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La Empresa es su Resultado
El Beneficio editorial y la Contabilidad del Conocimiento.

Francisco Luis Sastre Pel�ez

 

EL ENTORNO DE LA EMPRESA CULTURAL

LA SOCIEDAD COMO ENTORNO: LAS NECESIDADES INDIVIDUALES Y SU SATISFACCI�N.

La variedad de las necesidades individuales y la organizaci�n social.

Desde el punto de vista econ�mico, la realidad fundamental es la existencia de necesidades y la posibilidad, siquiera temporal, de satisfacerlas mediante el consumo. As�, las organizaciones no son fines en s� mismas, sino medios para alcanzar aquella satisfacci�n de manera eficiente; instrumentos, en suma, para la supervivencia y el desarrollo humanos.

La Sociedad, como ya hemos se�alado antes, obtiene su ventaja en relaci�n con el individuo aislado de la posibilidad de especializaci�n en sus tareas, facultad que se incrementa a medida que su tama�o aumenta(1) . Por otra parte, cuando el crecimiento se produce, se agudizan tambi�n ciertos desajustes organizativos que, si no son corregidos, terminan por contrarrestar el efecto positivo de la especializaci�n(2) .

El �xito o fracaso de una Sociedad en alcanzar niveles elevados de especializaci�n y desarrollo han sido objeto de numerosa bibliograf�a(3) , por lo que evitaremos abundar en el tema. No obstante recordemos que, en la autorizada opini�n de North, uno de los autores m�s relevantes a este respecto(4) : �El stock de conocimientos y el stock de tecnolog�a elevan los l�mites del bienestar humano pero, de hecho, no determinan por s� mismos la satisfacci�n humana que se alcanza dentro de esos l�mites. La estructura de la organizaci�n pol�tica y econ�mica es la que determina los resultados de una econom�a.� Por otra parte, y seg�n el mismo autor, a la hora de comprender la estructura organizativa de la Sociedad, los dos medios fundamentales ser�n: el establecimiento de una teor�a del Estado y de una teor�a de los Derechos de Propiedad. (5)

M�s adelante tendremos la oportunidad de profundizar en estas ideas. Por el momento, y como ayuda para proceder a una diferenciaci�n funcional de los componentes sociales, procuremos establecer alguna clasificaci�n satisfactoria de las necesidades humanas.

La dificultad de proceder a esta tarea, no obstante, no es la escasez de clasificaciones disponibles(6) , sino el hecho de que realizar una agrupaci�n rigurosa de las necesidades humanas implica, necesariamente, optar por una determinada teor�a del Hombre. Perm�tasenos, por tanto, adherirnos a la ya cl�sica divisi�n del ser humano en dos componentes: uno material y otro ps�quico. El componente ps�quico, a su vez, se entiende articulado a trav�s de las tres facultades cl�sicas: sentimiento, entendimiento y voluntad.

Si consideramos al hombre en su aspecto exterior (material) e interior (ps�quico) encontraremos que cada uno de estos �mbitos, al manifestarse, provocar� la aparici�n de ciertas necesidades espec�ficas. As�, podemos clasificar, no obstante, las necesidades humanas en cuatro grupos:

1. - Fisiol�gicas: Las originadas por el normal funcionamiento del organismo humano a lo largo de sus distintas fases de desarrollo vital. Se satisfacen a trav�s de los productos y servicios vinculados con la alimentaci�n, vestido, cobijo, sanidad, etc., es decir, principalmente por los bienes econ�micos que denominamos �de consumo�.

2. - Racionales o de conocimiento: Vinculadas a la funci�n de comprensi�n humana y coherencia l�gica entre sus diversas percepciones. Se relacionan no s�lo con la investigaci�n de la realidad y con los soportes caracter�sticos en los que el conocimiento se conserva y transmite sino, en general, con todo tipo de herramientas y utensilios, as� como con las distintas habilidades necesarias para convertir el mundo en algo coherente con el hombre (trabajo). La satisfacci�n de estas necesidades se asocia, especialmente, con la Tecnolog�a, las herramientas y, en general, con todos los bienes econ�micos de naturaleza industrial.

3. - Sentimentales o de emoci�n: Estando estrechamente relacionada con la denominada �naturaleza social� del hombre, en esta facultad se apoyar�a toda relaci�n personal que no busca, al menos directamente, ventajas de naturaleza econ�mica o de poder. Su ejercicio origina, fortalece o destruye, la integraci�n humana en una diversidad de grupos, desde la familia hasta la propia Sociedad.

4. - De voluntad o poder: Se refiere a la facultad de hacer, de exteriorizarse el ser humano en tanto individuo. Su manifestaci�n t�pica es la capacidad de adaptar a uno mismo las circunstancias exteriores, el poder de realizaci�n personal. Socialmente se manifiesta en el ejercicio de los derechos y en la sensaci�n interna de libertad y de seguridad.

Estos cuatro grupos de facultades-necesidades no se manifiestan de forma independiente en la vida real. Por eso, podr�amos denominarlos: conjuntos de necesidades b�sicas. La mayor�a de las necesidades reales se perciben como combinaciones complejas de dos o m�s de estos tipos b�sicos. Y cuanto m�s madura y desarrollada es una persona, m�s frecuentemente ocurre as�.

Recordemos algo esencial, ya apuntado anteriormente: La comunidad �socializa� las necesidades y su satisfacci�n. La forma en que el individuo percibe sus propias necesidades, y se ocupa luego de ellas, est� socialmente condicionada en un doble sentido: en cuanto a la definici�n de las necesidades mismas y en cuanto a las posibilidades para su satisfacci�n.

Por otra parte, la Sociedad es un medio eficiente de soluci�n de necesidades humanas gracias a sus posibilidades organizativas, posibilidades que se concretan en las instituciones sociales. Por tanto, concluimos, la estructura social debe adoptar una forma tal que permita la especializaci�n institucional para la atenci�n de las necesidades y, si esto es as�, deber� ser posible analizarla en relaci�n a nuestra clasificaci�n de las necesidades humanas b�sicas y a las instituciones generadas socialmente para su satisfacci�n. Esto es, precisamente, lo que persigue el modelo de Daniel Bell(7) , modelo que describiremos seguidamente pues nos ser� de gran utilidad en nuestra exposici�n posterior.


1.V�ase el razonamiento, ya cl�sico, de Adam Smith que establece que la divisi�n de trabajo est� limitada por la extensi�n del mercado. Smith (1983): libro 1, cap.3, pp 63-65.

2.Los desequilibrios mencionados pueden producirse, bien con el entorno, bien internamente:
a) con el entorno: La manifestaci�n m�s corriente es el llamado �efecto Malthus�, es decir, las hambrunas y elevado nivel de mortandad infantil como control natural del exceso de poblaci�n. Actualmente, adem�s, y por hablar s�lo de los problemas m�s significativos, se a�ade el efecto contaminador del medio ambiente.
b) internamente: Aumentan los costes de coordinaci�n, se debilita la cohesi�n grupal, se reduce el control (al incrementarse el coste de vigilancia social) y los individuos (o subgrupos) van perdiendo progresivamente inter�s por participar en la actividad com�n. La organizaci�n termina por escindirse, reagrup�ndose sus miembros en unidades m�s peque�as que, si bien ser�n menos poderosas que la anterior, tambi�n actuar�n m�s diligentemente que aqu�lla en la atenci�n con las necesidades de sus miembros.

3.V�anse especialmente : Olson (1986) y North y Thomas (1991)

4.North (1994): 31

5.La importancia del Estado, seg�n este autor, deriva de que es �ste quien establece la estructura de los derechos de propiedad y, por tanto, causante del crecimiento o declive econ�micos al dar lugar a estructuras de derechos m�s o menos eficientes y estables. La Teor�a de los Derechos de Propiedad, por otra parte, explicar�a las formas de organizaci�n econ�mica que las personas idean para reducir los costes de transacci�n e intercambio organizado. Todas estas cuestiones se desarrollan en: North (1994)
 

6.Para obtener una panor�mica general de los diversos enfoques de la necesidad en las ciencias humanas v�ase: Kotler, C�mara y Grande (1996): 199 y ss. o, tambi�n, D�ez y Redondo (1996): 401-421.

7.Daniel Bell, profesor de Sociolog�a en la Universidad de Harvard, acu�� el t�rmino �sociedad postindustrial� en diversos trabajos realizados durante los a�os 60 y, finalmente, en 1973 en su obra, ya cl�sica, El advenimiento de la sociedad post-industrial. Se refer�a en ella a la sociedad en gestaci�n durante esos a�os, y que analizaba dividi�ndola en tres subsistemas u Ordenes.


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