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La Empresa es su Resultado
El Beneficio editorial y la Contabilidad del Conocimiento.

Francisco Luis Sastre Pel�ez

 

LAS DOS �MANOS VISIBLES� DEL MERCADO (III): EL TEJIDO EMPRESARIAL

1. - LA ECONOM�A GLOBAL

1.1. - Introducci�n

El tipo de Sociedad cuyos caracteres esenciales hemos procurado describir en el cap�tulo anterior, no es exclusivo de este o de aquel pa�s sino la urdimbre b�sica sobre la que, con las diferencias culturales propias de cada naci�n, se est� construyendo la Sociedad Global. La progresiva cristalizaci�n de esa Comunidad de alcance planetario a partir de la heterog�nea multiplicidad de las Sociedades nacionales, es fruto de un largo proceso hist�rico que se encuentra hoy en un punto culminante de su desarrollo, si bien todav�a lejos de su terminaci�n(1).

Negado por unos, recibido con j�bilo por otros, es �ste un fen�meno discutido y de car�cter problem�tico que no puede analizarse aqu� con la necesaria profundidad. No obstante, por su influencia en la determinaci�n del Entorno de la Empresa Informativa, es necesario que nos aventuremos ahora a destacar algunos de sus puntos clave:

1. - La creaci�n de una Sociedad Global ha de realizarse por la formaci�n previa de instituciones supranacionales que articulen los tres Ordenes Globales y no s�lo uno u otro de ellos. Este proceso se ha venido desarrollando conscientemente, si bien de forma irregular, desde hace al menos cincuenta a�os. Adem�s, y paralelamente, se detecta la formaci�n de Sociedades Supranacionales de car�cter �intermedio� que podr�amos denominar Regiones.

2. - La Sociedad Global, lejos de anular a las organizaciones nacionales, las complejiza. Es decir, resalta las heterogeneidades internas en comunidades que antes se tomaban por homog�neas y, a veces, si no se alcanza a construir una estructura m�s desarrollada e inclusiva, provoca su escisi�n. Los procesos de unificaci�n global y fragmentaci�n local son simult�neos, exigiendo profundas reestructuraciones internas en las sociedades. El nuevo orden es �federalista�, a la vez que supranacional.

3. - La g�nesis de la Sociedad Global no es uniforme, a causa de los distintos ritmos de avance en la configuraci�n de cada uno de los tres Ordenes. Mientras que las instituciones pol�tico-jur�dicas internacionales tienen un alcance limitado, y la globalizaci�n de la cultura(2) sigue siendo un fen�meno dif�cil de precisar, la llamada Econom�a Global es ya un hecho, siquiera incipiente: las empresas transnacionales, los mercados supranacionales, la entrada masiva de capital extranjero en operaciones de �mbito local, la liberalizaci�n generalizada por los gobiernos de sectores antes considerados estrat�gicos, etc., son fen�menos que la anuncian cumplidamente.

Centr�ndonos ya en la llamada Econom�a Global, pensamos que �sta puede definirse, al menos tentativamente, en funci�n a los siguientes rasgos generales(3):

1. - La regionalizaci�n de la econom�a mundial: la Tr�ada y los nuevos pa�ses emergentes: El hundimiento del bloque sovi�tico y la p�rdida de hegemon�a de la econom�a americana en favor de Europa y el sudeste asi�tico (Jap�n y los cuatro �tigres�(4)) pone punto final a la �bipolaridad� existente desde finales de la II� Guerra Mundial y establece, en el �mbito mundial, la �tripolaridad�.

Lo esencial, adem�s del n�mero de �reas en pugna por el dominio econ�mico del Globo, es el hundimiento de la Econom�a Planificada y el triunfo de la llamada Econom�a de Libre Mercado, el sillar del sistema capitalista.

Surgen as� tres grandes bloques o �reas de influencia, con sistemas de mercado y modelos de consumo similares, hasta cierto punto, que intentan constituirse como centros de poder econ�mico(5): Norteam�rica, la Uni�n Europea y Jap�n.

Adem�s de �la Tr�ada� y de sus �reas de influencia, Sudam�rica, Europa Oriental, China y Medio Oriente constituyen �sub�reas estrat�gicas� destinadas a integrarse en alguno de los tres bloques o a convertirse en escenarios de conflictos permanentes(6).

2. - El acelerado proceso de innovaci�n materializado, por un lado, en las nuevas tecnolog�as de la informaci�n y la telecomunicaci�n y, por el otro, en la reorganizaci�n de los procesos productivos empresariales. Este fen�meno se manifiesta, de forma simult�nea, en la r�pida generaci�n del conocimiento y en su frecuente migraci�n.

Consecuencia de lo anterior es el important�simo valor estrat�gico de la informaci�n, as� como el hecho de que ninguna ventaja competitiva sea permanente(7).

3. - La globalizaci�n de los mercados, causa y consecuencia a un tiempo del proceso de internacionalizaci�n de las empresas. Este hecho es manifestaci�n del car�cter automultiplicador y expansivo del sistema capitalista que, operando en la gran mayor�a de los pa�ses, obliga a todas las econom�as nacionales a competir internacionalmente o estancarse y decaer. Como afirma Thurow, el campo de batalla para las guerras del siglo XXI no ser� militar sino econ�mico(8). Este fen�meno coexiste, recordemos, con la crisis del intervencionismo y control del sector p�blico tradicional, en parte a causa de sus abultados d�ficit fiscales, en parte por la naturaleza t�cnica de los medios de comunicaci�n, que impiden el establecimiento de barreras efectivas a la libre difusi�n informativa.

4. - El creciente peso espec�fico que asumen los servicios, en especial los de informaci�n, en las econom�as avanzadas: Como hemos se�alado anteriormente, en las econom�as desarrolladas se saluda ya la emergencia de un �sector econ�mico cuaternario�(9), consider�ndose por muchos a esta nuestra como la Sociedad de la Informaci�n.

A pesar de su importancia no insistiremos ahora m�s en este asunto pues, afectando directamente al objeto principal de nuestro estudio, deber� ser desarrollado con amplitud en los cap�tulos siguientes.

Pasamos, seguidamente, a intentar precisar el verdadero nivel de integraci�n de la Econom�a Espa�ola en ese Orden internacional en el que va cuajando, seg�n creemos, la Sociedad Global.


1. D�az Nosty, tras manifestarse partidario de la elevada desregulaci�n de la actividad informativa que la globalizaci�n implica, se�ala que durante un amplio periodo de tiempo la globalidad potencial encontrar� tres grandes grupos de obst�culos:

a) limitaciones inherentes a las leyes del mercado (desigualdades econ�micas nacionales y regionales)

b) existencia de valores locales y culturas de un elevado caracter fundamentalista.

c) diferentes territorios ling��sticos.

Ver D�az Nosty (1996): 17-40.

2. Cine, televisi�n y contenidos publicitarios, sobre todo.

3. Ver Canals (1997): 23 y ss. y Bueno y Morcillo (1993): 39 y ss.

4. Los cuatro �tigres� o �dragones�: Taiw�n, Singapur, Corea del Sur y Hong Kong.

5. Sobre la configuraci�n de esta �triada� y el posible desarrollo de sus relaciones (una �guerra comercial� generalizada), ver: Thurow (1992).

6. Parece dif�cil la consolidaci�n independiente de alguna de estas sub�reas, al menos hasta el punto de convertirse en competidora, en pie de igualdad, de los integrantes de la �Tr�ada�. El problema no es s�lo la diferencia de potencial econ�mico con que partir�an, ni el que no pueda firmarse alg�n acuerdo comercial de envergadura en estas zonas (hay m�ltiples pruebas de lo contrario, por ejemplo, los recientes intentos de crear un �rea de moneda �nica en el sudeste asi�tico), sino que para que dicho acuerdo pudiera constituir una organizaci�n supranacional efectiva, ser�a preciso que existiera tambi�n cierta comunidad cultural y pol�tico-jur�dica entre los miembros, y cuestiones como estas no pueden improvisarse. Insistimos en que las instituciones son �producciones sociales� que no pueden desvincularse del Entorno que les dio origen. Dif�cilmente son �migrables� o, mejor dicho, dificilmente la actividad de instituciones �migradas� funcional. Las sociedades, como los seres vivos, est�n sometidas al principio de especiaci�n (su reproducci�n s�lo es posible dentro de la propia especie).

7. A este fen�meno alude Badaracco cuando afirma la necesidad de desarrollar el �conocimiento insertado� de una organizaci�n, un concepto similar al �conocimiento rutinario� en el que se materializa el �recuerdo� de la organizaci�n. Ver Badaracco (1993) y Douglas (1996).

El conocimiento menos migratorio es el que encarna en la propia organizaci�n (el llamado �recuerdo rutinario�) pues, siendo �sta parte de su entorno, no es f�cilmente trasladable. La �nica forma de aprovechar ese conocimiento es, o por adquisici�n del negocio (respetando la organizaci�n independientemente del cambio de titularidad de las acciones) o v�a alianza estrat�gica que permita �insertar� al propio personal en la organizaci�n.

8. Thurow (1992)

9. Que hay que a�adir, como es sabido, al sector agr�cola, al sector industrial y al sector servicios.

 


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