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La Empresa es su Resultado
El Beneficio editorial y la Contabilidad del Conocimiento.

Francisco Luis Sastre Peláez

 

INDUSTRIA DE LA CULTURA Y EMPRESA INFORMATIVA

1. - ORDEN CULTURAL E INDUSTRIA DE LA INFORMACIÓN

Como vimos en el capítulo anterior, los contenidos de la información mediática abarcan (bajo la forma de noticias, editoriales, secciones de ocio, etc.) la totalidad de la información susceptible de interés masivo. No obstante, la naturaleza del contenido tiene ahora una importancia secundaria para nosotros. Lo realmente significativo es que nos vamos a referir a una “información industrializada”, a una “cultura sometida al imperativo económico”, a causa de la naturaleza tecnológica de los medios de difusión y de la conveniencia de su utilización a través de una organización productiva especializada. Es sólo esta “cultura industrializada”, esta “Industria de la Cultura”, y no la Cultura en general el objeto de nuestro interés porque, como dice Zallo(1), el área de estudio de la Economía es la de los procesos de producción, distribución y consumo, por lo que sería inconveniente atribuirle una función omnicomprensiva del fenómeno informativo.

Efectivamente, no cabe superponer los conceptos de cultura e industria cultural. Y siendo éste un punto esencial en la definición de nuestra empresa, conviene que nos detengamos brevemente a analizar los motivos. Los principales serían los siguientes:

1. - El término “industria” se aplica a una forma de producción realizada a través de una empresa mercantil o sociedad afín. Recordemos que hemos adoptado, con Abell, el criterio tecnológico como definidor de este concepto.

2. - Se refiere únicamente a una parcela de la cultura: aquella que puede ser generada industrialmente y cristalizada en lo que denominamos productos culturales.

3. - Como consecuencia de lo anterior, este tipo de industria y sus mercancías están orientadas a los mercados de consumo(2).

Así pues, la producción no vinculable a una industria (o sea, de naturaleza no empresarial) queda fuera de nuestro análisis y, como dice Zallo, del análisis de la producción cultural dentro del sistema económico que denominamos capitalismo(3), y esto aunque el producto no industrial pueda también ser objeto de tráfico mercantil(4)

Aún después de realizadas estas precisiones, que dejan fuera de nuestra industria, por ejemplo, tanto las actividades realizadas por centros de enseñanza como la producción “de taller”, nuestro campo de estudio presenta aún una apariencia compleja.

En un intento, a un tiempo, de clarificación y de clasificación exhaustiva, Fritz Machlup, basándose en la naturaleza de la “máquina interpuesta” en los distintos procesos de comunicación distingue, dentro de la Industria de la Cultura (o “Industria del Saber” como él la denomina) nueve grupos de agentes y actividades(5). No obstante, y a pesar de la utilidad de esta clasificación, que tomaremos como referencia en nuestro análisis, su contenido es aún excesivamente amplio para una caracterización precisa de nuestra Industria. Y ello por las razones siguientes:

1. - En primer lugar, y como decíamos más arriba, es conveniente separar la actividad de enseñanza de la Industria de la Información propiamente dicha, al tratarse de procesos de comunicación profundamente diferentes(6).

2. - En segundo lugar es preciso destacar que, si bien la tecnología de los instrumentos o equipos técnicos constituye un soporte necesario, no configura la Industria de la Información en sentido estricto sino, más bien, la industria de los utensilios necesarios para desarrollar aquella(7).

A los efectos de nuestro estudio distinguiremos, pues, dentro de la “macroindustria” de la Información, las dos industrias anteriormente mencionadas: la de la Tecnología de la Información y la de la Información o Cultura, propiamente dicha.

1. - La Industria de las Tecnologías de la Información(8)

Ésta se configura verticalmente, y por definición, en hileras que representan la cadena de creación de valor definida por la tecnología base (aquella que sirve para identificar a la industria como tal). Las hileras estarán formadas por varios niveles o ramas ocupados por empresas vinculadas por relaciones de proveedor-cliente. En este caso distinguimos cuatro “ramas” o niveles principales:

1. - El primero está constituido por la producción de componentes(9): es la base de la cadena. Su producto “estrella”, en la actualidad, es el semiconductor.

2. - El segundo se refiere a la producción de equipos a partir de los componentes. Aquí cabe hacer varias clasificaciones significativas, que configurarán de formas diferentes nuestra cadena industrial de valor(10).

3. - El tercer nivel se refiere a la explotación de los servicios anteriores, lo que genera una actividad económica muy diversificada. Son de destacar las enormes redes de telecomunicaciones que, extendidas por todo el planeta, forman el sistema nervioso de nuestra incipiente Sociedad Global.

4. - En el cuarto nivel se situaría la Industria Cultural (que son consumidores intermedios o industriales en la medida en que constituyen la clientela de los niveles anteriores) y los usuarios culturales (consumidores finales)(11).

2. - La Industria de la Información.

Como ya dijimos anteriormente, la Industria de la Información se configura, para nosotros, como una “industria de los contenidos” frente a la “industria de los soportes” o de tecnologías de la cultura.

No obstante, y como ya sabemos, incluso en la Industria de la Información cabe hablar de soportes y de contenidos. La médula informativa, el mensaje en su aspecto más propiamente cognitivo, va encarnado sucesivamente en “vehículos” progresivamente más materiales, como muñecas rusas que encajaran unas en otras. Hasta ahora, con la distinción realizada entre tecnología e información y la consiguiente separación de sus industrias, hemos prescindido de los soportes exteriores, aquellos que se refieren más propiamente al medio antes que a la información misma. Y son, precisamente, los componentes materiales que aún nos quedan los que después nos servirán para reclasificar la Industria de la Cultura en Sectores todavía más reducidos.

Pero antes de proceder a esta nueva división en función a sus soportes informativos, es posible aún subdividir nuestra Industria en dos grandes grupos:

1. - Servicios Comerciales de Información (Commercial Information Systems):

En su más amplio significado el SCI es un negocio, una actividad dirigida al lucro y que se desarrolla por medio de la venta de información especializada(12). En el Anexo 6.1. - Clasificación y contenido de los S.C.I., se adjunta un completo esquema con las características de las tres modalidades principales de este negocio (SIN, SICT y SIC).

2. - Industrias Culturales o Industria de la Cultura

Cuando a la Industria de la Información, o “Industria del Saber”, considerada en sentido amplio, se le somete al proceso de progresiva depuración que hasta aquí hemos realizado (es decir, eliminando la “cultura de taller”, la Economía de la Educación y la Industria de la Tecnología de la Información) alcanzamos, en nuestra opinión, la definición restringida o estricta de este tipo de industria.

A su vez, si a la Industria de la Información se le priva de los Servicios Comerciales de Información, obtenemos la Industria de la Cultura, objeto principal de nuestro análisis y que, una vez identificado propiamente, pasamos a estudiar con mayor profundidad.


1. Zallo (1988).

2. En nuestra época, la auténtica cultura de minorías se refiere a lo que pudiéramos denominar “cultura no industrial”. Pero, aunque esto es así en sentido estricto, en el ámbito de la Industria Cultural también tenemos ocasión de distinguir un mercado y una cultura propiamente de masas y diversos mercados que, aunque se denominen “de minorías”, económicamente tienen también el carácter de masivos.

Desde el punto de vista económico, el fenómeno de la “masa crítica” al que aludíamos en los capítulos iniciales, tiene relación con el tamaño mínimo que han de tener los mercados para funcionar como “mercados de masas”. La masa social ha llegado a ser tan grande en las aglomeraciones urbanas, y tan sometida a procesos incrementados de comunicación que llega a posibilitarse la creación no de un único mercado de masas, sino de varios. Es posible segmentar varias veces determinadas sociedades, reduciendo progresivamente el tamaño del mercado de referencia, y mantenerse todavía en “mercados de masas”, con sus características de economía de escala, distribución masiva, etc.

3. Quedan fuera del concepto de industria cultural (y por tanto englobados en el concepto de cultura no industrial), como especifica Zallo, tanto la cultura tradicional no industrializada (artes plásticas, musicales, de representación, etc.), como la artesanía y actividades culturales e informativas no mercantiles (radios libres, actividades de casas de la cultura, etc.). Tampoco son asimilables, a pesar de su evidente relación, los términos “industria de la cultura” e “industria del ocio”.

4. Caracterizándose, en este caso, por constituir un tipo de mercancía no serializada, generalmente realizada bajo pedido y sin la intermediación preponderante de una organización productiva. Es el caso de la obra denominada “de artista independiente” o “de autor”, en la que el creador es también propietario de los medios de producción, ya que no precisan de una gran acumulación de capital para ser financiados. Trabaja por encargo, originando un tipo de cultura no reproducible y ajena a la difusión masiva. Se trata, según Zallo, de una “cultura no industrial”, que permanece como alternativa a la industria cultural propiamente dicha.

5. Dichos grupos serían los siguientes:

        1. - Multiplicadores de mensaje: los medios propiamente dichos, desde el punto de vista técnico; es decir, medios de difusión y de reproducción del original.

        2. - Transportadores de mensaje o medios de comunicación: los caminos o vías de naturaleza física por las que el mensaje, ya multiplicado, alcanza al receptor (teléfono, correos, satélites, etc.).

        3. - Suministradores de información para fines individuales: depósitos de información a las que se puede acceder de formas diversas (bibliotecas, bases de datos, servicios de computadoras...).

        4. - Fabricantes y servicios de mantenimiento: son profesionales, empresas y organizaciones diversas que actúan como apoyo del proceso comunicativo principal (organizaciones de artes gráficas, fabricantes de material electrónico y artes gráficas, técnicos).

        5. - Servicios especiales que contribuyen en el contenido: Personas, grupos y organizaciones de naturaleza diversa que se ocupan de la creación del contenido informativo y/o de sus fases más íntimas de codificación (agencias, estudios de producción, escritores, artistas, autores de software, etc.).

      6. - Agencias de apoyo económico: Se trata de organizaciones que contribuyen al aspecto propiamente económico del proceso (agencias de publicidad, de distribución.).

        7. - Agencias de apoyo administrativo: Organizaciones de carácter similar a las del punto anterior, pero más vinculadas a actividades de asesoría que de inversión o comerciales (consultores legales, financieros y administrativos, etc.).

         8. - Instituciones educativas propiamente dichas: Escuelas, Universidades, etc.

        9. - Otros grupos e instituciones de diversa naturaleza: De apoyo personal (uniones de comercio), servicios de recogida de datos (investigación de campo y audiencia, censos), etc.

Ver: Machlup, F. The production and distribution of knowledge, Princeton, Nueva Jersey: Princeton University Press, 1962. Citado por Schramm (1982).

6. No es semejante en ellos ni la naturaleza del receptor (público en ambos casos, pero de carácter no masivo en la enseñanza), ni la del producto informativo ni, sobre todo, la naturaleza de los medios interpuestos

7. Así, la fusión información-soporte que constituye el producto cultural presupone una tecnología capaz de crearlo, pero no implica una confusión entre soporte y contenido. Vemos claramente la existencia de dos tecnologías diferentes, y por lo tanto de dos industrias distintas: una destinada a crear los soportes (“Industria de la Tecnología de la Información”) y otra que, presuponiendo la anterior, se ocupa de utilizarla para fusionar la información en un soporte concreto (“Industria de la Información”).

8. Remitimos, para un análisis en profundidad del caso español, a: Castells y otros (1991).

9. Son dispositivos elementales electrónicos o electroópticos (pasivos: resistencias, condensadores, bobinas, placas y conectores o activos: relés, válvulas y tubos de vacío y dispositivos basados en materiales semiconductores: discretos o integrados en circuitos monolíticos -chips-.), sensores o transductores y otros para la transmisión o recepción.

10. De entre ellas, nosotros haremos referencia únicamente a dos:

        1. - Según la participación en el proceso de comunicación, podemos considerar dos clases de equipos: los equipos para el tratamiento de la información (informática) y los equipos de telecomunicación.

        2. - Desde el punto de vista del usuario de los equipos: Electrónica de consumo y Electrónica profesional.

11. Castells, por ejemplo, realiza una división diferente de la Industria de la Información, aunque concordante con la que proponemos aquí. Véase: Castells y otros (1991): 173 y ss.

12. Nieto y Sánchez Tabernero definen al SCI como “una empresa informativa que tiene por objeto social la prestación de servicios de información especializada, generalmente materializada en soportes electrónicos, para servir a particulares, profesionales u organizaciones, en su actividad empresarial o, en general, en la adopción de todo tipo de decisiones”. Para un análisis actualizado de los Servicios Comerciales de Información véase: Nieto y Sánchez-Tabernero (1996).


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