Belén Blázquez Vilaplana
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Felipe González comenzaba sus actividades en esta área en 1983 con unas declaraciones a la emisora colombiana Radio Caracol. En las cuales emitiría una condena a la lucha armada en la zona, al tiempo que ofrecía la mediación española, tras apoyar las iniciativas de paz formuladas por los Gobiernos de Colombia, México y Venezuela. Estos países, se habían reunido formando lo que se conocería a partir de esos momentos como el Grupo de Contadora, por tener su primera reunión en la isla de Panamá del mismo nombre. El Presidente español reiteraba la idea de que no rompería relaciones diplomáticas con ninguna dictadura latinoamericana, puesto que no consideraba necesario vivir lejos de ningún país americano, ya que según afirmaba la violencia no conduce a la liberación de los pueblos. A veces conduce a la sustitución de una tiranía por otra tiranía1252. Pero, aún así, renunció a plantear una iniciativa de paz para Centroamérica, debido tanto al posicionamiento de los considerados como países moderados latinoamericanos, como a que en aquellos momentos se estaban produciendo los contactos para renegociar el convenio de Amistad y Cooperación entre Washington y Madrid. Pero sí recibió el encargo de México, Venezuela, Panamá y Colombia, de mediar ante Reagan para realizar una conferencia que originase un proyecto de paz para la zona1253. Según se exponía en el diario El País, los socialistas españoles comenzaron a ser más cautos respecto a la evolución de la crisis centroamericana desde que llegaron al gobierno. Lo cual se concretaba en el silencio con que desde la oficina de asuntos internacionales del PSOE se respondía a cualquier solicitud de posicionamiento sobre el conflicto centroamericano. Ni siquiera la OID del Ministerio de AAEE fue capaz, en esos momentos, de definir con precisión un programa de la política exterior española para América Latina1254. Ello contrastaba con la postura mantenida hasta ese momento por Felipe González, el cual antes de llegar al Gobierno, en el 79, en el diario oficial del partido, “El Socialista”, llegó a escribir que el proyecto político de los que gobernaban Nicaragua, era, a su juicio, un proyecto político democrático en el sentido progresista de la palabra. Las actividades del líder socialista durante el mes de enero continuarían con una entrevista con Carlos Andrés Pérez, ex-Presidente venezolano, para tratar de nuevo sobre el conflicto centroamericano.
Según el cual, no creía que existiese un europeo que conociese mejor que Felipe las circunstancias por las que atravesaba la zona y que hubiera visto las posibles soluciones democráticas para el conflicto1255.
A finales de enero, el ex presidente de la República de Panamá, Arístides Royo, declaró que la aproximación del Gobierno socialista a los temas latinoamericanos era buena y eficaz, fundamentalmente en problemas tales como la paz. Sobre todo, la actitud cautelosa, prudente, de mucha inteligencia y meditación del presidente del Gobierno español1256. Al mismo tiempo, la sociedad civil española se movilizaba y un numeroso grupo de personalidades firmó una declaración exigiendo la paz para Nicaragua y la no intervención en Centroamérica.
Mientras, la postura norteamericana se endurecía. En el caso de El Salvador se estaban barajando posibilidades negociadas, cuyo fracaso en caso de darse, daría carta blanca a Estados Unidos para ofrecer como única solución, también aquí, la intervención armada. Tal y como ocurriría a finales de año con la isla de Granada, abriendo con ello numerosas especulaciones acerca del futuro de Nicaragua. En este contexto, el presidente español recibió una carta de la Comisión para las Relaciones entre Estados Unidos y Centroamérica formada por ex-profesores, ex congresistas y ex militares, donde advertían de lo que podía ser una maniobra política de Thomas Enders en la región. Al tiempo que se llevaba a cabo una reunión en Madrid de la IS, donde González exponía sus esperanzas en que la exportación del modelo socialista español pudiera traer de nuevo la paz y la democracia al continente latinoamericano.
Basándose, para ello, en la adaptación de las bases ideológicas del socialismo a las realidades concretas de cada país y a la subordinación a los intereses inmediatos de los ciudadanos. En esta reunión, Guillermo Manuel Ungo, presidente del Frente Democrático Revolucionario, expresaba su opinión acerca de qué postura mantenía Felipe González hacia Centroamérica una vez había alcanzado la presidencia. En este sentido, afirmaba que era el mismo, le he encontrado en la misma disposición a jugar un papel en la medida que le sea posible para contribuir a la creación de condiciones favorables a una negociación en El Salvador (...) tengo la impresión de que pretende acercarse más a América Latina, incluso físicamente.
Estados Unidos debe conocer la autoridad política y moral de España y cómo cuenta eso en los círculos latinoamericanos1257. Así mismo, Anselmo Sule, presidente del Partido Radical Chileno, exponía que la mediación española para favorecer los procesos democráticos en América Latina era el elemento de presión más fuerte con el que contaban en ese momento. La función que se le quería encomendar al Presidente del Gobierno español consistía en convencer a Estados Unidos de que un proyecto como el presentado por el Grupo de Contadora podía estabilizar la zona, lo que a su vez repercutiría en la seguridad de la misma, es decir, conseguiría el objetivo de los norteamericanos1258. En palabras de Luis Yáñez, el Gobierno español no iba a realizar hacia esa zona la política que quería la IS, sino que pondría en práctica la política exterior española. Afirmando que no creía que al Gobierno de los Estados Unidos le gustase la presencia activa de la España socialista en Latinoamérica1259 .
Por su parte, Elena Flores, responsable de las relaciones exteriores del PSOE, exponía en una reunión de la IS en Santo Domingo, que para el problema de El Salvador hay que buscar una solución negociada, pero sin que ello pueda ser interpretado como una intromisión en los asuntos internos de terceros estados1260. En esta reunión el FSLN participó como observador, siendo una de las propuestas de la reunión la de promover una conferencia de paz sobre Centroamérica. Un mes antes, Txiki Benegas, acudía a la reunión del buró de coordinación de los NOAL en Managua. Y el ministro de Exteriores, Fernando Morán declararía en la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, que la región centroamericana no debía ser pieza en el enfrentamiento global entre bloques1261.
Los contactos de Felipe González con líderes políticos siguieron, recibiendo en marzo al embajador francés para América Latina1262, Antoine Blanca1263; al subsecretario sueco de exteriores, Pierre Schori; al ministro cubano de Relaciones Exteriores, Isidro Malmierca1264; al Secretario Norteamericano de Defensa, Caspar Weinberger y al ministro de Asuntos Exteriores mexicano, Bernardo Sepúlveda. Este último calificó como muy positiva la influencia del Presidente del Gobierno español, al ser un agente bien informado de los asuntos centroamericanos. En su calidad de dirigente de la IS tuvo la oportunidad de empaparse de forma notable de todas estas cuestiones. Su influencia política y su capacidad de gestión, resultarán excepcionalmente útiles también para realizar cualquier iniciativa diplomática. Si llegara a formularse una iniciativa para dirimir los distintos conflictos en el área, estoy seguro que se hará una petición para contar con la contribución política de Felipe González y del gobierno español1265 . En todos estos encuentros, el presidente español mantuvo gran cuidado en no realizar ninguna acción, declaración, etc. que pudiera irritar a Washington, lo cual le acarreó críticas de sectores izquierdistas franceses y suecos, al entender esta postura como un repliegue en su posicionamiento hacia Centroamérica. Postura que quedó claramente expresada en un artículo del líder español, aparecido en Le Monde Diplomatique, en su edición en castellano, donde comentaba que insistía en la necesidad de una Conferencia de Seguridad y Cooperación para Centroamérica. La cual debería recoger las diferentes ofertas de paz y ser asumidas como suyas por los pueblos y gobernantes de la región. Se debía buscar que en ningún caso las medidas previstas fueran impuestas desde fuera sin el consenso de los propios actores afectados. Asegurando, al mismo tiempo, la necesidad de mantener el respeto a la soberanía e integridad territorial de los Estados; la autodeterminación de los pueblos y el freno a la dinámica armamentística y bélica de la zona1266. En este mismo sentido, el presidente del Parlamento Andino, el ecuatoriano Raúl Baca, comentó que este organismo vería de manera favorable que España colaborase en la pacificación de Centroamérica, calificando la propuesta del líder español como el primer indicio real de preocupación en el ámbito mundial por la pacificación de la zona.
En marzo se cumplieron 100 días de la llegada al Gobierno del PSOE, con relación a América Latina, destacaba la falta de necesidad, en palabras de Luis Yáñez de que España realizara una política afín con la francesa hacia la zona; la invitación a Fidel Castro para que visitara España y el deseo de Felipe González de actuar como intermediario en Centroamérica. En general, era un intento de recuperar la autonomía y de situar a España dentro del marco occidental, en una posición de equidistancia respecto de los bloques militares1267. Pero, eso sí, se llamaba la atención al gobierno español para que no se dejara pisar terreno en América Latina, sobre todo, en relación con la postura y acciones de otros países europeos. Así, Javier Solana declararía que España era un país occidental en su estructura interna y en su política exterior1268 y Jaime Piníes, el representante español ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, expresaba cómo el Gobierno español veía con preocupación la escalada de conflictos en la zona, especialmente en Nicaragua. Insistiendo en la necesidad de garantizar la soberanía e integridad territorial de todos los países, de respetar la inviolabilidad de sus fronteras y de rechazar la utilización o la amenaza del uso de la fuerza en las relaciones internacionales1269. Afirmando, al mismo tiempo, la consternación española hacia el sufrimiento de un pueblo con el que nos unían viejos y profundos vínculos históricos, culturales y de sangre. En ese momento, comenzó una contraofensiva española a través, en primer lugar, del viaje de Morán a México. Tratando en el mismo entre otros temas la crisis centroamericana y la evaluación de las posibilidades de cooperación del gobierno español en las gestiones de paz para la región. Para el ministro, España tenía influencia en la zona aunque no poder. Lo cual se podría acrecentar si no fuera sola en esta lucha, sino en unión con otros países europeos, aunque sin dejarse comer terreno1270. Por tanto, una llamada a lo que posteriormente quedaría institucionalizado en las Rondas de San José.
Felipe González continuó su actividad acudiendo en abril al XVI Congreso de la IS en Portugal, en donde solicitó la búsqueda de la paz para Centroamérica mediante una propuesta que naciera allí.
Aunque ello no fue óbice para que se diera el apoyo y el impulso incondicional a las iniciativas que pudieran surgir de Contadora y, también, para buscar el cese de la presión mercenaria sobre Nicaragua.
De ese modo, el régimen sandinista podría seguir con éxito su proyecto de implantación de una democracia en el país. A esta reunión de nuevo acudió una delegación del FSLN como observadora. En la misma, González dimitió como vicepresidente de la IS, alarmado ante el incremento de este cargo en esta reunión. Mientras esto ocurría, otros líderes y políticos latinoamericanos expresaban su apoyo a la figura de González y a su papel en la resolución del conflicto. En este sentido, Rubén Zamora, representante para América del Norte del FMLN-FDR, opinaba que Felipe González era un gran conocedor de la realidad centroamericana1271. Así mismo, Ricardo Alarcón, viceministro cubano de Asuntos Exteriores, exponía que tanto el Gobierno español como Felipe González, habían mostrado preocupación e interés por los problemas del área. Además de tener una gran audiencia en América Latina, la voz de España debería desempeñar un papel positivo en la búsqueda de la paz1272. Por su parte, Bayardo Arce, discutió con González la posibilidad de ampliar las líneas españolas de crédito y formar una comisión mixta de cooperación España-Nicaragua. Este último, también se reunió con Fernando Morán. Como afirmaba el diario nicaragüense Barricada, el Ministerio de AAEE español, se iba a encargar de transmitir los puntos de vista nicaragüenses a otros ministerios europeos1273.
En mayo realizó González su primer viaje a Iberoamérica como Presidente del Gobierno, concretamente a la República Dominicana, y a los cuatro países del Grupo Contadora: Colombia, Venezuela, Panamá y México1274. En éste insistió en la necesidad de que los países de la zona actuaran conjuntamente para disminuir la polarización y que fueran más tenidos en cuenta. Así como en que no realizaba este viaje como mediador del conflicto, aunque manifestaba su solidaridad con el Grupo Contadora. Del mismo modo, expresó sus reticencias a que Estados Unidos quisiese perder influencia en una zona del mundo, como la centroamericana, que le era tan próxima. Pero que había que hacerles comprender que Contadora era uno de los últimos cartuchos que se podían quemar para lograr la paz.
Todo ello, contando con el incondicional apoyo español, ya que si bien España no era una gran potencia mundial y, por tanto, no podía llevar a cabo una política planetaria, la dimensión iberoamericana era prioritaria en su política exterior. Buscándose en todo momento respuestas concretas, como la de Contadora, para así olvidar la retórica que durante años había caracterizado a la política española1275. En ese momento tuvo lugar un hecho en Estados Unidos que se consideró como una victoria de la línea dura de Reagan hacia Centroamérica, concretamente, la sustitución de Thomas Enders del cargo de Subsecretario de Estados para Asuntos Interamericanos y su designación como embajador en España.
En junio, recibiría González en una reunión de trabajo a Pierre Marouy, Primer ministro francés, y al ministro de Exteriores de la República Dominicana, José Vega Imbert, quien afirmó que España puede representar un papel importante en la pacificación de Centroamérica y en el desarrollo de la región. Así mismo, dijo que Felipe González era un líder con una gran proyección internacional y con mucho interés en el destino de Latinoamérica y en la creación de vínculos para fortalecer la comunidad latinoamericana1276. Interés que se volvió a percibir en las declaraciones efectuadas a la revista Newsweek por el líder español. En estas, afirmaba que Estados Unidos debía modificar su liderazgo negativo en la zona por uno positivo. Liderazgo basado en la asunción de que para poder extender la democracia en el mundo, no se puede actuar como una apisonadora e imponer sus ideas como únicas e inamovibles, sino que se ha de contar con la opinión de la gente que vive en esos países. El 20 de junio, comenzó su visita a Estados Unidos, donde el tema de Centroamérica fue la estrella tanto en los contactos con otros actores, como en los medios de comunicación1277. En este sentido, el encabezamiento del New York Times afirmaba que Reagan y Felipe González discutieron de la situación en Centroamérica y coincidieron en que son necesarias la paz, la democracia y la justicia en la región. El Washington Post, comentó cómo el líder español dejó claro que no estaba de acuerdo en algunos de los puntos de la política norteamericana, aunque coincidían plenamente en la necesidad de un acuerdo negociado y pacífico. Lo cierto es que, fuera de la simbología que tuvieron los contactos con los diversos interlocutores norteamericanos, los resultados concretos fueron apenas perceptibles. Todo quedó, como casi siempre, en declaraciones de buenas intenciones, pero en este caso, de suma importancia. Las cuales cuando no tuvieron que ver con Centroamérica, no merecieron el interés de los medios de comunicación norteamericanos. Sobre todo esto, Robert García, congresista demócrata, opositor de la política norteamericana en la zona, opinaba que González podía ser una figura clave, ya que Reagan actúa sin tener en cuenta la mentalidad y la cultura de la zona. De ahí, sus incoherencias y fracasos.
Afirmando que personalmente, Felipe González me encanta, considero que es un tipo formidable y creo que sería un intermediario perfecto1278 . El mes terminó con la celebración en el Congreso del debate sobre política exterior sin la presencia del Presidente del Gobierno, lo cual desvirtuó el mismo y produjo las críticas de las fuerzas políticas de la oposición.
En julio el líder político español fue el anfitrión de las conversaciones entre Willy Brandt como Presidente de la IS; el ex-presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez; el ex-presidente costarricense, Daniel Oduber y el ministro de Relaciones Exteriores nicaragüense, Miguel D´Escoto. Este último comentó que había encontrado al mismo Felipe González de siempre, un luchador infatigable por la paz y muy consciente de que sólo puede haber paz cuando hay justicia1279 . Volviendo a solicitar todo tipo de ayuda, técnica, financiera y alimentaria. Recibió también al ex-presidente salvadoreño, José Napoleón Duarte y conversó con el ministro hondureño de Exteriores, Edgardo Paz Barnica. El cual comentaría que el presidente González, por sus ideales democráticos, por su fe en el destino de América Latina, por ser el líder de un país que descubrió América y que ha consolidado y fortalecido lazos de amistad con aquellos países, puede jugar un papel muy importante en la solución de la problemática centroamericana1280. Todo ello se enmarcaba en los contactos políticos, que auspiciados por la IS, estaban teniendo lugar en Madrid para buscar una solución a la crisis de América Central, la cual parecía que se encontraba en uno de sus peores momentos. Sobre todo, por los enfrentamientos entre Nicaragua y Honduras y la frontal oposición norteamericana. La IS tenía la idea de que lo que estaba ocurriendo en esta área, podría ser el desencadenante de un conflicto bélico generalizado de las grandes potencias. Enfrentamiento cuyo primer paso sería la intervención militar directa de EE.UU en Nicaragua.
González, de cualquier modo, seguiría su actividad diplomática reuniéndose con Papandreu, Presidente de la Comisión Europea, al que solicitó que Europa concretase sus planes de paz para Centroamérica. Lo cual se hacía a instancia de los contactos que había mantenido en su reciente viaje a Estados Unidos1281. Precisamente en el ámbito europeo, se presentaría en septiembre una resolución por Willy Brandt, a propuesta española, ya que España no era miembro de la CEE, para solicitar la ayuda política y económica a la zona en conflicto. Donde sí presentaría el Gobierno español su propuesta sería en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Además, González se mostró favorable a la creación de una comisión en el Senado norteamericano, en la cual habría políticos, jefes de empresas y sindicalistas, que buscarían una solución al conflicto centroamericano. Algo parecido a un “plan Marshall” pero para la región. Declaró que existía una propuesta similar, pero en el ámbito europeo, la cual le había hecho llegar al Primer Ministro Griego1282.
Miembros del Grupo Contadora visitaron España en agosto y agradecieron personalmente al presidente del Gobierno su papel y sus esfuerzos por alcanzar la paz. Destacando el completo y certero análisis que había efectuado éste sobre la situación, hecho con la inteligencia y la perspicacia que siempre le son características1283. Dos días después, el que visitaba la Moncloa era el Secretario General de la ONU, Pérez de Cuéllar, el cual calificó de peligrosa la situación en Centroamérica, al correrse el riesgo de convertirse en un conflicto internacionalizado. Por tanto, coincidía con el planteamiento y los temores de la IS. En septiembre, González recibió a Tomás Borge, en una gira de éste por diversos países europeos. El Presidente español afirmó que estaba seguro que Nicaragua nada tenía que ver con un plan de atentados contra dirigentes contrarrevolucionarios en Costa Rica, en el que supuestamente estarían involucrados dos miembros de la organización terrorista ETA1284. Suceso que provocó diversas reacciones de los dirigentes de la zona y la suspicacia de Borge ante la coincidencia de estos actos con su viaje por Europa. Según los sandinistas, estos hechos estaban auspiciados por Estados Unidos, buscando con ello poner en su contra a los países occidentales y de ese modo justificar su alineación con los países del Este. Todo ello, en el momento en el cual Henry Kissinger junto con una comisión de senadores norteamericanos, republicanos y demócratas, comenzaban a trabajar en lo que posteriormente se conocerá como el Informe Kissinger1285.
En octubre Felipe González consiguió que los guerrilleros del M-19 negociaran con el presidente colombiano Belisario Betancur1286. Al tiempo que facilitaba un intercambio en Madrid entre el embajador norteamericano itinerante Richard Stone1287, el ministro de Relaciones Exteriores panameño Ricardo de Espriella y el líder del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) de El Salvador, Guillermo Ungo. A finales de mes también acudió a España el ministro de Asuntos Exteriores salvadoreño, Fidel Chávez.
Siendo Luis Yáñez quien en ese momento se desplazaría a EE.UU, Puerto Rico, Nicaragua y Costa Rica.
De todo lo anterior, se puede desprender, que tal y como afirmaba Alberto Sepúlveda Almarza no existía una realidad latinoamericana, sino una situación que se caracterizaba por su complejidad. Para cuya comprensión era necesario elaborar una política exterior española eficiente que rompiera con la que se había venido desarrollando hasta el momento. En este sentido, habría una nueva realidad internacional de América Latina que se caracterizaría por la creciente sofisticación de sus políticas exteriores y un mayor peso en la comunidad mundial.