José Alberto Martínez González (CV)
1.- La importancia del joven residente
No cabe duda de que el turismo constituye un fenómeno significativo y dinámico. En este sentido afirman Neto (2003) y Anuar, Ahmad, Jusoh y Hussain (2012) que el turismo ha mostrado un rápido crecimiento en las últimas décadas, aportando una gran cantidad de ingresos a la economía de los países y estimulando cambios en el ámbito social, cultural y medio-ambiental. Esto ha sido especialmente cierto a partir de la década de los setenta, cuando surge el turismo de masas, pues anteriormente la experiencia turística sólo era asequible a una élite. En la actualidad el turismo constituye el mayor contribuyente al proceso de creación de nuevos empleos, así como al fenómeno de la diversificación de numerosas economías locales (Kandampully, 2000; Yu, Chancellor y Cole, 2011). La globalización, el desarrollo de las tecnologías y de las comunicaciones, así como el nacimiento de un nuevo contexto económico, facilitaron la evolución del turismo, que a su vez hizo posible que se produjeran dichos cambios sociales y económicos. La significatividad del turismo ha perdurado en el tiempo: Page, Song y Wu (2012) sugieren que aunque el turismo pudo inicialmente llegar a resentirse, por las crisis, después ha mantenido su estabilidad y crecimiento, constituyendo un sector acicate que, debido a su carácter intersectorial y global, se posiciona como un “colchón” que hace más difícil la caída de la economía. Naturalmente, todos estos desarrollos son aplicables al caso de las Islas Canarias, un destino turístico relevante en el contexto global.
En este marco, los stakeholders (grupos de interés) en general y los residentes en particular se han convertido en agentes esenciales en el desarrollo y la gestión del turismo. La importancia del residente deriva, en gran medida, por el desempeño de su triple rol (Jawardena, 2002): residente que convive con el visitante haciendo más agradable su integración, turista interior que disminuye el carácter estacional de la demanda y trabajador de una empresa turística que facilita la experiencia del cliente. Por estos motivos los residentes han sido objeto de numerosos estudios, últimamente de manera integrada en un marco de responsabilidad social, sostenibilidad y marketing (Ritchie y Crouch, 1999, 2003; Morgan, Pritchard y Pride, 2003; Ekinci y Hosany, 2006; Hsu, Tsai y Wu, 2009). En cualquier caso la relevancia del residente no es reciente: ya hace años que la OMT (1993) reconoció que en el desarrollo planificado del turismo sostenible, que tiene una dimensión económica, ecológica y socio-cultural, era crítica la colaboración de los residentes.
Desde un punto de vista generacional, autores como Timur y Getz (2009) consideran que la sostenibilidad conlleva el objetivo básico de conseguir la máxima eficiencia en la gestión de los recursos, tanto para las generaciones presentes como futuras. Y también debe estar orientado a mejorar de manera sistemática y permanente la calidad de vida de los habitantes del destino turístico. De hecho no parece posible el desarrollo turístico en un destino sin contar con los residentes (percepciones, información y participación) y sin satisfacer algunas de sus necesidades. Ellos pueden informar de hasta dónde pueden llegar las cosas y los cambios (Fallon y Kriwoken, 2003; Gursoy y Rutherford, 2004; Nicholas, Thapa, y Ko, 2009). Por tanto, el desarrollo turístico debe ser liderado por la comunidad y por sus actores locales clave, dinamizándose a partir de la incorporación de todos los aspectos y niveles de la sociedad local (cultura, economía, tecnología, educación, salud, relaciones humanas, creatividad, nivel y calidad de vida, etcétera) (Wang, 2012).
El propio Gunn (1994) ya propuso que los residentes en el destino turístico se ven directamente afectados, tanto de manera positiva respecto a los impactos beneficiosos del turismo, como de manera negativa cuando sucede lo contrario. De hecho pueden constituir los agentes más afectados en el propio destino turístico. Y es que los impactos sociales a menudo conllevan abruptas transformaciones de la identidad comunitaria y de la solidaridad de los residentes, todo lo cual influye precisamente en la calidad de vida (Kang, Lee y Huh, 2009; Hwang, Stewart y Ko, 2012). Muchos residentes desean proteger su comunidad de los impactos negativos y a menudo realizan esfuerzos por redirigir el desarrollo del turismo para minimizar dichos impactos, de modo que el control por parte de los residentes es fundamental frente a los cambios que provienen de fuentes externas (Gursoy, Chi y Dyer, 2009, 2010). A pesar de ello, señalan Almeida y Buzinde (2007) y Vargas, Porras y Plaza (2011), es sólo a partir de los años setenta cuando los residentes han comenzado a recibir atención por parte de los agentes turísticos públicos y privados, sobre todo en las dos últimas décadas. En el caso del joven residente dicha atención ha sido efímera.
Los efectos pueden producirse en un doble sentido. Por ejemplo, desde un punto de vista estrictamente social, el estilo de vida y la propia vida social de los residentes en la comunidad pueden influir en los cambios turísticos, y viceversa (Hall, 1994). En este sentido bidireccional podemos afirmar que no sólo es el desarrollo turístico el que se ha acercado a las comunidades de residente, como afirman Látková y Vogt (2012), sino que también se ha producido el proceso inverso: para mitigar las dificultades económicas muchas comunidades han adoptado el turismo como una nueva estrategia de desarrollo económico, y así los residentes de muchos destinos turísticos se han convertido en turistas del propio destino. En algunas comunidades locales y rurales, y en muchos destinos, se han comenzado a desarrollar y explotar de manera alternativa los recursos, de modo que el turismo basado en la comunidad se ha convertido en una opción viable para el desarrollo, permitiendo proveer de beneficios económicos y de otro tipo a los residentes (Lepp, 2007; Lee, 2013). Los jóvenes residentes en el destino turístico no han sido ajenos a estos procesos.
Todo lo expuesto nos lleva a plantear la necesidad de que los gobernantes y los gestores públicos y privados cooperen con los residentes, incluido los jóvenes, en sus programas y planes asociados al turismo (Sheldon y Abenoja, 2001; Nicholas, Thapa y Ko, 2009). Es por ello que sería muy beneficioso para dichos agentes, y también para los propios residentes, investigar, conocer y comprender las actitudes y conductas de la comunidad local hacia el turismo sostenible y responsable, disminuyendo los costes al máximo y maximizando los beneficios también al máximo, cooperando estratégicamente y también de manera operativa con los residentes, en el día a día (Bell y Morse, 2004, Macleod y Todnem, 2007).
Bigné y Currás (2008) y Selvi, Wagner y Turiel (2010) consideran que en la actualidad la sostenibilidad está estrechamente relacionada con la responsabilidad social corporativa (RSC), el marketing, la orientación al mercado y el comportamiento de los residentes. Respecto a la relación de la RSC con los stakeholders en el marco del turismo, Bigné, Chumpitaz, Andreu y Swaen (2005) consideran que, bajo la filosofía y las actuaciones de RSC, lo que se pretende es la creación de valor para los residentes, para los visitantes y para la propia empresa o institución. Por tanto, también en el turismo la relación mantenida por la organización con los residentes se considera un elemento central en el debate y gestión de la RSC (Boguslaw, 2002; Owen, Swift y Hunt, 2002). De hecho, se ha demostrado que los residentes tienen una cierta tendencia a preferir aquellas iniciativas que sirvan a sus propios intereses, y en las que ellos mismos pudieran participar y cooperar (Greenwood, 2007). Los estudios han demostrado que la RSC tiene una influencia positiva sobre dicho comportamiento (Brown y Dacin, 1997; Fernández y Merino, 2005). Lo contrario también parece ser cierto: los individuos, a través de sus opiniones y expectativas, influyen de manera directa o indirecta en el diseño de las estrategias corporativas (McDonald y Rundle-Thiele, 2008).
En este marco y respecto a los jóvenes residentes, Bigné, Chumpitaz, Andreu y Swaen (2005) sostienen que los valores personales y las dimensiones culturales inciden en la percepción que los jóvenes poseen respecto de la RSC y la sostenibilidad. Los jóvenes caracterizados por un talante abierto y dialogante perciben la RSC y el desarrollo sostenible en su triple dimensión económica, social y medioambiental. Sin embargo, aunque en la literatura no sea complicado hallar referencias al desarrollo turístico responsable y sostenible en países en vías de desarrollo y en relación a segmentos de población adulta (Prayag, Dookhony-Ramphul y Maryeven, 2010), es más difícil hallarlos en destinos turísticos que constituyan islas y respecto al segmento de población residente joven (Briguglio y Briguglio, 1996; Andriotis y Vaughan, 2003; Scheyvens y Momsen, 2008). Los jóvenes poseen un mayor poder de influencia cada vez más elevado y tienen características diferenciadas que conviene conocer y comprender, mientras que los destinos turísticos formados por islas se caracterizan por su reducida dimensión y el menor tamaño de su población, además de por los altos costes de transporte y por la escasez de mercado y de infraestructura. En este sentido la literatura existente demuestra que el desarrollo turístico en las islas no está desprovisto de efectos negativos a nivel económico, cultural, social y medio-ambiental (Archer, 1985; Freitag, 1994; Briguglio y Briguglio, 1996; Kokkranikal, McLellan y Baum, 2003; Dodds, 2007a, 2007b).
Además, los residentes, en tanto que turistas en el propio destino, también tienen una gran relevancia desde el punto de vista del marketing turístico, especialmente en época de crisis. Webster (2005) realizó una revisión de las aportaciones de Wilkie y Moore (2003) relativas a las cuatro “eras” del marketing, y afirmó que era más que evidente que el marketing valoraba cada vez más la orientación al cliente en general y hacia los jóvenes en particular. Los jóvenes consumidores tienen cada vez más facilidad para buscar información, comunicarse entre ellos y comparar propuestas comerciales, además de tener la posibilidad de comprar de manera entretenida, simple y cómoda a través de Internet, a precios más bajos. En definitiva, tienen más control sobre los procesos en los que ellos y las propias compañías intervienen. Urban (2005) y Staelin (2005) también han llegado a conclusiones similares: en la “era V del marketing”, la actual, los jóvenes consumidores pueden comprar desde cualquier lugar. Internet ha simplificado las transacciones que realizan consumidores y vendedores.
No cabe duda de que el desarrollo del marketing está relacionado con la orientación de la empresa turística al mercado, entendida dicha orientación como el proceso de acopio por parte de la empresa de información sobre el mercado, el estudio de los datos obtenidos, su difusión y la generación de políticas centradas en los clientes. Bigné (2004) y Bigné, Andreu, Küster y Blesa (2005), que han investigado los efectos positivos de la orientación al mercado por parte de las empresas turísticas, consideran que constituye un riesgo no adoptar en las empresas estos procesos centrados en el cliente, especialmente en el cliente joven. Polo (2010), Polo, Frías y Rodríguez (2012) y Polo, Frías y Rodríguez (2013) llegaron a similares conclusiones.
2.- La generación Y
Según afirman Vazifehdust, Taghipourian y Ahmadian (2011), la mayor parte de los académicos y los profesionales está de acuerdo en que los factores demográficos, sociales, económicos, culturales o psicológicos tienen una gran influencia sobre el comportamiento de los residentes. Además, desde un punto de vista exclusivamente sociológico, numerosos estudios evidencian que las generaciones residentes en un destino turístico poseen patrones homogéneos integrados por dichos factores actitudinales, perceptivos y comportamentales (Parker, Charles y Schaefer, 2004; Nowak, Tach y Olsen, 2006; Bruwer, Saliba y Miller, 2011, Charters et al., 2011). Dicho de otro modo, los residentes pertenecientes a una generación son parecidos en multitud de aspectos, entendiendo que una generación es definida sociológicamente como una cohorte de personas nacidas en un similar periodo de tiempo, generalmente de quince años, de similar edad y que comparte un similar estilo de vida (McCrindle y Wolfinger, 2011).
En este marco sociológico vinculado al turismo podemos afirmar que la generación Y es una generación claramente diferente de las anteriores, a pesar de que como afirman Sheahan (2009) y Bednall, Valos, Adam y McLeod (2012), no existe una definición formal de esta generación. Quizás la razón de ello se encuentre en el hecho de que la generación Y ha sido suficientemente investigada en el contexto turístico (Parker, Charles y Schaefer, 2004). Por tanto, el hecho de que no sea sencillo encontrar estudios rigurosos en la literatura científica sobre turismo acerca de la generación Y es algo verdaderamente sorprendente teniendo en cuenta que la generación Y representa al menos el 30% de la población (Leung, 2009).
Respecto al intervalo de edad de la generación Y la falta de consenso parece ser lo usual en el estudio del tramo de edad de esta generación: para Sheahan (2009) la generación Y abarca a todas aquellas personas nacidas entre 1978 y 1994. Para Schiffman et al. (2008) incluye los nacidos entre 1980 y 1994. Para McCleneghan (2005) los miembros de la generación Y se corresponden con los nacidos entre 1982 y 2002. En general la propuesta de clasificación generacional más aceptada es la que considera que los jóvenes de la generación Y han nacido entre 1978 y 1998.
¿Cuáles son las características de la Generación Y? De acuerdo con Fernandez-Cruz (2003) la generación Y es conocida como la generación de Internet (“net generation”). Estas personas han nacido y crecido en un destino turístico en una época de rápidos cambios, con pleno empleo, en hogares han recibido dos ingresos, en plena diversidad cultural, en la era de la electrónica, de la seguridad, de la integración y de la velocidad. Y también en la era de la globalización. Constituye una generación con alto poder de compra, que posee multitud de posibilidades de elección y es influyente en las decisiones de compra familiar (Moriarty, 2004; Williams y Page, 2010). Estos son aspecto muy importantes si tenemos en cuenta su rol de turistas en el propio destino turístico de residencia.
Las que siguen constituyen algunas de las características de la generación Y (Pybaraud, 2010), no le resultará difícil al lector percibir cómo dichas características pueden ser relevantes en un contexto de marketing, de orientación al mercado y de gestión turística sostenible y responsable de la generación Y:
No viven para trabajar (trabajan para vivir)
Sustituirán a la Generación X en las organizaciones
Independientes
Confiados
Diversos
Colaboradores y sociales
Autosuficientes y adaptativos
Pueden realizar de manera rápida diversas actividades
Morales
Educados y respetuosos
Positivos y directos
Curiosos
Energéticos y decididos
Flexibles
Aprendices
Cortoplacistas que viven en el presente
Digitales
Globales
Les gusta viajar
Por su parte García, Stein y Pin (2008), investigadores del IESE (Universidad de Navarra), destacan las siguientes características de esta generación:
Son esperanzados, alegres y entusiastas
Saben lo que quieren, seguros de sí mismos
Son silenciosos pero reivindican contundentemente
Marcada inclusión social
No polemizan ni piden permiso: actúan
Buscan la variedad y la diversidad
De carácter urbano, más que medioambiental (aunque respetan la naturaleza)
Buscan resultados, no procesos
Antes que un libro ellos prefieren un clic de ratón
Tolerantes
Escasamente afectivos, estables emocionalmente y desapegados
Son individualistas pero solidarios entre ellos y relacionales
Tienen unos ídolos y modelos específicos
Otros autores han aportado otras características singulares de esta singular generación.
Dytchwald, Erickson y Morison (2006) destacan su comunicación abierta, la flexibilidad temporal y espacial, así como la búsqueda del equilibrio entre la vida profesional y la vida privada. Por su parte Kim, Knight y Crutsinger (2009) afirman que la generación Y posee más competencias que las generaciones previas, es decir, los jóvenes que la integran están más preparados. Bednall, Valos, Adam y McLeod (2012) destacan la gran movilidad de esta generación y el hecho de que hayan nacido con una gran variedad de opciones de ocio. Por último, constituye una generación interactiva, permanentemente comunicada y conectada, gracias al desarrollo de Internet y de la telefonía móvil, entre otros recursos (Hargittai, 2008).
Respecto al marketing, McCleneghan (2005) destaca de la generación Y que constituye un segmento crítico, una generación optimista respecto al futuro que en absoluto se opone al marketing, un hecho que ya han demostrado posteriormente otros investigadores (Sheahan, 2009). Este hecho y sus características mencionadas anteriormente hacen que las empresas estén interesadas en aproximarse comercialmente a la generación Y, que es también concebida como un genuino segmento de mercado (Waters, 2006). Afirman Nusair, Parsa, Cobanoglu (2011) que la generación Y constituye un segmento de marketing claramente definido y abordable en países como Canadá (Sweeney, 2005) y Reino Unido (Matthews, 2008). En Australia, por ejemplo, la generación Y representa el 35% de la población, y continúa en aumento (Josefowicz, 2003), estando sus características en este país bien definidas también (Francese, 2003). Por consiguiente, desde el punto de vista de marketing constituye un auténtico desafío elaborar políticas adoptadas a esta generación. Es más, sería un error no hacerlo (Bednall, Valos, Adam y McLeod, 2012).
Desde otro punto de vista asociado más a la orientación al mercado, afirma Djamasbi, Siegel y Tullis (2010) que la generación Y demanda que las empresas la comprendan y que comprendan sus necesidades: en definitiva que se adapten a esta generación en un marco de plena orientación al mercado (Djamasbi et al., 2008). Comercialmente se debe tener en cuenta que la generación Y crea blogs y participa en ellos, descarga música, juega en modo online, utiliza la banca en línea y realiza reservas de viaje a través del ordenador (Fox, 2008). Nusair, Parsa y Cobanoglu (2011) destacan el hecho de que la generación Y se caracteriza por comprar un 25% de forma virtual (Boyer y Hult, 2005; Lester, Forman y Loyd, 2006; Sullivan y Heitmeyer, 2008).
Noble, Haytko y Phillips (2009) destacan el carácter activo de esta generación en los mercados: disponen de más recursos que las generaciones anteriores, tienen sus ahorros y han sido criados en la sociedad de consumo. Buscan el producto correcto al precio correcto, con cierta fidelidad a la marca (representada o inspirada por sus particulares ídolos, iconos y líderes de opinión). Y si el precio y el servicio son los adecuados, entonces el joven lo comentará con otros en la Web. Pero no es fácil sorprenderlos – han visto casi de todo y tienen experiencias variadas – y los profesionales de marketing deben realizar un esfuerzo para persuadirles, pues saben descifrar los mensajes de publicidad, como asegura Linville (2005).
Algunos investigadores han reconocido que la generación Y constituye un genuino segmento de mercado en el ámbito del turismo: como turistas la generación Y destaca por viajar más a menudo, explorar más destinos y gastar más durante sus viajes. Buscan y reservan por Internet, están hambrientos de experiencias e información, y son intrépidos viajeros (Francese, 2003; Sullivan y Heitmeyer, 2008). Precisamente en el contexto turístico Benckendorff, Moscardo y Pendergast (2010) afirman que la generación Y se caracterizan por poseer un estilo de vida alegre, por ser descubridores de sí mismos, multi-sensoriales, relacionales y creativos experimentadores. Por su parte Bednall, Valos, Adam, McLeod (2012) y Shaw y Fairhurst (2008) destacan de la generación Y su propensión al consumo de actividades relacionadas con deporte y el ocio.
3.- Una investigación preliminar sobre la generación Y
3.1.- Diseño
El Objetivo de la presente investigación es determinar el grado en el que los miembros de la generación Y (que actualmente poseen una edad de 18 y 19 años) residentes en Tenerife, Islas Canarias, perciben que, efectivamente, se caracterizan por los atributos recogidos en la literatura e incluidos en el marco teórico previo en este trabajo.
La hipótesis de trabajo es que, en general, los miembros de la muestra estudiada SI perciben que cumplen los atributos presentados. De confirmarse la hipótesis podrían quedar consolidadas las características generacionales distintivas. Esta conclusión permitiría, a su vez, aumentar el grado de seguridad y acierto en las políticas desarrolladas por las empresas y las instituciones turísticas para esta característica generación, bien estén asociadas a la sostenibilidad, a la RSC, a la orientación al mercado o al marketing.
La muestra ha estado formada por 384 sujetos (inicialmente la muestra estuvo compuesta por 397 sujetos, antes de sustraer a los sujetos que valoraron todos los ítems con la misma puntuación o que dejaron ítems en blanco). Más de un 95% de los sujetos poseía una edad comprendida entre 18 y 19 años, siendo el 70% mujeres. Los sujetos fueron estudiantes de 1º de Grado en Derecho (26%), 1º de Grado en Contabilidad y Finanzas (30%), 1º del Grado en Relaciones laborales (16%) y 1º del Grado en Administración y Dirección de Empresas (28%), todos estudiantes de la Universidad de La Laguna.
El instrumento utilizado ha sido la escala Perceptur-26 (anexo 1), una escala tipo Likert de 26 ítems a los que el sujeto podía dar una puntuación de 1 a 5. Los ítems han sido obtenidos de la revisión de los atributos que en la literatura se presentan como característicos de la generación Y. Una vez consultados dos expertos y administrada la escala a un grupo reducido y diferente de estudiantes, para contextualizarla y analizarla estadísticamente, se procedió a la confección y aplicación de la escala definitiva a la muestra de 384 individuos.
El modelo utilizado en el presente trabajo es el propuesto por Rasch (Rasch, 1960), un modelo que está siendo ampliamente usado en el ámbito de la gestión empresarial (Montero y Oreja, 2010a, 2010b; Salzberger, 2009) y en el sector turístico (Montero y Oreja, 2005a, 2005b; Oreja y Yanes, 2007). En el trabajo se ha utilizado el software Winsteps 3,75. (Linacre, 2012a).
3.2.- Resultados
En primer lugar queremos destacar el hecho de que todos los ítems poseían una correlación superior al 50% con la escala considerada globalmente, que el coeficiente alfa fue de 0,78% y que ningún ítem, al ser eliminado, aumentaba el alfa global de la escala.
Las tablas 1 y 2 muestran que los estadísticos MNSQ asociados al INFIT (interno) y OUTFIT (externo), tanto para los ítems como para los sujetos, tienen un valor igual a 1 o muy próximo a 1, lo que demuestra la validez de los datos y que éstos se ajustan al modelo. Este es un requisito esencial del modelo de Rasch para poder afirmar que los datos obtenidos a través de la escala Perceptur-26 presenten las mismas características que el modelo. La validez queda corroborada por los valores obtenidos por el estadístico ZSTD (dichos valores se encuentran en el intervalo +/- 1), tanto para el caso INFIT como OUTFIT, y son consistentes con los valores de MNSQ mencionados anteriormente. Los niveles de fiabilidad también son aceptables, pues son próximos al 80% en ambos casos, ítems y sujetos (Montero y Oreja, 2010a). Ello implica que la separación existente es aceptable y la medición precisa. Los errores son reducidos y los valores máximos y mínimos obtenidos en el caso de los ítems demuestran que el instrumento abarca una amplia variabilidad.
|
Row score |
Count |
Medida |
Model error |
INFIT |
OUTFIT |
||
MNSQ |
ZSTD |
MNSQ |
ZSTD |
|||||
Media |
1397,3 |
384 |
0,00 |
0,06 |
1,00 |
-0,2 |
1,03 |
0,0 |
Desv. St. |
147,9 |
0 |
0,56 |
0,01 |
0,24 |
3,2 |
0,25 |
3,3 |
Max. |
1782,0 |
384 |
1,03 |
0,09 |
1,51 |
6,6 |
1,68 |
6,8 |
Min. |
1082,0 |
384 |
-1,76 |
0,05 |
0,69 |
-5,2 |
0,70 |
-5,0 |
REAL RMSE 0 ,06 TRUE SD 0 ,56 SEPARATION 8,81 ITEM RELIABILITY 0,99 |
ITEM RAW SCORE-TO-MEASURE CORRELATION = -0,99
Tabla 1: Datos básicos de los ítems (Elaboración propia)
|
Row score |
Count |
Medida |
Model error |
INFIT |
OUTFIT |
||
MNSQ |
ZSTD |
MNSQ |
ZSTD |
|||||
Media |
94,6 |
26,0 |
0,78 |
0,23 |
1,02 |
-0,1 |
1,03 |
-0,1 |
Desv. St. |
9,5 |
0,0 |
0,50 |
0,02 |
0,51 |
1,8 |
0,58 |
1,8 |
Max. |
121,0 |
26,0 |
2,60 |
0,35 |
2,94 |
4,9 |
5,58 |
7,9 |
Min. |
65,0 |
26,0 |
-0,61 |
0,21 |
0,22 |
-4,4 |
,29 |
-3,8 |
REAL RMSE 0,25 TRUE SD 0,43 SEPARATION 1,70 PERSON RELIABILITY 0,74 |
PERSON RAW SCORE-TO-MEASURE CORRELATION = 0,99
CRONBACH ALPHA (KR-20) PERSON RAW SCORE "TEST" RELIABILITY = 0,78
Tabla 2: Datos básicos de los sujetos (Elaboración propia)
La tabla que sigue a continuación recoge los 26 ítems clasificados en función de las valoraciones de los sujetos. Los ítems menos valorados han sido el ítem 21 (“Individualista”), el ítem 1 (“Impaciente”) y el ítem 24 (“Cortoplacista”). Por el lado bajo de la tabla, los ítems más valorados han sido el ítem 7 (“Le gusta viajar”), el ítem 8 (“Diverso”) y el ítem 14 (“Curioso”). Se puede observar en la tabla que prácticamente todos los ítems – y por tanto todos los atributos – han recibido una puntuación superior al valor medio (3 puntos), a excepción del ítem 21 (“Individualista”), cuyo valor medio ha sido de 2,81 puntos. Por otra parte, la columna etiquetada como “% del total máximo posible” recoge en porcentaje el total de puntos otorgados a cada ítem por el total de sujetos (384), en función del total posible si todos los sujetos hubieran con un 5 el ítem (5x384=1920). Por ejemplo, el ítem 1 (“Impaciente”) obtuvo el 60,94% del total máximo posible [(1170:1920)x100]. Por último, cuando se analizaron los posibles desajustes de los ítems se pudo comprobar que, en general, los sujetos a los que se les aplicó la escala Perceptur-26 puntuaron por debajo de lo esperado los siguientes ítems:
1 Impaciente
5 Se considera especial
7 Le gusta viajar
20 Cómodo
21 Individualista
22 Trabaja para vivir
Item |
Total |
% del total máximo posible |
Puntuación Media |
Atributo |
21 |
1082 |
56,35% |
2,81 |
Individualista |
1 |
1170 |
60,94% |
3,04 |
Impaciente |
24 |
1182 |
61,56% |
3,08 |
Cortoplacista |
6 |
1248 |
65,00% |
3,25 |
Seguro |
5 |
1266 |
65,93% |
3,30 |
Especial |
2 |
1284 |
66,88% |
3,34 |
En sí mismos |
23 |
1304 |
67,92% |
3,40 |
Resultados |
20 |
1346 |
70,11% |
3,50 |
Cómodos |
19 |
1348 |
70,21% |
3,51 |
Decididos |
25 |
1382 |
71,98% |
3,60 |
Comunicativo |
16 |
1386 |
72,19% |
3,61 |
Energético |
15 |
1396 |
72,71% |
3,64 |
Positivo |
18 |
1400 |
72,92% |
3,65 |
Esperanzado |
10 |
1404 |
73,13% |
3,66 |
Con iniciativa |
9 |
1406 |
73,23% |
3,66 |
Flexible |
13 |
1432 |
74,58% |
3,73 |
Adaptable |
22 |
1436 |
74,79% |
3,74 |
Trabaja para vivir |
3 |
1444 |
75,21% |
3,76 |
Colaborador |
4 |
1444 |
75,21% |
3,76 |
Digital |
17 |
1444 |
75,21% |
3,76 |
Global |
11 |
1478 |
76,98% |
3,85 |
Independiente |
26 |
1494 |
77,81% |
3,90 |
Cercano |
12 |
1510 |
78,65% |
3,93 |
Moral |
14 |
1562 |
81,35% |
4,06 |
Curioso |
8 |
1700 |
88,55% |
4,43 |
Diverso |
7 |
1782 |
92,81% |
4,64 |
Le gusta viajar |
Total |
36330 |
72,78% |
3,64 |
------- |
Tabla 3: Datos de los ítems (Elaboración propia)
El análisis discriminante complementario realizado con el programa SPSS-17 nos indicó que no existían diferencias significativas entre el grupo de hombres y mujeres: auto-valor bajo (0,219), correlación canónica reducida (0,292) y lambda próximo a 1 (0,858). Tampoco hubo diferencias significativas por titulación cursada (auto-valor de 0,214; correlación canónica de 0,187; lambda de 0,779).
Sin embargo, un análisis DIF más detallado mostró que existían unas mínimas diferencias por razones de sexo, tal y como se pone de manifiesto en la tabla 4 y el gráfico 1.
Sexo |
DIF |
DIF |
Sexo |
DIF |
DIF |
DIF |
JOINT |
t |
d.f. |
Prob. |
Ítem=atributo |
H |
0,24 |
0,09 |
M |
0,73 |
0,07 |
-0,49 |
0,11 |
-4,35 |
366 |
0,0000 |
6-Seguro |
H |
0,21 |
0,09 |
M |
-0,15 |
0,08 |
0,35 |
0,12 |
3,03 |
370 |
0,0000 |
9-Flexible |
H |
0,01 |
0,09 |
M |
0,36 |
0,07 |
-0,35 |
0,12 |
-3 |
365 |
0,0003 |
20-Cómodo |
Tabla 4: DIF ítems por sexo (Elaboración propia)
Se puede observar que los hombres declaran ser más seguros y cómodos que las mujeres, mientras que las mujeres declaran ser más flexibles.
Gráfico 1: DIF ítems por sexo (Elaboración propia)
El gráfico (Mapa de variables) que sigue a continuación incluye los ítems-atributos más valorados (“Diversos” y “Les gusta viajar”). También los ítems-atributos menos valorados (“Individualista”, “Cortoplacista” e “Impaciente”).
Medida Persona - Mapa - Ítem
<más>|<menos>
3 +
|
|
. |
|
. |
. |
|
2 +
## |
. T|
# |
. |
.#### |
######## S|
######### |T
1 ######## + INDIVIDUALISTA
.########### |
.######### M| CORTOPLACISTA IMPACIENTE
######## |S______________________________
###### | ESPECIAL SEGURO
############ | RESULTADOS SI MISMOS
.##### S| CÓMODO DECIDIDO
.# | COMUNICATIVO ENERGÉTICO_____
0 ## +M ESPERANZADO FLEXIBLE INICIATIVA POSITIVO
.## | ADAPTABLE COLABORADOR DIGITAL GLOBAL TRABAJA-PARA-VIVIR
# T| CERCANO INDEPENDIENTE
# | MORAL
| CURIOSO
. |S
|
|
-1 +
|T______________________________
| DIVERSOS
|
|
|
| LE GUSTA VIAJAR
|
-2 +
<menos>|<frecuente>
Cada "#" es 4. Cada "." es 1 a 3
Gráfico 1: Mapa de Wright (Elaboración propia)
Conclusiones
Son varias las conclusiones que podemos extraer de esta investigación. La primera es que el instrumento utilizado es válido y fiable. La segunda es que, en general, los jóvenes que forman parte de la generación Y – la que será investigada en la presente Tesis - considera que SI poseen los atributos que la revisión de la literatura atribuye a dichos jóvenes, existiendo escasas diferencias significativas entre hombres y mujeres y prácticamente ninguna por la titulación cursada. Aunque todos los sujetos que componen la muestra son residentes en Tenerife, es muy probable que se confirme lo que la literatura establece: la generación Y posee características que son universales, al menos en contextos socio-culturales similares. Por último, los atributos poseen una gran relevancia para desarrollar actuaciones de marketing.
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