Anna María Fernández Poncela*
UAM, México
annamariafernandezponcela@gmail.com
RESUMEN
Este texto se centra en la importancia de las ciudades con patrimonio cultural que devienen ciudades turísticas, esto es, pasan de habitadas por sus habitantes, a ser -sin perder el estatus anterior- presumidas y consumidas por el turismo. Se trata de ciudades que por su belleza estética, paisajística y arquitectónica; su lugar geográfico memorable e incomparable; su historia valorada y épica; y su atractivo patrimonial nombrado y destacado, se ofertan y llevan a cabo una puesta en valor de su atractivo de cara al turismo. Esto conlleva cambios, pues los habitantes la comparten con los visitantes que llegan a conocerla y disfrutarla. Todo ello es una estrategia económica, sin embargo, también tiene como consecuencia problemas de sustentabilidad.
Aquí se presenta, junto a la reflexión anterior, un estudio del tema centrado en Pátzcuaro, una ciudad de Michoacán. Es una ciudad con turismo histórico y con turismo en nuestros días, que ha sido siempre valorada y hoy revalorada por su patrimonio cultural y su atractivo turístico, y que también presenta problemas de sustentabilidad.
PALABRAS CLAVE: patrimonio, turismo, ciudad, sustentabilidad, Pátzcuaro.
ABSTRACT
This text focuses on the importance of cities with cultural heritage become tourist cities, i.e., are inhabited by its inhabitants, to be - without losing previous status - presumed and consumed by tourism. It's cities beauty aesthetic, landscape and architectural; its geographical location, memorable and unique; their story valued and epic; and its heritage attraction named and prominent, offer and carry out a setting value of its appeal with regard to tourism. This entails changes, as people share it with visitors who come to know and enjoy it. This is an economic strategy, however, also has as a result problems of sustainability. Here is, next to the above reflection, a study of the subject centered in Patzcuaro, a city of Michoacán. It is a city with historical tourism and tourism in our days, which has been always valued and today revalorada by its patri...
KEY WORDS: heritage, tourism, city, sustainability, Patzcuaro.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Anna María Fernández Poncela (2018): “Turismo y patrimonio: la ciudad de Pátzcuaro”, Revista Turydes: Turismo y Desarrollo, n. 25 (diciembre / dezembro 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/turydes/25/patzcuaro.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/turydes25patzcuaro
ANOTACIONES INICIALES
“En un contexto de creciente consumo cultural, patrimonio y turismo son dos realidades estrechamente vinculadas en las ciudades históricas: lugares de afluencia de visitantes, masiva en algunos casos, donde el patrimonio se configura como el atractivo turístico principal. Los cascos históricos son los espacios de la cultura por excelencia, espacios donde se concentran los edificios de mayor monumentalidad y simbolismo, se plasman espacialmente las distintas culturas y formaciones sociales, se aglutinan diferentes funciones y se desarrollan muchos de los aspectos claves de la vida social de la ciudad. En conjunto, forman el patrimonio urbano, el principal recurso de este tipo de ciudades” (De la Calle y García, 1998:249).
En estas páginas presentamos una revisión y reflexión sobre las ciudades o pueblos, que por su consideración y reconocimiento como patrimonio histórico cultural importante, declarado o no declarado oficialmente, han transitado de ser ciudades creadas por y para los habitantes, además y por supuesto según la autoridad político administrativa de cada momento para fomentar la identidad y cohesión social, a pasar a ser ciudades presumidas, promovidas, puestas en valor y recreadas para el fomento de la actividad turística. Ambas cosas son compatibles, si bien en cada momento o periodo histórico parece que se pone más peso en uno u otro proyecto.
Hoy el turismo parece extenderse, siendo una de las actividades económicas más importantes a nivel mundial y también para el caso de México. Hay diversos tipos de turismo que tienen que ver con los deseos y necesidades de grupos de personas determinados y sus gustos. En cuanto al turismo cultural, éste se concentra en el anhelo de conocer otras cosas, además de descansar o divertirse, deseo de acercarse a espacios diferentes y culturas diversas, toda vez que a la historia y cultura de un lugar. De ahí que pueblos y ciudades que poseen ambientes y paisajes antiguos, bellos y bien conservados son fuente de inspiración y objeto de visita. Por lo que aquí, como decimos, presentaremos algunas ideas generales en torno a ciudades con un patrimonio cultural importante y que son por ello visitadas por el turismo, así como los cambios y los dilemas que ello conlleva. Por supuesto, el turismo se piensa como parte del crecimiento económico, y también supuestamente el desarrollo social, y se considere lo que se considere al respecto, las consecuencias suelen ser problemas de sustentabilidad, entre otros, especialmente si la planificación no se realiza de forma ordenada y equilibrada.
En estas páginas, tras la reflexión general anterior, se realiza un acercamiento al tema a través de un estudio de caso, la ciudad patrimonio cultural y destino turístico de Pátzcuaro en el estado de Michoacán. Se revisa su historia turística ya su realidad actual.
Ello se hace, a partir y fundamentalmente de la revisión bibliográfica y documental, así como de entrevistas in situ a autoridades, cronistas, y algunas personas que poseen cierto conocimiento de calidad sobre la ciudad. El trabajo de campo se llevó a cabo en dos periodos, el primero en el año 2013 y el segundo el 2017. Como resultados es posible afirmar que se trata de una ciudad que pese a los cambios de todo tipo y los problemas también de muy diversa índole, persiste en su vocación turística, con unas autoridades que no se cansan de promocionarla a pesar de los aglomerados humanos en determinadas épocas del año, que la consideran fuente de empleo y crecimiento, no obstante, la sobrecarga crea problemas de sustentabilidad, entre otras cosas.
PATRIMONIO Y CIUDAD
“La ciudad es la imagen alegórica de la sociedad” (Fortuna 1998:64)
“Las ciudades fundadas en el seno de la larga duración histórica están compuestas por múltiples escenarios, levantados por sucesivos regímenes. Despliegan un espacio urbano en el que abundan símbolos y significaciones” (Balandier 1994:25).
Sobre la ciudad y las ciudades muchas cosas se pueden decir, recogemos algunas miradas de autores especializados en el tema que expresan lo que es la ciudad para ellos.
Por ejemplo, en palabras de Marc Augé considera que ésta es un mundo “Es un mundo, en un primer sentido, porque es un lugar, es un espacio simbolizado, con sus puntos de referencia, sus monumentos, su fuerza de evocación, es decir, todo aquello que comparten quienes se dicen de una determinada ciudad” (Augé, 2006:149).
Proseguimos con Michel de Certeau que afirma que “El imaginario urbano está constituido para empezar por las cosas que lo deletrean…Las casas ruinosas…Son actores, héroes de leyenda. Organizan en torno suyo la novela de la ciudad…tienen la función de la historia…”ánimas” del lugar. Como sus ancestros divinos, tienen papeles de actores en el casco antiguo de la ciudad” (De Certeau, 2006:137-8).
Por lo que es posible afirmar que la ciudad es una suerte de metáfora del mundo, una figura espacial en el tiempo (Augé, 2006), toda vez que una construcción histórica física e imaginaria, tangible e intangible (De Certau, 2006). Esto es, la ciudad aparece como un lugar creado por la huella del paso del tiempo en el territorio, construido socialmente desde gobiernos y ciudadanía, arquitectos soñadores, hábiles albañiles, personas que nacieron o llegaron de otros lugares y allí se estacionaron y desarrollaron su vida y se perpetuaron en su descendencia. La ciudad está llena de significados tales como recuerdos y memorias colectivas, representaciones e imaginarios sociales, sobre todo para aquellos individuos que la habitan, la caminan, la gozan y la sufren a diario, nacieron en sus hospitales, estudiaron en sus escuelas, comercializan en sus tiendas, laboran en sus fábricas, jugaron en sus plazas, pasearon por sus parques, durmieron en sus casas, incluso murieron dentro de sus fronteras, en su territorio, enterrados en sus cementerios.
Sin embargo, hoy la ciudad es más que eso, ya que además recibe a migrantes y turistas (García Canclini 1995), personas de otras tierras y países, que en ella quieren trabajar y residir o que la desean conocer y visitar, como parte esto último del tradicional y creciente turismo cultural. Así que la ciudad antaño símbolo identitario, constructor de cohesión social y nación, hoy aparece como un reclamo y destino turístico también. Muchas veces siendo éste un buscador de lo primero. Antaño eran escenario de ceremonias cívicas, discursos, desfiles, toda una escenografía y teatralización básicamente política desplegada, imágenes y palabras cargadas de simbolismo social (Balandier, 1994), lo cual hoy se mantiene en el caso de México. Hoy a lo anterior se suma la concepción de escenografía patrimonial no sólo político social y cultural para los habitantes, sino reclamo turístico para los visitantes que lo que buscan es lo cultural, identitario, la narración y la imagen de lo auténtico tradicional, la esencia y alma artístico cultural de esa ciudad.
Y es que si antaño el estado precisaba materializar la historia a través de celebraciones cívicas, monumentos arquitectónicos, para remarcar la existencia de un supuesto pasado común (Lecarrieu, 1998), hoy hace lo mismo en parte por lo dicho, y en parte también con el objeto de tener espacios, generalmente centros históricos para la oferta turística, misma que tiene éxito precisamente por esos monumentos arquitectónicos que en un momento histórico edificó en principio para otros fines, por supuesto, entre otras cosas.
Todo acontece en un momento justo cuando se habla de la voluntad de conservación versus la crisis de la identidad o la pérdida de sentido de instituciones y monumentos históricos (Augé, 2009). Sin embargo, estos renuevan su función y ahora son parte de las rutas de turismo cultural de lo pistoresco, grandioso y auténtico, objeto del turismo cultural (Santana, 1997).
Volviendo a Augé (1998) enuncia tres tipos de ciudades:
En primer lugar, la ciudad-memoria, que es lo que cada persona se construye como parte de su apropiación histórica de su paso y paseo por la ciudad, o lo que el discurso hegemónico construye como tal. La ciudad-memoria se encuentra sometida a la historia, a la historia pasada que despierta y crea recuerdos. Hay monumentos a modo de marcas históricas.
En segundo lugar, la ciudad-encuentro, lo sensorial y los sentidos, palabras e imágenes, ideologías y costumbre. Quienes la habitan son en realidad los que la hacen vivir, desde lo real a lo imaginario o simbólico, la colectividad que reside es quien la construye y reconstituye.
Y en tercer lugar la ciudad-ficción, esto es, fabricada con imágenes, a modo de espectáculo del espacio tiempo histórico que la constituye, creada y recreada fundamentalmente para el consumo.
Por supuesto, pueden ser las tres ciudades en una, no son para nada excluyentes, pues una misma ruta puede ser objeto de un tránsito de un residente y un desplazamiento de un turista, lugar de memoria, encuentro y en parte ficción.
Y esto justo es lo que son los centros históricos de las ciudades coloniales mexicanas, como sabemos, y también los centros no tan monumentales y espectaculares, pero sí muy apreciados si están bien conservados de los pequeños pueblos o ciudades de menor población, son lugares que acogen la ciudad antigua y también lugares históricos (Melé, 1998).
Siguen siendo lugar de reencuentro, símbolo de identidad, testimonio histórico, agrupación monumental, y un espacio para recorrer y visitar por los turistas, poseen valor simbólico, identitario, emocional y urbanístico para la ciudad y sus habitantes, toda vez que hoy son percibidos, reconocidos e incluso nombrados recurso patrimonial, histórico-cultural y social (Ramírez Kuri, 2006). “Las cosas viejas se hacen notables. Lo fantástico se encierra ahí, en lo cotidiano de la ciudad (…) Naturalmente, lo fantástico no volvió por sí solo. Lo atrajo la economía proteccionista (…) Este aparecido se exorciza bajo el nombre de “patrimonio”…. Este pasado está considerado como imaginario. Un extranjero ya está ahí en su casa. ” (De Certau, 2006:136).
Estos centros históricos conservados o reconstruidos se convierten en narradores nostálgicos de historias y leyendas atesoradas, y constituyen un gran atractivo y reclamo como oferta turística del turismo cultural que se centra en la autenticidad (Santana, 1997), entre otras cosas, y que se considera ofrece cierto desarrollo social y conservación patrimonial (Prats, 1997).
TURISMO Y PATRIMONIO
“El mejor ejemplo de paisaje y patrimonio cultural lo tenemos, sin duda, en las ciudades históricas, espacios urbanos que concentran buena parte de nuestro patrimonio urbanístico y arquitectónico monumental. Este paisaje y este patrimonio cultural son también un importante recurso turístico, cuya gestión plantea nuevos retos ya que se trata de un bien no renovable” (Troitiño Vinuesa, 1998:211)
El patrimonio “basa su importancia en ser el conducto para vincular a la gente con su historia. Encarna el valor simbólico de identidades culturales y es clave para entender a los otros pueblos. Contribuye a un interrumpido diálogo entre civilizaciones y culturas, además de establecer y mantener la paz entre las naciones”, todo esto según la UNESCO (2002). Si bien en la actualidad su conservación, reconstrucción o renovación obedece en múltiples ocasiones a su reconversión como atractivo turístico.
Inicialmente la teatralización del patrimonio tenía que ver con políticas culturales autoritarias relacionadas con el ejercicio del poder “De ahí que su principal actuación dramática sea la conmemoración masiva: fiestas cívicas y religiosas, aniversarios patrióticos, y, en las sociedades dictatoriales, sobre todo restauraciones. Se celebra el patrimonio histórico constituido por los acontecimientos fundadores, los héroes que los protagonizaron son los que escenifican el deseo de la repetición y perpetuación del orden…Sitios históricos y plazas, palacios e iglesias, sirven de escenario para representar el destino nacional, trazado desde el origen de los tiempos. Los políticos y sacerdotes son los actores vicarios de este drama” (García Canclini 1989:153).
Hoy todo esto se mantiene, como se ha dicho, y a ello se agrega su uso para el turismo. Los lugares de la memoria (Augé, 2006), lo pintoresco, exótico, grandioso, auténtico y diferente (Santana, 1997), es lo que busca el turismo cultural, si bien se consideró como alternativo en un tiempo, hoy también se ha convertido en algo masificado, parte de la comercialización y espectacularización de la cultura (Santana, 2003). Eso sí, se diferencia de otros tipos por su intención de conocer y experimentar algo distinto a lo ya conocido, además del traslado espacial requiere la vivencia emocional como algo consustancial al viaje. “…con la “espectacularización” de la realidad y la masificación del turismo, se produce un cambio cuantitativo y cualitativo en la asociación entre patrimonio y turismo. Por una parte, los destinos tradicionales clásicos se ven sometidos a una presión turística cada vez más intensa y en algunos casos tan brutal que llega a hacer temer por su conservación. De forma paralela, esos destinos patrimoniales activados entren en la lógica del espectáculo y del consumo y se adaptan a nuevas exigencias expositivas so pena de quedar marginados.” (Prats, 1997:40-1).
Así y por las dimensiones que en últimas fechas parece estar cobrando este tipo de turismo, hay que pensar en su impacto sobre el territorio, sobre la ciudad en su caso o parte de la misma, la ciudad histórica, especialmente su centro urbano o espacios de mayor afluencia.
Se trata de una activación o reactivación patrimonial distinta a la tradicional identitaria, ahora es comercial y turística. Aunque en los centros históricos de pueblos y ciudades mexicanas, qué duda cabe que se combinan y complementan en cierto sentido todavía relativamente satisfactoriamente el patrimonio identitario y el patrimonio turístico, las “activaciones híbridas” en el sentido que utilizan el patrimonio para fines identitarios, turísticos y sociales diversos, de forma paralela, e incluso complementaria (Prats, 1997).
En todo esto el mundo afectivo e imaginario de la gente no es nada ajeno, ficción y recuerdos se entremezclan, la imaginación y el sentimiento de nostalgia aparecen (Augé, 1998).
Podemos decir que las las ciudades consumidas, como producto de construcción y cuna simbólica de identidades –para nosotros- o como producto turístico y comercial –los otros y nosotros también-. Un consumo de un imaginario social sobre un discurso histórico como fuente de cohesión identitaria y social y como producto acabado para su venta y consumo (Prats, 1997).
En todo caso el turismo crece, y el cultural también, y es que como afirma Augé “En cuanto a los turistas, nunca han sido tantos….En pocas palabras, se podría decir que la clase media y superior de los países ricos realiza viajes cada vez más alejados de sus fronteras. Por su parte, los países del sur ven en el turismo una fuente de ingresos puesto que favorecen su desarrollo, aunque los beneficiarios directos del turismo en estas zonas suelen ser ciertas organizaciones e individuos de los países desarrollados” (2007:62).
PATRIMONIO, TURISMO. CIUDAD Y SUSTENTABILIDAD
“Pero el desarrollo también implica costes, no solamente exige inversiones, sino que también un flujo excesivo de turistas puede producir efectos secundarios como contaminación, congestión de tráfico o banalización social, económica y cultural de la comunidad de acogida” (Troitiño Vinuesa, 1998:216).
El reto actual de las localidades históricas con patrimonio importante es la sustentabilidad, esto es, gestionar un modelo turístico integrando economía y sociedad, respetuoso con el medio ambiente y el patrimonio arquitectónico. Las ciudades patrimoniales no son un mero producto turístico aunque los ingresos que se obtengan sean importantes. Los “riesgos pueden ser: el desbordamiento de la capacidad de carga, la desaparición de una vida urbana equilibrada, el deterioro de las condiciones medioambientales e, incluso, la destrucción del patrimonio arquitectónico y cultural” (Troitiño Vinuesa, 1998:213).
Si bien se señala al turismo como reto y riesgo por las implicaciones de sustentabilidad en general, no hay que olvidar que en varios casos ha sido éste el impulsor de la renovación urbanística de los centros históricos, para bien o para mal. Para bien por su limpieza y conservación, para mal por la gentrificación y expulsión de pobladores, especulación inmobiliaria y subida del costo de la vida. No obstante, el turismo haya contribuido a la recuperación urbanística y arquitectónica de varios centros históricos, su rehabilitación, reutilización, conservación y puesta en valor, también puede ser éste el que acabe con aquél, pues se trata de lugares frágiles y no renovables.
Cuando se relaciona patrimonio y turismo, se considera que la relación comporta en principio desarrollo (Prats, 2003), al margen de lo que después resulte en cada caso. Así el patrimonio y la cultura pasan a ser considerados un recurso para el turismo y con ello un factor de desarrollo. Implica la recuperación urbana para el caso de las ciudades, la valorización del patrimonio, así como los resultados económicos y sociales que el turismo comporta.
Los impactos del turismo han de ser tomados en cuenta, tanto los que benefician como aquellos que perjudican. Entre los primeros se encuentra el fomento de la creación de negocios y empleos en las actividades directamente relacionadas con dicha actividad (hostelería, restauración, comercio y servicios) que a su vez implican también empleos indirectos (construcción, alimentación, reparaciones, comercio). No obstante, la inflación también puede aparecer, además de los bajos sueldos en algunos rubros del sector o su carácter en ocasiones temporal. También se puede considerar entre los beneficios la revalorización histórica, cultural y arquitectónica de la ciudad, para el foráneo y también para el residente en lo que significa de orgullo identitario, lo cual se liga a la conservación y mantenimiento de los espacios y las tradiciones. A lo cual cabe tener en cuenta desde la espectacularización y comercialización cultural hasta las aculturaciones o desdibujamiento identitario, ya sea por lo primero la oferta turística, ya sea consecuencia del contacto intercultural. De ahí que se hable de capacidad de carga física y también social. Por supuesto, está el impacto en el medio ambiente, la trama urbana, la arquitectura, el entorno, etc. Por todo lo cual se ha de hacer una reflexión sobre los pros y contras de la actividad turística, intervenir en su gestión para conseguir el mayor equilibrio posible, así como tener en cuenta la viabilidad de las ciudades y su operatividad sostenible dentro del compromiso social (Troitiño Vinuesa, 1998). Siempre y en todo momento teniendo en cuenta la población que habita la ciudad pues es ella quien recibe los impactos positivos o negativos directos del turismo, además del medio ambiente y el urbanismo arquitectónico.
Por todo lo cual, en las ciudades con centros históricos patrimoniales y afluencia de turismo cultural, se ha de gestionar la convivencia entre lo primero y lo segundo, esto es, un desarrollo sociocultural sostenible, equilibrando oferta y demanda, “entre la calidad de la experiencia que es exigible por quienes consumen turísticamente estos recursos y la preservación de los propios recursos” (De la Calle y García, 1998: 265).
PATRIMONIO Y TURISMO DE PÁTZCUARO
5.1. Algo de la historia turística
Así llegamos a Pátzcuaro, sobre la que aterrizaremos algunos puntos de la reflexión en torno a ciudad, patrimonio y turismo que estamos viendo en estas páginas.
No obstante, hoy Pátzcuaro está promocionado desde el Gobierno del Estado como uno de los lugares principales del Alma de México, según el lema turístico oficial de dicha entidad, al parecer el gusto del viajero por el primero pueblo y ahora ciudad data de hace un par de siglos. “Las características pintorescas preexistentes en la región de Pátzcuaro resultaron atractivas para el visitante foráneo, quien se maravillaba con estos aspectos a los cuales calificaban desde primitivo, pintoresco como principal adjetivo, hasta algo de una especial belleza. En cualquier caso despertó en el observador una sensación de admiración por aquello que le resultaba desconocido. Esta característica se acentuó con el visitante extranjero, al resultarle algo tan atípico a su cotidianidad y que más allá de identificarlo o etiquetarlo como “de Pátzcuaro” era relacionado como algo “de México”, mediante valores regionales adoptados como parte de un identitario nacionalista que surgió paulatina y eventualmente” (García, 2015:486).
Se trata de un lugar que ha recibido turismo desde el siglo XIX, pasando por el XX y hasta el actual XXI, como parte del “imaginario pintoresco” del país, especialmente desde la concepción del viajero extranjero como señala Eder García (2015) en un trabajo sobre el tema. La belleza paisajística natural y arquitectónica, así como sus riquezas culturales, contemplando el patrimonio material e inmaterial, son sin lugar a dudas su principal atractivo. Incluso se sabe que en esta población y alrededores desde siempre hubo posadas y que la introducción del ferrocarril y las mejoras en la infraestructura que tuvieron lugar en el siglo XIX, así como su publicidad hizo que el turismo creciera durante parte del siglo XIX y XX, lo cual contribuyó ya desde esas lejanas fechas al cuidado de su patrimonio y el mantenimiento de la ciudad. Y otro segundo periodo histórico iniciaría tras la Revolución Mexicana en época de la presidencia de Lázaro Cárdenas, quien también impulsó la conservación patrimonial (Martínez, 2017).
“El paisaje alrededor del Lago de Pátzcuaro es extremadamente pintoresco [...] Pátzcuaro es una bonita ciudad pequeña, con techos inclinados, situada a las orillas del lago y en frente del pequeño pueblo de indios de Janitzio, construido en una hermosa isla pequeña en medio del lago” (Wright 1897 cit. García, 2015:480).
“Sabía que me gustaría Pátzcuaro, porque la gente de Morelia dijo que era feo. [...] A primera vista Pátzcuaro da una impresión desagradable, pero tome una caminata de diez minutos en las cercanías de la colina y su opinión cambiará. Bajando se encuentra el largo y hermoso lago, con sus pueblos en las islas y los botes de pesca de los indios. Más allá del lago están las montañas; detrás de usted el bosque de pinos (Gillpatrick 1911 cit García, 2015:480).
Sobre su patrimonio, esta ciudad fue declarada Zona de Monumentos Históricos por el INAH en el año 1990, la declaración comprende alrededor de un kilómetro del centro histórico, compuesta por 42 manzanas, 300 edificios históricos que se edificaron durante los siglos XVI al XIX (INAH, 2015).
Si bien el turismo data de hace siglos, como se ha dicho, en fechas recientes se le ha nombrado Pueblo Mágico en 2002 (SECTUR Michoacán, 2012). Y hoy se dice que es el principal Pueblo Mágico: “La presencia del municipio en el Tianguis Turístico de Guadalajara fue necesaria para confirmar que se trata del principal Pueblo Mágico del país, aseguró la regidora Zitlali Obregón Alvarado” (Dirección de Comunicación Social Pátzcuaro, 2016). Hay quien considera que Pátzcuaro -como Morelia- “está transitando dentro de un proceso de gestión turística que tienda a convertir su patrimonio material e inmaterial en un mero espectáculo” (Hiriart y Alvarado, 2015:257), mismo que oculta todos los problemas sociales del lugar además de la violencia e inseguridad. Misma que es inocultable en los medios de comunicación que se encargan de espectacularizarla y quizás exagerarlo. Eso sí, esto ha ido variando y si bien en las entrevistas de 2013 era apuntada asiduamente, en las aplicadas en 2017 se afirmaba que todo estaba tranquilio y el turismo había aumentado.
En el portal de su Ayuntamiento y en la página inicial pone escrito sobre una imagen del atardecer en Janitzico “Pátzcuaro vívelo ¡Te vas a enamorar¡” y acto seguido ya sobre fondo blanco “Construyamos juntos el Pátzcuaro que queremos”. Luego en el apartado de “Cultura y turismo” aparecen noticias tanto del embellecimiento del centro histórico como de la derrama económica de la última feria y de algunas celebraciones recientes. Todo lo cual denota la importancia la importancia de esta actividad para la autoridad municipal (www.patzcuaro.gob.mx, 2017). Hoy a la entrada de la localidad se puede leer “Amor y Pátzcuaro”.
Siguiendo con la visita de webs oficiales, la del Gobierno del Estado también contiene un apartado sobre “Conoce Michoacán y sus bellezas turísticas”, así como los pueblos mágicos entre los que Pázcuaro por supuesto aparece (www.michoacan.gob.mx, 2017).
5.2. Algo sobre el patrimonio
En cuanto al patrimonio cultural e histórico, material e inmaterial, de Pátzcuaro es de sobras conocido nacional e internacionalmente. Esta ciudad de algo más de 55.000 habitantes es la cabecera municipal del municipio del mismo nombre que tiene unos 88.000 habitantes según el censo del año 2010. Se encuentra a 55 Km de Morelia la capital del estado, y es como se dijo uno de los lugares más conocidos y visitados de la entidad federal (INEGI, 2011; Enciclopedia de los Municipios de México, 2012).
Se considera que su fundación data de 1324 como ciudad religiosa y ceremonial al igual que comercial, como parte del imperio Purépecha (SER/CONACULTA, 2009; H. Ayuntamiento, 2009). La llegada de los colonizadores fue en 1522 y en 1538 ya era ciudad y corte episcopal del obispado con 28 familias de españoles y 20 familias indígenas, si bien el título de ciudad lo adquirirá en 1953 y un año después llegó a ser ciudad capital del Estado (Martínez, 2012).
Si bien la localidad cuenta con mucha historia que recoge acontecimientos pasados y personajes importantes para el lugar y el país, como por ejemplo el fusilamiento en 1817 de Gertrudis Bocanegra heroína de la Independencia, es sin lugar a dudas Don Vasco de Quiroga el evangelizador y constructor de parte de la ciudad el que destaca sobre toda otra cuestión, sobre el cual volveremos más adelante por su protagonismo en el tema patrimonial, entre otras cosas. En 1831 llega a ser municipio, a finales del siglo XIX arriba el ferrocarril y ya rozando el siguiente la electricidad. Tras la Revolución el Presidente Lázaro Cárdenas interviene en la ciudad y revaloriza el patrimonio nacional. (Enciclopedia de los Municipios de México, 2012).
A continuación, una enumeración de su patrimonio, por supuesto entre éste está el natural y cultural -si así lo queremos clasificar- y luego en este último el tangible e intangible -también sin entrar en la polémica de los conceptos-. En cuanto al natural es evidente que la isla de Janitzio destaca como algo importante, así también los lagos, bosques y montañas del municipio y de alrededor de su presidencia municipal. A lo cual hay que añadir el surgimiento en algunas locaciones naturales del turismo deportivo y de aventura.
Sobre el patrimonio cultural: hay que mencionar las importantes zonas arqueológicas (Pátzcuaro, Tsintzuntzan y Ihuatzio); la arquitectura colonial (vernácula de casas de adobe, barro y tejas); las plazas y lugares emblemáticos (Plaza Vasco de Quiroga, varios portales, muelles del lago, Pila de San Miguel y otras fuentes, monumentos del Gertrudis Bocanagra y el Tata Vasco); Palacios, museos, bibliotecas, colegios, ex templos (Palacio Episcopal de Don Vasco, Antiguo Colegio de San Nicolás, hoy Museo Regional de Artes e Industrias Populares, Hospital de San Juan de Dios, Teatro emperador Caltzontzin, El Palacio de Huitziméngari, La Biblioteca Pública con mural O'Gorman, La Casa de los Once Patios con mural Don Vasco); templos, santuarios, capillas (Basílica de la Salud sobre una Yácata purépecha, antes catedral, hoy alberga los restos de Vasco de Quiroga; Templo del Sagrario, Templo de San Francisco, Capilla del Santo Cristo del Humilladero, Capilla del Calvario, Templo de San Juan de Dios, Templo y ex colegio de la Compañía de Jesús, Santuario de Guadalupe, El Hospitalito); artesanías (alfarería, textiles, hierro forjado, cobre, hojalatería, madera –juguetes y muebles-, textiles –rebozos, vestidos, blusas, gabanes, manteles y servilletas-, trabajos en fibras vegetales, maque o laca perfilada en oro, pasta de caña de maíz, cerería, cantera).
Por otra parte, si tenemos en cuenta en patrimonio cultural intangible también hay que mencionar las fiestas y celebraciones varias, sobre las que destacan Muertos y Semana Santa de forma muy importante, si bien hay otras como Nuestra Señora de la Salud, o los Reyes Magos, San Antonio, Carnaval, el aniversario de la muerte del Tata Vasco, la Santa Cruz, el Grito de Independencia, San Miguel Arcángel, San Francisco de Asís, la Santa Cruz, y por supuesto también, las Posadas navideñas. A lo que cabe añadir la cartelera cultural, como por ejemplo el Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror o el Festival de Cine de Morelia con una extensión a Pátzcuaro, además del Festival Cultural que tiene lugar con motivo de las Fiestas Patrias. En cuanto a la gastronomía: el pescado blanco o acúmara, charales, sopa tarasca y alimentos basados con maíz, tamales puerépechas o tarascos, de ceniza, corundas y huchepos, atoles de masa, de grano y pozole batido, entre otras cosas como la nieve de pasta, chocolate, enchiladas, etc. Finalmente, las costumbre como las danzas típicas: los viejitos, la mariposa, del pescado, y Pirekuas o música puerépecha.
Dentro de todo esto destaca el centro de la ciudad, como se dijo, la plaza central, la catedral, monumentos históricos concretos ya mencionados, casas y calles en general. Los relatos y relatores de la historia de la ciudad hacen hincapié en la época purépecha y el periodo colonial como dos íconos de patrimonio e identidad que ahora se promocionan desde la oferta turística. “…por un lado está la herencia prehispánica, la herencia de las comunidades indígenas que aún siguen manteniendo muchas de sus costumbres, posteriormente la integración de la colonia española en la región y cómo se fusionan las dos principalmente en el ámbito religioso…” (Entrevista a Curicaberi Gaspar Ortega, Director de Cultura y Turismo de Pátzcuaro, 2013). Y es que, añade el cronista Enrique Soto González en entrevista (2013), “Pátzcuaro no es una ciudad del montón, tiene una aristocracia, no es un pueblo vulgar…es mágico, es una leyenda….cada casa que vemos aquí tiene un patio que recuerda la provincia de donde vinieron los propietarios…nosotros tenemos identidad, nosotros tenemos historia, tradiciones, leyendas, folclor, gastronomía, arquitectura, paisaje…además es la primera ciudad pluricultural del Nuevo Mundo”. Y sobre las leyendas hay numerosas (Soto González, 2005; 2011), como y también festividades que hay muchas (Ramos Montes de Oca, 2004).
5.3. Turismo, patrimonio, sustentabilidad, ciudad
La ciudad y su espacio simbolizado a través de sus puntos de referencia construyen la ciudad (Augé, 2006), y en el caso de Pátzcuaro esta pintoresca localidad, como todo mundo histórica y actualmente la califican, presenta un espacio más que simbolizado. Sobre la antigua ciudad prehispánica se edifica la actual ciudad colonial, además como parte de una utopía del Tata Vasco, esto es los actores y héroes históricos o legendarios funcionan como historias y ánimas del lugar como señala De Certau (2006). Y sin duda Pátzcuaro cumple como metáfora del mundo, sueño y utopía de una época y un personaje histórico, figura espacial en el tiempo y construcción histórica física e imaginaria (Augé, 2006; De Certau, 2006).
Así el diseño y construcción urbana del Tata Vasco es una herencia del siglo XVI e ícono actual, un atractivo desde el patrimonio material monumental como la utopía de edificar un espacio para pobres, enfermos, estudiantes, viajeros, artesanos y sobre todo indígenas, un Nuevo Mundo en el nuevo mundo, que aterrizaron en la trama urbana pero también en su ideal de convivencia humana (Gómez Escoto, 2013). Dicha utopía también inspira el viaje turístico, ya se sigua la Ruta del Tata Vasco, o solo se visite Pátzcuaro. La traza urbana, la primera universidad de América, la basílica de Nuestra Señora de la Salud, la plaza grande de las más grandes del continente, con la catedral en otro lugar, son lo más destacado afirma Jorge Garrido Director de Cultura y Turismo de Pátzcuaro (2017), añadiendo “Don Vasco de Quiroga quiso definir a Pátzcuaro como lo definía Tomás Moro en su expresión, la utopía”. Y es que “Nosotros los patzcuarenses tenemos tres amores, tres amores, aquí no cuenta la madre, aquí la ciudad de Pátzcuaro, la Virgen de la Salud y Don Vasco” (Entrevista a Enrique Soto González, 2013).
Por otra parte, a la ciudad de los habitantes que la gozan y sufren, como ya se dijo, la ciudad llena de recuerdos personales y memorias colectivas, la ciudad símbolo de identidad que posee un discurso verbal y escenográfico de cohesión política y social, a través de la narración del pasado común (Balandier, 1994) se suma hoy el reclamo turístico, la oferta y comercialización patrimonial (Santana, 1997). Así las escenografías y relatos patrimoniales tangibles e intangibles hoy reúnen ceremonias cívicas o teatralización política por un lado, y de otro visitantes que buscan y encuentran lo auténtico patrimonial. En concreto todo esto en el centro histórico, lugar de reencuentro, símbolo de identidad, recuento de monumentos y lugares de la memoria, donde el valor simbólico, histórico, identitario, emocional, urbanístico y narrativo se dan la mano (Ramírez Kuri, 2006). Y es en este lugar donde se pasea el turismo, los ambulantes y comercios esperan y concentran las ventas de su mercancía y el tráfico a veces congestiona las calles.
Pátzcuaro es una ciudad memoria en el sentido de todo lo dicho sobre la aprehensión personal, los recuerdos de cada quien, además del discurso hegemónico y la presencia de cultura, historia y la notoriedad de monumentos. Pátzcuaro es también una ciudad encuentro que aúna sensaciones, sentidos, imágenes, palabras, como ya se dijo pintorescos y considerados auténticos, por los locales y por los turistas desde ya hace tiempo; los habitantes la fueron construyendo y la hacen al habitarla. En tercer lugar, Pátzcuaro es la ciudad ficción, esto es fabricada por imágenes espectáculo en el tiempo y el espacio, creación y recreación para el consumo, interno o de la ciudadanía y externo para los visitantes. Así la ciudad según Augé (2006) memoria, encuentro y ficción queda confirmada para el caso estudiado.
El patrimonio de Pátzcuaro también ofrece el mencionado valor simbólico, identitario, cultural e histórico. En varias épocas se han realizado obras de conservación, reconstrucción y renovación con objeto de destacar y ofertar su atractivo turístico (SECTUR, 2014). Y si antes la escenografía monumental era parte del ejercicio del poder a través de la política (García Canclini, 1989), hoy el consumo turístico sobresale como espectáculo y comercialización cultural, parte de la vivencia emocional del viaje que se fomenta en el turismo cultural, todo dentro de la lógica del espectáculo y el consumo (Prats, 1997). Aunque en esta ciudad el hoy también fue ayer y el ayer es también hoy. De hecho, en el caso que se estudia se puede considerar una “activación híbrida” según la conceptualización de Prats (1997) en el sentido de lo que venimos reiterando en estas páginas el patrimonio se emplea para fines identitarios y para fines de turismo, al mismo tiempo, hay consumo imaginario sobre el discurso histórico como fuente de cohesión e identidad social y como producto acabado para venta y consumo para el visitante. Todo ello aprovechando el auge de los gustos del turismo sobre lugares históricos que inspiren imaginación y emociones de nostalgia (Augé, 1998).
Su vocación turística fue reivindicada por algunas autoridades y personas del lugar, como el Director de Cultura y Turismo, restauranteros, hoteleros y artesanos entrevistados, así como el cronista que afirmó que la localidad “es el corazón de Michoacán” en el aspecto cultural del estado y afirma que “es leyenda, es mágico” por la identidad, el folclor, la arquitectura, entre otras cosas; además de considerarse gente “orgullosa de su pasado”. Un pasado presentizado en la memoria social. Afirman que además de cultura y turismo busca descanso y un lugar de esparcimiento tranquilo (Director de Turismo y Cultura, 2017). Fernando Mendoza Molina -trabaja en la Presidencia Municipal- añade que el hecho de estar a 25 minutos de la capital del estado y a 30 minutos de Uruapan, Tacámbaro y otros Pueblos Mágicos como Tzintzuntzan -a 15 minutos- y Santa Clara del Cobre, es una ventaja, ya que la infraestructura de servicios de la localidad permite que pernocten (2017).
Eso sí, el reto es para las ciudades históricas turísticas la sostenibilidad, un modelo turístico respetuoso con el medio ambiente por un lado, y de otro, respetuosos con el patrimonio histórico y cultural, así como gestionar la convivencia entre residentes y visitantes. En Pátzcuaro se dice que el turismo aumenta en la actualidad, pero la baja de los últimos años por causa de la inseguridad es apuntada por todo mundo, pese a lo cual parecen mantenerse ciertos problemas como comentaremos a continuación.
Cerramos este apartado presentando algunos datos sobre Pátzcuaro como ciudad turística según un informe de la Secretaría de Turismo Federal (2012) en el cual se señala las fortalezas y oportunidades. Con relación a los atractivos turísticos patrimoniales que ya se han desglosado con anterioridad, se valora aquí la información que sobre este destino hay en internet, así como las actividades culturales que se llevan a cabo, también es considerado fortaleza el hecho que cuente con servicios de desarrollo turístico, la condición en la que se encuentran las vías de comunicación y el transporte, la variedad y calidad de los servicios turísticos, la mejora de la imagen urbana, y que ha habido inversión turística. No obstante, lo anterior, también se apuntan debilidades y amenazas en el sentido de problemas de agua, alumbrado público, falta de capacitación a los trabajadores del sector turístico, transporte de baja calidad, exceso de tráfico en temporadas altas, el ambulantaje, la insalubridad de Janitzio, la contaminación del lago y su desecación (Ramírez y Domínguez, 2014), y sobre todo los problemas de inseguridad en últimas fechas (Padilla Fajardo, 2014). En las entrevistas y la observación parecen claros los problemas de tráfico en épocas tradicionales de mucho turismo: Muertos y Semana Santa, así como, en los festivales y actividades que el gobierno implemente con objeto de promocionar el destino. De hecho, hay planes de peatonizar las calles del centro.
De hecho, en la actualidad se crean nuevas actividades turísticas con el fin de diversificar la oferta, sobre todo en cuanto a las épocas del año en las cuales el turismo acude a la localidad “Víctor Baez, alcalde de Pátzcuaro, afirma que en el centro del país y difícilmente en otra parte de la República la actividad turística viene creciendo como esa isla; ganó visitantes en los terrenos de 27 por ciento en 2016. Pero para explotar mejor la mina de oro, se proponen crear nuevos eventos culturales que significarán mejores atractivos para turistas. Uno de ellos ya fue un Primer Festival de Globos de Cantoya que se desarrolló a mediados del año pasado y que tendrá en julio de 2017 la segunda edición. El año pasado fueron 40 mil visitantes y la derrama se calculó en 40 millones de pesos” (Torreblanca, 2017). Al respecto afirma el titular de turismo patzcuense “hemos incrementado el turismo en un 27.28% en nuestra administración desde agosto del 2015”, y añade que es “una palanca de desarrollo, un espacio que puede permitir a la población que salga un poquito de ese atraso económico que tenía antes…nos deja una ganancia económica, yo no comparto eso que dicen de que el turismo viene solo a dejar dinero y únicamente a los hoteleros y restauranteros, no es cierto, le llega al médico, al profesionista, al zapatero, le llega a todos” (Jorge Garrido Director de Turismo y Cultura, 2017). Dicho servidor público también enumera las diversas actividades creadas para la mayor afluencia turística y que no sea de paso: un gigantesco nacimiento en diciembre, el Festival de Globos Aerostáticos, Festibal de Globos de Cantoya y el programa “Amor y Pátzcuaro” que pretende convertir el lugar en destino turístico de bodas.
Un reciente Perfil del turista en Michoacán (PERITUR, 2016) que si bien es para todo el estado puede dar una idea también de quienes visitan Pátzcuaro apunta que la mayoría son turistas nacionales del mismo estado, además del DF, el Estado de México, Jalisco, Guanajuato y Querétaro. Entre los extranjeros sobresalen los estadounidenses y dos tercios de los mismos son mexicanos migrantes al país del norte. La mitad de los turistas tienen de 25 a 34 años, y un tercio de 35 a 44 años de edad. La mayoría también llegan en automóvil privado, viajan en familia o en pareja, pasan un día y una noche como tiempo promedio, la mitad pernocta en hotel. Respecto al índice global de satisfacción del viaje es de 6.56 (en una escala donde 7 es la calificación de excelente), y hay que añadir que un tercio de la muestra de la encuesta consideró antes de salir de viaje no realizar su visita por motivos de inseguridad. En cuanto a la satisfacción del turista concretamente de Pátzcuaro y según estudios de la Secretaría de Turismo federal (2014) esta es de 8.54 (para una escala 1-10), el gasto promedio diario por persona es de 522, la estadía promedio es de 4.5 días. Esta misma fuente señala que el porcentaje de la ocupación turística es de 20%, la consideración es que es una de los principales atractivos del Estado -como ya se señaló en su momento-, hay 4 carreteras de acceso, una terminal de autobuses; la oferta de cuartos es de 1.466, cuenta con 17 establecimientos de comida y bebida, 3 agencias de viaje; finalmente, la seguridad del destino está calificada de regular.
En nuestros días, el Gobierno del Estado insiste en fomentar el turismo que dice está creciendo en la entidad “El 2016 fue un año con saldo positivo y creciente para el turismo en Michoacán; los indicadores de afluencia turística y derrama económica registraron un crecimiento del 8.1 y 4.4 por ciento respectivamente, contra el 2015. Con estos resultados, para este 2017 la Secretaría de Turismo de Michoacán promocionará y buscará consolidar el Estado en los mercados nacionales e internacionales, para ello se aprovechará la conectividad aérea con destinos del norte del país y Estados Unidos, asimismo de aprovechar Canadá; además de las redes sociales y plataformas digitales, fortalecer a las micro, pequeñas y medianas empresas, así como a los prestadores de servicios en las comunidades” (El Sol de Morelia, 2017).
ANOTACIONES FINALES
“Además hay que tener en cuenta que la ciudad histórica no es un museo, ni un parque temático monofuncional volcado al servicio del turista. Es una realidad viva y multifuncional donde turistas y residentes utilizan conjuntamente calles, jardines, transportes y monumentos. Desde este punto de vista, la ciudad histórica no debe ser, pues, un producto objeto de consumo turístico masivo, sino un espacio de vida equilibrado, en el que el turismo posibilite la utilización sostenible de los recursos culturales propios teniendo como condiciones de obligado respeto la calidad de vida de los residentes y la conservación de los recursos para las generaciones futuras. Un buen destino turístico urbano es aquel que, ante todo, es una ciudad óptima para sus habitantes” (De la Calle y García, 1998: 265).
Pátzcuaro parece todavía una ciudad habitable y visitable, quizás las aglomeraciones de Día de Muertos y Semana Santa sean las que son algo más complejas para sentirla vivible por la gran afluencia turística que significa para la localidad. Sin embargo, se está entre la necesidad de empleos e ingresos para la sobrevivencia de varios grupos sociales, el deseo de negocios para ciertos sectores de empresarios y el gobierno, y el anhelo del turismo cultural que gusta de espacios históricos para consumir y degustar, y esta ciudad aparece como una de las más valoradas y apetecibles en cuanto a patrimonio cultural se refiere, como se espera haber dejado claro a lo largo de estas páginas.
En este texto y en un inicio se señaló que se iba a realizar una revisión y reflexión en torno al tema de las ciudades turísticas y su patrimonio cultural, lugares que se encuentran habitados y al mismo tiempo visitados, espacios que se ofertan y visitantes que llegan, con los consecuentes cambios para los locales y disfrute para los fuereños. Todo parte de una estrategia económica y de una apuesta por el desarrollo, a la vez que un reto a la sustentabilidad de la localidad ante la sobrecarga en determinadas épocas del año, entre otros problemas detectados. Se trata de lugares de residencia para la ciudadanía y construcción cotidiana, así como las ciudades oferta y destino turístico en boga en nuestros días, el papel del patrimonio identitario y cohesionador social, toda vez que también como recurso y reclamo del turismo cultural. Para ello en cuatro apartados se ha abordado el tema, que ha culminado en el quinto en el cual algunas de estas reflexiones se han aterrizado en la ciudad de Pátzcuaro “el corazón de Michoacán” como dicen y que a su vez en este estado dicen también que es “el alma de México”, según eslogan turístico (Fernández Poncela, 2014).
Para el caso de Pátzcuaro a través de la revisión bibliográfica y documental, visita y observación en el lugar y aplicación de entrevistas (2013, 2017), se ha podido comprobar como dicha ciudad que es producto del mestizaje, entrelaza costumbres purépechas y de origen español, y en sus calles y relatos emergen vestigios de ambos pasados, siendo hoy su patrimonio cultural principal tangible e intangible, mismo que se escenifica de manera híbrida -según terminología de Prats (1997)-, ya que funciona como identidad y pertenencia y cohesión social desde el poder político, toda vez que al mismo tiempo ha sido puesto en valor como recurso turístico. Su reconocimiento ha dado lugar a nombramientos como Zona de Monumentos Históricos por el INAH en 1990 en cuanto a lo cultural, y a la nominación como Pueblo Mágico (2002) respecto a lo turístico. Así el magnífico patrimonio monumental arquitectónico y urbanístico, junto al patrimonio de fiestas, folclor, tradiciones y leyendas, gustan a la población y cautivan al visitante, los primeros desde siempre, los segundo desde hace un par de siglos, si bien la afluencia masiva del turismo data de las últimas décadas. Y esto, quizás no tanto por la promoción oficial, pues el lugar ha sido objeto de visitas desde hace mucho tiempo, sino más bien, consecuencia del anhelo de la gente de viajar, de desestresarse, de buscar la supuesta historia y tranquilidad de paisajes idílicos, o tal vez, combinación de la promoción y del anhelo.
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