Belén Blázquez Vilaplana
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Sin embargo, el año 85 comenzaba con un acto contrario a los intereses nicaragüenses según ellos entendieron. España mandó como representante del Gobierno a la toma de posesión del presidente Daniel Ortega al ministro de Educación, Javier Solana, una de las misiones de menor nivel diplomático de las enviadas a actos similares en Iberoamérica1305. Lo cual produjo el malestar del Gobierno de Nicaragua. Pero lo cierto es que las relaciones estaban en uno de los niveles más bajos de los últimos años, especialmente desde que España se negara a mandar observadores electorales en las elecciones de noviembre. Fernando Morán, opinaba sobre este particular que la revolución sandinista se apresuró a modificar en 1981, sus principios originales. Proclamó su apoyo a la guerrilla salvadoreña y ha expulsado del poder a los representantes de la clase media liberal, convirtiéndose así en una fuerza desestabilizadora en la región1306.
Aún así, tras una visita en enero del Presidente mexicano, Miguel de la Madrid, González se comprometió a intensificar el apoyo diplomático al Grupo de Contadora. Mostrando, así mismo, su apoyo a los esfuerzos que estaba realizando Nicaragua por apaciguar la zona, siendo estas las primeras declaraciones efectuadas tras la toma de posesión de Daniel Ortega1307. El embajador en Madrid, Orlando Castillo, pidió al Gobierno español que ejerciera su influencia para llevar a la práctica los acuerdos de Contadora. Que interviniera ante EE.UU para seguir los contactos de Manzanillo y para que no siguieran dando ayuda a la contra.
Los contactos siguieron con una reunión en Madrid con el vicepresidente de Nicaragua, Sergio Ramírez, el cual pidió que España mediara ante Estados Unidos en la visita que Reagan iba a efectuar en mayo a nuestro país y conseguir así un diálogo sobre el conflicto. Solicitud que recibió una respuesta favorable del líder socialista ya que en su opinión, sin solucionar ese problema, no se podía conseguir estabilidad en la zona, por cuanto Nicaragua se había convertido en la clave1308.
El 28 de febrero llegó a España el embajador volante de Reagan, General Verton Walters, para tratar entre otros temas el centroamericano y la deuda externa de los países del área. Encuentro al que también asistieron el embajador norteamericano en España, Thomas Enders y Luis Yáñez asesor en materia exterior del Presidente González. En esas mismas fechas, se encontraba en España el ministro de Exteriores soviético, Andrei Gromiko, el cual fue recibido por el Rey, Felipe González y Fernando Morán.
En estas reuniones, de nuevo se centró la atención en Centroamérica, especialmente en la problemática Nicaragua, por el fracaso del último encuentro de Contadora y la ruptura de conversaciones en Manzanillo (México) entre los gobiernos de Managua y de Washington. Al día siguiente, el 29 de febrero, González viajaría a Uruguay para asistir a la toma de posesión del Presidente uruguayo, Julio María Sanguinetti1309.
Este acto convirtió a Montevideo en el centro de reuniones sobre la crisis centroamericana, o como fue descrita, la capital del diálogo centroamericano1310. En este viaje, González se entrevistó con George Shultz, Secretario de Estado Norteamericano; con Luis Alberto Monge, Presidente de Costa Rica y con Daniel Ortega, para mediar en el conflicto y servir de preparación para la reunión que iban a realizar el dirigente norteamericano y el nicaragüense. En esos mismos momentos, la embajadora saliente de EE.UU ante las Naciones Unidas, comentaba sobre el particular que podía imaginar en Nicaragua un régimen de comunismo nacional similar a los de China o Yugoslavia que mantenga la paz con sus vecinos y una coexistencia relativamente constructiva con EE.UU1311. Pero al mismo tiempo, Reagan se negaba a aceptar una propuesta nicaragüense por considerarla insuficiente y definirla como un mero truco cuyo fin era influir en las decisiones del Congreso de los Estados Unidos sobre dar o no más ayuda financiera, unos 14 millones de dólares, a la contra1312. Lo cual les permitiría, según ellos mismos exponían, evitar que Nicaragua expandiese por toda la región centroamericana el régimen comunista que en esos momentos imponían en su país. Y cuyo final sería Costa Rica, por lo cual instaban a ésta a que fuera paulatinamente rompiendo todo tipo de relación con sus vecinos. Pero lo cierto es que la población norteamericana cada vez era más reacia a que esas ayudas se llevaran a cabo para acabar con el régimen sandinista. El Gobierno español, por su parte, enviaba dos misiones diplomáticas a Washington: por una parte, a Mercedes Rico, Directora General para Iberoamérica en el Ministerio de Asuntos Exteriores, la cual acudía para tratar el tema centroamericano y, por otra, a Elena -Flores, Secretaria de Relaciones Internacionales del Comité Ejecutivo del PSOE. Siendo el trabajo de esta última tratar el tema del desarme nuclear en la llamada guerra de las galaxias.
El 11 de abril tuvo lugar en Madrid el XIV Congreso de la Unión de Partidos Socialistas de las Comunidades Europeas. En la resolución de dicho congreso, se hizo un llamamiento a la paz en Centroamérica y expresaron el apoyo a la iniciativa de Contadora. En este sentido, González expuso que Europa no podía resignarse a un mundo bipolar, y desde la solidaridad con los aliados en el mundo occidental, debe luchar por crear confianza entre los bloques para favorecer el desarme y un futuro libre de amenazas1313. Lo cual completó mediante la petición de apoyo a las nuevas democracias nacidas en Latinoamérica, puesto que tras el ingreso de España en la CE, al convertirse el castellano en lengua oficial de la misma, lengua compartida en esas otras latitudes, se provocaría la necesidad de un conocimiento más directo y un estrechamiento de vínculos permanentes. Esta intervención se vio ratificada por otra del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra.
Sin embargo, las cosas no iban por buen camino. Nicaragua rechazó un plan de Reagan para la zona. Este hecho mereció una explicación por parte de Daniel Ortega al Presidente del Gobierno español, considerando éste como un golpe para Contadora y un ultimátum criminal que confirma el carácter de agresión interna en Nicaragua1314. Opinión que se vio complementada con una crítica de Felipe González a la actitud norteamericana, la cual le hizo llegar al Presidente Reagan mediante una llamada telefónica.
Manteniendo que Estados Unidos al tiempo que proponía un plan de paz, ayudaba a los antisandinista para desestabilizar al Gobierno nicaragüense, la oferta de paz no debe estar acompañada por el estímulo a la guerra1315 (...) No se puede hacer al tiempo una oferta de paz y estar intentando alimentar la lucha de grupos que están en contra del Gobierno de Nicaragua y que han pertenecido, sin duda alguna, a un régimen como el de Somoza, que ha sido una de las dictaduras más feroces y más cruentas que ha conocido América Latina1316 . Para él, la solución se encontraba en potenciar la actuación del Grupo de Contadora, ya que en el propio proyecto de Contadora existen datos suficientes como para tener una esperanza de pacificación definitiva para la región centroamericana1317. En este aspecto, llamaba la atención la posición de Costa Rica, por cuanto en aquellos momentos se encontraba gobernada por el PLN, partido de tendencia socialdemócrata y que, sin embargo, y a diferencia de la postura defendida por España, manifestaba a través de su Presidente, Luis Alberto Monge, que Nicaragua desaprovechaba una magnífica oportunidad al rechazar esta oferta1318. Aunque, se justificaba diciendo que lo que proponía era un diálogo y que, por tanto, con lo que no estaba de acuerdo era con la ayuda solicitada para la contra.
Posición y disparidad de criterios que tuvo posibilidades de aclarar detenidamente en la visita del presidente norteamericano a España en mayo y en la cual el tema centroamericano se convirtió en el más importante de la misma. Según un alto funcionario de la Casa Blanca, el Presidente deseaba que González utilizara su enorme influencia para hablar con los sandinistas y convencerlos de dialogar con la contra, pero no que actuaran como intermediarios1319 .
Dicha visita, con una posterior del Presidente nicaragüense, convertía a España en el único puente de diálogo entre Managua y Washington. Aunque Felipe González siguiese negando su participación como mediador en el conflicto, al tiempo que no compartían la visión norteamericana tanto sobre el rumbo de la revolución sandinista1320 como sobre la manera de solucionar el conflicto. Pero afirmaba que siempre que pueda ayudar a solucionar un conflicto, estaré en esa tarea1321. Del mismo modo, de manera extraoficial, comentó cómo Ronald Reagan le había asegurado que no se produciría una intervención en Nicaragua. Por su parte, Daniel Ortega que venía de visitar otros países europeos solicitando ayuda para su país, sobre todo económica, realizó lo propio en España1322. Aunque la visita se calificara como privada, buscando con ello paliar los efectos del bloqueo norteamericano. Felipe González descartó en ese momento la posibilidad de brindar ayuda militar, así como de responder agresivamente al embargo de Estados Unidos hacia Nicaragua, aunque considerase un error el apoyo que la Administración Reagan estaba efectuando a la contra. Además, declaró que pensaba mantener la cooperación con el país nicaragüense más allá de ninguna coyuntura1323 y que se basaría entorno a dos criterios: uno de solidaridad o ayuda humanitaria y otro de intercambio en función de los intereses nacionales1324. Pero que el proyecto de revolución nicaragüense que él apoyaba era el originario porque en la actualidad el régimen de libertades era bastante pobre. Del mismo modo, expresó su pesimismo sobre el futuro de este proyecto al estar por medio Estados Unidos, que era una superpotencia que no iba a permitir otra Cuba en la región y que para conseguir una desescalada en el conflicto debía comenzarse por una verbal1325. Comentando que en Nicaragua hay un régimen de libertades (...) que a mí me gustaría que fuesen mayores. Respeto las adaptaciones que requiere un régimen determinado, (...) yo no tengo que decirle a Nicaragua lo que tiene que hacer; soy demócrata y lo que deseo para mi pueblo lo deseo para los otros pueblos (...) Sólo los nicaragüenses son responsables de su Gobierno. Lo que no me pueden pedir es que me identifique con una forma de gobernar que yo no quisiera para mi país1326.
Estos convocaron una manifestación frente a la embajada nicaragüense en Madrid, en la cual la consigna era “Felipe Aprende, Daniel no se vende”. Lo cual llevó al presidente Ortega a salir en defensa de González afirmando que el Gobierno de España y el presidente del Gobierno siempre han tenido una actitud consecuentemente solidaria con Nicaragua y esto se agradece (...) No puede haber solidaridad sin unidad (...) para que el gobieno de EEUU cambie de actitud y podamos alcanzar la paz en Nicaragua.
A esta visita le siguió la de Sergio Ramírez, vicepresidente de Nicaragua, en la que destacó el papel que estaba jugando Felipe González en Centroamérica, al demostrar que tiene la habilidad y la decisión suficiente para jugar un importante papel en el futuro de Centroamérica, gracias a su prestigio y autoridad moral1327.
En junio visitó España el Presidente electo de Perú, Alán García y en julio, González anunció la suspensión del viaje oficial a Cuba, Ecuador y Perú, en este último caso para asistir a la toma de posesión del mencionado actor. Según fuentes oficiales, ello se debía a que el viaje coincidía en el tiempo con el debate en el Congreso de los Diputados de los Presupuestos Generales del Estado, puesto que había habido cambios importantes en la política económica en los últimos meses y era necesario un debate serio sobre las cifras del citado presupuesto. Sin embargo, otras fuentes decían que se debía a un consejo de Ronald Reagan para que el Presidente español no visitara Cuba en esos momentos por la delicada situación por la que estaba atravesando la isla. Esta última opinión, fue desmentida por el ministro de Asuntos Exteriores, Fernández Ordóñez y por Elena Flores. En meses posteriores, fuentes gubernamentales dijeron que la verdadera razón de que González no se desplazara fue que estaba muy afectado por la dimisión de su ministro de Economía, Miguel Boyer.
El 24 de septiembre viajó a México con motivo del terremoto que arrasó parte del país, donde se entrevistó con el Presidente Miguel de la Madrid. En este viaje, prometió toda la ayuda posible a México como pago de la deuda contraída por los españoles durante el franquismo, ya que había sido precisamente México el país que los había acogido. Posteriormente se desplazó a Nueva York, a la sede de las Naciones Unidas, donde pronunciaría un discurso ante la XI Asamblea, la cual estaba presidida en ese período de sesiones por el español Jaime de Piníes. En ésta, entre otros temas habló de los conflictos más importantes que en esos momentos asolaban al mundo: Oriente Próximo y Centroamérica. Acerca de este último, mencionó que la crisis continuaba proyectando su sombra desestabilizadora sobre toda la región. Pidiendo el apoyo de toda la Comunidad Internacional para el Grupo de Contadora1328. Según se indica en un editorial del diario El País1329(...) no es fácil, y menos aún en ese foro, que la intervención del Presidente de Gobierno de una potencia media aporte ideas nuevas o soluciones operativas para problemas de tan elevada generalidad y tan complejas implicaciones (...) los comentarios sobre la crisis centroamericana no han descendido de un elevado nivel de generalidad. La preocupación inicial del Gobierno socialista por los problemas latinoamericanos, que convirtió en frecuente noticia los pronunciamientos de Felipe González sobre las gestiones del Grupo de Contadora para pacificar Centroamérica han pasado últimamente a un segundo plano (...) En realidad, poca cosa nueva hay en esta delicada cuestión de la posición internacional. Habrá que esperar todavía un poco más para que todo este enredo vaya tomando cuerpo en el mundo de las realidades. También se entrevistó con Reagan y con el vicepresidente George Bush, con el Rey Hussein de Jordania; con el Secretario General de Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar y con el Presidente brasileño, José Sarney. Fue acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez; por el de Sanidad, Ernest Llunch y por el de Cultura y Portavoz del Gobierno, Javier Solana. El viaje estuvo rodeado de una cierta polémica porque en principio surgieron problemas para que el Presidente español fuera recibido por el Presidente norteamericano y de ahí que el español se negara entonces a ser recibido por el Secretario de Estado, George Shultz. Estableciéndose el contacto a nivel de los ministros de Asuntos Exteriores. Finalmente también se entrevistó con éste. En el encuentro con Bush, éste tuvo especial interés en conocer las opiniones de González sobre el diálogo Este-Oeste; Latinoamérica y el problema de la deuda externa; Oriente Próximo y China. Con Reagan, se trató sobre todo el tema de las bases y del referéndum de la OTAN. Así mismo, participó en el seminario “España en la década de los ochenta” organizado por la entidad Wilson Center, en colaboración con el ICI. Donde expondría su postura acerca de la OTAN, afirmando que confiaba plenamente en que el pueblo español entenderá las razones que abogan por nuestra permanencia en la Alianza en las condiciones en que ahora estamos en ella, porque permanecer en la Alianza, integrados en la Comunidad Europea, es otra de las vías por las que España puede, y debe, adoptar su contribución a la solidaridad de las naciones democráticas de Europa1330. En esta visita se avanzó un poco más para implicar a la CEE en los temas latinoamericanos, en una reunión que el presidente español mantuvo con los Presidentes de Panamá, Nicolás Ardito Barletta, Uruguay, Julio Mª Sanguinetti y Venezuela, Jaime Lusinchi. A propuesta uruguaya se creó un mecanismo informal para establecer contactos diplomáticos periódicos con los países latinoamericanos sobre temas comunitarios.
Actitud que reafirmó en un “Encuentro en la Democracia”, realizado en Madrid por el Instituto de Cooperación Iberoamericana. En dicho encuentro, en su intervención, afirmó que las relaciones con Latinoamérica se mantienen por razones morales y no económicas, por cuanto los intercambios con el continente son escasísimos, de un 5% las importaciones españoles y de un 4% las exportaciones1331.
En octubre visitó al canciller alemán Helmut Kohl en la República Federal Alemana, comprometiéndose a cumplir la parte que le correspondía a España para mantener la seguridad colectiva y concienciar al pueblo español de ello. Entre los temas que trataron, estuvieron además del fundamental de la adhesión a la Comunidad Europea por España y de las relaciones económicas hispano-germanas, el del diálogo Este-Oeste, el problema centroamericano y la deuda externa de los países de Latinoamérica.
En otro orden de cosas, González no pudo acudir a la reunión de la IS en Viena, donde tenía que presentar una intervención en la clausura, debido a que en las mismas fechas se produjo en España el Debate sobre el Estado de la Nación1332. Su intervención era importante, por cuanto Brandt había delegado en él la principal intervención de fin de la reunión. Acudieron a la misma Txiki Benegas, Elena Flores y Rafael Estrella.
El año terminaba con una visita en noviembre de Napoleón Duarte, presidente de El Salvador; la de Jaime Wheelock, uno de los nueve comandantes que dirigían la revolución sandinista; la de Olof Palme y la de Carlos Andrés Pérez. El primero de estos comentó que la posición de González siempre había sido muy confortante para el proceso democrático de su país y que ahora debían colaborar en realizar el control del cumplimiento del Acta de Contadora1333. La posición de González había sido correcta con relación al régimen de Nicaragua. Siendo el papel de España determinante como vía de contacto con los países europeos. Por cuanto, es imprescindible para la pacificación de Centroamérica la presencia de Europa1334. Dicha visita tuvo algunos inconvenientes debido a la necesidad de ser suspendida dos veces porque la guerrilla había secuestrado a la hija del Presidente1335. En las negociaciones para su liberación intervino el ministro de Asuntos Exteriores, a través de contactos con países que podían tener influencia en la guerrilla.
Wheelock, por su parte, vino a explicar las razones por las cuales su gobierno había adoptado medidas de emergencia que privaban a la población de los derechos y libertades democráticos. Afirmando que el Presidente mantenía su disposición de apoyar nuestros esfuerzos para construir una sociedad nueva1336. Aunque manifestó que González no se sentía alegre por las medidas adoptadas, razón por la cual había viajado a España, para neutralizar los temores sobre una posible radicalización de la revolución nicaragüense. También se entrevistó con el ministro de Asuntos Exteriores. Además, Olof Palme estuvo de visita privada en España, para recibir el premio por la Paz concedido por la Asociación Española de las Naciones Unidas y el 19 de noviembre, llegó a España Carlos Andrés Pérez como vicepresidente de la IS, para dialogar con González sobre los problemas de Centroamérica. Afirmando que si el Grupo de Contadora no conseguía el apoyo de EE.UU de manera pacífica, se podían encontrar frente a una escalada bélica o una guerra de imprevisibles consecuencias1337. La posición del líder socialista español quedó claramente al descubierto en diciembre, al filtrarse un ”plan de paz” auspiciado por él mismo, en el que se había buscado el diálogo en el ámbito privado entre las partes en conflicto, en este caso, en Nicaragua. Lo cual no recibió la crítica de la Casa Blanca, sino que en cierto modo fue considerado como útil por la Administración norteamericana, siempre y cuando en las mismas interviniese la contra. El Presidente español promovió esta iniciativa ante el fracaso del plan regional de paz de Contadora y por la inexistencia de alternativas al mismo. Entre los sectores españoles, vinculados con este “proyecto” no cayó nada bien la filtración de los encuentros porque opinaban que esto podía acabar con la virtualidad de los mismos. Las críticas surgidas, tanto por la postura de González, como por las acciones emprendidas, llevaron a Luis Cuervo, embajador español en Managua, a afirmar que estaban actuando como aliados leales de EE.UU. porque, honestamente, creemos que una confrontación final y un baño de sangre, que aparecen cada vez como más probables en este país, perjudicarían los intereses de todos, incluido EE.UU1338.
González afirmaba al hacer el balance de los diez años transcurridos desde la muerte del general Franco, que en la medida en que mi imagen se ha distanciado del pueblo por una parte, por otra se ha consolidado a los ojos de algunos sectores la idea de que soy una persona capaz de defender al Estado.
Pero al final la impresión que tengo cuando estoy en la calle es que la gente me sigue llamando Felipe, y eso me parece bien. Con esta declaración, cerramos este período analizado y nos adentraríamos en los años decisivos para la finalización de los conflictos de la zona, y donde el giro en la política española es más visible. Así mismo, sobre todo, los años que corresponden a la década de los 90, es el momento en el cual el Presidente español, rentabiliza el trabajo a nivel internacional que había venido desarrollando desde 1979. Aunque, paradójicamente, baja la presencia del mismo en la zona, tanto de manera directa como indirecta, tal y como ahora expondremos.