Francisco José Calderón Vázquez
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Las imperfecciones y carencias del turismo Rural como tal segmento de actividad económica y empresarial provienen básicamente de ese carácter “artesanal”, puesto de relieve en el capitulo II, carácter que deriva, como no puede ser de otra manera, tanto de las características del turismo rural como tal modalidad turística como de las peculiaridades del sujeto empresarial proveedor de servicios de turismo rural, que básicamente podría ser englobado dentro de los límites de la Pequeña y Mediana Empresa, sujetos empresariales que a pesar de su flexibilidad, y de su gran capacidad de adaptación a los cambios, presentan, por su propia dimensión, toda una serie de carencias estructurales que se trasladan a la configuración de los propios productos y de la Oferta genérica generando una serie de debilidades estructurales en el Turismo rural, que pueden afectar muy seriamente a la capacidad del mismo como tal instrumento de desarrollo, o lo que es lo mismo de cara a la generación de renta riqueza y empleo en los entornos de localización de las actividades turísticas en el medio rural.
Estas restricciones estructurales provocan que la enorme potencialidad que atesora el turismo rural no termine de eclosionar en toda su dimensión a pesar de notables progresos observados en la última década tal y como ponen de relieve tanto los datos cuantitativos como las distintas valoraciones cualitativas, en particular destaca a nivel europeo la serie de estudios y análisis que en esta materia ha realizado el Observatorio Europeo del Programa Leader (AEIDL) que a lo largo de la duración de los Iniciativa Comunitaria LEADER y sus programas de aplicación Leader I, II y Leader +, ha recopilado toda una serie de bases de datos que posibilitan plantear una visión panorámica de la problemática turística rural desde distintas perspectivas. Visión de indiscutible interés puesto que acumula datos y evidencias empíricas de todos los ángulos del continente tanto espacial como temporalmente lo que resulta muy significativo porque permite la observación de todo una amplio abanico de realidades rurales ya incipientes (como muchas de las iniciativas de turismo rural en el ámbito Mediterráneo como en las zonas Objetivo 1 de la Península Ibérica, Italia, Grecia, y en menor medida Irlanda, espacios donde el turismo rural es una producción relativamente reciente) como en realidades de mayor madurez y tradición de la producción turística rural, como las áreas centroeuropeas y nórdicas (Francia, Alemania, Escandinavia, ámbito anglosajón, etc.) La primera imagen ofrecida por el Observatorio Europeo (AEIDL), constata la oleada emergente de creación de productos turísticos rurales a lo largo de toda la geografía europea, tendencia muy interesante pero aún incipiente puesto que sólo representa una pequeña parte del potencial existente (AEIDL,1997). Y ello a pesar de moverse en un contexto favorable al desarrollo de actividades turísticas en el medio rural, El entorno favorable viene definido por las nuevas tendencias observadas en la demanda que el cuadro III.1 resume de forma sintética:
Asimismo, es evidente que ese sustancial aumento durante las últimas décadas, de la Demanda de actividades recreativas y de ocio en el medio rural por parte de la población urbana, (un crecimiento anual de alrededor de 6% en el transcurso de los últimos años, es decir el doble que el del turismo "clásico" de litoral) ha constituido el detonante para la generación de la correspondiente Oferta de turismo rural, si bien dicha Oferta dista bastante aún de haber alcanzado los niveles de consistencia y perfeccionamiento necesarios.
Centrándonos en la relación básica Oferta /Demanda, esta ultima aparece caracterizada por su heterogeneidad y multimotivación, lo que desde una perspectiva de “enfoque orientado al consumidor” y de calidad total en la experiencia turística supone un desafío muy importante para los operadores de turismo rural, puesto que el necesario correlato exige una oferta diversificada y estructurada en torno a productos polivalentes en grado de dar satisfacción a la clientela, y ello no es ni simple ni fácil para áreas rurales periféricas caracterizadas precisamente por sus carencias, ni para microempresas aisladas y atomizadas a lo largo del territorio.
En su análisis del Turismo rural europeo, AEIDL (1997) va a plantear una serie de razones que dificultan la normalización de la Oferta, así se considera que las restricciones estructurales de la Oferta son la consecuencia de la yuxtaposición de una serie de factores:
- Escasez del volúmenes de Oferta;
- Elevados niveles de dispersión territorial y de atomización empresarial reinante en la Oferta turística rural, circunstancias que de facto dificultan o impiden la integración de los productos turísticos rurales “en circuitos normales“ de distribución.
- ausencia o escasa implantación de normas de calidad específicas que posibiliten la homologación o la correspondencia con las normales del sector turístico tradicional, ello complica la integración de la Oferta Turística Rural en canales “normales“ o tradicionales de distribución del producto.
- “Artesanalidad” o deficiente nivel de especificación presentado por la gran mayoría de productos turísticos rurales que imposibilita su estandarización provoca la escasa estructuración de la Oferta al haber pocos productos turísticos rurales elaborados y definidos como tales.
- Limitación de la Oferta al alojamiento, siendo la oferta complementaria en líneas generales precaria e incipiente, si bien se trata de un elemento fundamental para la consolidación del producto y del destino.
- Acentuado carácter estacional de la actividad, lo que limita y penaliza la rentabilidad de la inversión, un ejemplo palpable es el caso francés, con un promedio de ocupación de 15 semanas al año, y con una tasa media de ocupación en dicho periodo del 70%, lo que equivale a una tasa anual de ocupación de alrededor del 20%, a todas luces baja o muy baja de desde una perspectiva estrictamente empresarial, puesto que conlleva una rentabilidad muy reducida así los ingresos del turismo rural representan el 10% del consumo turístico interior lo que equivale al 25% de la frecuentación; es decir, una facturación promedio del producto de 2,5 veces inferior al de otras destinaciones turísticas. (AEIDL,1997)
Dadas las anteriores coordenadas, no resulta extraño que el Turismo rural venga considerado desde un punto de vista estrictamente empresarial o de operador turístico “normal”, como un segmento de no inversión o de presencia muy reducida, al ser un segmento de escaso valor añadido, lo que implica en la práctica la exclusión del turismo rural de los circuitos “normales” o tradicionales de inversión y de comercialización, lo que podría constituir un obstáculo importante a su crecimiento y consolidación como tal segmento turístico. Ello explica por qué hasta el momento presente las áreas rurales no han interesado, o lo han hecho de una manera muy relativa y en muy escasa medida, a los operadores turísticos de relieve, quienes solo están interesados en áreas rurales que ya formen parte de un destino turístico reconocido que posea una imagen turística ya definida, como Andalucía, Baviera, Creta, Monte Olimpo, Toscana, Tirol, etc,. O bien que el área en cuestión ofrezca condiciones para la organización de ciertos tipos de actividades que corresponden al segmento de su clientela, en resumidas cuentas que dichas áreas estén integradas en el interior de un sistema de hotelería clásica (AEIDL,1997).
Ante esta situación el observatorio del Programa Leader va a realziar una serie de recomendaciones, que deberían entenderse como factores de corrección, que entendemos de indudable interés:
A) Configuración de una Oferta estructurada y diversificada de productos de turismo rural, resulta vital disponer de una amplia gama de productos turísticos, que responda a la diversidad y heterogeneidad de la clientela. El “abanico turístico rural” debe abarcar desde productos temáticos, prácticamente cerrados, hasta productos flexibles, que permiten una mayor autonomía (tipo "productos en kit" acogida, servicio de reservación, animación a la carta, concepción de itinerarios....), sin dejar de lado productos técnicos tales como los seminarios de empresa o el turismo escolar.
B) Orientar la producción turística rural a hacia los segmentos de Demanda de “alto nivel”, promoviendo un tipo de producción turística orientada a la prestación de servicios turísticos personalizados donde el primer componente del producto-servicio sea la calidad de la prestación humana, esten destinados a grupos de un máximo de 15 personas, se ponga el énfasis énfasis en los aspectos de acogida/hospedaje “típica y genuina” de la zona, donde la importancia de la decoración, del medio ambiente y de la tradición culinaria es fundamental. En este sentido resulta muy importante el contenido de animación, y de prestaciones humanas destinadas a crear esa “atmósfera” de acogida y bienestar imprescindible para el desarrollo de este tipo de producto
C) Promover fórmulas de articulación o concentración de la Oferta de alojamiento con objeto de reducir sustancialmente el índice de dispersión existente
D) Promover la Creación de conjuntos de "hotelería dispersa", grupos o redes de alojamiento rural disperso de cara a posibilitar la integración de una oferta diseminada territorialmente y atomizada empresarialmente.
E) Promover formulas de agrupación de los prestadores de servicios turísticos rurales de la zona , es decir se trata de activar formulas centralizadas de interlocución de forma que exista un interlocutor territorial claro y definido en términos jurídicos y fiscales, frente a los operadores turísticos. Dicho interlocutor deberia tener capacidad para, por una parte, negociar de forma unitaria y en condiciones más ventajosas que los productores individuales. Y por otra, para promover acuerdos de cooperación y formulas contractuales de negocio entre ambas partes en un entorno de claridad organizativa
F) Establecer normativas de calidad en el turismo rural que permitan la homologación con las correspondientes a las normas de referencia del sector turístico de alojamientos .
G) Promover el conocimiento exhaustivo de la realidad de los flujos turísticos en el territorio por parte de los prestadores de servicios de alojamiento rural para ello sería muy importante Implementar estudios o análisis sobre mejora y optimización de las tasas de ocupación y su distribución por periodos estacionales, para ello resulta imprescindible disponer datos, con anterioridad a la negociación con operadores turísticos, ello permitirá negociar sobre precios, volúmenes, plazos de retrocesión a partir de datos de datos reales y ciertos (período a partir del cual el prestador de alojamiento recupera la disposición de camas si éstas no se han vendido), etc., A tales efectos, es fundamental disponer de datos relativos a tasas de relleno y períodos de tarifas, ya que el operador turístico pretenderá una “comisión” del orden del 20% sobre el precio de la prestación hotelera en venta directa. Dicha “tasa” sólo se justifica si se genera un incremento sostenido de la tasa de ocupación de la estructura de acogida
Las consecuencias de la anteriores consideraciones no son baladíes, porque la presencia empresarial en el sector se reducirá por lo general a las pequeñas y medianas empresas endógenas o a pequeños inversores que decidan apostar por el turismo rural, cuya capacidad individual para implementar una gestión moderna basada en los paradigmas turísticos actuales (Satisfacción del cliente, calidad total, experiencia turística integral, gestión sostenible, competitividad etc., que posteriormente analizaremos con más detalle) parece bastante reducida a priori.
De todo lo anterior parece plantearse un desafío esencial para las empresas turísticas rurales que significa, por una parte un cambio sustancial en su cultura organizacional, cambio orientado a la profesionalización en términos empresariales junto a un incremento sustancial en su nivel de receptividad y asimilación frente a la innovación. Por otra parte es necesario un cambio estructural en su visión relacional con las otras unidades empresariales, organizaciones o agentes turísticos o empresariales del territorio de referencia, introduciendo una dinámica de cooperación, asociacionismo e integración en la vida de las pymes turísticas rurales empresarial, como elementos fundamentales para lograr cotas mínimas de masa crítica empresarial, rentabilidad y competitividad. Parece claro que en nuestros días las pymes turísticas rurales no pueden continuar pretendiendo actuar como islas aisladas, como en tantas ocasiones parece suceder.
Esta revolución organizacional debe insertarse a su vez en esquema marco de cooperación territorial entre todos los agentes públicos y involucrados en el desarrollo de actividades turísticas en el territorio, modelo relacional que debe venir promovido a partir de la planificación estratégica del territorio.