Belén Blázquez Vilaplana
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De todo lo expuesto hasta el momento, se deduce que el primer paso en el análisis sea incluir a España dentro de una jerarquización de Estados en función de la capacidad de acción e intervención o en palabra de otros autores, de la capacidad de negociación que tenga el Estado frente al exterior159.
Haciendo un símil con la sociedad, se pretende establecer una clasificación de los Estados como si éstos fueran o estuvieran agrupados en distintas clases sociales160. Entre las múltiples posibilidades que se presentan al definirlas, se da por supuesto que en esta jerarquía existen, como mínimo, tres categorías, aunque ello no signifique que no se puedan utilizar clasificaciones con mayor número de cohortes161. La clasificación de partida que se utilizará para delimitar el lugar que ocupan los Estados conforme a su poder en el ámbito internacional, es la siguiente162:
1. Superpotencias o Potencias mundiales.
Disponibilidad de intervención en cualquier parte del mundo: riqueza material; territorio de dimensiones continentales; recursos humanos considerables; alto nivel de desarrollo tecnológico; amplitud de arsenal nuclear. Los dos ejemplos tradicionales que entrarían en este apartado serían EE.UU. y la ex-URSS163 .
2. Grandes Potencias.
Intereses de tipo económico, político o militar más allá de la región en que se encuentre situada geográficamente, aunque sus políticas exteriores no tengan dimensiones planetarias. Citaremos aquí a China; Francia; Reino Unido; Japón y Alemania164.
3. Potencias Medias.
Países que no son ni grandes potencias, ni pequeñas.
4. Estados pequeños o débiles.
Población y territorio reducido. Menor importancia del factor económico. Limitan frecuentemente su política exterior a la zona donde están situadas y sólo se extienden esporádicamente fuera de esos límites.
5. Microestados.
Subgrupos de los pequeños Estados, población y territorio muy reducido.
Como no se va a efectuar en esta investigación un estudio comparado entre las políticas exteriores de diferentes Estados, no interesa tanto el hecho de realizar una clasificación exacta y completa en relación con las categorías referidas y con las variables que posteriormente se van a exponer, como dejar constancia de su existencia. Haciendo notar que los cambio tan vertiginosos que están azotando a la sociedad internacional en las últimas décadas, hacen difícil delimitar qué países pertenecen a las últimas categorías. Por cuanto, es mucho más sencillo identificar los países que despuntan por arriba, que aquellos que por cuestiones varias, pueden acabar en el cuarto o quinto escalón jerárquico. España debido a una serie de datos objetivos que ahora mencionaremos, se sitúa a escala mundial en una posición intermedia, que correspondería al punto 3 de los mencionados, aquel grupo de Estados que aunque son más débiles que los incluidos en el apartado 1 y 2, son bastante más fuertes que los miembros del grupo 4 y 5 con los que normalmente interactúa. De ahí, que con vistas a facilitar el análisis se vayan a englobar las categorías una y dos en una sola, aunque se tenga siempre en cuenta la supremacía de Estados Unidos, especialmente tras la desmembración de la URSS165. Realizando lo mismo con las categorías cuatro y cinco. De modo, que lo que nos quedaría sería una tripartición de los Estados en Potencias grandes166, medias o medianas y pequeñas. Sin olvidar que la pertenencia a estas categorías es siempre fluctuante y va a depender en última instancia tanto de los condicionantes externos, es decir, de cómo funciona el sistema internacional y de los posibles cambios que en éste se produzcan, como internos, con relación a los mecanismos políticos que van a guiar la evolución social, política, económica, etc. de cada uno de los Estados. Siendo especialmente determinante en la actualidad, un aspecto que no ha sido recalcado con la suficiente profundidad: el potencial nuclear167.
Debido a las características de la actual sociedad internacional el que un Estado consiga alcanzar o dotarse de armas atómicas, puede provocar que aunque otros indicadores nos den una clasificación del mismo dentro de un grupo inferior, en realidad, haya de incluirse en una categoría superior. Pudiendo, en el futuro, llegar incluso a ser considerada como una gran potencia168. Ya que, por encima de cualquier otro factor, tienen la posibilidad real de acabar con la supervivencia del orden internacional.
Convirtiéndose en un problema sin precedentes el de aquellos países que han surgido tras la desmembración de otros Estados preexistentes y los cuales buscan asegurar su potencial en el ámbito internacional mediante la posesión de armamento nuclear169.
Una perfecta definición de la categoría superior e inferior de acuerdo a los elementos anteriormente referidos, nos permitirá conocer qué Estados se van a considerar como Potencias medias, ya que utilizando una definición negativa, serán Potencias medias, aquellas que no sean ni grandes, ni pequeñas. En cierto modo, nos encontramos ante una categoría que podría servir de “cajón de sastre” de la clasificación de los Estados conforme a su potencial de acción, puesto que en ella podríamos englobar todo aquello que no tuviera entrada en las otras categorías mencionadas. Esto, a su vez, va a permitir eludir una enumeración exhaustiva de todos los Estados que forman parte de todas y cada una de las categorías, puesto que no es el objeto de este estudio.
En palabras de J.C. Allain170, entenderíamos por Potencia Media a una potencia histórica, heredera de un capital productivo y político constituido en el pasado y capaz de un nuevo despliegue, adaptado a la renovación que han experimentado las formas de la potencia internacional. Vemos que conforme esta definición España, y sin entrar en otros datos cuantitativos, podría entrar en dicha categoría, puesto que es una potencia histórica, no hay que olvidar que durante el reinado de Carlos I y Felipe II, fue una de las grandes potencias mundiales171, poseedora de un amplio y rico imperio colonial. La cual, tras el período respecto a la solución concreta de un conflicto, y esta puede tolerar, aceptar o incluso favorecer, según los casos, la intervención de un actor concreto, España, en algunos problemas concretos de Latinoamérica. de ostracismo internacional que sufrió como consecuencia directa en primera instancia de la pérdida en el siglo XIX de los territorios de ultramar y posteriormente y ya en el siglo XX de la dictadura franquista172, ha sabido, una vez reinstaurada la democracia, adaptarse a las nuevas posibilidades que le brindaba la sociedad internacional y volver a conseguir un lugar en la misma tras la normalización de sus relaciones exteriores durante los años 1975/78173.
En este sentido, presenta la solicitud de adhesión a las Comunidades Europeas el 28 de julio de 1977174, consiguiendo la opinión favorable del Consejo de Ministros de la Comunidad, celebrado en el mes de septiembre del citado año. Se establecen relaciones diplomáticas con casi todos los Estados del Mundo, excepto Israel175, Corea del Norte y Albania, siendo el caso más destacado por sus implicaciones simbólicas, México, país que nunca reconoció al Gobierno franquista y mantuvo en su territorio al Gobierno republicano en el exilio176. También, España se homologa internacionalmente en cuestiones de Derechos Humanos, al firmar en 1976, los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. En noviembre del 77 se convertirá en miembro del Consejo de Europa y firmará el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales. Como afirma Celestino del Arenal177, esto fue posible gracias al éxito del proceso de reforma política, que abrió el camino para el establecimiento de un sistema democrático constitucional. El que la transición española se produjera sin un proceso de ruptura traumático, permitió la agilización de los acontecimientos. Puesto que los distintos partidos políticos unieron sus fuerzas para normalizar una situación que ya duraba cuarenta años, tanto hacia el interior, como hacia el exterior de nuestras fronteras.
De este modo y obviando otros aspectos, España conseguirá su consagración formal como Potencia Media, en el Acta de Adhesión a la Comunidad Europea, el 12 de junio de 1985, puesto que de este modo, quedaba recogido en el capítulo institucional donde se decía que adquiría dentro de CE el trato de país medio-grande, lo cual daba lugar a que tuviera 8 votos ponderados en el Consejo, 60 diputados en el Parlamento, etc178. Calificación que ya años antes había recibido del Presidente del Gobierno Felipe González, cuando expuso su programa de Gobierno en la moción de censura a Adolfo Suárez y su Gobierno. En éste afirmó que España es un país de tipo medio desde el punto de vista geográfico, desde el punto de vista geopolítico y desde el punto de vista geoestratégico. Es un país de tipo medio que se encuentra un poco a medio camino entre ese Norte y ese Sur que expresan el deseo de la cooperación, y a medio camino también entre esa tensión del Este y del Oeste que hoy está cubriendo la situación internacional (...) De ahí, de esta situación especial de nuestro país, tiene que sacar el mismo todas las consecuencias que sean necesarias para definir su papel en el mundo, al servicio de los intereses nacionales, sin duda alguna y prioritariamente, pero también al servicio de los grandes objetivos de la paz y de la cooperación internacional179 . Era, pues, un momento privilegiado para volver a situarnos en un cruce de caminos, con las implicaciones políticas que ello podría tener de cara a la proyección española en el concierto internacional.
Pero avancemos un poco más, la unión de los dos referentes mencionados con relación a España, mundial y regional, nos llevará a catalogarla como potencia media regional, resaltando este último aspecto. Por tanto, a una definición mucho más completa que la anterior, entendiendo por esta aquel Estado, que debido a su dimensión o a su situación geopolítica en una región determinada, presenta la capacidad y la voluntad necesarias para ejercer una cierta influencia en determinadas áreas de las relaciones internacionales. La cual se puede traducir en la formulación o puesta en práctica de una política exterior activa e independiente, en una participación destacada en los intercambios internacionales o en una voluntad de tener un papel destacado en los asuntos que afectan a su región180 .
En el caso Español, nos encontramos ante un país que mantiene con relación a los países fronterizos que lo rodean, una situación cuanto menos paradójica. Por cuanto el país que se encuentra al Norte, Francia, tiene con referencia a España unos niveles de desarrollo algo superiores. Al Sur, es decir, con los países magrebíes, la relación es a la inversa, y con Portugal, unos niveles bastante similares dependiendo de las regiones que se utilicen como referentes en la comparación. Además, y siguiendo la anterior definición, España ha tenido la capacidad en el pasado de mantener influencia en determinadas áreas geográficas, siendo éstas aquellas en las cuales tenía territorios coloniales. En la actualidad, esta voluntad, se expresa, sobre todo, con los países del Mediterráneo y significativamente para esta investigación, las relaciones especiales que mantiene con los países iberoamericanos181. Algunos de cuyos mejores ejemplos han sido el trato preferente que tras la entrada de España en la UE se le ha dado a algunos países, fundamentalmente dentro de los llamados Convenios de Lomé o el éxito de las Reuniones de San José. Del mismo modo, durante los años que ha venido desarrollándose la política exterior democrática, tanto los Gobiernos de Suárez y Calvo Sotelo, como posteriormente los de González y en los últimos años los de Aznar, han tenido como objetivo prioritario la consecución y ejecución de una política exterior independiente y activa182. Sin olvidar, que España ha buscado formar parte de la realidad geográfica más cercana, como es la europea, a través de las O.I que la configuran.
El siguiente paso, una vez definido qué se va a entender por Potencia Media regional, será establecer qué indicadores vamos a utilizar para dotar de contenido, de datos cuantificables, a esta jerarquización de países indicada. Buscando con ello, comprobar o refutar si España se puede situar en esa posición intermedia. Existen múltiples propuestas acerca de cuáles deben ser los indicadores utilizados para clasificar a los Estados. Lo cual da lugar a que tengamos que hacer la siguiente advertencia: este es un campo donde se pueden manipular fácilmente los datos, no solamente con relación a qué indicadores se le deben dar mayor importancia, lo que daría lugar a catalogar a los países dentro de una categoría u otra, sino también a que no siempre los diferentes países aportan la documentación necesaria y, sobre todo veraz sobre sus potenciales económicos, sociales, culturales, etc.
Además, no siempre es posible disponer de los mismos indicadores para todos los países. Este problema se acrecienta en relación con las pequeñas potencias, las cuales tienden a falsear el contenido de sus indicadores buscando diferentes compensaciones, sobre todo de índole económica, con ello. Entre las posibilidades que se nos presentan, hay autores que se han decantado por el utilizar el P.I.B. o el P.N.B, otros por el tamaño del territorio o bien de la población, algunos otros por factores de desarrollo económico o por cuestiones relacionadas con la capacidad militar. Dependiendo de cual de ellos utilicemos, sería posible conseguir una clasificación diferente, que de poco va a servir en este análisis. De ahí y que sin ánimo de exclusividad, considere necesario al menos enumerar cuáles han sido las listas de indicadores propuestas por dos autores, uno español y otro francés, para comprobar si es posible o no catalogar a una Potencia como media. Listado en el cual se engloban todos los puntos anteriormente referidos.
En el caso de Jordi Palou183 en su estudio sobre qué es una Potencia media, exponía los siguientes, advirtiendo sobre la posibilidad de que algunos de éstos fuesen cambiados a lo largo de estos años y otros permaneciesen inalterables.
1. Geográficos y Demográficos184.
Dimensión y Naturaleza del territorio Situación física y geopolítica.
Número de habitantes.
Distribución de la población (educación/geográfica).
Crecimiento demográfico Disponibilidad de recursos naturales.
2. Económicos.
Sistema económico PNB o PIB.
Distribución de la riqueza Distribución de la población (sector ocupacional rural-urbano) Niveles de industrialización y productividad Producción y consumo de energía Recursos naturales.
Intercambio comercial con el exterior y diversificación de los intercambios.
3. Militar.
Número de hombres movilizados o movilizables Armamento: tipo, calidad y cantidad Calidad del liderazgo y de las organizaciones militares Nivel de gasto militar (total/proporcional) Industria y comercio de armas.
Fabricación; Exportación e importación; clientes y proveedores.
4. Político y Recursos Humanos.
Sistema político Distribución de poder político en el seno de la sociedad Calidad de la diplomacia y del conjunto de instrumentos de política exterior Calidad del gobierno, de los líderes y de la burocracia Estabilidad política.
Cohesión política y capacidad de la acción colectiva.
Servicios de inteligencia.
Por su parte, J.C. Allain185 propone los siguientes: A. Extensión del territorio.
B. Capacidad de defensa territorial y naval, antes y después de la desnuclearización del aparato militar de las potencias.
C. Potencial económico, que en tiempos pasados permitió a ex-grandes potencias poseer un alto grado de autarquía productiva y energética, pero que hoy, con la creciente dependencia mundial de los países ricos en hidrocarburos y fuentes de energía alternativas, poseen visiblemente menor autonomía que ayer.
D. Número de habitantes o caudal demográfico, de peso indiscutible, pero que solo a veces, no legitima la inclusión de una potencia en la categoría intermedia.
E. Potencial social y político, que daría la medida de una ciudadanía bien cohesionada en torno a unas instituciones y beneficiaria de un saber industrial y técnico avanzado.
Lo expuesto, recoge básicamente las diferentes propuestas que se han hecho sobre esta temática, pero consideramos que habría que incluir un último elemento que no ha aparecido hasta el momento en las clasificaciones recogidas y que es clave en la comprensión y realización de este análisis: el liderazgo.
Es decir, la personalidad y la imagen internacional de los líderes de los países analizados. Ello es debido a que serían éstos y no otros los que con relación a lo que algunos autores han denominado como recursos tangibles, deciden como utilizarlos y hacia donde orientar los recursos nacionales para incluir o afectar el comportamiento de otras naciones. Esto último realizado a través de la política exterior186. Este rasgo, complementaría los anteriores. Siendo en nuestra investigación el objetivo del capítulo 3.
Hay que considerar, también, que el período aquí referido es bastante amplio, y sobre todo, que abarca una serie de años donde se produjeron acontecimientos tan determinantes para el sistema internacional y el equilibrio mundial existente como la caída del Muro de Berlín, la guerra en los Balcanes, el fin de la guerra fría, la Guerra del Golfo, etc. Todos ellos dieron lugar, en última instancia, a que algunos de los Estados que al comienzo de la década se encontraban en un escalón de la jerarquía, pasaran en pocos años al siguiente, tanto en el plano superior como inferior. E incluso, que se tuvieran que crear nuevos escalones de clasificación, por la singularidad alcanzada por algunos Estados. Aunque esto, como pretendo demostrar, no modifica en sus aspectos esenciales la situación española durante estos catorce años. Todo ello, es aún más cierto en los últimos años del siglo XX, donde numerosas fronteras están siendo destruidas y el mapamundi se está viendo continuamente alterado. De ahí, que sea aventurado avanzar probabilidades de posicionamiento de los Estados en el nuevo escenario internacional. De cualquier modo, en una división tripartita como la que hemos ofrecido anteriormente, es mucho más fácil, tal y como se avanzó, descender hacia escalones inferiores que ascender.
Hemos considerado, que en orden a esclarecer lo anterior y aunque estemos de acuerdo con la constatación de C. Holbraad187, al estudiar el papel de las potencias medias en la política internacional, en el sentido de que la posición relativa de los Estados en la jerarquización internacional de poder no se altera radicalmente en el lapso de algunas décadas, que lo más acertado para reafirmar la posición española en el tablero internacional será escoger cuatro fechas claves para situarla. Lo cual permitirá, sobre todo, tener elementos para establecer las comparaciones oportunas, llegado el caso. Clasificación que no será tenida en cuenta a la hora de hablar del aspecto militar, por cuanto, y como volveremos a indicar más adelante, los datos con los que contamos no lo permiten. Estas fechas serían las siguientes: -1982: Año de llegada al Gobierno del PSOE. Para muchos analistas nos encontramos en un momento donde España aún no había delineado cuáles iban a ser las líneas maestras de su acción exterior tras los cuarenta años de dictadura y el período de transición. Por tanto, el punto de partida para el análisis.
-1986: Por ser un año clave en política exterior, al producirse la entrada en la CEE, actual UE y el referéndum sobre la OTAN. Y ser considerada por tales circunstancias, el comienzo del fin de la transición en política exterior188 .
-1990: Año situado a mitad de camino en cuanto al tiempo de permanencia en el poder del PSOE. Un momento en donde los analistas consideran que España ya ha terminado la transición en política exterior tras la celebración en 1989 de la primera Presidencia española en la Comunidad Europea. Así mismo, y con relación al contexto internacional es el año posterior a la caída del Muro de Berlín, y, por tanto, cuando comienzan a diseñarse nuevas redes de poder a escala mundial, regional y local. -1995: Por ser el último año completo en el cual el PSOE ostenta el poder, permitiéndonos este dato comprobar en qué lugar se encuentra España tras los catorce años de Gobierno socialista. Cerrándose con ello el primer ciclo de actuación en el contexto internacional de la política exterior democrática española.
Teniendo en consideración todo lo anterior, y partiendo de la base de que unos indicadores son más útiles y fiables que otros189, los que se van a utilizar para definir y situar a España dentro del concierto internacional durante estos años son los siguientes190: B.1. indicadores variables: Aquellos que como su propio nombre menciona, se van modificando durante todo el período analizado. De acuerdo con lo expuesto hasta el momento, se van a considerar tres grandes apartados, uno relativo al factor económico, otro al demográfico y por último, al militar. En cada uno de ellos incluiremos los siguientes: b.1.1. Económicos: b.1.1.1. P.N.B. En millones de dólares b.1.1.2. P.N.B. En dólares per cápita b.1.2. Demográficos b.1.2.1. En miles de habitantes b.1.2.2. Tasa de crecimiento b.1.2.3. Esperanza de vida al nacer.
b.1.3. Potencial militar191: b.1.3.1. Presupuesto de Defensa b.1.3.2. % del P.I.B. destinado a Defensa.
b.1.3.3. Otros: Miembros de las FF. AA; exportaciones e importaciones de armamento, etc.
B.2. Indicadores invariables: Cuyo fin es completar los datos anteriores y ello, porque como señaló Fernando Morán192, el potencial exterior español es mucho más rico que el que se podría deducir de una simple enumeración de factores cuantificables, sociales, económicos, geográficos, etc. De ahí, que se deban mencionar una serie de indicadores que permanecen inalterables y que van a diferenciar a España de otras naciones, fundamentalmente europeas: extensión territorial; la situación geoestratégica de España -en donde debemos considerar lo que Miguel Herrero de Miñón193 ha calificado como la gran proyección ultramarina: Iberoamérica194- el sistema político y la dimensión lingüística y cultural195.
Con relación a los indicadores invariables, España tiene una extensión territorial de 504.782 Km2, lo cual la sitúa en el año 1989, a mitad del período analizado, en el lugar 49 de un total de 205 Estados196.
Como ya se ha mencionado, se encuentra situada en un cruce de caminos de gran potencial geopolítico.
Por cuanto, es uno de los vértices de Europa, puerta de entrada tanto de los países del continente africano - del que sólo la separan 14 km a través del Estrecho de Gibraltar - como de los situados al otro lado del Atlántico, con los que, además, se mantienen unos lazos especiales por cuestiones históricas, culturales, etc. Y contando, además, con dos enclaves en continente africano, las ciudades de Ceuta y Melilla y uno insular, las Islas Canarias. En cuanto a su geografía política, España cuenta en su territorio con dos aspectos que le ofrecen enorme singularidad en relación con su política exterior. Nos referimos a los territorios de Gibraltar y a las bases norteamericanas197. Siendo crucial en este punto la herencia franquista198, puesto que esta relación bilateral que se mantiene con Estados Unidos desde 1953, daba lugar a que dentro del sistema bipolar en el cual el mundo se encontraba en 1982, España se situara implícita, cuando no explícitamente, dentro de la órbita occidental, capitalista o directamente norteamericana. No tanto por su oposición por razones ideológicas o culturales a los llamados países del Este, sino por su satelización con respecto a una de las dos superpotencias que aún existían en ese momento de bipolaridad, EE.UU.
El sistema político con el que se encuentra el PSOE cuando llega en 1982 al gobierno estaba legítimamente regido por una Constitución aprobada en 1978 por la mayoría del pueblo español. En ésta, se define a España como un Estado social y democrático de derecho, siendo la forma política establecida, una monarquía parlamentaria. Y contando con un sistema bicameral integrado por el Congreso de los Diputados y el Senado, este último como cámara de representación territorial. Por tanto, un sistema parlamentario, cuyas elecciones para su formación se producen cada cuatro años y una Jefatura de Estado hereditaria. Constitución que, además, configuraba al sistema político español como un Estado de las Autonomías. Siendo ésta la solución que pretendía dar respuesta a las demandas de las llamadas Comunidades históricas -Cataluña, El País Vasco y Galicia-. Y que posteriormente, en vista de evitar el llamado “agravio comparativo” se extendió al resto del territorio español. En relación con este punto, y debido a las consecuencias que ha tenido en el transcurrir de la vida política española, sobre todo en relación con su estabilidad y a su influencia en la agenda de la política exterior española199, hay que mencionar por una parte, el llamado problema vasco200, y por otra, las dificultades que tienen su origen en la igualación competencial de todas las CCAA.
Sobre el aspecto cultural y lingüístico, mencionar que la Constitución Española en su artículo 3 indica que la lengua oficial del Estado es el castellano, aunque en las demás Comunidades Autónomas y según se recoja en sus respectivos Estatutos, son también oficiales las lenguas de cada una de éstas.
Para Carlos Westendorp, la acción exterior española tenía que basarse en la lengua como uno de sus puntos fuertes. En 1996 afirmaba que la influencia internacional de un país también se mide por su presencia en el espíritu de las personas que hablan su idioma y conocen su cultura (...) El fomento de nuestra lengua es un fin en sí mismo y también es un medio201. Lingüísticamente tenemos un mercado que cada vez se va ampliando más, y que abre enormes posibilidades tanto económicas, como científicas, sociales, etc. Acerca del aspecto cultural, su simple mención sería objeto de otra tesis doctoral si pretendiéramos indicar todos y cada uno de sus aspectos configuradores. Destacar, sobre todo, el mestizaje y la diversidad existente en el territorio español, consecuencia tanto de las herencias históricas que la conforman por ser el centro de ese cruce de caminos del que hablábamos, como de las oleadas migratorias e inmigratorias que nos han enriquecido hacia el interior y nos han dado a conocer hacia el exterior.
Deteniéndonos en los indicadores variables, mencionar que los datos que vamos a barajar en este momento de la investigación en el caso de los económicos y los demográficos, proceden de los Anuarios que publica el diario El País. Concretamente, se utilizarán los correspondientes a los años 1985, 1988, 1990, 1993 y 1998, puesto que son éstos los que recogen los datos relativos a los años analizados. La razón de elegir esta fuente y no otra, se debe a que a lo largo de estos años, aparecen en estos los mismos parámetros y ello va a permitir tener los mismos indicadores para todos los países y en todos los períodos seleccionados. En este sentido, se utilizarán los Indicadores socioeconómicos de los países y territorios del mundo. En el caso de los datos de esperanza de vida, los que atañen al año 1982, no aparecen en este apartado del informe, sino tal y como la publicación indica, en las páginas especiales dedicadas a la Conferencia Demográfica de 1982. Con relación a los datos militares, los mismos proceden del Balance Militar, 1995-1996, que publica el Ministerio de Defensa, así como de la obra de Francisco Pérez Muinelo, Panorámica del Presupuesto de Defensa en España, 1946-1996202 y de la Rafael L. Bajardí e Ignacio Cosidó, España y su Defensa, 1994: el aumento de la vulnerabilidad203. Empezando con el P.N.B, nos encontraríamos con los siguientes datos para el período referido:
TABLA 1. P.N.B en millones de dólares.
Fuente: Anuarios diario El País, 1985, 1989, 1993 y 1998.
Estos datos por sí sólo no nos servirían de mucho puesto que lo único que indican son las referencias españolas. En este sentido, se aprecia una bajada de este indicador en el año 86. Tendencia en la cual se mantendría en los siguientes años. Pero lo interesante para un estudio como el que aquí se presenta, es poder tener los elementos de análisis con relación a otros Estados. De ahí, que sea necesario establecer como referencia los datos relativos al P.N.B de aquellos países que hemos considerado más relevantes.
Al comienzo del período, en 1982, España se encontraba con referencia a este indicador en la 10ª posición de un total de 196 Estados. Siendo los países que le antecedían: Estados Unidos; Japón; Alemania R.F; Francia; Reino Unido; Italia; China; Canada y Brasil204. Por detrás de la posición española, estarían países tales como México, La India y Australia. En 1986, España bajaría hasta el lugar 13º de un total de 204 Estados, puesto que nos habrían antecedido Australia, la URSS -de la cual no había datos en el período anterior- y La India. Los países que ocupaban los tres primeros lugares eran Estados Unidos, la URSS y Japón, con 4.221.750; 1.595.800 y 1.559. 720 millones de dólares, respectivamente. Los tres países con menor P.N.B, eran Turks y Caicos, Santa Helena y Tokelau, con menos de 5 millones de dólares.
En 1990, EE.UU ocuparía de nuevo el primer lugar con un P.N.B de 5.445.825 millones de dólares, seguido de Japón y Alemania205, con 3.140.948 y 1.411.346 millones de dólares respectivamente.
España subiría hasta el 8º lugar de un total de 223 Estados, justo detrás de Canadá y colocándose delante de Australia, Brasil, China, La India y la URSS. Siendo los tres últimos Anguila, Tokelau y Nive con menos de ocho millones de dólares. Esta situación la colocaría cercana al llamado Grupo de los Siete (G7). Por ello, en algunas ocasiones se ha pensado en otorgarle una silla a España en la referida organización. Estos lugares que pueden parecer aleatorios teniendo en cuenta clasificaciones artificiales, son los que en última instancia le dan fuerza a los distintos países para articular sus intereses, formular aspiraciones y utilizar la negociación para la resolución de los conflictos y es el que marca -en el caso español- su nivel de responsabilidad en la cooperación al establecimiento de la seguridad en Europa y al mantenimiento de un orden internacional estable, justo y pacífico en todo el mundo206. La incoherencia o lo absurdo, es que en casos extremos, lo anterior no sirve para nada y es necesario llegar a recurrir al uso de la fuerza porque la disuasión y la negociación no llegan a buen fin.
El último año del período analizado, 1995, llevaría a España a ocupar de nuevo la 10ª posición, al ser otra vez antecedida por Brasil y China. Por detrás de esta aparecerían dos países nuevos, Corea del Sur y Holanda. Australia estaría de nuevo en el mismo lugar. Ni qué decir tiene, que el primer lugar lo sigue ocupando EE.UU. con un P.N.B de 7.100.007 millones de dólares, Japón con 4. 963. 587 y Alemania con 2.252.343.
De todo lo anterior se desprende, que la posición española a lo largo de estos 14 años, al menos en lo que se refiere al P.N.B, ha sido bastante estable. España ha estado en estos años siempre entre los diez primeros, aunque tenga una pequeña caída en los años correspondientes a su completa reincorporación a la sociedad internacional. Y como está a una distancia considerable de países como EE.UU, Rusia o Japón, esa décima posición debe ser considerada como si se encontrara en un punto intermedio, lo cual se ve corroborado por el resto de los indicadores.
TABLA 2. P.N.B en Dólares “per cápita”.
Fuente: Anuarios diario El País, 1985, 1989, 1993 y 1998.
En el caso de este indicador, en 1982, España se encontraría en el lugar 41207, bajando en 1986, hasta el lugar 61, precedida por Chipre y antecedida por Omán. Los primeros lugares los ocupaban Liechtenstein, Bermudas y Suiza, con 21.000; 20.420 y 17.840 dólares “per cápita” respectivamente. Los últimos lugares los ocuparían Burkina Faso, Camboya y Etiopía, todos ellos con menos de 150 dólares “per cápita”. En 1990, España ocupaba el lugar 43 de un total de 222 Estados, antecedida por Israel y precedida por San Pedro Miquelón. Los primeros lugares lo ocupaban Liechtenstein, Suiza y Luxemburgo con 34.000; 32.790 y 28.770 dólares “per cápita”. Los últimos lugares, Etiopía, Tanzania y Mozambique, con menos de 120 dólares “per cápita”. En el 95, Liechtenstein le cede el primer lugar a Luxemburgo, seguida de Suiza y Japón, con 41.210, 40.630 y 39.640 dólares “per cápita” respectivamente. España pasará a ocupar el lugar 38, antecedida por Nueva Zelanda y precedida por las Bahamas. Los últimos lugares siguen ocupados por los mismos países.
Como se aprecia, y en comparación con el indicador anterior, los países que tenían un P.N.B más elevado, no corresponden con los que están en los primeros lugares si se considera el mismo en su distribución “per cápita”. Tampoco España ocupa la misma posición. Por cuanto de encontrarse entre los diez primeros, en este indicador pasaría a situarse en una posición cercana a la cuarenta y en algunos momentos, más allá de los 60 primeros lugares. De cualquier modo, tal y como se puede apreciar, la posición española se ha ido mejorando desde 1986, momento de entrada en la UE hasta la actualidad.
Pero relacionando ambos indicadores, refleja la distorsión producida en cuanto tiene lugar la distribución del citado P.N.B entre la población. Dato importante, si tenemos en cuenta que el mismo suele guardar estrecha relación con otros indicadores, tales como el nivel de estudios, la alfabetización, etc. Pero, sobre todo, como se acaba de mencionar, de su población.
Precisamente, con referencia a la Población española, y según se desprende de la tabla 3, ésta ha rondado durante todos estos años cercana a los 40 millones de habitantes, con una ligera bajada en 1995 debido a los problemas de natalidad que caracterizan a España en los últimos años. No hay que olvidar, en este sentido, que España cuenta en la actualidad, según los datos aportados por el INE en enero de 2000, con la tasa de natalidad más baja de todo el mundo, sólo 1´07 hijos por mujer fértil208. Dato a tener en cuenta, por los problemas que puede conllevar en relación con el envejecimiento de la población y del déficit para el mantenimiento de los sistemas de pensiones y de atención a los sectores más desfavorecidos de la población. Aunque hasta el momento, y desde 1991, el número de nacimientos y defunciones está en empate técnico. Pero, esperándose que se llegue a ese saldo negativo y que se empiece a perder población. En algunas CCAA esto ya está ocurriendo, como es el caso de Galicia, de Castilla y León y el Principado de Asturias. Las cuales contrarrestan esta tendencia con los datos de Andalucía, Madrid y Canarias.
TABLA 3. Población en miles de habitantes.
Fuente: Anuarios diario El País, años 1985; 1989; 1993 y 1998.
En 1982, de un total de 196 países, España ocupaba el lugar 22, siendo el país más poblado China con 1.008.200, seguido por La India, URSS y EE.UU, con 717.000, 270.000 y 231.000 miles de habitantes respectivamente. En el 86, bajaría hasta el lugar 24209, de un total de 204 países, siendo los países más poblados los mismos que los referidos para el período anterior. Mientras que en 1990 de nuevo bajamos otras dos posiciones hasta la 26 de un total de 223 países, siendo de nuevo, los tres primeros lugares en este año los mencionados anteriormente, con una población de 1.133.696 miles de habitantes, 849.510 y 25.942, respectivamente. Los mismos que en 1986, con la salvedad de EE.UU, el cual reemplaza a la URSS210. Por su parte, los países que ocupaban los últimos puestos, fueron en 1986, las Islas Malvinas, pertenecientes al Reino Unido; Tokelau y El Vaticano, con poblaciones todos ellos inferiores a 2 millares de personas. En el 90, serían las mismas con la excepción de las Islas Malvinas, la cual es suplantada por Nive en Nueva Zelanda.
En 1995, España alcanzará el puesto 28, antecedida por Suráfrica y seguida por Polonia, con 41.457 y 38.612 millares de habitantes respectivamente. Los países que ocupan el primer lugar en la clasificación de países más poblados son los mismos que los referidos para el año 1990, pero no así los últimos. En este caso, aparecen sólo recogidos 209 Estados, y los de menor población serían Mónaco, con 34; las Islas Caimán con 33 y Liechtenstein con 31 millares de habitantes. A cualquiera que vea estos datos le llama como mínimo la atención, la gran diferencia en cuanto a los países que ocupan los últimos lugares. En este sentido, creemos que la causa se debe a esa aleatoriedad mencionada anteriormente, y a la dificultad de igualar criterios. Por cuanto, en los datos barajados son estos los que aparecen pero, paradójicamente, hay países que aunque lo hacen en un año, no lo hacen en otro. Y pensamos, que aunque en algunos casos se puede deber a que los mismos hayan sido absorbidos por otros Estados, esta regla no se cumpliría, por poner un claro ejemplo, en el caso del Vaticano o de Mónaco. Los cuales cambian de manera sorprendente sus parámetros. De ahí que resaltemos la necesidad de tomar estos datos, los de los últimos lugares, con cierta precaución. No así, los que ocupan los primeros y que son con vistas a situar a España, los que realmente nos interesan en la investigación.
Estos datos confirman lo expuesto con relación a la natalidad. La población española es cada vez menor en relación con los países de su entorno, por cuanto, las nuevas generaciones son cada vez menos numerosas. Se ha pasado de tener un crecimiento vegetativo de la población en 1981 de 239.622 personas a 19.514 en 1997211. Y ello, tiene un claro reflejo en lo que se conoce como la relación de dependencia intergeneracional, especialmente entre las personas en edad de trabajar -15 a 65 años- y el resto de la población212. En este sentido, las razones serían muchas y no es el momento de entrar en su consideración213, pero sí tenerlo en cuenta, puesto que esto influye en aspectos tales como el potencial de mano de obra; de personal militar - aunque no hay que olvidar que se tiende hacia la eliminación del servicio militar obligatorio y su transformación en profesional-; personal de investigación; etc. Es decir, influye en quiénes conforman esa potencia y en su capacidad numérica de actuación.
Con relación a la esperanza de vida, los datos con los que contamos son los siguientes: Tabla 4. Esperanza de vida.
Fuente: Anuario diario El País, 1985; 1989; 1993 y 1998.
*Los datos con los que contamos no dan la esperanza de vida para 1982, sino para el intervalo 1980/1985. Aún así, hemos considerado interesante incluir este dato. Veamos como está España en relación con otros países en cada uno de estos años: en 1982, el país con menor esperanza de vida era Sierra Leona con 34 años, seguido por Gambia con 35, Afganistán con 37 y Timor Oriental con 39´9 años. En el otro extremo, se encontraban Japón con 76.6, Islandia 76.5 y Suecia y Holanda con 75.9 y 75.7 años respectivamente. En Estados Unidos, este indicador se encontraba en 74.2, 74.1 en Francia y 70.5 en Portugal. Por tanto, España en estos momentos se encontraba en una situación intermedia entre sus dos países vecinos y a escasos dos puntos - dos años - de los países que ocupaban los primeros lugares. Y, sin embargo, a bastante distancia de los que ocupaban los últimos, unos cuarenta años.
En 1986214, los países con menor esperanza de vida eran Guinea Bissau con 39 y Sierra Leona con 41 años. Los que tenían mayor esperanza de vida eran China con 79 años y Australia y Japón con 78. Por su parte, Estados Unidos tendría 75 años y Portugal y Francia, 73 y 77 años respectivamente, repitiéndose en España la tónica ya referida.
Situándonos en 1990, el país con menor esperanza de vida seguía siendo Guinea Bissau con 40 años, seguido por Sierra Leona y Afganistán con 42. Por el otro vértice de la escala, tendríamos a Japón con 79, Islandia, Suecia y Suiza con 78. Mientras, EE.UU. se encontraría con una esperanza de vida de 76 años y Portugal y Francia con 75 y 77 respectivamente. Seguimos sin ningún cambio en el caso español.
Finalmente en 1995, los países con mayor esperanza de vida serían Japón con 80 años, seguido por Islandia, Hong Kong y Suecia con 79 años, y por un grupo de países entre los que se encontraban, Suiza, Noruega, Italia, Islas del Canal, Grecia, Chipre y Barbados con 78 años. Por el otro lado de la tabla, se encontraban Guinea Bissau con sólo 38 años, Ruanda con 39 y Sierra Leona con 40. Los dos países que son frontera directa con España, Francia y Portugal, tenían 78 y 75 años respectivamente y EE.UU. la misma que España, 77. Es decir, que los niveles españoles en cuanto a este indicador lo sitúan de nuevo en los países de cabeza. Indicador que si se une al anterior, da clara muestra de la preocupación que supone este envejecimiento de la población española. Sobre todo, en relación con la crisis del llamado Estado del Bienestar.
Por último, en cuanto al potencial militar, vamos a desglosar el indicador en varios subindicadores, siendo uno de los que nos ofrece mayor información, el Presupuesto destinado a Defensa y el tanto por ciento del P.I.B. destinado a este tema. España se ha caracterizado por una disminución progresiva de los recursos y un empeoramiento de la estructura interna del gasto en temas que afectan a su defensa.
Los datos con los que contamos, no nos permiten como en los apartados anteriores, dividir la exposición en cuatro períodos temporales, pero intentaremos en la medida de lo posible acercarnos a éstos. Así, hay un dato objetivo y que llama la atención de manera superior al resto: el bajo nivel de gasto en esta materia en relación con los países de nuestro entorno215. En relación con el tanto por ciento dedicado del P.I.B a defensa, los países europeos de la OTAN dedicaban en el período 80/84 un 3´6%. Mientras en el caso español, esta proporción se encontraba en el 2´3%. Mas, lo preocupante - o satisfactorio para otros -es que esa distancia se ha ido agrandando a medida que ha ido pasado el tiempo, como se aprecia en la tabla nº 5. Consecuencia de ello, es el hecho de que España realice en la actualidad la mitad del esfuerzo en este tema que la de sus socios y aliados europeos. Con una clara repercusión en sus efectivos, tanto en cantidad como en calidad. Los cuales colocarían a España en situación alejada de lo que podríamos catalogar como potencias importantes, o en el lenguaje utilizado en apartados anteriores, gran potencia militar. Puesto que ocupa el penúltimo lugar, sólo superado en este aspecto por Luxemburgo. Datos interesantes, si consideramos los movimientos de protesta que surgieron con motivo de la entrada de España en la OTAN. Sobre todo, de tipo pacifista, por el rechazo a la militarización del país que produciría el pertenecer a dicha O.I216. Según se desprende de estos datos, los miedos y recelos estaban injustificados.
Tabla 5. Gastos en defensa como % del PIB (precios corrientes) MEDIA
Fuente: NATO Review, nº 2, april 1994. Reproducida por Rafael Bajardí e Ignacio Cosidó (1996); España y su defensa. 1994: el aumento de la vulnerabilidad; INCIPE; Pp 32.
Con relación al porcentaje del Presupuesto General del Estado que se dedicaba a Defensa, en 1982, éste era del 10´2%. En 1990, había bajado hasta un 6´8% y en el 94 - última fecha de la cual tenemos datos - se situaba en un 4´3%. Esto colocaba al país en el penúltimo lugar en cuanto a sus esfuerzos en defensa y el segundo, sólo superado por Bélgica, que había realizado una mayor reducción en los últimos años217 en esta materia. Esta reducción, también se producía en otro campo muy afín a la Defensa y que nos toca de pleno en esta investigación, Exteriores. En este, se pasó de dedicarle en el Presupuesto General del Estado un 0´46% en 1989 a un 0´38% en 1998. Y de contar en 1976 con un total de 536 diplomáticos a 750 en 1998, de los cuales 60 estaban destinados en Organismos internacionales o en otros cargos de la Administración218.
Con datos del año 1994219, España ocupaba el puesto número 114 en la relación en gastos de Defensa con respecto al P.N.B y con respecto al porcentaje de los Presupuestos Generales del Estado, el Alemania gasta 6´7 veces más en Defensa para dotar unas fuerzas armadas sólo dos veces mayores que las españolas. Francia gasta 7´4 veces nuestro presupuesto de defensa, mientras que sus efectivos sólo son 2´5 veces los nuestros. E Italia, multiplica por 3´25 el gasto militar español para unas fuerzas armadas 2´25 veces mayores.
TABLA 6. Parámetros españoles en comparación con 172 países.
Fuente: Cit. Por Francisco Pérez Muinelo (1996); Panorámica del Presupuesto de Defensa en España, 1946-1996; INCIPE; nº 15; Pp De ahí, que si el punto intermedio se situara en el puesto 66 del total de los 172 países analizados, España superaría dicha posición, excepto en los dos puntos referidos en el párrafo anterior. Así mismo, e incidiendo un poco más en el tema de Defensa, en el estudio que se ha utilizado como referente, se indicaba que España tenía unas FF. AA insuficientemente dotadas224, 34.860 dólares por miembro de las mismas, ocupando el puesto 29 del total de países analizados y gastando por soldado el 38% de Holanda, el 40% de Francia o el 47% de Italia. Es decir, que los indicadores referentes al potencial militar, contrastan de manera sobresaliente con aquellos que analizan el potencial económico o el demográfico. Lo cual indica el enorme esfuerzo que aún debe hacer el Gobierno español para mantener a España en el lugar que los otros indicadores la sitúan.
Según todos estos datos, no nos puede ofrecer duda el que la situación española durante estos catorce años correspondiera con un punto intermedio, excepto en cuanto a su potencial militar. Aún así, podríamos englobarla en lo que en el análisis se ha denominado como potencia media. Un buen resumen de esta exposición aparece en la primera comparecencia en una Comisión de Defensa del Ministro del ramo, en 1996, cuando el Partido Popular ganó las elecciones. Para Eduardo Serra, España era en esos momentos uno de los países más importantes del planeta. Ocupamos el octavo puesto de las economías mayores del mundo, el noveno, en el índice de desarrollo humano; el undécimo, en el de comercio exterior; el sexto, en producción de automóviles; el décimo, en lo que se refiere a productos químicos de maquinaria y transporte; también en la industria textil; el séptimo, en alimentación; el noveno, entre los importadores de energía, y (...) La tercera potencia turística del mundo en lo que se refiere al número de visitantes225. Por supuesto, y aunque parezca paradójico, no hace referencia al aspecto militar.
Ello nos conduce a dar el siguiente paso en la investigación, analizar cuáles son las capacidades reales de acción de un Estado que tenga tal catalogación, dentro y fuera de sus fronteras. Ver cuáles eran sus posibilidades, el poder potencial real a la hora de articular la política exterior hacia la búsqueda de solución a los conflictos en el caso aquí planteado de Nicaragua y El Salvador. Es decir, como hemos apuntado anteriormente, estudiar el margen y la autonomía de actuación que se le permitía y que se esperaba de España. Tanto en cuanto política de Estado, diseñada y ejecutada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y su personal, tal y como hemos defendido a lo largo de la exposición, cuanto como política propia del gobierno, diseñada y personificada en la figura del Presidente del Gobierno. Por tanto, el objetivo sería inducir de esta jerarquización las posibilidades de acción de su política exterior.
Posteriormente se deberá comparar con la que realizó y sacar de ahí las conclusiones pertinentes.
En este punto tendremos que tener otro elemento en cuenta en nuestro análisis, de acuerdo con los conceptos con los que hemos venido trabajando, el escenario en el cual hay que implementar la política exterior. En nuestra investigación, el interrogante sería: ¿Cuál era el escenario en el cual se tendría que desarrollar esa política?. Y, sobre todo, ¿Cuántos y cuáles actores no nacionales intervendrían en la misma? Y ello, porque España se encontraba en una encrucijada en la cual, planteaba como elemento prioritario de su política exterior, la implicación en la búsqueda de soluciones a un asunto “interno” de otros Estados. En donde aparecían dos Estados como actores fundamentales, ambos claramente incluidos en la categoría de pequeñas potencias, como son Nicaragua y El Salvador. Dos actores principales aunque externos al conflicto y que, además, coincidía el que ambos en aquellos años eran considerados como superpotencias: EE.UU y la URSS. Quedándose en este caso como tal únicamente la primera tras la desmembración de la URSS. Y por último, pero no por ello menos importante, una serie de actores secundarios que se podían clasificar en dos grandes grupos, el grupo al que llamaremos “A” y que estaría formado por potencias medias y pequeñas iberoamericanas, que serían los países que formarían el grupo de Contadora226, los amigos del Presidente de Naciones Unidas y Cuba y otro grupo al que llamaremos “B” en el que se incluirían a las grandes y medianas potencias miembros a su vez de una O.I “sui géneris” como era y es la UE, que tomarían parte en el escenario centroamericano a través de las reuniones de San José. Como se puede apreciar por esta enumeración, la posición española no era fácil. Ya que debido a una serie de factores que intentaremos ir mostrando a lo largo de todo este análisis, tenía implicaciones negativas y positivas, explícitas e implícitas, con todos y cada uno de estos actores.
Pero retomemos el interrogante que abríamos anteriormente. Siendo este el escenario en donde España tenía que llevar a cabo su política exterior, como potencia media regional hacia Centroamérica.
¿Qué rasgos eran los que se esperaban que cumpliera tal tipo de política?; ¿Qué
acciones eran las que
podría llevar este tipo de potencia en ese conflicto?; ¿Cuáles eran los
objetivos del Gobierno - si es que
los había-, mediación o participación directa?; ¿Cómo se coordina con las
acciones decididas y
emprendidas por el Presidente del Gobierno?. En palabras de Fernando Morán227,
tres van a ser las
principales posibilidades de una Potencia media, a diferencia de acciones
exteriores, incluidas las políticas
exteriores como ya mencionamos, que pueden llevar a cabo las superpotencias o
las potencias pequeñas:
1. La búsqueda de formas de superar parcialmente la dialéctica de bloques.
2. Ejercer una influencia moderadora de las tensiones entre las superpotencias, en relación con su papel en el contexto Este/Oeste y con el margen de autonomía de su política exterior228.
3. Articular nuevas ideas hacia determinadas cuestiones.
La pregunta a responder sería entonces ¿Consiguió España cumplir estas tres posibilidades en el ámbito geopolítico Centroamericano?. En la segunda parte del análisis podremos ver si realmente se cumplieron los objetivos mencionados, los cuales a su vez se expusieron de manera explícita en los distintos documentos que aparecen en el capítulo 4. Lo fundamental, era articular una política exterior en la cual no se convirtiese ni en el brazo ejecutor de los países situados por encima de su potencial evitando toda posible satelización, ni en canje o elemento de trueque entre los bloques existentes en los primeros momentos. Había que elaborar propuestas imaginativas y coherentes con el potencial español expuesto. Sobre este particular, la situación mundial tras la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS con Estados Unidos como claro líder, va a incidir de manera determinante sobre la actuación española. Recordemos que el papel de una potencia media regional, como es el caso de España, va a venir posibilitado por la apertura que la superpotencia va a realizar de cara a terceros estados como intermediarios en conflictos regionales. Tolerando, aceptando o incluso favoreciendo las acciones de estos países en las soluciones de los conflictos. Lo cual, vendría a modificar sustancialmente la segunda de las posibilidades de actuación de una potencia media. Por cuanto, ya no existía un enfrentamiento Este /Oeste, un mundo bipolar, sino una sociedad internacional enormemente heterogénea.
Pero, sobre todo, consideramos que fue en el tercer punto, la articulación de nuevas ideas, en donde más que la diplomacia española, el Presidente del Gobierno, de manera explícita o implícita en ocasiones, aprovechó la situación de España como potencia media regional. Y no sólo a través de los medios institucionales establecidos para tal fin, sino, como expondremos en el capítulo cinco, utilizando las redes que el Partido había ido dibujando a través de la I.S y de sus líderes.