Francisco José Calderón Vázquez
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Otro bloque de efectos perversos deriva de la tradicional configuración del mercado turístico internacional como cadena lineal de valor: es decir, en un extremo de la cadena se encuentran los productores básicos de servicios turísticos en destinos situados en países o zonas desfavorecidas que acuerdan o venden su capacidad a distribuidores o intermediarios internacionales (UNCTAD, UN, 2001) quienes usualmente son sociedades internacionales de organización de viajes en grupo como Thomas Cook y JTB; o bien llegan a acuerdos con sistemas de reserva informatizados como Sabre, Galileo o Amadeus, por lo general divisiones de grandes compañías aéreas internacionales, quienes venden al por menor tales capacidades en los mercados de demanda a través de oficinas propias o concesionarios. venden al por menor tales capacidades en los mercados de demanda a través de oficinas propias o concesionarios.
Por tanto el mercado turístico internacional parece operar en lo esencial, como un mercado de materias primas, con fugas constantes de valor para los productores básicos. Los distintos engranajes de la cadena de valor cobran una comisión por su valor añadido a la materia prima turística (configurada por el lugar de destino y sus atractivos culturales, paisajístico, socioeconómicos, donde el turista o consumidor del servicio turístico, consume el producto o recibe la prestación del servicio) por lo que el remanente final para el productor primario solo es una fracción del valor total. Tal situación se justifica por una parte por la lejanía de muchos de los destinos de los mercados emisores, lo que implica altos costes de transporte llegando a representar más de la mitad del precio total del paquete turístico. (UNTACD, UN, 2001). Asimismo los organizadores de viajes en grupo proporcionan a la demanda un producto tipo “paquete turístico”, que abarca alojamiento + transporte + actividades recreativas, visitas y excursiones con escaso margen de flexibilidad para adaptar el producto a los gustos del usuario concreto.
Ello significa que los intermediarios internacionales grandes “tour operadores” o grandes agencias mayoristas de contratación, pueden ejercen un control cuasi monopolístico en la orientación y estructuración de la Oferta y la Demanda Turística, por lo que en la gran mayoría de las ocasiones la industria turística local y los territorios donde se asienta, quedan en una situación de dependencia casi feudal, con el “cartel” conformado por dichos mayoristas, que pueden controlar la demanda y orientar el destino y la intensidad de los flujos turísticos, además de influenciar decisivamente el nivel general de precios y la rentabilidad, en definitiva, del negocio turístico.