Belén Blázquez Vilaplana
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Vamos a comenzar el análisis desde el momento en que accede González a la Secretaría del Partido. Distintos analistas han afirmado la trascendencia que en la vida del PSOE tuvo el congreso de Suresnes, Francia, en 1974. No pondremos en cuestión este aspecto, puesto que este acto es la primera vez en que se elige a González como Primer Secretario412, término que posteriormente sería sustituido por el de Secretario General. Pero nos inclinamos por destacar como más relevante no el momento este en sí, sino el período comprendido entre dicho Congreso y el llamado Extraordinario de octubre de 1979.
Debido a que en el de Suresnes su elección se debió más que a una estrategia planeada por el llamado “grupo de Sevilla”413, como el propio González ha repetido en innumerables ocasiones, a factores coyunturales, tales como la negativa de Nicolás Redondo a ocupar la Secretaría al preferir seguir al frente del sindicato UGT que en aquellos momentos significaba una mayor o igual cuota de poder que el partido414; a las dificultades con que se tuvo que enfrentar Enrique Múgica para acceder al cargo415; o la falta de una opción de la agrupación madrileña. En este sentido, Felipe González ha afirmado sobre aquello que renovaron con él por exclusión, en aquel momento nadie estaba pensando que fuera yo el que encabezase eso. Vamos, estaban conspirando eso unos cuantos compañeros pero la mayoría no416.
González, además, expondrá el informe de gestión de la ejecutiva y no Nicolás Redondo como era lógico de acuerdo con el cargo que ostentaba en aquellos momentos dentro de la Ejecutiva. Además, se daba la paradoja de que González no formaba parte de ésta, por cuanto había dimitido unos meses antes. En relación con esta designación y de acuerdo al desarrollo posterior de los acontecimientos, llaman la atención unas declaraciones realizadas por González en 1977 en las que afirmaba que había sido nombrado Secretario General del partido en Suresnes por exclusión de otros compañeros, no por vocación. Es verdad que en diciembre, fui reelegido para el cargo de forma abrumadora pero no tengo la ambición de hacer carrera política; fui atrapado por las circunstancias (...) yo no aspiro a convertirme en un político profesional. Por eso os lo digo ahora y quiero que conste por escrito, porque yo no voy a perpetuarme como Secretario General417. Veinte años después, los hechos vendrían a refutar estas ideas, y eso que la anterior referencia no fue la única que el ex Presidente realizara acerca de su falta de vocación como político profesional y más concretamente como líder político a lo largo de estos años. Tal vez, le ocurriera como adelantaba Antonio Guerra en su biografía en 1978, que su introducción en el esquema de vida de un gran partido como era el PSOE, le había llevado a modificar los planteamientos vitales que había tenido siempre418.
El Congreso del 79, ha de verse, como el momento cumbre de concreción en una sola fuerza política de las distintas facciones que existían identificadas con la ideología socialista, tanto fuera como dentro del territorio español. En estos cinco años, el “grupo sevillano” encabezado por González y Guerra consigue, finalmente, dar por concluido un proceso cuyos inicios se pueden fechar en la década de los sesenta, al superar tres grandes enfrentamientos de las distintas fuerzas que componían el Partido Socialista. Los cuales, aunque para facilitar su exposición analítica vaya a exponer como categorías diferenciadas simplificando en exceso las disputas existentes, lo cierto es que se solapan en el tiempo, en los personajes que intervienen en las disputas, así como en los temas tratados en las mismas, a saber:
1. Socialistas Exiliados o “históricos” (H) versus Socialistas del interior o “renovadores” (R).
2. Socialistas vascos, aragoneses y madrileños versus Socialistas sevillanos
3. Socialistas marxistas versus Socialistas no marxistas.