural, contemplado desde una perspectiva amplia, de universitas rerum, una suerte de matriz que integra dimensiones espaciales (medio rural) funcionales (relación Oferta y Demanda) operativas (sujeto prestador de servicios) socio-territoriales (Rol activo de la población local) de desarrollo (estrategia de desarrollo local) y sostenibilidad (usos ecocompatibles del territorio).