Belén Blázquez Vilaplana
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Al comenzar este trabajo, un fenómeno natural colocó a los países que se han convertido en su eje articulador en el centro de atención de los medios informativos y, por ende, de la opinión pública internacional: el huracán Mitch. Hoy, algunos años después, Nicaragua y El Salvador vuelven a ser noticia, el hambre; las inundaciones y los terremotos, los colocan en el prime time de los noticieros. En este caso, afortunadamente, junto a otra noticia que viene a exponer la consolidación de los procesos de paz y democracia analizados en estas páginas: las elecciones presidenciales, entre otras, realizadas en tierras nicaragüenses.
Las mismas, tuvieron lugar coincidiendo en el tiempo con la finalización de esta investigación. El FSLN volvía a presentar como su eterno candidato a la presidencia de la República a Daniel Ortega, el comandante Daniel. Parecía, al menos en los primeros momentos de la campaña electoral que el tiempo nos retrotraía hasta el comienzo de la década de los noventa y muchos de sus protagonistas volvían a aparecer en escena. O, mejor dicho, nunca habían desaparecido de la misma.
Pero, en relación con este estudio del que ahora encaramos su recta final, nos faltaba un actor principal: Felipe González. A diferencia de aquellos críticos momentos de los noventa, ningún teléfono informaba al Presidente del Gobierno español sobre el resultado de las elecciones o sobre si finalmente los sandinistas iban a ceder o no el poder que habían perdido en las urnas. González, unos años antes, había abandonado la escena pública, al menos formalmente. Lo cual, así considero que se puede extraer de todos los documentos y juicios expuestos a lo largo de estas páginas, no podía decirse de su interés por y hacia América Latina.
Es el momento de intentar dar respuesta a los interrogantes planteados en las páginas que daban origen a esta tesis doctoral y que buscaban su justificación. Como en todo trabajo científico, algunas preguntas desaparecieron a lo largo de estos años; otras se modificaron y algunas, creo que en suficiente medida como para considerar este esfuerzo necesario y fructífero, obtuvieron respuesta. Para dotar de coherencia a estas páginas, enumeraremos las principales ideas que vayamos exponiendo. Hay que hacer notar, que el orden en el que van a aparecer, es el inverso en el cual está presentada la línea argumental de esta investigación. Es decir, tal y como se afirmaba en el quinto capítulo, en el que se analizaban los dos estudios de desarrollo de caso, la respuesta sobre si Felipe González, Presidente del Gobierno español, realizó o no actividades que impulsaran los procesos democráticos y de paz en Nicaragua y secundariamente, en El Salvador en los años objeto de estudio, es el eje articulador de este último capítulo. Y ello, en relación con los distintos documentos expuestos y analizados en el cuarto capítulo, donde dábamos cuenta de qué se dijo que se iba a hacer hacia el tema mencionado. Ambos aspectos dan forma a las últimas piezas de este rompecabezas que hemos ido realizando a lo largo de estos años y que hemos intentado dar a conocer a lo largo de estas páginas.
Además, hay que resaltar, cómo en algunos momentos se hará referencia a conclusiones parciales que ya han sido expuestas en los distintos capítulos que conforman este trabajo. Pensamos, que es la única manera de dar una idea estructurada y coherente de los distintos temas que han permitido el desarrollo de la investigación, la cual excede de la descripción de qué se hizo en esos catorce años, algunos más si consideramos los antecedentes.
Por cuanto, tal y como ha quedado reflejado en distintos momentos, el análisis de la evolución de estos procesos, ha ofrecido una excusa a la investigadora para incidir y profundizar en el conocimiento de uno de los actores fundamentales del sistema político español: el Presidente del Gobierno. Conocimiento que ha ido ligado a dos temas objeto de interés para la Ciencia Política: el liderazgo y la política exterior.
Y que tal y como se ha dejado constancia, ha permitido a lo largo de todo este estudio, acercarse con mayor o menor profundidad y dedicación a otros objetos de interés científico, tales como el debate presidencialismo versus parlamentarismo; la transición política española; los partidos políticos; la cultura política, entre otros. Pasemos, pues, a la exposición de las conclusiones.
1. Las actividades desplegadas por el Presidente del Gobierno español, Felipe González, durante los años 1982-1996 en relación con los procesos democráticos y de paz en Nicaragua y en El Salvador, fueron lo suficientemente importantes como para merecer la atención de la opinión pública nacional e internacional. Así, se puede desprender del análisis realizado de la prensa escrita en esos años y de las opiniones vertidas sobre su figura tanto por distintos líderes nacionales e internacionales como por analistas de distinto signo político.
El líder político español impulsó los numerosos, complejos y hasta cierto punto contradictorios procesos que se fueron desarrollando en la década de los ochenta y comienzo de los noventa para buscar la salida a la llamada crisis centroamericana. Pero no imponiendo soluciones, tal y como le gustaba remarcar, sino ejerciendo un difícil papel en el tablero internacional: el de mediador. González, actuó como interlocutor entre los distintos líderes centroamericanos; los latinoamericanos, los europeos y los norteamericanos. Su proyección como líder internacional le permitió que su opinión fuera considerada como un elemento válido y certero a la hora de analizar no sólo qué estaba ocurriendo, sino también cómo dar un paso hacia delante para salir de una situación en donde se entremezclaban el conflicto Este/Oeste con los problemas Norte/Sur. Fiel reflejo de ello, fueron los temas que trató en los primeros encuentros que tuvo tanto con Ronald Reagan, como posteriormente con George Bush, padre.
En algunos momentos de manera más explícita y en otros de forma más diluida, el Presidente del Gobierno español buscó ayudar a Centroamérica a ganar la batalla de la independencia y de la democracia, frente a las dictaduras y al sometimiento que había caracterizado gran parte de su historia reciente. Pero siempre, dejando constancia de que su papel no era imponer nada, sino colaborar con los actores directamente implicados en los procesos analizados, es decir, nicaragüenses y salvadoreños. Pero no sólo con ellos, sino también con los costarricenses, los hondureños, los guatemaltecos y los panameños. Tanto en contacto y relación directa con la elite, como con la sociedad civil. Eso sí, siendo conscientes de las diferencias nacionales y de que aunque la crisis recibía una denominación genérica, los procesos tenían puntos de convergencia pero eran diferentes entre sí. Lo cual, daba lugar, a que cada problema, cada acción, cada decisión, tuviera que ser tomada teniendo en cuenta las particularidades sociales, económicas, culturales, históricas, etc. del país. Este hecho, en principio tan simple, parecía olvidarse en muchos momentos.
2. Enlazando con el punto anterior, hay que diferenciar el grado de preocupación y dedicación del Presidente del Gobierno español hacia los procesos que se desarrollaban en esta área geopolítica. Lo cierto, es que si consideramos los datos aportados a lo largo de la investigación, el interés fue mayor hacia Nicaragua y su Revolución Sandinista, que hacia el proceso que se venía desarrollando en El Salvador desde 1979. Y ello, a pesar de que en este último país tuvieron lugar sucesos tales como el asesinato del jesuita Ignacio Ellacuría y del personal de la UCA, que incumbía de manera más directa a los intereses nacionales españoles en la zona. No por menos, este hecho afectó en su mayor parte, a población española aunque residente en el extranjero.
Ello da lugar al planteamiento de la pregunta que nos surgió al comienzo de este trabajo y que deberíamos encarar ahora, es decir, cuál es la razón de este interés de España y de su Presidente hacia estos países. Como se ha ido exponiendo, estos no eran un tema prioritario para el Gobierno español, ni en cuanto a sus fines, ni en cuanto a sus objetivos, en relación con su política exterior. Como mucho, si consideramos distintos documentos del partido y del ejecutivo, el interés era hacia Iberoamérica. A la cual se la considerada como una zona geopolítica con la cual se mantenía una relación histórica, y en donde debía ser prioritario superar la retórica característica del franquismo y de los primeros años de andadura democrática en España. Después de los distintos gobiernos centristas, el PSOE se planteó como uno de sus principales objetivos alcanzar y realizar una política exterior realista en cuanto a posibilidades de actuación y, sobre todo, acorde con el nuevo escenario internacional y la nueva situación sociopolítica española.
En este sentido, la trayectoria política del Presidente del Gobierno, fue decisiva. Así, destaca el papel que venía desempeñando durante los últimos años de la década de los setenta en la Internacional Socialista y, sobre todo, el contacto personal con algunos dirigentes internacionales “socialdemócratas”, tales como Omar Torrijos; Carlos Andrés Pérez; Willy Brandt u Olof Palme, entre otros, aunque no los únicos.
Para nuestro estudio, fue especialmente determinante, la naciente preocupación de la citada Internacional hacia América Latina o, mejor dicho, hacia la problemática que la azotaba en esos años.
Concretamente, la creación del Comité de Defensa de la Revolución Nicaragüense, del cual Felipe González fue elegido el Presidente en el comienzo de la década de los ochenta, por tanto, antes, incluso, de su llegada a la Moncloa. Así, la Internacional Socialista utilizó al líder político español como elemento de incardinación con una realidad geopolítica de la cual hasta entonces no se había preocupado y, sobre todo, como el mecanismo de comprensión de una realidad que desconocía. Intentado superar de ese modo el carácter eurocentrista que se le achacaba a la misma. González, a su vez, utilizó a Nicaragua para darse a conocer en el ámbito internacional. Buscando, tanto su propia proyección personal, como la del partido del cual era Secretario General, el PSOE. Su fin, en última instancia, era conseguir ese plus de legitimidad que necesitaba una formación política que estaba refundando sus estructuras orgánicas en un difícil momento de transición democrática. Este rodaje internacional del líder socialista, en los primeros años tras la dictadura franquista, fue decisivo para entender la actuación posterior del futuro Presidente del Gobierno. Puesto que fue la consecuencia inmediata del interés de González por los temas internacionales, cuyo mejor ejemplo, una vez alcanzada la Jefatura del Gobierno, fue su actuación como un superministro de Asuntos Exteriores. Lo cual, excedía de los cargos y funciones asignados formalmente en la Constitución y que determinó, tanto el papel del Ministro del ramo y de su ministerio, como el reparto de roles dentro del órgano colegiado que era y es el Gobierno. De este modo, aunque algunos dirigentes socialistas han mostrado su opinión contraria en los distintos encuentros que hemos tenido en el desarrollo de este trabajo, consideramos, que tras el análisis de los datos aportados en esta investigación, se puede concluir que las acciones emprendidas por el Gobierno español, sobre todo, en los primeros años de la década de los ochenta en los dos países referidos, venían determinadas no por los intereses nacionales en la zona, sino por los deseos expresos y manifiestos de Felipe González y de las actividades del partido que lideraba, el PSOE, hacia los mismos.
Produciéndose, por tanto, una confusión entre tres conceptos: Política de Estado; Política de Gobierno y Política de Partido.
3. Todo análisis que estudie un amplio período temporal, puede dar lugar a que la visión que se dé finalmente del mismo no sea lineal. Y que las respuestas que, así mismo, se den a los interrogantes que lo originaron, no puedan ser tampoco simples, ni únicas para todo el período. Eso ocurre en este caso.
Muchos han achacado al Presidente del Gobierno, y por ende al partido que representaba, sus vaivenes hacia los procesos centroamericanos. Sobre todo, hacia el nicaragüense. Pensamos que este análisis no puede ser blanco o negro, sino que tiene un montón de matices que le imprimen su rasgo característico.
Los cuales se han mostrado a través de las tres etapas que han conformado el estudio de desarrollo de caso, a saber: los antecedentes; el desarrollo y el epílogo.
Por una parte, es cierto que las proclamas ideológicas que González realizaba mientras estaba en la oposición, o incluso en sus primeros años al frente del Ejecutivo, no tienen mucho que ver ni con lo dicho en momentos posteriores, ni con las actividades llevadas a cabo tanto por el Presidente como por el Gobierno español. Como es obvio, y así se ha dejado constancia en la investigación, no es lo mismo realizar política estando en la oposición que ejerciendo el poder. Y ello, alcanza aún mayores cotas de singularidad en el caso de la política exterior, donde en el tablero juegan también otros actores no nacionales, tal y como ha quedado reflejado en el capítulo dos. La entrada en la UE, con lo que ello conlleva en el momento de la toma de decisiones y la hegemonía en la Sociedad Internacional de Estados Unidos tras la caída de los países del bloque soviético, son dos factores que condicionan las acciones emprendidas y realizadas hacia el exterior por el Gobierno español. Por mucho, que en algunos momentos, se apostara en que nada ni nadie influía en nuestra política exterior. No hay que olvidar en este sentido, que España se definía como una potencia media con cierto potencial regional, como posteriormente comentaremos.
De ahí, que González fuera modificando sus actuaciones y sus declaraciones hacia el proceso nicaragüense y salvadoreño, a medida que se iban produciendo otros fenómenos, domésticos e internacionales, tales como la entrada en la UE; el referéndum de la OTAN; la renegociación de los acuerdos con Estados Unidos, etc. Así mismo, otros factores como la caída del Muro de Berlín; el cambio en la Administración norteamericana o la Guerra del Golfo, también influyeron en los diversos posicionamientos que fue adoptando a lo largo de estos años. Puesto que, no podemos dejar de mencionar la controversia o el debate existente sobre la preeminencia e influencia entre dos realidades: la política interior y la política exterior. Ya se dejó constancia de ello a lo largo de la investigación.
Además, no se puede olvidar, que el análisis se realiza sobre dos realidades vivas que fueron evolucionando, en un sentido u en otro. Así, es paradigmática, la evolución de los sandinistas en Nicaragua. Por tanto, consideramos gratuita la afirmación acerca de que el Gobierno español, y su Presidente, abandonaran la causa nicaragüense. Hasta en los últimos años, cuando el tema centroamericano había desaparecido prácticamente de la agenda del partido socialista y del gobierno que ejercían, González fue un firme defensor de los principios revolucionarios de economía mixta; pluralismo; etcétera, que habían definido la toma de poder por el FSLN. Mas, ello no quiere decir, que llevara a la práctica todo aquello con lo que se comprometió en declaraciones; documentos; programas, etc. Ni que su implicación en el proceso no fuera cambiando a lo largo de los años. La firma formal de la Paz de El Salvador en Chapultepec, México, en 1992 y el cambio de Gobierno en Nicaragua, con la victoria de la coalición UNO en 1990, eliminaron a estos países de los fines y objetivos españoles, al menos de manera explícita y, sobre todo, de su Presidente del Gobierno. Siendo otros los actores a través de los cuales desde entonces se articularon las relaciones, especialmente, entrando en juego el Ministerio de Defensa.
Olvidando, en algunos momentos, que había que consolidar un proceso que hacía aguas por todas partes.
En este sentido ha quedado demostrado a lo largo de la investigación, que las acciones y el papel del líder socialista, fueron lo suficientemente trascendente, como para merecer un análisis con profundidad del mismo. Su evolución, la forma de actuar y las consecuencias más inmediatas de éstas, han quedado expuestas en el capítulo quinto del presente trabajo.
Su investigación, al menos en la medida de las posibilidades que se le prestan al investigador, en una política pública como la exterior donde hemos visto que aún perviven muchos silencios, puede aportar el conocimiento de un período temporal aún cercano y de un actor político que ha escrito algunas de las principales páginas de la historia política española de las últimas décadas. No desde un punto de vista biográfico, o periodístico, sino desde un análisis científico serio y riguroso de cuáles fueron las variables, dependientes e independientes, que dieron lugar al nacimiento de un líder político con amplia proyección internacional, Felipe González.
Consideramos que la Ciencia Política tiene un amplio campo, aún poco desarrollado, de estudio e investigación, en pugna, pero no por ello en oposición o discordia con otras ramas de la Ciencias Sociales, para adentrarse y profundizar en el conocimiento de aquellos actores políticos que hayan tenido un papel en la toma de decisiones; implementación; formulación; etc. de las políticas públicas que conforman el devenir sociopolítico de un Estado. Y que, sobre todo, pueden inducirnos a comprender por qué las cosas son o fueron tal y como las conocemos.
4. En nuestro caso, como ahora veremos, nos adentramos en una política pública con unos elementos configuradores muy específicos y que la dotan de cierta particularidad, como es la política exterior. Los silencios mencionados; las verdades a medias; el trabajar con la memoria y los sentimientos de otros actores, nos llevaron a la necesidad de contar con dos fuentes documentales que avalaran algunos de los datos expuestos y algunas de las ideas barajadas: una, ya mencionada, la prensa, otra, aquella que guardaba estrecha relación o bien con el partido al cual el Presidente del Gobierno se encontraba liderando, el PSOE, o bien con una parte de su actividad en las Cámaras. Es decir, el análisis de los Programas Electorales; de las Resoluciones de los Congresos; de los Discursos de Investidura y de los Debates sobre el Estado de la Nación. Y ello, en espera de que otros documentos, de los cuales se tuvo constancia de su existencia en el momento de realizar esta investigación, puedan ver la luz. O, incluso, que los propios protagonistas decidan dar a conocer qué ocurrió, cuándo y por qué. En España aún se tiende a identificar este tipo de análisis con un tipo de trabajo poco serio y riguroso. Pensamos que este juicio es erróneo, porque si los mismos se adaptan a los cánones exigidos a una investigación científica, ésta puede posibilitar un conocimiento amplio, multitemático y multidisciplinar sobre temas que son propios de la Ciencia Política.
El interrogante en nuestro caso al analizar los mencionados documentos, era ver cómo se posicionaron los diversos actores y fuerzas políticas, sobre todo, el Presidente del Gobierno; la importancia o no del tema como para que el mismo se incluyese en estos; la evolución en su tratamiento y especialmente, estudiar qué se decía que se iba a hacer en relación con los procesos democráticos y de paz en Nicaragua y El Salvador. Veamos qué podemos concluir de dicho análisis. 4.1. En los Programas Electorales del PSOE se puede apreciar una importante evolución desde el comienzo de la transición política española hasta mediada la década de los 90. Tanto en relación con su aspecto formal como al modo de abordar los temas relacionados con la política exterior española. La cual, va ocupando a medida que pasan los años, mayor número de páginas y están mejor estructuradas.
Desde una simple enumeración de ideas, que sería el programa del 77, hasta una completa propuesta de planes de actuación, con la que nos encontramos en el documento del 96.
Hay en todos ellos temas que nunca dejan de aparecer, tales como la OTAN; la UE, etc. y otros que sólo merecen una referencia puntual. Pero aquellas ideas que vienen delimitadas por las tres palabras que definíamos al comienzo de la investigación como configuradoras de una política exterior de izquierda, paz, democracia y derechos humanos, aparecen en todos ellos como uno de los objetivos centrales del PSOE en cuanto a la actividad desplegada fuera de las fronteras nacionales.
El tema iberoamericano aparece en todos y cada uno de los programas analizados, como una de las zonas claves para orientar los intereses nacionales del Gobierno español. Las modificaciones varían dependiendo del momento, aunque siempre se hace una llamada a la paz, la consolidación democrática y el progreso y desarrollo de esas sociedades. Buscando conseguir para otras realidades geopolíticas, aquello por lo que tanto se había luchado en España.
La problemática centroamericana no aparece explícitamente recogida en los mismos hasta 1986, lo cual, según lo visto en la investigación sobre el papel del PSOE en la zona, podría llamar la atención por la tardanza. Sólo en ese momento, el PSOE considera “vendible” a su electorado, la contribución a los procesos de pacificación de la zona. Sin hacer mención de ningún país de manera directa y concreta.
Siendo ésta la misma argumentación utilizada en el programa del 89. Aunque ya se ha mencionado que éste pareció coger al partido de improviso y es más flojo que los anteriores. Sobre todo, si se compara con el de 1993, donde las actuaciones posibles aparecen hacia países concretos. Lo cual desaparecería en el de 1996, al volverse a hablar de la región como un todo homogéneo.
Por todo ello, Centroamérica y sus procesos de paz, es un objetivo y un referente importante para el PSOE, según aparece recogido en sus programas electorales. Es decir, se guarda una coherencia con la actividad desplegada por el Presidente del Gobierno, la cual, así hay que dejar constancia de ello, no siempre se manifestaba mediante presencia directa en la zona. De ahí, la importancia que tuvo el grupo de expertos en materia internacional, del cual se rodeó el líder socialista. Tanto al nivel de partido, como al nivel de Gobierno. Según la circunstancia y el momento, los contactos se establecían en uno u otro.
4.2. En cuanto a las Resoluciones de los Congresos, estas sufren una importante evolución desde el panfleto que presentan en 1974, hasta el completo y elaborado documento de 1994. En todos ellos, excepto en el extraordinario de 1979 por la singularidad del mismo, los temas internacionales forman parte de la agenda del partido. En unos momentos por el apoyo que recibieron del exterior y en otros por la solidaridad con la lucha de los pueblos oprimidos por el “imperialismo”.
A medida que las Resoluciones se vuelven más complejas y trabajadas, el tema de la política exterior o el de la política internacional, porque recibe diversas denominaciones, también lo hace. Avance que también depende de las circunstancias internas de la sociedad española y del propio partido, sobre todo, si el mismo ocupaba puestos de oposición o si el análisis se realiza tras haber conseguido llegar a la Moncloa. Siendo interesante para este estudio, las críticas realizadas hacia Estados Unidos por las implicaciones de éste en los dos países objeto de análisis. Así como las referencias constantes a la ligazón existente entre las acciones del partido y las desempeñadas por la Internacional Socialista como un modo de justificar la misma. Aunque ello, en algunos momentos, también fuera un elemento de crítica hacia la actuación del Presidente del Gobierno, al achacársele el abandono de ciertas actividades de política doméstica, por atender las internacionales.
Hasta 1981 no se recogerá explícitamente la problemática centroamericana, la cual aparece de una manera más detallada que en el caso de los Programas Electorales, haciéndose mención no sólo a la región, sino también de las particularidades de Nicaragua y El Salvador. Sobre todo, en relación con la intervención norteamericana en la zona y con los procesos de pacificación en los cuales España tomó parte, es decir, lo que se ha conocido como Contadora y Esquipulas. Pero siempre se hace destacando que la política que el Gobierno español, en este caso el socialista, realizaba o realizaría, debía basarse en el principio de no injerencia. Era una forma de abogar por la solidaridad y la ayuda, pero no por la imposición de soluciones, intentando no herir la susceptibilidad de otros actores en la zona, sobre todo, los mexicanos. En 1994, Centroamérica había desaparecido de la agenda del partido como problema y como objeto de atención en sus Congresos. Lo cual llama la atención, porque tal y como ha quedado expuesto en el capítulo 5, fue al año siguiente cuando Felipe González realizaría una visita de Estado a estos países.
A diferencia del caso de los programas electorales, la realidad iberoamericana se menciona en otros puntos y apartados que no aparecen encabezados por la palabra política exterior o internacional.
Existiendo un aspecto que no se puede dejar de exponer, la importancia que a lo largo de estos años alcanza una aspiración de los Gobiernos socialistas: la idea de Comunidad Iberoamericana de Naciones.
Concretada, entre otros aspectos, en las conocidas como Cumbres Iberoamericanas, donde el Presidente del Gobierno español ha desempeñado y sigue haciendo un importante papel. No por menos, se ha convertido en el único foro de contacto entre los dirigentes iberoamericanos, incluyendo a los españoles y portugueses y dejando a un lado a los norteamericanos. En relación con este protagonismo, consideramos el momento de citar a otro actor que ha ocupado un importante papel en estas reuniones, de manera directa, compartiendo protagonismo con el Jefe del Ejecutivo y en las relaciones bilaterales con otros países de la zona, el Rey D. Juan Carlos.
Como en el caso anterior, el de los Programas Electorales, existe una clara indefinición y hasta cierto punto confusión, en relación con los términos utilizados para referirse a esta realidad geográfica y temática. Ya expusimos al comienzo de este trabajo, la dificultad acerca de cuál iba a ser la denominación hacia nuestro objeto de estudio. Sobre Nicaragua y El Salvador no existían controversias, en cierto modo, tampoco hacia Centroamérica -con la salvedad de la inclusión o no de Panamá- pero algo muy distinto ocurría con relación hacia el resto del Continente: Iberoamérica, Latinoamérica, América Latina, Hispanoamérica. En la medida de lo posible, hemos intentado utilizar la misma palabra para referirnos al mismo espacio geográfico y político, pero dejando siempre constancia de cuál era el utilizado por el actor político; el documento; el texto, etc. con el que estuviéramos trabajando. Y, sobre todo, el matiz que se quería remarcar. Así, el líder político socialista, utiliza indistintamente a lo largo de estos catorce años los diversos términos expuestos.
4.3. Si lo que analizamos son los Discursos de Investidura del candidato a Presidente del Gobierno, así como las réplicas de las diferentes fuerzas políticas, existen algunos aspectos que no han dejado de aparecer desde 1979, tales como la integración en la Comunidad Económica Europea con las consecuencias que ello conllevaría; la OTAN; el de la presencia y acuerdos con Estados Unidos; Gibraltar; el Magreb; etc. Aunque no aparece en ningún momento, y hay que resaltarlo, referencia a la participación de las tropas españolas en las Operaciones para el Mantenimiento de la Paz llevadas a cabo en Centroamérica, pero sí a las realizadas en la antigua ex-Yugoslavia. Operaciones, que como ya se ha mencionado, hay que resaltar, por cuanto ocuparon una parte importante del interés y del presupuesto español. Dando ejemplo de dos hechos, por una parte, de la ligazón que existe entre la política exterior española y la de defensa, tanto por los actores que intervienen, como por los objetivos y medios utilizados para su implementación y, por otra, de la relevancia de la zona y del conflicto que se estaba desarrollando en Nicaragua y en El Salvador para el Gobierno español, aunque de ello no se desprendiera un rédito económico en favor de nuestra economía. En este sentido, sobre todo, lo que se consiguió y articuló fue un reconocimiento explícito del papel que durante años había desarrollado el Presidente del Gobierno español hacia ambos procesos. Manifestado a través tanto de la acogida de la propuesta y ayuda española por los distintos países centroamericanos implicados, como por el reconocimiento de las Naciones Unidas. Acciones que fueron más allá de los cambios ideológicos al frente de la Presidencia de la República en estos países, los cuales no estuvieron exentos de polémicas.
Iberoamérica se convierte en un tema secundario en las agendas de los tres candidatos analizados.
En el caso de Centroamérica, ni siquiera se menciona. En los dos primeros discursos de la primera legislatura, la nota característica es la inexistencia de referencias a Centroamérica como región, o a Nicaragua y El Salvador como país, y eso, que tienen lugar en un momento en el cual estallan los conflictos en la zona.
Felipe González, sólo lo incluiría en el de 1986, por tanto, lo obvia en el de 1982. En el de 1986, no lo hará de manera directa, sino al referir el papel de Contadora, sin más explicación. En ese mismo año, hay que destacar la intervención del portavoz del PNV, el cual denuncia las agresiones a Nicaragua y la nula mención del candidato a ese tema en su discurso. Denuncia que no recibe ninguna contestación por parte del futuro Presidente del Gobierno.
Tres años después, en la III Legislatura, González vuelve a obviarlo, excepto cuando el Sr. Aznar le recrimina la diferencia de trato hacia la dictadura nicaragüense, como la califica, en comparación con la de otros países. La respuesta es apenas una simple mención a lo dicho anteriormente.
Iberoamérica seguirá apareciendo en el Discurso de 1993, así como Nicaragua y El Salvador, pero en relación con las operaciones que militares españoles están realizando en la zona y siempre en el momento de exponer la defensa de la democracia, de los derechos humanos y de la búsqueda de la paz en el ámbito internacional. Por tanto, a diferencia de los Programas Electorales y de las Resoluciones de los Congresos, donde el tema tiene un lugar destacado en los mismos, en estos debates, se puede concluir que el candidato no los consideraba importantes de cara a pedir la confianza parlamentaria o a exponer su programa de Gobierno. Lo cual, es llamativo, si consideramos que los mismos se deberían basar, al menos teóricamente, en los programas electorales. No queremos decir que debieran de ser miméticos, pero sí al menos, guardar una cierta similitud. Y, sobre todo, por las implicaciones directas del Presidente en estos. El resto de los partidos, excepto en los casos mencionados, tampoco lo consideran importante.
En cuanto al lugar que ocupa la política exterior en ellos, es un tema que aparece como una constante. Pero excepto en el discurso que realizó Adolfo Suárez en 1979, donde está mencionado al comienzo del mismo, en los demás casos, siempre aparece en último lugar. Ocupando la intervención mucho menos tiempo que aquellos aspectos que afectan de manera más directa a los intereses domésticos, tales como pueden ser el problema de ETA; la política económica o la articulación territorial del Estado.
Si lo que analizamos es concretamente Iberoamérica o Centroamérica, su lugar es ínfimo dentro del espacio dedicado a la política exterior y suele estar cargado de exposiciones retóricas. Además, de incurrir en muchos casos, en confusiones en cuanto a los términos empleados, tal y como veíamos que ocurría con los anteriores documentos.
4.4. Con relación a los Debates sobre el Estado de la Nación, tal y como se ha expuesto en la investigación, Centroamérica, Nicaragua y El Salvador, Contadora o Esquipulas, se convirtieron en objetivo de los intereses de las distintas fuerzas políticas que ocupaban el hemiciclo desde que comienzan los mismos en 1983. En unos momentos, para criticar la actuación de España, en otros para apoyarla y, en ocasiones, para recriminar el abandono o la falta de denuncia del Gobierno español hacia las actuaciones de Estados Unidos.
Pero por encima de ello, lo interesante es que en un Debate como éste, donde lo que se discute es la actuación del Gobierno durante el año parlamentario que acaba de terminar, aparezca año tras año este tema. Eso sí, para ser fieles a la realidad, a partir de 1991, el mismo prácticamente desaparece de la agenda de los políticos españoles. No por menos, es hasta cierto punto lógico, por cuanto los momentos más álgidos de la crisis ya habían pasado y la paz, aunque fuera meramente formal, se había alcanzado en Nicaragua y en El Salvador para esas fechas.
Las materias de política nacional pasaron a ocupar el interés de sus señorías en detrimento de las de política exterior en general, y de la política hacia Iberoamérica en particular. La OTAN y la UE dejaron de ser las principales preocupaciones del Gobierno y de la oposición y éstas comenzaron a ser las del desgaste gubernamental del PSOE; la corrupción o los continuos escándalos políticos que salpicaron al devenir cotidiano de la sociedad española.
Cuando aparecían temas sobre política exterior eran, normalmente, para recriminarle al Gobierno alguna acción puntual o bien, los continuos viajes al extranjero del Presidente para eludir los temas domésticos. Es también destacable, que existen ciertos grupos políticos, como el popular o minoría catalana, que siempre incluyen estos temas entre sus preocupaciones y preguntas al Presidente del Gobierno. Así como otros grupos menores, pertenecientes en su mayoría al grupo mixto, que lo tratan entre sus intervenciones. Interesante, por cuanto, estos últimos, a pesar de contar con menos tiempo de participación, siempre encuentran un espacio para hablar sobre la problemática centroamericana en general, o sobre Nicaragua, en particular.
En cuanto a las intervenciones del Presidente del Gobierno, considero que se puede afirmar la importancia que le otorga a este tema en su agenda, sobre todo, en los años de la segunda legislatura, es decir, en su primer mandato al frente del ejecutivo. Y ello, aunque no siempre incluyese a esta problemática en su discurso inicial ante la Cámara, al menos de manera explícita. Como se aprecia en la investigación, a veces lo trata indirectamente como respuesta a las intervenciones de otros grupos políticos y en algunos casos, no contesta a preguntas que tratan directamente sobre Nicaragua o Contadora. En los últimos años, no aparecen referencias, ni siquiera de manera implícita. Y cuando lo hace, no suele especificar las acciones concretas desarrolladas por el Gobierno o por alguno de sus ministerios, sino que lo que hace es escudarse, la mayor parte de las veces, o bien en lo que venía haciendo Contadora o bien en la posible participación de la UE en la zona. No hay que olvidar, en este sentido, el papel de esta última a través de las llamadas Rondas de San José, en las cuales España tomó parte antes incluso de su entrada en la Comunidad Europea. Siendo interesantes las críticas hacia Estados Unidos y su intervención en la región así como el apoyo al régimen sandinista.
5. Todo lo anterior, no hubiera sido posible si González no hubiera ocupado el cargo de Secretario General del PSOE desde 1974 y el de Presidente del Gobierno desde 1982. El protagonismo que disfrutó en la vida política española, fue consecuencia directa de la articulación del poder en el interior del partido que lideraba, en el cual acaparó todos los mecanismos de decisión a través de un engranaje perfectamente planificado. Dando lugar, con ello, a una falta de democracia interna del PSOE, que lo caracterizó, como hemos visto, en todos los años en que estuvo al frente del mismo. Por cuanto, dentro del partido, los derechos y deberes de los afiliados no eran iguales en relación con la capacidad de decisión y representación de y en los órganos deliberantes y ejecutivos. Pero, este rasgo que debería ser un elemento negativo en cuanto al modo de funcionar de uno de los principales engranajes del sistema político, fue determinante en toda su andadura política. Ya que dio lugar a un partido fuertemente cohesionado, al menos en sus primeros momentos, en torno a la figura de su Secretario General. Al cual, se le respaldó a lo largo de estos 14 años, hecho que le diferenciaría de otros líderes políticos españoles, que adolecían de una fuerza política con la suficiente fuerza como para que les “guardaran las espaldas” y les apoyaran en toda y cada una de las decisiones que tomaran. González, disfrutó de ello, incluso en aquellos casos en que sus decisiones parecían contradecir el programa y los principios socialistas que debían regirlas.
El llamado PSOE renovación que surgió del proceso que atravesó el partido desde 1974 hasta 1979, no creó nada nuevo sino que reactivó lo que ya existía. Produciéndose una refundación del partido, la cual, tal y como llegó a articularse permitió, en última instancia, al Secretario General consolidar su liderazgo dentro del mismo. Lo cual fue decisivo en el momento de alcanzar la Presidencia del Gobierno e incluso, cuando perdió las elecciones generales, en primera instancia, y posteriormente abandonara la dirección del partido.
6. Hemos hecho mención a lo largo de toda esta investigación a la configuración del liderazgo internacional como una variable clave dentro de la misma. La pregunta a responder, llegados a este punto, sería cómo llegó hasta ahí, sobre todo, a una edad tan temprana y posteriormente, cómo se mantuvo. Ya se ha comentado, que tal vez uno de los mayores problemas, pero al mismo tiempo, de las mayores virtudes que tuvo que superar González en estos años, fue la juventud que tenía en el momento de ganar las elecciones generales del 82. Existen, en este sentido, distintos aspectos que hay que tratar.
En relación con uno ya expuesto anteriormente, en todo este proceso de configuración del liderazgo político de Felipe González, es necesario destacar como uno de los elementos más importantes, los contactos que estableció dentro de la Internacional Socialista con otros líderes internacionales. Sobre todo, aquellos que trascendieron los límites formales y dieron lugar a relaciones de amistad personal.
Esos contactos le permitieron moverse con soltura por el escenario internacional, conociendo realidades distantes y divergentes a la española, que ampliaron sus perspectivas y sus metas. El Presidente español, tal y como se ha reflejado a lo largo de la investigación, se movía con mayor destreza y seguridad fuera de nuestras fronteras que dentro de las mismas. Y ello, a pesar de los problemas con los idiomas.
Resaltando como algo importante, las relaciones que establecía no sólo con actores o líderes políticos afines ideológicamente. De ahí, que fuera considerado como un actor importante de negociación en muchos de los procesos conflictivos que durante esos años azotaban al mundo. Más allá de escaramuzas políticas e ideológicas, González se había ganado el respeto de otros líderes internacionales. De muchos de ellos aprendió y a muchos de ellos transmitió, sobre todo en algunos países de América Latina, los sueños que se habían conseguido en España. Vender sueños, siempre ha producido mucho rédito político y el Presidente del Gobierno español era un perfecto Flautista de Hamelin. Teniendo un rasgo determinante para un líder político, la capacidad de convencimiento y de adaptación. A diferencia de lo que puede considerarse “normal” en la articulación de la vida política de un líder de proyección internacional, esta juventud implicó que tuviera que abandonar demasiado pronto la primera fila de la actividad pública española. Cuando otros aún no habían ni siquiera comenzado el camino, Felipe González había alcanzado lo máximo a lo que podía aspirar dentro de la política nacional y descartaba la presidencia o Secretaría General de diversas Organizaciones Internacionales. Siendo necesario destacar, que tal protagonismo internacional, mereció mayor reconocimiento fuera que dentro de España, sobre todo, como consecuencia de los efectos de los casos de corrupción; clientelismo; escándalos económicos, que afectaron tanto al partido, como a él, de manera directa en sus últimos años en la Moncloa.
Consideramos que no ha tenido el reconocimiento que como estadista supo ganarse en el tablero internacional, donde, tal y como ha quedado en parte reflejado en estas páginas, cosechó un mayor número de “triunfos”. También es cierto, para no faltar a la realidad, que cuando tomaba parte en asuntos no domésticos, las implicaciones directas que estas podrían suponerle eran menores. Por cuanto, su permanencia en la Presidencia del Gobierno, no dependía de los resultados que obtuviera en los mismos.
7. Detengámonos en el tema del liderazgo. En el momento de realizar la presente investigación, ha sido el que ha planteado a la investigadora un mayor número de interrogantes y de vacíos. Sobre todo, por la indefinición del propio concepto, así como por su difusión y utilización en el lenguaje popular en los últimos tiempos. Como hemos defendido a lo largo de estas páginas, consideramos que González no puede ser definido como un líder carismático, al menos, en el sentido weberiano del término.
Nos encontramos ante un concepto, el de líder político y el de liderazgo, que se puede entender o definir como un concepto paraguas. Por cuanto, en él tienen cabida diferentes variables que, combinadas entre sí, dan lugar también a diferentes tipos de liderazgos, o dicho de otro modo, se cobijan diferentes conceptos y fenómenos que se yuxtaponen y se entremezclan buscando verdades definitivas a las hipótesis e interrogantes que las originan. El cual, a su vez, además de tener aún poca tradición en los estudios de Ciencia Política en España, donde se encuentra en estado embrionario, ha contado con el hándicap de ir siempre a posteriori del fenómeno a analizar y en estrecha pugna conceptual con la psicología. Por todo ello, nuestro fin no era aportar categorías analíticas que diseñaran un amplio y novedoso bagaje teórico y conceptual, sino dotar a este análisis de un esquema donde poder ir encajando a modo de rompecabezas las piezas del estudio de desarrollo de caso, que es el que define la hipótesis central de la investigación. Puesto que una de las afirmaciones de la cual partía esta tesis doctoral, era la de la existencia de la figura de un líder político, Felipe González, Presidente del Gobierno español durante catorce años, con una amplia proyección internacional. Proyección y articulación del poder que le permitió actuar en procesos que trascendían las fronteras naturales de España, en nuestro caso concreto, en Nicaragua y en El Salvador. Con una presencia lo suficientemente importante como para merecer una investigación de este cariz y la calificación como líder político.
8. ¿Cómo definiríamos entonces el liderazgo de González?. Éste, tal y como se argumentó en el capítulo 3 del estudio, se puede definir como Liderazgo innovador. Es decir, aquel cuya base es la toma de decisiones consideradas inciertas; impopulares y peligrosas. Si analizamos la trayectoria política de González, al menos en el tema articulador de este trabajo, la política exterior, creo que no puede caber duda de la anterior aseveración. Recordemos si no, el caso de la OTAN y el polémico referéndum que la persiguió durante años; el abandono del proceso de autodeterminación del Sáhara; etc.
Además, Felipe González, como todo líder político, fue y es un producto social resultado de la interacción de una serie de variables que deben tenerse en cuenta en todo análisis que se quiera llevar a cabo sobre esta temática y a las cuales hay que llenar de contenido, a saber: A. Las características personales: aquellas que lo hacen sobresalir, ya sean por su capacidad oratoria; por el poder de seducción; por el poder y la facilidad de adaptación; atractivo personal, etc. Si existe un rasgo en la configuración del liderazgo de Felipe González, que merezca destacarse, es el modo en el cuál decía las cosas. Por ello, su relación con los medios de comunicación y el hecho de surgir en la escena política, en un momento de nacimiento y consolidación de la sociedad mediática, son rasgos que necesitan destacarse. Un ejemplo claro y, tal vez, el primero en el tiempo en el ámbito de política nacional, fue la defensa de la Moción de censura que se le planteó a Adolfo Suárez en 1980. Por cuanto, fue entonces, cuando gran parte de la población española descubrió a la figura del Secretario General del PSOE y su capacidad de seducción. Rasgo que no le abandonaría durante estos 14 años y que traspasaría nuestras fronteras nacionales.
B. Las circunstancias políticas, sociales y personales: tanto del personaje analizado, formación ideológica y política, como de la sociedad en la cual desarrolla su actividad política y el momento histórico en la que ésta se encuentra, transición, dictadura, democracia consolidada, etc. Temas todos ellos expuestos a lo largo de estas páginas en relación con, por una parte, cómo accede a la Secretaría General del partido y controla los distintos engranajes del poder y, por otra, cómo, cuándo y de qué manera, gana las elecciones generales del 82 y consigue convertirse en el tercer Presidente del Gobierno de la recientemente instaurada democracia en España.
C. Los condicionamientos: aquellos aspectos que determinan el que actúe de una manera u otra, tales como situaciones de crisis; luchas internas de partido; procesos de renovación; etc. Sin olvidar aquí algo mencionado en otros momentos de la investigación, el factor suerte o fortuna. En este sentido, a lo largo del capítulo cinco, se han ido exponiendo los distintos llamamientos que recibió por las partes en conflicto, para que actuara de una manera u otra. No sólo ello, sino también las numerosas visitas, oficiales o no, que tuvo de dirigentes y mandatarios de la zona y de fuera de ésta, que condicionaron su posicionamiento hacia los sucesos que se produjeron en Nicaragua y El Salvador. En este sentido, no hay que olvidar en ningún momento, los cambios al frente de la Administración norteamericana, y su influencia en la política exterior del Gobierno español. Incluso, en la política doméstica, por cuanto no se pueden dejar de mencionar los acuerdos firmados con Estados Unidos, es decir, la existencia de las bases norteamericanas en territorio nacional. Siendo un claro ejemplo de otro aspecto analizado en el segundo capítulo de la presente investigación, el amplio margen de continuidad que existe en la política exterior entre dos gobiernos distintos pero sucesivos. Por cuanto, en esta política pública, han de tenerse en cuenta los acuerdos, tratados, etcétera suscritos con anterioridad a la llegada de un Gobierno al poder. En cuanto al factor suerte, es difícil de considerar en una investigación como la presente pero no hay que despreciarlo.
D. Las necesidades políticas: las situaciones y capacidades que definen qué es necesario en cada momento histórico, social, económico, político, etc. las cuales van a venir determinadas por la capacidad del líder para adaptarse a los cambios y a las dificultades que se le pueden plantear, tanto en el ámbito interior como exterior. Lo que también se conoce como visión política. Ya se ha mencionado, a lo largo de estas páginas, que ésta era una de las principales virtudes del líder socialista. Saber presentar a la ciudadanía las decisiones, de manera que lo que antes era blanco, ahora fuera negro, pero sin que quedara constancia de ello.
Estos aspectos deberán ir intrínsecamente unidos a dos temas de especial relevancia en todo análisis sobre el liderazgo político en la sociedad contemporánea.
Los cuales, aunque aparecen formando parte de todos y cada uno de los apartados anteriores, hemos considerado debido a su importancia necesario destacarlos: A) el partido político con el cuál se identifique el líder y del cual forme parte, tema ya tratado; B) el acceso y relación con los medios de comunicación, elemento determinante en la sociedad de la información en la cual nos insertamos. Manejar estos dos resortes, dota de un plus de poder frente a otros actores de la vida política.
Y en esto, si analizamos los datos aportados a lo largo de esta investigación, González era un auténtico maestro.
9. Ha quedado demostrado en estas páginas que aunque no esté expresamente regulado de este modo en la Constitución, el Presidente del Gobierno español ha desarrollado a lo largo de estos años, actividades propias de los Jefes del Ejecutivo de los regímenes presidencialistas. Sobre todo, en el ámbito objeto de nuestro interés: la política exterior. Dando lugar a lo que se ha conocido como la “Presidencialización” del Sistema político español. Es decir, la preeminencia del Presidente sobre el Gobierno, entendido este último como órgano colegiado.
En el caso concreto de la referida política exterior, el papel que nuestro sistema político -administrativo le otorga al Presidente del Gobierno y en segunda instancia, al poder legislativo y al poder ejecutivo, ha sido uno de los factores que han determinado la fuerte personalización de la misma. En el caso concreto que aquí estamos analizando, la anterior afirmación es indiscutible, tal y como se ha dejado constancia a lo largo de estas páginas. Dando lugar, en algunos momentos, a confusiones acerca de la delimitación de funciones entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y su titular y la Presidencia del Gobierno, y el suyo. Lo que hizo que González buscase para el cargo de Ministro de Exteriores, a personas que no le hicieran sombra en sus decisiones, ni en la práctica a la hora de implementarlas, ni en la teoría en el momento de analizar los problemas y proponer soluciones. De ahí, algunos de los cambios ministeriales que existieron en esos años, sobre todo, en los primeros momentos. Aunque, también es cierto, que en el caso de Javier Solana, consideramos que ocupó dicho puesto, como el mecanismo a través del cual González quería darle a conocer los engranajes de la vida política internacional. De modo, que aquello pudiera ser utilizado posteriormente por éste como rédito político al llegar a otros cargos. Como se ha podido apreciar por la evolución de los acontecimientos, el mismo ha sido aprovechado, aunque no haya sido en la política nacional. Al menos, de momento.
10. Tal y como expusimos al comienzo de este trabajo, nuestro objetivo no era realizar un análisis de Relaciones Internacionales entre Estados, con y desde la metodología que le es propia, sino una investigación de las actuaciones de un actor de una Política Pública estatal, como es la política exterior.
La cual, se encuentra rodeada de unas características que la dotan de cierta peculiaridad, tanto en la manera de encarar su estudio, como en los elementos para llevarlo a cabo. En este caso, por y desde la Ciencia Política. De ahí, la necesidad de diferenciar, a la hora de realizar un estudio sobre la política exterior española, en cualquier ámbito geográfico y espacio temporal, entre los siguientes conceptos: Acción Exterior; Política Exterior; Relaciones Internacionales y Política Internacional. Sólo mediante una clara y precisa definición de estos, podremos saber de qué estamos hablando y cuál es la manera de diseñar la investigación.
Entenderíamos por política exterior: aquel conjunto de conductas, posiciones, actitudes, decisiones y acciones mediante las cuales cada Estado, a través de sus instituciones públicas reconocidas legítimamente como tales, promueve sus intereses nacionales frente a otros Estados, de manera coherente y conforme a unos objetivos previstos y a unos fines realistas. De ahí, que para realizar esta investigación, hayamos tenido que, en un primer lugar, detenernos en ver cuáles eran los fines y objetivos de la citada política, si es que los había. Para, posteriormente, analizar cuáles eran las instituciones que podrían legítimamente actuar en la defensa de los intereses nacionales. En este caso, nos interesaba profundizar en el Presidente del Gobierno, pero intentando ir un poco más allá de la regulación formal sobre sus posibilidades de actuación. Por cuanto, tal y como hemos defendido en todo momento, consideramos que la misma excede a ésta y que ha adquirido unos perfiles propios, no recogidos en ningún texto legal.
Cuando se realiza un trabajo como el que aquí presentamos, se corre el peligro de que sea tachado como análisis descriptivo de la realidad. Cualquier estudio sobre la política exterior española deberá contar, en un primer momento, con la descripción de una serie de hechos y acontecimientos sin los cuales no podríamos, posteriormente, buscarle un por qué, una explicación, a la política pública objeto de la investigación. Pero no debemos quedarnos en esa mera descripción, sino que se debe intentar dar un paso más allá. Para ello, será determinante realizar una perfecta definición del período temporal; del ámbito geográfico; de los actores; etc. en la cual se desarrolle la misma. Ya que, sin ello, los estudios sobre la política exterior de un Estado pierden su significado al ser excesivamente amplios y heterogéneos. Como en el caso que aquí se presenta, las posibilidades para el investigador son amplias en relación con este tema, por cuanto, aún son pocos los estudios que sobre el mismo se han realizado desde la Ciencia Política. Siendo decisión de éste, la selección de las variables que conformarán su análisis, y ello porque nos encontramos ante una materia donde se entremezclan múltiples aspectos a tratar. A lo largo de la investigación, se ha buscado dejar explícitamente manifestado, por qué analizábamos un tema y no otro entre las múltiples posibilidades.
11. Además, tal y como hemos expuesto anteriormente, cualquier estudio de este cariz, conlleva la necesidad de incidir en el concepto de potencia media. Por cuanto, el hecho de catalogar a España como una potencia media en el ámbito internacional y con cierto potencial en el ámbito regional va a condicionar las acciones que pueda llevar a cabo en la Sociedad Internacional. En este caso concreto, en los procesos democráticos y de paz en Nicaragua y El Salvador. Así como el papel objetivo que su Presidente del Gobierno podría desempeñar en la misma. El cual, tal y como se ha ido exponiendo, en el caso analizado, excedió en mucho esta posibilidad.
Debemos entonces definir tal concepto. Entenderemos por éste aquel Estado que debido a sus dimensiones o a su situación geopolítica, presenta la capacidad y la voluntad para ejercer una cierta influencia en determinadas áreas de las Relaciones Internacionales. La cual se puede traducir en la formulación o puesta en práctica de una política exterior activa e independiente, en una participación destacada en los intercambios internacionales o en una voluntad de tener un papel destacado en los asuntos que afectan a su región. Concepto que a su vez debe articularse a través de una serie de indicadores variables e invariables que permitirán su catalogación conforme a unos datos objetivos y a priori, y no como la constatación de un hecho.
La principal consecuencia que se desprendería de la anterior catalogación, sería la posibilidad que tienen esos Estados de formular nuevas ideas hacia determinadas cuestiones. En el caso analizado en esta investigación, el Gobierno español podría ejercer una política exterior hacia la zona que se articulase de manera independiente a la llevada a cabo por Estados Unidos y, además, tendría la posibilidad de plantear unas propuestas y ejercer el respaldo a otras que buscasen una solución pacífica a la conflictiva zona. Es decir, a lo que se ha conocido como el polvorín centroamericano.
12. Es difícil, llegados hasta aquí, poner un punto final a esta investigación. Aunque el período que abarcaba la misma estaba perfectamente delimitado en sus comienzos -algunos incluso pensaban que la misma debería haberse realizado sin analizar la última legislatura de González al frente del Ejecutivo- el elemento articulador o desencadenante de la misma sigue teniendo presencia, de un modo u otro, en la vida pública española e internacional. De ahí, que en algún momento puedan superarse algunos de los silencios o vacíos que aún quedaron al escribir el punto y aparte del presente trabajo, tal y como podría ser el significado de la presencia de miembros de ETA en estos países centroamericanos y las implicaciones que ello tenía para el Gobierno español, entre otros. Por ello, aunque dé por concluida esta tesis doctoral que presentamos en estas páginas, puesto que creo que hemos sido capaces de realizar el rompecabezas que la hipótesis inicial del trabajo plateaba, al tiempo que dábamos contenido a aquellos dos adverbios que nos surgían en sus comienzos, considere más acertado finalizar la misma con un punto y seguido.