Belén Blázquez Vilaplana
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La primera referencia que se realiza al tema de la proyección exterior de España aparece en la introducción del Programa donde se mencionan los logros de los socialistas. Logros que han propiciado que se ocupe el lugar que se merecían en el mundo: Hemos trabajado mucho, nos hemos esforzado para cambiar la realidad y la imagen exterior de España y lo hemos conseguido (...) La experiencia de estos años de gobierno y los problemas ya resueltos nos dan a los socialistas la confianza suficiente para seguir avanzando en el progreso de España758.
Este Programa Electoral parte de la siguiente afirmación: España ha progresado mucho en los últimos tiempos (...) Nuestro peso en los asuntos internacionales y en los organismos multilaterales es hoy el que corresponde a esta nueva realidad, que sólo era una aspiración lejana hace apenas unos años.
Se basa fundamentalmente en los retos que suponía el 92 para España, siendo este el tema que abre las propuestas para los próximos cuatro años como oportunidad para impulsar el país. Se menciona la dimensión europea, el V Centenario, la Exposición Universal y los Juegos Olímpicos. En concreto con relación a Iberoamérica, se afirma que el Plan de Cooperación Quinto Centenario (contribuirá) a sentar las bases para el futuro de una Comunidad Iberoamericana de Naciones en democracia y desarrollo759.
La presentación, extensión y contenido del programa, hace pensar que la celebración de las elecciones de 1989 cogió al partido “fuera de juego”. Y ello, porque rompiendo la dinámica empleada en elecciones anteriores, no aparece un índice temático y las propuestas son más una mera enumeración de logros socialistas en tono de proclama o arenga política, que un proyecto de futuro. Realmente se dio un paso atrás en cuanto al documento presentado, no sólo por el formato sino también por el contenido y la forma de tratarlos. Parecían más ideas sueltas que un conjunto coherente y reflexivo de aspectos relacionados con la proyección exterior de España.
Siguiendo la técnica de programas anteriores, el último punto es el dedicado a política exterior: “Política Exterior, Paz y Seguridad: paz, desarrollo y derechos humanos”. Dedicándosele únicamente cuatro páginas, con unos amplios caracteres y escaso contenido. Los temas mencionados son: la contribución a la paz y la seguridad como elemento prioritario, donde se hace referencia explícitamente al mantenimiento del compromiso adquirido por España de participar cuando sea requerida en las Operaciones para el Mantenimiento de la Paz de la ONU760; las libertades y los derechos humanos; la construcción europea40; la proyección de España en Iberoamérica y la cooperación al desarrollo. Punto en el cual de nuevo se habla de reclamar a la CEE la formulación de una política para el desarrollo de Iberoamérica dotada de los adecuados instrumentos financieros. Aparece como uno de los objetivos prioritarios para los próximos años el refuerzo de la dimensión iberoamericana, siendo los principios que rigen esas actividades la paz en Centroamérica, la democratización del continente y el desarrollo y progreso de sus pueblos.
De nuevo el tema de Centroamérica aparece específicamente recogido en el documento, así se expone: “En Centroamérica se proseguirá la política de apoyo a la pacificación y democratización sobre la base de los acuerdos de Esquipulas II. Se impulsará en el seno de la CE, la cooperación económica y financiera con la región en la línea desarrollada hasta ahora761”.
Continúa exponiendo cómo se iban a intensificar los esfuerzos, tanto en el plano bilateral como comunitario, para promocionar la recuperación democrática en todo el continente y contribuir a consolidar y fortalecer los sistemas democráticos y la paz mediante el apoyo político, económico y financiero. Todo ello, en un momento crucial, porque a través de las distintas negociaciones que se estaban llevando a cabo, parecía que se empezaban a cosechar algunos primeros frutos. Así el horizonte de la firma de los Acuerdos de Paz ya no era tan sólo una utopía, sino que cada vez más se mostraba como una realidad tangible, la cual se concretaría en el caso de El Salvador en 1992. En cuanto a Nicaragua, la misma se iba a consolidar con la celebración de lo que se podrían considerar las primeras elecciones libres en 1990, con el triunfo de la UNO y la elección como Presidenta de Violeta Barrios de Chamorro.