Francisco José Calderón Vázquez
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El turismo internacional en su dimensión sociológica y cultural, significa poner en contacto culturas diversas, lo que puede provocar a través del “efecto demostración” toda una serie impactos, positivos o negativos según las coordenadas y óptica del análisis, en las sociedades receptoras de los flujos turísticos.
Los flujos de visitantes provenientes normalmente desde sociedades “occidentales” o “eurocentricas” o “modernas” en el sentido del funcionalismo estructuralista de Parsons, que al entrar en contacto mediante la experiencia turística con culturas y sociedades de parámetros culturales distintos al occidental, podrían provocar en las zonas de acogida un efecto de “shock cultural” en el sentido de choque o desencuentro, situación que podría entendida por los naturales, o por una parte significativa de los mismos, como una conducta agresiva hacia su cultura y modo de vida tradicionales, pudiendo generar un considerable rechazo, sobre todo cuando se entienda por la comunidad receptora que los flujos turísticos implican la aculturación, “occidentalizacion” o, en definitiva, la destrucción de la cultura autóctona. Autores como Alberto Sessa o Burkart y Medlink han contemplado el problema. El transalpino Sessa (1972) considera que muy posiblemente y con mucha frecuencia estos pueblos se sentirán frustrados e inevitablemente se referirán al turista como al viejo colonizador. Mientras que Burkart y Medlink (1974) consideran que los flujos turísticos en determinados contextos culturales pueden ser condierados una suerte de cuerpo extraño, de intruso cultural, circunstancia que podría generar resentimiento entre los naturales de la zona. Estos autores entienden fundamental que se limen dichas asperezas a traves de la planificación social, correspondiendo a la organizacion turística in primis y al tejdio institucional la responsabilidad de educar a la población local como medida preventiva y conseguir que efectivamente las ventajas economicas del hecho turístico se reflejen de manera concreta sobre la población local.
En términos económicos la “transculturación” que el turismo supone puede concretizarse en una amplia gama de impactos sobre la comunidad receptora que van desde el cambio en las pautas alimenticias, por influencia de los extranjeros como señala Bryden (1973), lo que puede generar una mayor dependencia importadora al ser demandados por la población local alimentos extranjeros no producidos en dicho país, o el gusto por los productos importados como manufacturas diversas, bienes de lujo, bienes ostentosos, etc.