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Influencia de la legislación en la información medioambiental suministrada por las empresas
Enrique Rafael Blanco Richart
Contabilidad y Medio Ambiente
El Marco Conceptual de la A.E.C.A y el Medio Ambiente.
El Entorno
Los usuarios de la información financiera.
Un usuario de la información financiera es el agente con derecho de acceso al canal de información contable. Este derecho nace cuando las actividades de la entidad informativa afectan o pueden influir en el comportamiento del usuario potencial. Los objetivos de los usuarios se pueden clasificar en tres grupos[1]:
§ El objetivo de control: Tanto de la entidad por la Administración y sociedad como de los responsables de la gestión de la empresa ante sus propietarios o socios.
§ El objetivo de predicción: Ligado al desarrollo de la financiación de la empresa y a la separación entre propietarios y dirección, así como para poder obtener una adecuada información para la toma de decisiones en la gestión empresarial.
§ Los objetivos macroeconómicos: Referidos al cálculo económico y control sectorial en los países de economía planificada.
En nuestra línea de razonamiento, antes de analizar los tipos de usuarios, su localización, necesidades, etc. posiblemente podamos comenzar preguntando:
¿Qué derecho tiene la sociedad a reclamar información sobre el impacto medioambiental de una determinada empresa?[2].
Si la respuesta es positiva, el paso siguiente será determinar el papel que desempeña la información contable en esa rendición de cuentas. Quienes defienden que las empresas han de mostrar dicha información se basan en que todos los recursos naturales a los que les afecta el impacto medioambiental son de propiedad común, lo que significa que la sociedad en su conjunto tiene derechos de propiedad sobre dichos bienes y por lo tanto está legitimada a exigir información respecto de las actividades que los deterioran.
Los usuarios se pueden clasificar en usuarios internos o agentes que tienen el control sobre la información y usuarios externos quienes sólo poseen acceso limitado a ésta[3], en los modelos anglosajones, se selecciona al inversor bursátil como representante de la demanda informativa.
El Marco Conceptual, destaca que las necesidades de los propietarios de la entidad económica cubre muchas de las necesidades de otros usuarios, lo que indica una visión cercana a un concepto patrimonialista de la empresa, donde se destaca como usuarios a los accionistas presentes, los bancos, los Gobiernos, o la propia dirección de la empresa[4]. Pero en función de las características de cada entorno y de sus necesidades de información, ésta se ha de adaptar a cada caso y no será lo mismo la información a emitir por una pequeña empresa que por una de grandes dimensiones.
Por lo tanto la elección del usuario se conformaría en dos fases[5]:
1.- Etapa de selección. Entre los usuarios potenciales se seleccionan aquellos agentes económicos cuya demanda de información financiera es más significativa, (como los inversores o el analista financiero).
2.- Etapa de formulación. En función de los intereses de los agentes seleccionados se concreta el área de intersección de las necesidades de información que dará lugar a la definición del usuario.
Pero como hay necesidades distintas según los usuarios y que la información ha de confeccionarse teniéndolo en cuenta es lógico que la forma de presentar la información y los contenidos de ésta han de ser mucho más flexibles, como puede ser el agregar información complementaria a los estados financieros tradicionales como la referente a riesgos, intangibles, medio ambiente, etc. para así corregir las limitaciones que siempre presenta la información de cara al desarrollo de las necesidades de decisión de los usuarios debido a[6]:
- Su carácter histórico que representa acontecimientos derivados de las actividades ya realizadas por la empresa.
- En presentar una visión muy condensada de la empresa.
- Su carácter eminentemente cuantitativo, faltando elementos cualitativos de todo tipo como puede ser la información social y medioambiental.
- O el retraso en presentar la información (puede llegar hasta seis meses).
Así entre las distintas razones que cada grupo de usuarios tendría para recabar información medioambiental, estarían:[7]
§ Los inversores actuales y potenciales que están concienciados con el problema medioambiental, apuestan por industrias ecológicas por lo que quieren conocer si existen riesgos motivados por temas medioambientales que puedan afectar a los rendimientos futuros de la sociedad y en consecuencia a la rentabilidad de su inversión. (Los “Principios Valdez” son planteados como requisitos previos por grupos de inversión internacionales, entre ellos están: La protección de la biosfera, el uso racional de recursos naturales y uso eficiente de la energía, la reducción y eliminación del desperdicio, la auditoría medioambiental anual, etc.).
§ Las Administraciones Públicas, para conocer el cumplimiento de las normativas y la evolución en esta materia de los distintos sectores económicos que le permita tomar decisiones en cuanto a legislación, presupuestos, iniciativas, etc. Por lo tanto la exigencia de la Administración gira en torno al cumplimiento de la normativa medioambiental, a la información sobre emisiones, licencias y permisos, control del pago de cánones, tasas, o los estudios de impacto medioambiental entre otros.
§ Los competidores, también son usuarios de todo tipo de información financiera y en nuestro caso de información medioambiental, para así comparar sus actividades con las de otras empresas con el fin de mejorar su imagen cara a los usuarios de sus productos o servicios y aumentar la ventaja competitiva de esta situación.
§ Los clientes más concienciados en estos temas empiezan a exigir garantías de que la empresa adopta medidas elementales para evitar la degradación del entorno por la elaboración y/o utilización de sus productos y así para seguir siendo clientes, exigen el cumplimiento de las obligaciones medioambientales.
§ Los trabajadores más sensibilizados en sus condiciones de seguridad, calidad y salud, que pueden verse alterados por malas actuaciones por parte de la empresa.
§ Los acreedores para ver si su cliente cumple con sus normas y así evaluar riesgos de futuros impagos en los que puede incurrir la empresa por actuaciones negativas relacionadas con sus responsabilidades medioambientales y las medidas que adopta para la reducción de éstas.
§ Las compañías de seguro, por lo general las pólizas de cobertura de la contaminación se refieren a la contaminación accidental, súbita, imprevisible y no intencionada, por lo que hay habría que informar sobre las instalaciones y sustancias utilizadas, la existencia de Auditoría medioambiental previa e informe de impacto o el cumplimiento de la legislación medioambiental.
§ Los consumidores[8], que aunque tienen poco control sobre la empresa, pueden presionarla en cuanto a la calidad y la cantidad, o sobre la localización de la empresa, etc. pero cada vez más desean conocer el comportamiento ambiental del producto llegándose a crear nichos de mercado.
§ La Banca, que puede exigir a las empresas determinada información para la evaluación de riesgos medioambientales[9], como parte del análisis de los riesgos rutinarios que se realizan para la concesión de préstamos, garantía de créditos (suelos contaminados), etc. En esta línea está el Manifiesto “La Banca y el Medio Ambiente” firmado en 1992.
§ Las asociaciones y el público en general que desean conocer la rentabilidad de una industria, conocer el impacto de su actividad en el entorno, o la incidencia de la entidad económica en su bienestar o en el desarrollo económico del entorno, o si satisface su responsabilidad social.
[1] Gabás Trigo, Francisco. (1991). Op. Cit.
[2] Carmona Moreno, Salvador (1993). Presentación del número 75 de la Revista Española de Financiación y Contabilidad.
[3] Gabás Trigo, Francisco. (1991). Op. Cit. Pag. 53-54. El autor diferencia entre usuarios con poder de intervención ( Directores, Auditores etc.) y usuarios sin poder de intervención (Accionistas, Inversores, Analistas , Prestamistas, Clientes, Suministradores y Trabajadores)
[4] Martínez Conesa, Isabel. (2000). El marco conceptual y el Plan General de Contabilidad. Incluido en El Marco Conceptual para la información financiera. Coord. Jorge Tua, Ed. A.E.C.A.. Pag. 338.
[5] Gabás Trigo, Francisco - Bellostas Pérez-Grueso, Ana. (2000). Op. Cit. Pag 106.
[6] Sierra Molina, Guillermo - Escobar Pérez, Bernabé. (1998). “¿Satisfacen las Cuentas Anuales las necesidades de información del usuario?”. Partida Doble, nº 93, octubre.
[7] Moneva Abadía, J. María. (1996). “Información financiera medioambiental: Su regulación internacional”. Partida Doble, nº 66. Abril. Pag. 47.
[8] Larrinaga González, Carlos. (1997). Art. cit. Pag. 981.
[9] A.E.C.A. (1996). Contabilidad de gestión. Pag.19 y s.s.
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