Belén Blázquez Vilaplana
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El nuevo año comenzaba con una visita del Presidente Daniel Ortega a España1391 en un momento difícil en la relación entre ambos países1392 y de campaña presidencial en Estados Unidos. Ronald Reagan estaba pidiendo en el Congreso ayuda para la contra, lo cual se oponía a lo pactado en Esquipulas. Pero el Congreso, de mayoría demócrata, votó negativamente a la propuesta de Reagan1393. Esta decisión fue contestada por Inocencio Arias afirmando que les parecía positivo que el Congreso hubiera dado ese paso que, al darles más espacio y tiempo político a los países de la zona, creemos que contribuirá a la paz de la región y al diálogo entre las partes afectadas, lo que fue aprobado ya en el acuerdo de Esquipulas, y que es lo que España siempre ha apoyado. Para Ortega, España había mantenido y mantenía una buena comunicación con todos los países centroamericanos, independientemente del conflicto regional existente en la zona. Según sus palabras, en esos momentos tiene unos pasos muy importantes que dar en esta batalla por la paz y la democracia1394. Y ello, aunque pensase que el gobierno estadounidense no permitiría que el encuentro entre los sandinistas y la contra se realizase en territorio español. Según sus palabras, venía a España en primer lugar a tener un intercambio con los dirigentes políticos españoles, comunicando los esfuerzos realizados por Nicaragua en pro de la democracia y la paz, y finalmente para ver en qué medida España podía llenar los vacíos existentes para conseguir la pacificación democrática de la región. Para Ortega, los vínculos históricos de España con Centroamérica son conocidos. España es un país que, por encima del conflicto regional en Centroamérica, ha mantenido y mantiene una buena comunicación con todos los gobiernos centroamericanos (...) de ahí que consideremos muy importante el papel que España pueda jugar junto con otros países europeos, o como Canadá. España tiene unos pasos muy importantes que dar en esta batalla por la paz y la democracia en Centroamérica1395. Las reuniones de trabajo durante los dos días de estancia en territorio español las realizó con Felipe González y con Alfonso Guerra1396. Aunque Daniel Ortega también recibió al Presidente del CDS, Adolfo Suárez y al Secretario General del PCE, Gerardo Iglesias. Posteriormente Daniel Ortega voló rumbo al Vaticano donde fue recibido por el Papa Juan Pablo II, lo cual llama la atención, si se recuerdan los innumerables problemas que tuvo su Santidad en el viaje que había realizado unos años antes a la Nicaragua sandinista. Parecía un claro gesto de la necesidad que en esos momentos tenían los mismos de conseguir el mayor respaldo internacional, fuese éste del signo que fuese.
Mientras, el interrogante que nos tendríamos que plantear es si Felipe González seguía o no con sus actividades hacia la zona. La respuesta es afirmativa, y en este sentido, informó a los miembros de la CE, así como al Presidente de Costa Rica, Óscar Arias que se encontraba en España y al de Guatemala, Vinicio Cerezo, de las conversaciones que mantuvo con el líder nicaragüense. En estas, se aceptaba participar aunque “con condiciones” en un grupo de verificación de los acuerdos de Esquipulas 2 para la pacificación de Centroamérica junto a Canadá y la República Federal de Alemania. Ya que para Daniel Ortega, Felipe González era un buen comunicador a la CE de lo que ocurría en Centroamérica, (...) Siendo al mismo tiempo un buen vehículo de comunicación con Estados Unidos y (...) puede contribuir a llenar los vacíos en una acción para la paz y la democracia1397. Durante esta visita, el Presidente español criticó de nuevo, aunque soterradamente, las peticiones de apoyo de la Administración norteamericana a la contra, así como la postura de algunos sectores de la oposición española que habían calificado de dictador al líder nicaragüense y que según González mostraban falta de realismo y de independencia1398.
Alianza Popular criticó que el Gobierno español le concediera créditos a Nicaragua, cuando no lo habían hecho con otros países en proceso democratizador, como era el caso de El Salvador1399. Por su parte, el CDS, encabezado por Adolfo Suárez, prestó su apoyo al proceso de Contadora y a la búsqueda negociada de una salida al conflicto.
Tras esta visita, el Gobierno español recibió una petición de los antisandinistas para ser recibidos por Felipe González y darles a conocer sus puntos de vista sobre el conflicto utilizando para ello la embajada española en Costa Rica. Lo cual a diferencia de la negativa sin paliativos de otras ocasiones, fue tenida en cuenta por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Su titular, Fernández Ordóñez, en unas declaraciones efectuadas al diario El País un día antes de que se realizara en Hamburgo la Reunión de San José IV1400, exponía que el Presidente González y el vicepresidente Guerra conocen perfectamente desde hace mucho la realidad centroamericana. España sigue teniendo un papel activo en la búsqueda de la paz en la región, (...) coincidente con la CE. España no podía limitarse sin más a copiar la política de la Administración norteamericana sobre Iberoamérica (...) España no renunciará nunca a su responsabilidad buscando a la vez la democracia y la paz. Siendo el papel de España el de ser la conciencia latinoamericana de Europa, el de recordar esa nostalgia de América que siempre han sentido los europeos más nobles1401. Mostrando su deseo, al mismo tiempo, de que el Presidente hiciera una visita a la zona, la cual se fue posponiendo debido al pesimismo de González acerca del papel que podría desempeñar España en la resolución del conflicto. Pesimismo que se vio acentuado por el informe que realizaron dos enviados españoles especiales, Yago Pico de la Coaña y Juan Antonio Yáñez1402, a través de un viaje a la zona y de entrevistas con todos los presidentes de la región acerca de la situación de la región centroamericana. Según fuentes de la Resistencia Nicaragüense (RN) que buscaron entrevistarse con los representantes españoles, la presencia española en este proceso la vemos como una posibilidad muy interesante después de que Daniel Ortega se comprometió ante Felipe González a establecer una democracia como la española. Bajo esta premisa, nos interesa definitivamente1403. Finalmente, este encuentro que iba a realizarse en San José de Costa Rica no llegó a hacerse por no considerarse oportuno políticamente por los representantes españoles. Los cuales, a comienzos de marzo y para completar el trabajo, viajaron a Washington y Nueva York a entrevistarse con los representantes de la Secretaría de Estado norteamericana y sondear la opinión de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos. No hay que olvidar en ningún momento, que Yáñez era el principal asesor de González en materias internacionales y que Pico de Coaña, era uno de los principales conocedores de la realidad centroamericana, pero ninguno de ellos era miembro del gobierno socialista, al menos formalmente.
Aunque todos los países centroamericanos aceptaban la presencia de determinados países europeos como miembros de un grupo de verificación, la cosa se complicaba cuando se intentaba concretar esta acción. La decisión que se tomó finalmente fue que González realizase una visita “exclusivamente privada” a Costa Rica1404, lo que provocó malestar en Nicaragua. Puesto que se consideraba un contrasentido que el Presidente tratase los temas centroamericanos únicamente con los costarricenses y no con los nicaragüenses. Los cuales eran los que en última instancia habían hecho la propuesta de participación al Gobierno español. Malestar que también expresó el vicepresidente guatemalteco, Roberto Carpio, cuando visitó oficialmente España en marzo de ese año. Posteriormente el que visitó de manera privada España fue, de nuevo, el vicepresidente nicaragüense, Sergio Ramírez, quien se entrevistó en esta ocasión con Alfonso Guerra.
La explicación de fuentes diplomáticas y políticas sobre el tan controvertido tema del viaje presidencial, fue que la visita de González se vio condicionada por presiones de Estados Unidos que consideraba una presencia española en Nicaragua como un gesto inamistoso1405. Lo cual fue negado posteriormente por el Presidente al afirmar que no era muy dado a recibir indicaciones sobre lo que tenía o no que hacer. Anteriormente, recibió en España al Presidente uruguayo, Julio Mª Sanguinetti, mostrando ambos dirigentes su satisfacción por el alto el fuego decretado en Nicaragua, lo que se conoció como la paz de Sapoá. Mientras, la tan esperada y controvertida visita del político socialista español a Costa Rica se realizó en los últimos días de marzo1406. En ella González expresó de nuevo sus discrepancias con Estados Unidos acerca de los medios utilizados en la región1407. La propuesta que les hacía era que convocasen una reunión con los cinco dirigentes centroamericanos. Para Óscar Arias, Felipe González tenía el liderazgo suficiente para que los cinco países centroamericanos acojamos un papel de España en la verificación1408. Dirigentes conservadores también elogiaron la postura del Gobierno español y de su Presidente, catalogándola como realista, más realista que el resto de la IS1409. Viaje que se vio salpicado por los acontecimientos en Panamá y el ofrecimiento español de acoger al general Noriega.
A finales de febrero vinieron a España los cancilleres de Costa Rica y el Salvador, Rodrigo Madrigal Nieto y Ricardo Aceves para preparar la reunión de San José IV que se realizaría en Hamburgo.
Insistiendo en que los países centroamericanos querían que España participase en el proceso de paz de la región. Después de esta reunión, Fernández Ordóñez afirmó ante la Comisión de Exteriores del Congreso que la mayor parte de los países europeos apoyan la postura española. Luego viajaría a dos países miembros de Contadora, Venezuela y Colombia. El 18 de abril estaba previsto recibir al Presidente de Honduras, José Azcona, pero se suspendió el viaje.
Felipe González, mientras, viajaba a Noruega, donde también se trató el tema de Centroamérica, país que mantenía posturas semejantes a las españolas1410. Sobre la cuestión, el líder socialista comentó acerca de la actividad que estaba desplegando que hacía exactamente una semana estaba en la punta opuesta del mapa de Europa1411. Para el Presidente, el hecho de que diariamente durante los momentos más álgidos de la crisis tuviera contactos de tres o cuatro llamadas diarias con los líderes centroamericanos, sería algo inconcebible para Gobiernos, como el alemán, entre otros, aunque le preocuparan estos temas. Pero en el caso de España no es que se buscase ser mediadores, es que estamos allí de una forma natural1412. De alguna forma, el líder socialista seguía intentando justificar su acción en la región centroamericana. Comprendía que pudiera, a la vista de otros países, mal interpretarse sus acciones. Especialmente preocupante era la postura que adoptase EE.UU ante la actitud del Gobierno español y de su Presidente.
Los numerosos contactos con dirigentes extranjeros llegaron a producir la crítica de miembros del propio Gobierno, al considerar que la excesiva vocación exterior del Presidente le estaba restando tiempo a los asuntos de política interior1413. En palabras de un diplomático extranjero, todo esto le convertía en un superministro exterior1414, lo cual, además, no era bien visto por todo su equipo ministerial, que pensaban que debía viajar más por las regiones española y dedicarse a legislar. En algún periódico español de tirada nacional incluso se llegó a plantear la duda sobre si estas visitas respondían a un modo de evitar los problemas internos o bien a una potenciación de la imagen exterior de España1415. Se calificó a la política que González realizaba en esos momentos como diplomacia de paseo o diplomacia del avión, de la cual, era más fácil obtener beneficios por cuanto el clima era más distendido y se estaba al margen del protocolo. Todo ello llevó a denominar a González como Marco Polo González Márquez1416 .
Incluso, un diplomático norteamericano llegó a comentar sobre él que éste tiende a creer que por él pasa la solución de todos los problemas del mundo1417.
A pesar de estas críticas los contactos con líderes políticos extranjeros continuaron. En este sentido, el 22 de abril recibió en la Moncloa a Edén Pastora, y con anterioridad al viajero vicepresidente nicaragüense, Sergio Ramírez. A finales de mes viajó a Estados Unidos, para dar una conferencia en la Universidad de Harvard sobre las relaciones de EE.UU. con Europa, en donde resaltó el papel “no marginal” de América Latina. En este viaje se resaltó uno de los principales problemas del Presidente a la hora de establecer contactos con dirigentes extranjeros, los idiomas1418.
Sin embargo, lo cierto es que las visitas disminuyeron y en el segundo semestre del año el Presidente se dedicó a preparar la presidencia española en la CE para 1989, la cual ostentaba por vez primera. Momento en el cual el Gobierno español quería tener un papel significativo, por lo mucho que se jugaba en el escenario internacional, especialmente en relación con tres zonas: Oriente Medio, Latinoamérica y El Sahara. Únicamente visitó España Óscar Arias para recibir el Premio Príncipe de Asturias, el cual afirmó que les caería bien un tirón de orejas de Felipe González a los presidentes de los países centroamericanos, porque les había faltado voluntad para llevar adelante los acuerdos de paz de Esquipulas1419. Según Alfonso Guerra el problema de Nicaragua venía por la posición norteamericana, porque cuando se reunían los cinco países de la región, sólo se le pedían cuentas a Nicaragua y no al resto, ya que era la consigna norteamericana.
En agosto Alfonso Guerra se volvió a reunir con Daniel Ortega en la toma de posesión del Presidente de Ecuador, Rodrigo Borja. En octubre, de nuevo una delegación española visitó la zona, encabezada por el Secretario General de política exterior del Ministerio de AAEE, Fernando Perpiñá y por el Director General para Iberoamérica, Yago Pico de Coaña, realizando en Guatemala una reunión con los embajadores de la zona. Como se puede apreciar, las actividades hacia la zona habían disminuido considerablemente y, sobre todo, con vistas a nuestro objeto de investigación, González practicamente desapareció. La organización de la presidencia de la Comunidad ocuparon sus esfuerzos y energías durante este año, sin olvidar, algo ya mencionado: el inmenso protagonismo alcanzado por Óscar Arias.