TURyDES
Vol 4, Nº 11 (diciembre/december 2011)

EL PAPEL DEL VIAJE Y LA HOSPITALIDAD EN EL CONTEXTO DEL TURISMO COMUNITARIO

Lizzette Selene Fernández Márquez (CV)

 

Introducción
El concepto de turismo se conjunta con el estudio de las relaciones entre desplazamientos y permanencia de los seres humanos en ambientes específicos. Aristóteles (2002) incorpora al viaje y a la hospitalidad en una relación dialéctica simétrica (equidad en el usos de la ética, hiperludíca)  o asimétrica ( sin responsabilidad) condicionadas por la dinámica de los sistemas socio-ambientales como sugiere, (Sampaio; 2007:222) el turismo comunitario nace de las interpretaciones de la ecología humana, el materialismo dialéctico y de los ciclos históricos, dando pauta a la experiencia característica inherente del viaje dentro de la hospitalidad; ya que permite “comprender un acontecer lenguájico dentro de un espacio donde nadie es dueño; ocurriendo cada vez de manera diferente; se trata de un diálogo con algo o con alguien a raíz del cual nos interpela lo otro y llega a anular la validez de los prejuicios que nos impiden captar su alteridad”(Gutiérrez;2008:145); es decir, con el desplazamiento el hombre logra situarse en una dimensión secundaria de la vida humana, apoyándose en la familiaridad primaria con el mundo ejemplificando: el entorno en el que nos movemos, es ahí donde las nuevas tendencias de la actividad turística, permiten que el hombre lejos de ser un observador distanciado, sea y permanezca al igual que el entorno que lo comprende. La comunidad receptora a través de su bienvenida o acogida permite al turista, vislumbrar su legado histórico de manera directa o indirectamente. La práctica del turismo comunitario, nace en oposición al sujeto sobre el objeto, aquí el equilibrio es la existencia de pertenencia común de los dos.
Para la comunidad de Santa María el Llano y resto de comunidades dentro del Estado de México, se propone una estrategia de desarrollo desde la perspectiva del turismo comunitario la concepción que da Solís (2002:5), a este ejercicio del viaje; se ha convertido en muchos países en una estrategia de desarrollo local desde abajo, protagonizada por comunidades que habían sido tradicionalmente objetos de desarrollo antes que sujetos del mismo. Para esto, se necesita del fortalecimiento de ciertas habilidades que permeen un conjunto de acciones conducidas; desde lo es la esencia del viaje como experiencia comunitaria y el termino de hospitalidad por parte del receptor a través de la misma práctica.


Desarrollo
El turismo dinamiza el contacto entre culturas, el viaje en sí mismo implica no sólo un desplazamiento en el espacio sino también un contacto con un “Otro”. El viaje “es el encuentro intercultural, que construye puentes entre dos culturas distintas, a través de la convivencia y comunicación”. Esto propone problematizar, cómo son las experiencias del turista en el lugar del “Otro”, en términos de lo “propio” y lo “ajeno” donde se consumen signos globales y mitos románticos acerca de los destinos (Delfino, 2004: 02). El simbolismo aparece así como mediación de un totemismo ontológico, el cual se define como la participación mística del hombre en el sentido del cosmos y su devenir arquetípico de carácter mítico-religioso (Ortiz, 1993: 55-56).  En este sentido, si el turismo y las relaciones del habla no tienen cabida podría crearse alteridades; donde el contacto humano no sea sujeto de una relación sino de extremos difusos como la imposición o transculturación. Al respecto conviene decir, que el viaje ya sea en términos de ganancia (progreso, auto-conciencia, saber) o de pérdida (expropiación, exilio, muerto como viaje final), funciona al mismo tiempo como una figura expansiva y limitante, dado que solo el origen y el destino permanecen idénticos. Por ende, se puede detectar una tensión entre el concepto económico de viaje, cuyo objetivo es domesticar y el viaje como figura de crecimiento (Maíz; 2007:54)  emergiendo de ellos un principio analógico de racionalidad, equilibrio social, respeto ambiental y cultural de la realidad es decir, no espejismos. 
Por decir, el turismo comunitario, reside en la fuerza de la comuna; en el uso de simbolismo como parte de identidad y estos pueden ser: por lenguas, visiones, sociedades y conocimientos que dan la vitalidad a la cultura ancestral involucrado al visitante en una industria llamada de experiencias (Ruiz et al; 2007: 15). Es aquí donde el papel regulador del Estado y la reivindicación de las relaciones de organización entre los principales actores, adquiriendo su razón de ser ya que se constituyen por una manera de analizar y reflexionar sobre la trayectoria de una colectividad situada entre el mercado y el estado, y la capacidad que tienen de insertarse es pieza clave para su resistencia, vitalidad histórica y porque no de recreación.
Atengámonos ahora al término de hospitalidad el cual esta definido por el diccionario de la lengua española, procediendo del latín hospitalitas-tis. Siendo una virtud, ejercitada con peregrinos, menesteros, desvalidos, recogiéndolos y restándoles la debida asistencia a sus necesidades (Múñoz de Escalona; 2007:56). Situándonos en la actividad turística, las familias alberguistas son los protagonistas centrales del encuentro, en ellas recae el espacio y tiempo de la práctica turística, la cual se establece en el seno de su cotidianidad, porque se efectúan los haceres diarios. Se podría decir que es ahí donde, se materializa el intercambio, porque el turista desde que llega a la comunidad no distingue un elemento forzado de servicio sino que, ve hombres, mujeres, hijos, casas, formas de sufrir, celebrar, de vivir, percibir el mundo. Otorgándole realismo a la experiencia y diferencia al producto (turismo comunitario).
Llegando a este punto, es necesario comprender qué; la palabra hospitalidad tiene una historia la cual data desde las primeras sociedades hasta nuestros tiempos. Lo que nos lleva a decir que, “la primera forma de hospitalidad ambulante fue autoproducida por los encargados de la intendencia al servicio de las expediciones militares, muchos ricos de la antigüedad competían entre sí; ofreciendo libre hospitalidad a los extranjeros, parte de ello el apoyo a las caravanas, donde se desarrollaron servicios de hospitalidad conocidos como caravansary” (Muñoz de Escalona; 2007:61).
Sin embargo, la hospitalidad no sólo reside en el servicio básico de alimentos y bebidas, claro vista desde lo empresarial sí, por lo que me cuestionó lo siguiente ¿Hasta qué punto, la hospitalidad en un territorio lleva a ser positivo y reciproco para la comunidad receptora?, esto es difícil de contestar; porque la hospitalidad y el viaje nacen como una práctica de intercambio y autorrealización entre los actores, lo cual accedería a obtener un viaje análogo. En relación a lo antes expuesto, llamo hospitalidad, “al conjunto de servicios onerosos básicos o de primera necesidad que se ofrecen a los forasteros, muchos libros de turismo incluyen en la hospitalidad la cortesía y la amabilidad en el trato que proporcionan los residentes a un visitante, cabe aludir que la hospitalidad como tal tiene sus raíces en preceptos religiosos” (Muñoz de Escalona; 2007: 56).  A raíz de la búsqueda de aproximación a la distancia; donde lo sagrado no está en los objetos ni en los lugares, sino en la manera que uno tiende a estar en ellos, basado en los sistema de relaciones sociales.
Por lo que, la hospitalidad no es algo comerciable; ya que al entrar en domino económico se empieza a ver como una transformación de servicios prestables ante una creciente demanda; basa en la remuneración, otorgándole la representación de una obligación sin reciprocidad, llamada comúnmente hospitalidad comercializa el autor Osorio (2000:202) la define como “encuentros basados en la remuneración, engaños, explotación, desconfianza, relaciones impersonales y transitorias”. Para ilustrar mejor, en los pueblos más evolucionados, la hospitalidad adopta la forma de un conjunto de servicios mercantiles cuando la demanda es significativa (Muñoz de Escalona, 2007:57).
Bien pareciera por lo anterior, que el turismo comunitario es una forma de cubrir  cierta demanda dentro de un espacio por tiempo, pero no es así, está es una actividad que busca crear formar de interacción que permitan resaltar el significado de la transculturación a manera de beneficio. Por medio de una sensibilidad transcultural que va más allá de esa actitud que le permite al individuo interactuar de manera efectiva con gente de diferentes culturas, es una habilidad que es mesurable y se puede aprender (Mohsin, 2007:10). Para entender mejor; el papel de los turistas en este tipo de actividad está determinada por el proceso de la comunicación y de la transacción solidaria o económica que se dé, ya que los visitantes confirman ideas o curiosidades para poder entender la realidad del encuentro, Ruiz señala “que durante el viaje se consume un producto, no sólo en el acto y tiempo de intercambio, de igual forma en la imagen, por lo que durante la actividad turística se busca confirmar de manera única a través de la experiencia o formas de llevar  a cabo la integración del producto” (2007:212-217). En este contexto, el visitante ante la convivencia formula una seria de ideas sobre la comunidad que desea reafirma o conocer, otorgándole un crecimiento cultural a través de los lazos que se van creando con la comunidad durante las tareas diarias por lo que, se entienden y respetan con una actitud de individualismo, reafirman su identidad; dando la pauta a un crecimiento espiritual.
Algo muy importante que se debe mencionar es el papel del visitante dentro del turismo comunitario, esté debe adquirir una modalidad de protagonista y no de espectador, pues el acercamiento tiene que ir más allá de las frases típicas de saludos, las necesarias comidas, y las despedidas cordiales con frías miradas, ya que se estaría atenuando la distancia. Parece complicado pero no es así; este tipo modalidad permite ser y reconocer al ser humano como es. Por lo cual, el viaje es una travesía basada en la prudencia, conocido como phorónesis; Santo Tomás de Aquino retomado por Beuchot (2005:44) menciona que la prudencia permite llegar a lo que; denominó como relaciones transcendentales. Por lo que la interacción entre el anfitrión y el visitante necesita recaer en una “empeiria asignado por Aristóteles como un intermedio entre la percepción sensorial y la memoria” (Gutiérrez; 2008: 146) donde el acopio de información surge de recuerdos y sirve para la preparación u aclaración que lleva a conocimientos universales abstractos. Cabe señalar que Aristóteles “relaciona la experiencia y el <<qué>> con las capacidades o talentos adquiridos, mientras que la inducción de juicios la presenta como técnica o habilidades adquiridas al saber particular” (ídem). Por lo que el turismo comunitario permite las dos formas ya que en estas se pueden producir el ¿Qué? de algún hacer diario y él ¿Por qué? o razón de hacer. Otorgándole a la hospitalidad y el viaje un nuevo descubrimiento; luego entonces la experiencia está en pos de lo que debe ser y no en lo que es.
Para finalizar y resumir se mencionan las características de la hospitalidad y el viaje es importe señalar aspectos unívocos y equívocos, que llevarán a contextualizar las características de la hospitalidad y viaje análogo, ejemplo:
Hospitalidad univoco: orden y belleza, lujo, calma y rentabilidad, artificialidad, se compra con dinero el turista y no existe la autenticidad del viaje.
Hospitalidad equivoca: no conoce la razón el dinero el dinero lo es todo, se tiende al extravió en ensoñaciones de domino limitad, autosatisfacción, falta de valores (prostitución, drogas) y ven al turista como objeto de ganancia.
Viaje univoco: se crea mediante un itinerario, tiene el control, se base en un viaje sin contacto alrededor, existe el monopolio del ser, todo funciona como debe de funcionar.
Viaje equivoco: este se crea mediante el implícito de autodestrucción, no existe la humanización (no hay conciencia), no hay restricciones, inconciencia ante sus semejantes y al porvenir.
En conclusión; la hospitalidad dentro del turismo comunitario es la base para poder desarrollar relaciones de cordialidad distintas a las habituales ya que esta actividad se manifiesta como un modo de “trueque”, basado en arte del “don”; por lo que se refuerza y trabaja con él individuo desde los lazos de solidaridad, respeto y sobre todo interés por involucrase con la comunidad, otorgándole al viaje un experiencia distinta a las anteriormente conocidas.
Por lo que, la hospitalidad y el viaje análogo se considera él camino al verdadero progreso, a razón de dos preceptos el primero; que no altera las relaciones entre seres de otra especie y reino, existe una auto-realización entre todos los actores del turismo, se plantea la ética como parte de la actividad turística, existe un intercambio de experiencia basada en el interés por el otro, permite dar pauta a la autenticidad y conocimiento.
El segundo, busca caminos practicables, razonables y justos hacia todos, existe el principio de responsabilidad, existe una autolimitación por parte de la moralidad y parte de un viaje real con experiencia y no espejismo.

Bibliografías.

Fuentes electrónicas.

 



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