Tesis doctorales de Economía


DISTRITO TURÍSTICO RURAL UN MODELO TEÓRICO DESDE LA PERSPECTIVA DE LA OFERTA. ESPECIAL REFERENCIA AL CASO ANDALUZ

Francisco José Calderón Vázquez

 

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I.6.1.- El problema de las Fugas de Valor

Determinadas corrientes de pensamiento consideran que el impacto generado por las actividades turísticas sobre la renta en las zonas de recepción va a estar minimizado por el aumento de las importaciones, necesarias para poder atender la demanda de consumo del flujo turístico, produciéndose fugas o escapes de valor, lo que hace que las importaciones puedan desempeñar un rol esencial en la influencia económica del turismo (Hernández Martín, 2003). Y, en líneas generales en la capacidad del turismo de actuar como tal instrumento de desarrollo. Este problema de las fugas de valor, denominado “Leakage” en la literatura anglosajona, tiene un carácter fundamental, por la intensidad de sus efectos de cara al proceso de desarrollo económico territorial.

La identificación e individualización del problema ha derivado normalmente del análisis de la experiencia del desarrollo turístico en determinadas áreas territoriales, donde la explotación de la actividad turística se ha producido en condiciones de enclave, es decir cuando el capital foráneo actúa como principal o único inversor, lo que conlleva al control total o casi total de la actividad turística por manos extranjeras, no comprometidas con los objetivos y necesidades del desarrollo endógeno territorial, y donde la óptica especulativa puede ser la primordial, en estos casos pueden generarse una serie de efectos perversos que a continuación procederemos a considerar. El problema ha sido puesto de relieve y profusamente analizado por una serie de autores como J. Bryden 1973), L. A. Perez (1973), P. De Vries (1972), que tienen en común además de posicionamientos ideológicos y teóricos comunes el tomar como modelo de análisis el desempeño de la explotación turística en las islas caribeñas, en particular de las West Indies (Esteve Secall, 1983).

Bryden (1973), en su análisis, partía de la situación de determinadas zonas del Caribe, donde la participación de propietarios extranjeros en la industria turística era muy importante y el volumen de empleo de técnicos extranjeros en puestos especializados muy significativo, pone de relieve el problema del alto contenido importador de los ingresos turísticos en el Caribe y en consecuencia la menor generación de valor añadido por cada divisa obtenida, posicionamiento es compartido por autores como Perez (1973), en su análisis del turismo en las West Indies caribeñas y De Vries (1972) en su estudio sobre el desarrollo turístico de la isla caribeña de Monserrat. Para estos autores, satisfacer las necesidades de los flujos turísticos para mantener los niveles de rentabilidad de la industria turística implica crecientes importaciones para abastecerse de los productos demandados por los turistas, por lo que la tendencia al deficit exterior y al desequilibrio de la balanza de pagos se hace crónica. Asimismo los citados, y otros autores, ponen en entredicho las virtudes del empleo generado por el Turismo, puesto que la Oferta de Empleos puede modalizarse en función de la estacionalidad de las campañas turísticas como si de un monocultivo agrario se tratase (zafra azucarera, etc.). Igualmente se hace patente la escasa calidad del empleo ofrecido, siendo por lo general la oferta de empleos poco cualificada.

Por último la exigencia de mayores niveles de calidad y de crear un entrono acogedor y amigable al visitante, implica la necesidad de disponer de mano de obra con ciertos niveles de cualificación con lo cual la población indígena puede verse postergada claramente en su acceso a dichos puestos de trabajo en favor de los foráneos (Torres E, 1991).

Seria muy importante destacar que el principal efecto perverso de los escapes de valor no es otro que la minimización del Multiplicador turístico, y a la postre la practica desactivación de los efectos propulsores o de arrastre derivados de la intersectorialidad del fenómeno turístico. La minimización del multiplicador significa que cada unidad de divisa extranjera no multiplica (o lo hace de forma bastante may reducida) varias veces su efecto sobre la economía receptora, En este sentido Bryden (1973) considera que es muy importante diferenciar entre multiplicador del PNB y multiplicador de la Renta interior, puesto que éste puede ser significativamente may bajo, debido a la propiedad extranjera de factores de producción y del empleo de trabajadores extranjeros en la economía nacional, ya que al transferirse tales rentas o parte de las mismas al extranjero no podran volver a ser gastadas en la economía loca, no pudiendo por tanto ejercer efectos multiplicadores (Esteve Secall, 1983) La cuestión dista de ser baladí, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) afirma actualmente que las fugas de valor en el turismo alcanzan el 85% en los países menos desarrollados de Africa, el 80% en el área caribeña, 70% en Tailandia y el 40% en India. Sin embargo a pesar de las altas perdidas de valor el turismo en los países subdesarrollados representa aún una fuente de ingresos y de ganancias netas, dadas sus características, lo que no es el caso de los sectores manufactureros (Perez-Ducy, 2001) En este sentido, las recomendaciones provenientes de organizaciones e instituciones internacionales tienden por lo general a centrar las posibles alternativas de solución del problema en torno a la idea de la “integración productiva” en el sentido de que el máximo de productos y servicios destinados a satisfacer consumos turísticos sean suministrados por proveedores y suministradores locales. Es decir, se trataría de ampliar y reforzar la cadena de valor local o en otros términos, se produzca in situ en el destino turístico o en su zona de influencia, de manera que se produzca la articulación productiva y territorial entre el hinterland y la zona de mayor intensidad de usos turísticos, de manera que los artículos, servicios, consumidos por los turistas, equipamientos raíces, atrezzo, etc., se realicen in loco. Ello supondría, por una parte un estimulo fundamental para la economía local que habría la oportunidad de cubrir dicha demanda, diversificando y ampliando sus horizontes productivos, y por otra cerrar o taponar en gran medida la hemorragia de valor añadido que suponen las importaciones necesarias para la satisfacción del consumo turístico.

Hasta que puntos sea factible la configuración de conglomerados productivos capaces de retener el valor en condiciones de eficacia. La evidencia empírica de tantas destinaciones turística muestra que en economías de tamaño reducido o pequeña dimensión (locales, zonales, provinciales, etc.) es difícil pensar en la existencia de altos niveles de integración productiva, lo que fuerza el hecho de que la apertura al exterior tienda a ser elevada, (Lozano y Rastrollo, 1996). Parece complicado que pequeñas economías puedan pensar en abarcar un amplio espectro productivo, y desde luego, la generación de un entramado productivo susceptible de dar satisfacción a consumos “sofisticados” o de altos niveles cualitativos no parece ni fácil, ni accesible para este tipo de unidades económicas, por lo que la tendencia a la fuga de valor se mantendrá como constante, sin que ello signifique necesariamente negatividades para el sistema económico general donde dicha economía zonal se asienta, puesto que la existencia del destino turístico como tal oportunidad económica podría ser aprovechada por otros territorios del contexto regional o nacional.


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