Francisco José Calderón Vázquez
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La sostenibilidad de las actividades turísticas se considera en nuestros días un lugar común en la literatura económica del turismo, sin embargo lo “normal” de esa relación en nuestros días no significa que dicho maridaje se haya producido de forma lineal o automática o que los postulados de la sostenibilidad se hayan aceptado sin mas por la industria turística, quedando todavía tanto camino por recorrer. En el presente apartado se realiza una exposición del proceso de consolidación de la sostenibilidad aplicada al turismo y de la génesis y difusión de los conceptos y contenidos básicos del desarrollo turístico sostenible.
Por lo que se refiere al proceso de “filtración” de las ideas de la sostenibilidad al turismo, el iter se inicia en la década de los 70 cuando las ideas y principios conservacionistas y ambientalistas propios del Ecodesarrollo comienzan a aflorar en una serie contribuciones académicas (Cohen, Krippendorff, 1978; De kadt, 1979; Cals, 1974) de gran influencia. Tales corrientes de pensamiento coinciden en el tiempo con los trabajos y análisis de organizaciones antecedentes y precursoras de la Organización Mundial del Turismo (OMT) como fue la IUOTO (Unión Internacional de Organizaciones Oficiales de turismo) sobre todo en la primera mitad de la década de los setenta, de la propia OMT a partir de 1975, y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 1980). Estudios que parten de considerar la conservación de los recursos naturales como tal necesidad, en cuanto que el turismo depende de los mismos, ya que dichos recursos asumen para la actividad turística el doble rol de atractivos y factores de producción. Igualmente los trabajos subrayan los impactos negativos del turismo, y el riesgo cierto de que tales impactos se acentúen con la progresiva expansión del uso turístico. Por lo que es preciso conciliar desarrollo turístico con conservación ambiental, exigiendo la presencia de términos antitéticos en la ecuación la presencia de la planificación integrada de las actividades turísticas (Ivars, 2001)
Va a ser en la “Declaración de Manila” fruto de la Conferencia Mundial del Turismo (Manila, 1980) en su punto 18, cuando se reconozca por vez primera a niveles “institucionales” que la satisfacción de la demanda turística no debería conculcar o amenazar los intereses económicos y sociales de las comunidades residentes, el entorno medioambiental o los recursos naturales que constituyen el principal atractivo para los turistas o los sitios culturales o históricos. Asimismo el citado texto establece que los recursos turísticos de que disponen los países están constituidos a la vez por el espacio, bienes y valores; tratándose de recursos cuyo empleo no puede dejarse a la utilización incontrolada sin correr el riesgo de su degradación o incluso de su destrucción. Todos los recursos turísticos pertenecen al patrimonio de la humanidad, las comunidades nacionales y la internacional deben desplegar los recursos necesarios para su preservación (OMT, 1980)
La OMT desarrollara esta línea trabajo en toda una serie de documentos y declaraciones, donde la sostenibilidad aparecerá progresivamente investida de un rol protagonistico, de absoluta centralidad, a partir de la citada Declaración de Manila sobre el Turismo Mundial, del 10 de octubre de 1980, a la que seguirá la Resolución de la VI Asamblea General de la OMT (Sofía) donde se adoptaban la Declaración de Derechos y el Código del Turista de Sofía, del 26 de septiembre de 1985; la denominada Declaración de la Haya sobre el Turismo, (1989); un paso decisivo en el iter de afirmación de la sostenibilidad será la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible celebrada en Lanzarote, del 24 al 29 de Abril, 1995 que tendrá como output decisivo la Carta del Turismo Sostenible de Lanzarote (1995).
En el citado texto la relación Turismo/Sostenibilidad adquiere un carácter orgánico. El documento establece “el carácter mundial del fenómeno turístico” así como su importancia fundamental en el desarrollo socioeconómico de muchos países. La Carta de Lanzarote (1995), promueve una visión global de la sostenibilidad al interno del fenómeno turístico, promoviendo la creación de vínculos de paz cada vez más estrechos entre los diversos pueblos del mundo, el respeto a la diversidad cultural y a los diferentes modos de vida, en el intento de preservar a los países más débiles en términos económicos de ser explotados por los más poderosos. El texto define los principios generales a que la actividad turística debe atenerse y los objetivos a alcanzar. En el Anexo I se encuentra un extracto a continuación se ofrecen los 18 puntos, de los que se compone la Carta del Turismo Sostenible adoptada en la Conferencia Mundial de Lanzarote.
Nuevas contribuciones de la Organización Mundial del Turismo que dan continuidad a los trabajos realizados, vienen constituidas por la “Agenda 21 para la Industria del Turismo y los Viajes: hacia un desarrollo ecosostenible” (1996); o el Código Ético Mundial del Turismo Sostenible de Santiago de Chile de 1 octubre 1999, piedra de toque de toda la construcción de la sostenibilidad en relación al turismo, y en cuyo proceso de aprobación (Reuniones de Estambul, 1997; Cracovia, 1998; Nueva York, 1999;) culminado con la declaración de Santiago se han realizado interesantes avances en el tema.
Otras aportaciones provenientes de fuentes distintas a la OMT encuadradas en la
relación Turismo / sostenibilidad serian las siguientes:
- “Directrices para un turismo compatible con el medioambiente” (Paris, 1995);
- “Desarrollo del turismo sostenible en los pequeños estados insulares”
(Comisión de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, 4 Sesión, Nueva York,
1996);
- “Seminario “Think Tank” regional europeo para la implementación a nivel local
del Plano de acción de la Agenda 21 para la Industria del Turismo y los Viajes”
(Londres, 1997);
- “Declaración de Malè sobre el desarrollo del turismo sostenible” (Maldivas,
1997);
- “Declaración de Berlín” (Conferencia Internacional de Ministros del Ambiente
sobre Biodiversidad y Turismo, 6 a 8 marzo 1997, Naciones Unidas)
- “Declaración de Manila sobre los Efectos Sociales del Turismo”, del 22 de mayo
de 1997
- “Declaración de Calvià sobre Turismo y Desarrollo Sostenible en el
Mediterráneo” (Conferencia Internacional sobre Turismo y Desarrollo Sostenible
en el Mediterráneo, 19 abril 1999)
Posiblemente sea la Declaración de Berlín (1997) suscrita por la Comisión Europea; el Programa de las Naciones Unidas para Medio Ambiente (PMA); el programa Global Environment Facility (GEF) del gruo Banco Mundial; la Secretaría de la Convención sobre Diversidad Biológica de Naciones Unidas; la Organización Mundial para el Turismo (OMT); la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN) ha supuesto sin lugar a dudas, la contribución más notoria por su acabado y perfección, influencia, difusión y signatarios. Habiendo tenido una notabilísima resonancia a nivel mundial. Los principios fundamentales de la declaración así como sus contenidos de mayor relieve se recogen en el Anexo I se extractan a continuación: No podemos omitir la necesaria reflexión sobre la aplicación de las tesis de la sostenibilidad en la realidad, puesto que si bien es cierto que el paradigma de la sostenibilidad es actualmente referencia dominante en la delineación de las actividades turísticas, sea de cara a las políticas publicas, que a la ordenación de las actividades del sector privado, no es menos cierto que esa difusión y adopción acelerada de los principios del desarrollo sostenible en el campo turístico, no se va a corresponder con una realidad cotidiana, dominada en la práctica de modelos y patrones de gestión de la res turística poco o nada “sostenibles”, y en este sentido, incoherentes con las tesis de la sostenibilidad en cuanto a preservación de los recursos naturales, o equidad en la distribución de los frutos del crecimiento. De ahí, que la contradicción aceptación generalizada// aplicación practica sea tantas veces demasiado evidente.