Francisco José Calderón Vázquez
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Una perspectiva etimológica del termino “desarrollo” (Diccionario de la Real Academia de la Lengua, DRAE, 2002) considera al “desarrollo” como “acción y efecto de desarrollar o desarrollarse” y por “desarrollar” en su primera y principal acepción “extender lo que está arrollado, deshacer un rollo”; una segunda acepción lo define como “Acrecentar, dar incremento a una cosa del orden físico, intelectual o moral”; una ulterior acepción lo concibe como “Progresar, crecer económica, social, cultural o políticamente las comunidades humanas”. (Hidalgo Tuñón, 2000)En cualquiera de las formulaciones anteriores puede apreciarse con nitidez que la esencia del desarrollo está en el despliegue de lo previamente plegado, dicho de otra manera el desarrollo significa necesariamente mutación, modificación o cambiamiento de un estado o circunstancia precedente, modificación que necesariamente se produce en el tiempo y que por tanto tiene un carácter sucesivo o procesual. La idea del cambio y la variación implican tanto una referencia cuantitativa como una cualitativa por cuanto que el aspecto cuantitativo afirma la expansión, el aumento o el incremento de algo precedente, es decir se refiere al crecimiento del mismo, mientras que el aspecto cualitativo se orienta a subrayar una diferencia en el carácter, en la calidad de ese estado precedente. Por tanto en una primera instancia el desarrollo se presenta como un proceso de cambio en cuya matriz coexisten aspectos cuantitativos y cualitativos.
A partir de estas coordenadas básicas una aproximación conceptual hacia el concepto de desarrollo, sintetizaría sus contenidos fundamentales en relación a cuatro grandes pilares o piedras angulares del Desarrollo socioeconómico:
• es inducido por el ser humano, lo que lo diferencia del concepto de evolución; en esta secuencia de inducción a la acción, tal y como definía al desarrollo Parsons, la voluntad política asume un rol protagonistico descollante.
• se basa en la idea del cambio, lo que indica un cierto descontento con la situación de partida; se orienta por tanto a mejorar situaciones existentes, lo que implica una apreciable dosis de voluntarismo en las capacidades de las comunidades para gestionar sus procesos vitales.
• es transversal en cuanto que es de general aceptación que el desarrollo debe abarcar tanto aspectos económicos, como políticos, junto a aspectos de justicia social de orden ambiental y cultural, etc.
• las limitaciones ecológicas del ecosistema planetario conlleva la necesidad de incorporar una nueva dimensión, la temporal, intentando establecer ciertos niveles de equilibrio entre la satisfacción de las generaciones actuales con la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras.
En este contexto, el desarrollo sostenible definido en sus líneas genéricas en
el Informe “Our Common future” por la Comisión Bruntland (1987) como el
desarrollo que promueve la satisfacción de las necesidades de las generaciones
presentes sin poner en peligro la satisfacción de las necesidades de las
generaciones futuras, aparece articulado en torno a las siguientes piedras
angulares:
• Intrageneracionalidad: a través de la toma de conciencia sobre los efectos de
las acciones del presente para las condiciones de vida en el futuro. En este
sentido se aboga por un modelo de desarrollo que satisfaga las necesidades del
presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para
satisfacer las propias. Dejan sentir su influencia en esta concepción, las
nociones de la equidad intergeneracional procedentes de las aportaciones
teóricas de Robert Solow que trata de desarrollar llevando al campo económico,
el segundo principio de justicia del filósofo John Rawls, el denominado criterio
maximin (Hidalgo Tuñón, 2000), introduciendo la imagen objetivo de la
solidaridad intergeneracional en su intento de ofrecer un entramado teórico y
simultáneamente operativo y sugestivo de la sostenibilidad desde la perspectiva
comunicativa y cultural.
• Sostenibilidad Ambiental: Considerando que hasta tiempos muy recientes predominaban en la reflexión sobre el desarrollo enfoques netamente económicos orientados linealmente al crecimiento, o socioeconómicos sesgados hacia la modernización, o hacia la equidad social; en la reflexión que propicia el desarrollo sostenible, la sustentabilidad ambiental es una condición imprescindible para asegurar la satisfacción de las necesidades de las futuras generaciones.
• Orientación Participativa: la cual indica que la efectividad de las políticas de desarrollo sostenible requiere altos niveles de aceptación por parte delos ciudadanos. Para lograr esta aceptación es necesario involucrar a los mismos “de manera efectiva” en la toma de decisiones
• Dinamicidad: entendiendo el desarrollo no como un estado de armonía sino más bien como un proceso constante de cambio cualitativo, una dinámica en la cual es necesario dar seguimiento al uso de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación de los procesos tecnológicos y la pertinencia de las instituciones en relación a las necesidades presentes y futuras.
• Reticularidad: puesto que considera simultanea e integradamente diferentes objetivos de desarrollo tanto económicos como sociales y ambientales.
Por tanto, la innovación que el desarrollo sostenible supone radica en la maximización de la calidad del crecimiento, sin negar o rechazar este, dicho con otras palabras en la priorizacion de los aspectos cualitativos del desarrollo sobre los meramente cuantitativos. Formulación que explica tanto su masiva difusión, y en definitiva, su éxito mundial así como las criticas y reservas dirigidas hacia el concepto, tanto desde la perspectiva liberal (Beckerman) como desde ámbitos conservacionistas (P. Dasgupta ; K. Göran Mäler) o restrictivas del crecimiento.
La matriz del proceso de desarrollo sostenible es política, por cuanto que radica en una decisión política el inicio del proceso. La decisión política no es sino una respuesta, bien sea a un contexto circunstancial marcado por el malestar social resultante de frustraciones o descontentos sociales mas o menos latentes a través de manifestaciones, conflictos, etc. Igualmente, puede suceder que la decisión política responda a la necesidad de cambiar el rumbo ante el agotamiento de modelos organizativos o productivos precedentes, imponderantes del mercado, etc.
Para Ivars (2001) en las coordenadas del Desarrollo Sostenible la decisión política, expresión de una voluntad política determinada debería en principio: Estimular cambios cualitativos en los modelos de crecimiento; Promover la adaptación del marco institucional y legal de su propia competencia a los postulados de la sostenibilidad; Favorecer la generación de contextos de cooperación y coordinación interinstitucional a todos los niveles (local, regional, nacional, internacional) para la difusión simultanea y uniforme de la sostenibilidad a nivel territorial; Promover instrumentos “sostenibles” de planificación y gestión, inevitables e imprescindibles para operar cambios cualitativos en el plano real, instrumentos que deben definir un rol esencial para la participación social a nivel metodológico; Promover mecanismos de medición y valoración del desarrollo sostenible como proceso de cambios cualitativos, mecanismos que por una parte proporcionen un formato operativo a la sostenibilidad, y por otra posibiliten la evaluación de la eficiencia del proceso, y la consecución de objetivos y resultados a nivel de desarrollo sostenible.