Belén Blázquez Vilaplana
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La actividad desarrollada por Felipe González durante el año 82 fue, podríamos decirlo así, frenética. El 8 de enero acudió a Washington como vicepresidente de la IS, junto con Elena Flores, encargada de relaciones internacionales del PSOE, y se entrevistó con el Secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig1189 y con el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. En dicha reunión se trató únicamente el tema de Centroamérica y no otros intereses españoles, los cuales quedaron postergado para otro futuro viaje, según declaró el líder español1190. En dicha reunión se centraron en el intento de moderar las posiciones norteamericanas y en la posibilidad de mediación de los socialistas europeos en el conflicto, sobre todo, en el salvadoreño, lo cual era visto con reticencias por la Casa Blanca. La razón era que Estados Unidos apoyaba la celebración de comicios en el país en el mes de marzo y la IS entendía que los mismos serían inútiles y una farsa de acuerdo a las condiciones de guerra civil en que se encontraba el país. Pero, para Estados Unidos, ésta era una condición sin objeciones para poder aceptar una negociación entre la Junta de Napoleón Duarte y la oposición salvadoreña. En palabras de Felipe González, se alcanzaron coincidencias en la necesidad de llegar a arreglos pacíficos y negociados, pero no en cuanto a la evaluación sobre salidas políticas1191. Temiéndose por el líder español las repercusiones que en la Administración norteamericana pudieran tener los sucesos acaecidos en Polonia1192. Aunque según reveló posteriormente José Peña Gómez, Vicepresidente de la IS para América Latina, en dicha reunión se trataron negociaciones secretas de alto contenido político que no trascendieron1193 . De cualquier modo, esta entrevista, sirvió para romper los recelos con que la Administración norteamericana veía la participación de mediación de la IS en el conflicto, al tiempo que Washington seguía cada vez más de cerca, el futuro político de Felipe González1194, al que algunos sectores norteamericanos denominaban el “John Kennedy” español. Este encuentro, en última instancia, se enmarcaba dentro del viaje realizado a mediados de diciembre a Centroamérica y el Caribe, cuyo fin era buscar material para que la IS pudiera tomar resoluciones sobre Centroamérica en su próxima reunión en Caracas.
Antes de volver a España, y en relación con la misma problemática, se entrevistó también con el Secretario General de la Naciones Unidas, Pérez de Cuéllar. Y ya una vez en España, expresó que aunque los comicios en El Salvador iban a ser una farsa, era inevitable su realización. La solución a la crisis, según su opinión, estaría en las negociaciones entre la guerrilla y la actual Junta Militar que gobernaba el país1195. En este sentido, a finales de enero, se entrevistó con Ana Guadalupe Martínez, comandante del FMLN, quien le explicó la política de la oposición salvadoreña y su posición ante los próximos comicios: las elecciones no son ni el principio de la solución ni la solución misma para mi país en las actuales condiciones1196.
El viaje de Felipe González a la zona y las gestiones que el líder del PSOE representaba dentro de la IS no habían pasado desapercibidas. Así en el mes de febrero, fue el embajador de Estados Unidos en Panamá, Ambles Moss, en un coloquio celebrado en Miami sobre “España y América”, quien expresó que España juega un papel activo en Centroamérica1197. Estas actividades que estaba desarrollando España en el conflicto, en opinión de Luis Alberto Monge, candidato a la presidencia de Costa Rica, tenían que ser distintas a las que mantuvieron durante la época de Franco, donde España jugó un papel negativo porque los grupos militares de América Latina sentían como el respaldo moral les venía desde España. Este proceso (...) podría cambiar el signo de su influencia e inyectar esperanzas en las corrientes democratizadoras de nuestro continente1198. Mientras, los líderes sandinistas seguían visitando España.
En esta ocasión, fue Miguel D´Escoto, ministro de Exteriores nicaragüense quien hizo una escala en Madrid cuando iba con destino a Libia.
No debemos olvidar que era la UCD quien ocupaba el Gobierno. De ahí que Pérez-Llorca realizara una sesión de trabajo en México, con los embajadores de España en Honduras, Panamá, El Salvador, Costa Rica, Jamaica, Cuba, República Dominicana, Haití, Nicaragua, México y el cónsul de Guatemala.
Cuyo fin era coordinar la política de colaboración y presencia de España en Centroamérica, que sufrirá una renovación y potenciación capaz de acallar las acusaciones que se han hecho a la diplomacia española, en el sentido de que desatiende las relaciones con los países del área1199.
Felipe González seguía con su inagotable agenda, y en este sentido, acudió a Bonn donde mantuvo una reunión de trabajo con Willy Brandt, presidente de la IS y del partido socialdemócrata alemán, buscando fijar en la misma cuáles iban a ser las posiciones a defender, antes de que González volviera a la zona. Según expuso, este viaje serviría para continuar buscando fórmulas para evitar conflictos en Centroamérica y una posible intervención exterior1200. Para ello, la IS no sería quien tomase las iniciativas, sino que brindaría su apoyo incondicional a las posibles soluciones que surgiesen, esencialmente a través de un tercer país como México o Panamá. Y ello, aunque el Gobierno mexicano tuviera ciertas reticencias al papel de la IS, por considerar que la zona estaba bajo su influencia. Por esta causa se buscaba información de primera mano a través del contacto directo con los actores que intervenían en el conflicto. Información que luego era también notificada al ministro de Exteriores español y que según comentó Felipe González a su vuelta de Bonn, parecía que había tenido efecto. Esta actitud hizo que en esos momentos se sintiese satisfecho del camino que estaban tomando las acciones políticas del Gobierno español hacia la zona, cuyo mejor exponente eran las declaraciones efectuadas por el ministro de Exteriores1201, Pérez-LLorca, en su visita a Panamá y México1202. Parecía que al menos en este punto, se lograba un acercamiento entre las distintas fuerzas políticas españolas hacia la razón última del conflicto y su posible solución. Lo cual suponía un hecho positivo teniendo en cuenta la posibilidad existente de un inminente cambio de partido al frente del Gobierno ante las próximas elecciones generales a celebrar en octubre1203. Aún así, seguían existiendo “ciertas diferencias” entre la UCD y el PSOE, fundamentalmente con relación a la evolución del régimen nicaragüense; al papel de Estados Unidos en la zona y a la posibilidad de diálogo entre los grupos en conflicto en El Salvador.
Pudiéndose, en este último punto, tildar la política del en esos momentos ministro de Exteriores como utópica1204.
El 24 de febrero tuvo lugar la reunión de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso donde, además de tratarse el tema de la prórroga del Tratado de Amistad y Cooperación entre España y Estados Unidos, se planteó una moción del PSOE contraria a una posible intervención norteamericana en la zona.
En ésta, los socialistas exponían que se sentían más solidarios de los democristianos que mueren en El Salvador que del presidente de la Junta militar, Napoleón Duarte1205 . Moción que fue transformada por UCD en una condena a cualquier intervención externa en los países del área, sea cual sea el tipo de la intervención, su filosofía, su origen, sus medios o sus propósitos1206.
A finales de dicho mes, González se mostró favorable a la propuesta del Presidente mexicano, José López Portillo, de un plan de paz para la zona1207. Considerándola como la más válida e interesante que haya sido formulada estos últimos años, porque respeta el desarrollo político de los pueblos. Al mismo tiempo era contrario a la propuesta norteamericana, por considerarla poco operativa y condenar a algunos países a las tinieblas señalándolos con el dedo1208. Este plan de paz mexicano también recibió el visto bueno de Fidel Castro, el cual afirmaba que Cuba coincidía en la búsqueda de esa paz para la región, sustentada por el derecho de los pueblos a la plenitud de su soberanía, a la completa autodeterminación y a realizar las transformaciones políticas y sociales que ellos mismos decidan democráticamente1209.
Así mismo, viajó a Caracas, donde coincidió con Lionel Jospin, Primer Secretario del Partido Socialista francés, para debatir por qué el partido venezolano Acción Democrática, con el apoyo de otros partidos latinoamericanos, había decidido anular una reunión prevista en el país. En dicha reunión se iba a escuchar el informe preparado por el propio González en su calidad de Presidente del Comité Internacional de Defensa de la Revolución Nicaragüense. La razón esgrimida era el haber recibido una información en la cual se les comunicaba que una delegación sandinista iba a acudir a la misma1210. En esta ciudad, el líder socialista afirmó que no estaban dispuestos a contribuir al aislamiento por el mundo democrático del proceso político nicaragüense y, por extensión, del centroamericano, porque esta sería una operación peligrosa1211. También expuso que el proyecto inicial de la Revolución nicaragüense, caracterizado por ser pluralista, de economía mixta e internacionalmente no alineado con la política de bloques, recibía el apoyo incondicional de la IS a pesar de lo ocurrido. Así, Pierre Shori, comentaría sobre el particular que las fuerzas opuestas al Gobierno nicaragüense habían lanzado una campaña para presentar a la IS dividida en su posición respecto al FSLN y al proceso revolucionario de Nicaragua.
Según éste, la reunión se suspendió por una carta conjunta enviada por la AD venezolana y el PLN de Costa Rica a Brandt, en la cual ambos partidos objetaban la presencia de una delegación sandinista en la reunión. El gobierno de Herrera Campins amenazó oficiosamente con no conceder la visa a la delegación nicaragüense en una muestra clara por dividir a la IS. Shori afirmó que seguirían apoyando a los sandinistas1212, al tiempo que apostaba porque desde Europa se le dijera al presidente Reagan que tenía que tratar de convivir con gobiernos revolucionarios aunque no sean de su agrado y a los sandinistas que tienen que coexistir con una oposición1213 . En este sentido, Tomás Borge comentó que los representantes de la IS de Europa impedirán que Nicaragua sea aislada de las maniobras del imperialismo1214 . Para González, lo que había ocurrido eran problemas de procedimiento, para cuya solución la IS reglamentaría la participación en sus reuniones futura de delegados oficiales y los que únicamente tenían carácter de observadores o invitados1215.
Estas acciones que estaba llevando a cabo eran vistas de forma favorable por la oposición salvadoreña. Así, Manuel Ungo, líder de la misma y presidente del Frente Democrático Revolucionario (FDR), en unas declaraciones al diario El País, opinaba que el papel desempeñado por la IS era importante, porque Estados Unidos era sensible a las gestiones realizadas por los mismos. Ya que entre los miembros que la formaban estaban los principales aliados de Washington. Así mismo, frente a la tristeza de la posición del Gobierno español ante lo que estaba ocurriendo en su país, la posición de Felipe González era útil y correcta (...) y está salvando el honor de España en la crisis de mi país1216.
Postura que se vio ratificada a través de los hechos del líder socialista español. En primer lugar en el Congreso de los Diputados, en la sesión en la que se trató el tema de Centroamérica, el 31 de marzo, junto al ministro de AA.EE, Pérez-Llorca; el presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, José María de Areilza; Javier Rupérez y Luis Yáñez, entre otros. Allí, Felipe González se unió a la crítica de pasividad del Gobierno de UCD en la región, exponiendo cómo se podía observar en Centroamérica un deseo común de que la participación española en los problemas comunes fuera mayor.
Pidiendo una mayor presencia española, puesto que ésta se reclama, se desea, se quiere y, a veces, se extraña1217. Para ello, reclamó una evaluación de las condiciones que imperaban en la zona centroamericana y el Caribe y expuso dos propuestas concretas: aumentar la presencia española en la zona y recoger las diferentes propuestas de paz que se habían presentado. Proponiendo una salida política y económica a esos países, la cual sería apoyada por Estados Unidos, puesto que era la única solución que tenían a la situación generalizada de crisis y enfrentamientos civiles. Aludió también a los países fuera de la zona que agudizaban los problemas existentes y a que el istmo se podía convertir en una zona de enfrentamiento entre el Oeste y el Este. La principal acusación que se le planteó al Gobierno centrista, fue el dejarse arrebatar la iniciativa en la formulación de planes de estabilización para una zona calificada de explosiva y volcánica por otros países americanos y europeos. Todo ello, debido a su complejidad, se trasladó a otra reunión monográfica, la cual se celebraría el 27 de abril, tras una visita a la región centroamericana de una comisión de las Cámaras, presidida por Ignacio Camuñas.
En dicha visita, a la cual acudieron seis diputados españoles1218, se llegó a la conclusión de que los países implicados querían una mayor presencia española en la búsqueda de la paz. Lográndose el consenso en una cuestión básica: la deficiente presencia de la diplomacia española en la zona. La cual, sino se reforzaba, no podría satisfacer las demandas que tenían los diferentes actores acerca del papel que podía tener España. Incidiendo, también, en la necesidad de que España se uniera al plan de ayuda económica para Centroamérica y el Caribe en el que participaban inicialmente Estados Unidos, Canadá, México y Venezuela1219.
En abril, González volvió a Bonn a otra reunión de la IS, en este caso para analizar los resultados de las elecciones celebradas en El Salvador y la postura de Estados Unidos frente a los resultados de los comicios. En ésta, las discusiones fueron llevadas a cabo por el líder español y por Carlos Andrés Pérez.
Planteándose en la misma que el error de las elecciones no fue tanto de El Salvador, sino de Estados Unidos, ya que su proyecto inicial no les sirve, porque justamente uno de los candidatos, que puede en coalición alzarse con la mayoría, puede interpretar el sentido del voto como el aplastamiento total de la guerrilla, cuando la gente lo que quería era utilizar el vehículo de las urnas para pacificar el país1220.
Además, aunque las elecciones tuvieron un alto seguimiento, lo cierto es que no hubo condiciones jurídicas y políticas para que se pueda hablar de una elección limpia y libre. González participaría, así mismo, en la elaboración de una declaración sobre la postura de los socialistas para llegar a una solución, no sólo en El Salvador, sino en toda la región centroamericana. La cual se pudiera considerar como una tercera vía a las planteadas hasta el momento. Se debía buscar una estrategia basada en la libertad, en el pluralismo democrático y en un progreso sobre cambios estructurales muy profundos. Esta posible solución estaba en intensa consonancia con las propuestas de México y Panamá. Entre las resoluciones aprobadas, las más importantes se dirigían a la necesidad de suspender toda ayuda militar proveniente del exterior y al controvertido tema sobre la intervención de cualquier Estado en los asuntos de otro Estado. Por tanto, lo que en última instancia se estaba condenando, era toda intervención norteamericana, soviética o cubana en la zona. Por último, el líder socialista expresó su apoyo al gobierno sandinista de Nicaragua en su compromiso con el pluralismo, la justicia social, la democracia y la no alineación, condenando todo intento de desestabilización e interferencia contra su soberanía1221. Lo cual se vio respaldado por las declaraciones de Brandt, el cual afirmó que los nicaragüenses siempre serían invitados a los encuentros de la IS en los cuales se tratasen temas que les afectasen.
A finales de mes recibió al dirigente nicaragüense Sergio Ramírez, que acudió a España para recabar apoyo económico y político de Calvo Sotelo, así como para el conocido como “plan de paz mexicano”1222. El cual elogió la postura que estaba manteniendo España, especialmente en relación con la condena de la injerencia de terceros países en Nicaragua. El líder nicaragüense expuso que España es hoy, con México y Panamá, el país que más comprensión y apoyo presta a Nicaragua. Lo que esperamos de Madrid es que continúe con esa comprensión, que se refleja en apoyo político y ayuda financiera para nuestros proyectos1223. Incluso expuso cómo con relación al Gobierno de Calvo Sotelo, el presidente ha dejado en nuestras manos la sugerencia de una iniciativa concreta que podría respaldar su Gobierno.
Sobre este particular, Calvo Sotelo, manifestó que España debía ayudar en la solución pacífica de los problemas centroamericanos y aportar más asistencia económica y técnica para el desarrollo de Nicaragua1224. En aquellos momentos y como los temas que afectaban a la región eran siempre tratados por el líder socialista, se llegó a afirmar que pareciera que la diplomacia española ha asumido que Managua es un coto de Felipe González1225. Sobre todo, por la ambigüedad que el Gobierno de UCD había mantenido desde comienzos del conflicto, sin realizar ninguna visita oficial a la zona1226. Lo cierto, es que en relación con este tema, ni siquiera la IS parecía mantener una postura unívoca hacia el mismo, aunque tenía mayor amplitud de esperanzas en que el Gobierno nicaragüense no terminase bajo las redes o directrices del régimen soviético. En este sentido, un editorial del diario El País, afirmaba que los nicaragüenses son unos amigos incómodos que piden mucho y nada pueden ofrecer a cambio. Pero Nicaragua no hace sino acogerse a ese principio de relaciones especiales que España dice tener con América Latina (...) una vez más, sólo el PSOE se muestra dispuesto a entrar a fondo en el tema (...) sólo las relaciones económicas salvan parcialmente la dejación que a menudo hace España de supresencia política en ese continente 1227.
En julio se entrevistaría también con Daniel Ortega, el cual ejercía las funciones de Jefe de Estado1228, en su visita a España1229. En esta reunión, de nuevo, se volvió a solicitar la ayuda económica del Gobierno español y se intentó averiguar cuáles iban a ser las intenciones de Estados Unidos con relación a la intervención en Nicaragua. Sobre ello, el líder socialista afirmaría que el deseo de su partido era que en el plano político España desempeñara un papel de interlocutor para ayudarnos a dialogar con EE.UU. Cuantos más países mediadores amigos nos ayuden, mejor podremos evitar que la situación centroamericana, sumamente crítica en estos momentos, se vuelva más difícil1230. En este viaje Daniel Ortega se reunió también con el Rey y con el Presidente del Gobierno1231. Posteriormente, marchó a Francia para mantener contactos con diversos dirigentes políticos. En esos momentos, las relaciones del régimen sandinista con nuestros vecinos franceses se encontraban en mejor disposición que con las fuerzas políticas españolas. Mitterrand comentó la necesidad de salvaguardar la originalidad de la trayectoria sandinista, en el sentido de que debe de representar un no alineamiento auténtico de Nicaragua1232(...) Seguiremos mañana como ayer, interviniendo en la CEE para que se otorgue a los países de América Central y especialmente a Nicaragua, toda la cooperación económica y financiera a que tiene derecho1233 1234. Los socialistas españoles, por su parte, estaban comenzando a tener algunas discrepancias con el rumbo que estaban tomando alguno de los postulados de la Revolución Sandinista.
Aunque ello, aún no había llevado hasta el extremo de romper sus relaciones. Pero, en su momento, sí fue utilizado este distanciamiento como una de las causas del “apoyo” a las tesis más pronorteamericanas en contra de los comandantes nicaragüenses.
En junio, la IS había tenido una reunión en Helsinki, donde los sandinistas propusieron la celebración de una conferencia sobre la paz en Centroamérica. A esta reunión también acudió Guillermo Ungo, el presidente del FDR salvadoreño, el cual a su vuelta a su país, se detuvo en España donde se entrevistó entre otros con Felipe González. El cual, y ya en el mes de septiembre, se entrevistaría con el canciller de Honduras, Edgardo Paz Barnica, expresándole todo su apoyo para que el plan de paz para Centroamérica propuesto por Honduras llegara a buen término. Entrevistándose también con el Rey.
Desde ese momento, la atención de Felipe González se centró fundamentalmente en las elecciones de octubre del 82. Las cuales como ya se ha expuesto en otros apartados de esta investigación, fueron ganadas por el partido socialista por una amplia mayoría. Victoria tras la cual la impresión prevaleciente entre los países latinoamericanos fue de satisfacción, al pensarse que un Gobierno de izquierda potenciaría más las relaciones con Iberoamérica, y tendría una contribución decidida en la resolución del conflicto centroamericano. Como ejemplo, sirvan las palabras de José López Portillo, presidente mexicano: los profundos y estrechos lazos que felizmente unen a nuestros pueblos se verán reforzados durante el gobierno socialista1235. Así mismo, el diario Uno mas uno se refería al PSOE en su editorial con los siguientes términos: en rigor político, la alternativa socialista en España es, al margen de cualquier posición parcial o partidista, un gran acontecimiento mundial.
Del discurso en el Congreso para presentar su candidatura a la presidencia del Gobierno, se pueden concluir una serie de ideas implícitas con relación a la política exterior1236. Las cuales, aunque han sido referidas en algunos de sus puntos en el capítulo anterior, creemos necesario volver a recoger en beneficio de una mayor claridad expositiva. A saber:
1. Una idea crítica con relación a la concepción de la política seguida en el
pasado, que era fundamentalmente acomodante.
2. Una noción voluntarista de cambio de cara al futuro.
3. El reconocimiento de las posibilidades y límites de la acción española.
Además, se marcaban los objetivos de la referida política:
1. Contribuir al proceso de afianzamiento de la democracia española.
2. Favorecer el proceso de modernización económica y social de España mediante
la incorporación a la CE1237.
3. Contribuir al mantenimiento de los equilibrios globales, a la vez que se
salvaguardan los específicos intereses de seguridad española.
4. Mejorar las relaciones con los países vecinos, propiciando la estabilidad y
el progreso de la política internacional.
Cuando Felipe González llegó a la Moncloa en 1982, había visitado Iberoamérica en más de doce ocasiones. De ellas, más de cuatro en los últimos dos años. Como hemos ido mencionado, ello se debía, sobre todo, al impulso de la IS y en especial al interés que tenía el Partido Social Demócrata alemán y, sobre todo, Willy Brandt -presidente de la IS- de expandir la presencia socialista en la región. Labor para la cual se valieron tanto del PSOE como, fundamentalmente, de la figura de su joven líder. En noviembre, justo después del triunfo electoral, la IS se reunió en Basiela para analizar los resultados electorales, aunque esta vez no acudió González sino Francisco López Real, miembro de la comisión ejecutiva. De nuevo, la situación de El Salvador ocupó parte de los debates. Entre las resoluciones aprobadas, se puede leer: saludar las decisiones del Frente Patriótico de la Revolución de Nicaragua, en orden a solicitar a la Junta de Gobierno la elaboración de una ley electoral, la ley de partidos políticos, la ley de inversiones extranjeras, la ley reguladora de los medios de comunicación y la reforma a la ley de emergencia nacional que permita practicar a los partidos políticos sus actividades internas1238.
La política exterior era uno de los campos donde el gabinete socialista tenía que dar una clara definición de cuáles eran los intereses y las líneas de actuación que caracterizarían a la misma en este período que se abría en España. Sobre todo, porque era uno de los ministerios donde el desconcierto y la descoordinación eran mayores1239. En este sentido, el editorial del diario El País que hacía mención del análisis de esta política en el Debate de Estado de la nación, afirmaba que si había algún sector dentro de la política española en el que hubiera brillado la confusión y el desconcierto del Gobierno, ese era el de la política exterior. Nunca como durante los Gobiernos de UCD, continuaba, se vio más a las claras la indefinición de principios que han venido aquejando a nuestra diplomacia1240 . En América Latina, se planteaban las posibilidades de que surgieran conflictos, especialmente con la Administración Norteamericana, debido a que eran zonas donde se unían las preocupaciones del líder socialista con su mayor conocimiento e información sobre la situación de los diferentes actores1241. Los numerosos viajes de Felipe González al subcontinente americano, su actitud mediadora en el conflicto de Nicaragua y sus compromisos con la IS, han permitido al PSOE una posición de privilegio en este terreno1242. En especial, con relación a Centroamérica, se consideraba que la participación de González sería determinante como gestor del proceso de pacificación que estaba comenzando a surgir entre distintos gobiernos democráticos latinoamericanos. Según se exponía en un artículo de opinión en el citado diario, los dirigentes latinoamericanos querían la intervención de Felipe González porque sabían que era un político que suma y no resta, y que una llamada suya, una invitación oficial a España a determinados personajes en el momento oportuno, podría encauzar convenientemente un proceso de diálogo1243. En este sentido, afirmaba Antoine Blanca, embajador itinerante francés para Iberoamérica, que deberían trabajar junto al nuevo Gobierno español, el cual tenía ideas precisas sobre el papel a desempeñar en América Latina.
Buscándose una concertación de los gobiernos socialistas de la Europa occidental y, sobre todo, de Francia y de España. A lo cual, tendrían que unirse la eliminación de problemas entre ambos países y sus líderes, gracias a la amistad personal que mantenía tanto con González como con el Vicepresidente, Alfonso Guerra1244. Entre las acciones que afectaban a esta región que se comprometió a llevar a cabo, estaban:
• La cooperación activa entre España y América Latina en la promoción de un
nuevo orden económico internacional.
• La defensa inflexible de los derechos humanos ya sea individual, colectivos,
políticos, económicos o culturales.
• La solidaridad con demócratas que viven bajo el yugo de la dictadura1245.
El propio González, en una entrevista concedida al diario El País, afirmaba que su Gobierno no quería ser protagonista de nada. Que los dirigentes latinoamericanos eran conscientes de que ellos estaban allí y que podían recurrir a solicitar su ayuda cuando así lo estimasen oportuno. Para de este modo llevar a cabo un proyecto de paz, de democracia y de desarrollo del continente. Al mismo tiempo llamaba a la prudencia en el reconocimiento del Frente de Reconstrucción Nacional en El Salvador, para que su acción no fuese interpretada como una intromisión o una intervención de un país extranjero1246.
En este sentido, el primer contacto oficial que tuvo tras el triunfo de las elecciones, fue una visita a Madrid del nuevo Secretario de Estado norteamericano, George Shultz, en diciembre, con el cual trató largamente sobre el tema centroamericano. En una entrevista que le realizaron antes de llevar a cabo el viaje, al preguntársele si iba a hablar de América Latina con Shultz, contestó que cabía la posibilidad, aunque no era la primera consideración en relación con Hispanoamérica. En este momento hay allí una situación de tensión que puede desencadenar esa especie de conferencia que yo he llamado “el pequeño Helsinki” para la región centroamericana y el Caribe. La única solución estable que podía plantearse requería implicar a todas las partes, incluidos México, Colombia, Venezuela y algunos países del Pacto Andino. Sin olvidar a los países del Caribe y a EE.UU. Los intereses de EE.UU no sólo son intereses subjetivos de un país todopoderoso que quiere controlar una determinada área de supervivencia desde el punto de vista de su seguridad, son también unos intereses estratégicos objetivos que envuelven el futuro del Canal de Panamá. Se interrogaba entonces así mismo sobre qué papel podía jugar España allí, afirmando que el mayor error que se comete en política exterior es querer ser protagonista en un momento en que no es llamado a protagonizar nada. Los responsables políticos de todos los países que he visitado conocen mi disponibilidad y la del Gobierno español de cooperar en un proyecto de paz, de democracia, y de desarrollo del continente latinoamericano país por país o en su conjunto. Continuaba diciendo que, esa disposición voy a empezar a articularla con las personas que conozco, pero con prudencia, porque no quiero llegar antes ni después. Además, con relación al Salvador, yo no quiero que España de pasos por delante de los países de la región que están en el proyecto de paz, porque si no la intervención en el problema sonaría a eso: intervención entre comillas y subrayado, cosa que me parece que no es positiva. Concluyendo con la aseveración de que no había ninguna fuerza exterior que condicionara la política exterior de España, hay una generación que empieza a querer a España independiente y soberana desde la libertad1247.
Según Roberto Mesa, el objetivo que debía guiar a la política exterior española, no era tanto de grandeza, lo cual no se podía pensar para una potencia media como era el caso español, sino ocupar el sitio que le correspondía en las relaciones internacionales globales y que existiera un proceso socialista de modernización de la acción exterior1248. Así, en una entrevista realizada a Olof Palme en el momento del triunfo del PSOE, éste afirmaba que la llegada al Gobierno de González, abría nuevas perspectivas para discutir con España problemas de índole internacional. Lo cual podía llevar, incluso, a la necesidad de hacer algunas concesiones para poder así contar con el punto de vista de otros actores de la vida política nacional. La necesidad de una mayoría -que en el caso español se contaba de antemano- hacía necesario buscar algunos cambios en los planteamientos iniciales, aunque siempre con moderación.
Llevado a Centroamérica, provocaría que se sentasen juntos los países de la región y los occidentales para buscar una salida negociada. Las tiranías van a desaparecer porque todas las dictaduras llevan en su seno la enfermedad de su propia destrucción1249.
Al comienzo del mandato propuso convocar, tal y como se ha mencionado, una conferencia “mini-Helsinki” en la que España actuaría como sede. Su idea era añadirle una dimensión europea al proceso de Contadora y hacer que Cuba también participara. Le daba una significación especial a la participación cubana, al creer, junto a Morán, que la clave para la solución del problema en Centroamérica residía en hacer que los Estados Unidos y Cuba se unieran. En meses posteriores hubo una enorme actividad diplomática y Cuba volvió también a aparecer en las preocupaciones del Gobierno español. En este sentido, Martínez de la Vega afirmaba que el que hubiera paz negociada o guerra generalizada en Centroamérica dependía tanto de Fidel Castro como de Ronald Reagan1250. Según este autor, el acceso a la presidencia de Felipe González, era determinante porque su prestigio moral, comprensión del problema regional y capacidad de diálogo con todas las partes en conflicto elevan considerablemente las posibilidades de negociación (...) La sola gestión positiva del Gobierno socialista español, incluso sin ningún tipo de acción exterior, bastaría para contribuir ejemplarmente a la solución de los problemas centroamericanos. A lo cual había que unir la vocación iberoamericana de González y el minucioso conocimiento que tenía tanto de la zona como de los personajes. Así, éste realizó innumerables viajes maratonianos por América Latina, durante los cuales estableció estrechas relaciones de conocimiento y de amistad personal con los actuales dirigentes (...) como Omar Torrijos, se convirtió en interlocutor válido de cada una de las fuerzas beligerantes, los sandinistas y Edén Pastora; los guerrilleros; Fidel Castro y Ronald Reagan. Sobre todo, habría que destacar la impresión que se tenía en EE.UU acerca de la capacidad negociadora de González y su deseo manifiesto de utilizarlo como tal en la nueva etapa que comenzaba en la política española. Los ocho pacificadores latinoamericanos ven con esperanza esta nueva realidad española. Conocen la influencia personal de González ante los protagonistas en pugna y confían en él para finalizar las gestiones negociadoras. Saben que Felipe González es un político que suma, no resta y que una llamada suya, una invitación oficial a España a determinados personajes en el momento oportuno puede encauzar convenientemente un proceso de diálogo. En definitiva, y creemos que como buen broche a esta exposición, para Martínez de la Vega, González, en su nueva andadura latinoamericana, no necesita más compañeros de viaje que aquellos europeos que quieran asumir sin condiciones su tesis de paz y aquellos buenos socios latinoamericanos que le están ofreciendo incondicionalmente su respaldo político.
El 2 diciembre del 82, se realiza una misión de la IS a Nicaragua, encabezada por Carlos Andrés Pérez. Tras ella, González declararía que no había una solución estable al problema, si en la misma no se implicaba a todas las partes. Refiriéndose con ello también a México, Colombia, Venezuela y algunos países del Pacto Andino, los cuales, muestran su voluntad de entrar en esa especie de presión por la negociación para la paz y seguridad de la región. Luego están el Caribe y EE.UU1251. Veremos cómo intervinieron estos países y qué papel representó el líder político español en la articulación de los diversos intereses que se entremezclaban en esos conflictos. No tanto como el que proponía soluciones, sino un intermediario entre las partes. Actividad que consiguió, tal y como ahora expondremos, el reconocimiento de los líderes políticos, suponiendo un plus para España a la hora de calibrar el papel a desempeñar en la escena internacional.