Arnaldo Molina González (CV) y Celia Luvia Sánchez Borroto (CV)
INTRODUCCIÓN
La política científica cubana aspira a lograr la integración entre sus dos pilares básicos: asimilación de conocimientos y tecnologías internacionales y la generación de nuevos conocimientos y tecnologías propias.
El desarrollo científico tecnológico del país presta atención priorizada al proceso de generación y asimilación de conocimientos y tecnologías. Este tiene lugar en los centros de investigación y universidades para que los resultados de impacto probado se introduzcan con celeridad en el proceso de demanda y gestión tecnológica que tiene lugar en las empresas, eslabón en el cual se materializa el cambio tecnológico.
Las prioridades de la ciencia y la innovación en Cuba definen en primer lugar el desarrollo energético sostenible. En noviembre del 2001, el Departamento de Industria Básica del Comité Central del Partido elaboró un documento donde se señalan deficiencias en la gestión energética empresarial como los principales elementos que atentan contra la eficiencia energética y el ahorro en el país. (PCC, 2001)
Entre esas deficiencias se destacan el insuficiente análisis de los índices de consumo energético, el desconocimiento de la incidencia de cada portador en el consumo total, la falta de identificación de índices físicos y su ordenamiento por prioridad, la falta de identificación de los trabajadores que más inciden en el ahorro y la eficiencia energética, la insuficiente divulgación de las mejores experiencias, las insuficiencias en los sistemas de información estadística y la falta de apreciación de la eficiencia energética como una fuente de energía importante.
El uso y consumo de la energía ha sido un indicador fundamental para enmarcar las diferentes etapas de desarrollo de la especie humana. La historia de la Humanidad no ha sido más que la historia del control de ésta sobre las fuentes y tecnologías energéticas.
El esquema energético global descansa en la utilización de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural). Estos combustibles no son renovables; son contaminantes en alto grado; están concentrados en pocas regiones de la tierra en manos de grandes consorcios transnacionales; y son utilizados de forma muy ineficiente. (Borroto, 2001)
Hace solo unos años, década del 60 del siglo anterior, comenzó la crisis de los postulados que consideraban a la Tierra una fuente inagotable de riquezas, entre ellas de energía. El hombre en su desarrollo tecnológico consideró siempre sus grandes avances en la aplicación de nuevas fuentes naturales de energía como fruto de su ingenio y siempre como pasos en su escalada hacia estadíos superiores. A partir de aquí se adquiere conciencia colectiva internacional de que los combustibles fósiles, con los niveles de consumo alcanzados, tienen cobertura real por un grupo de años; este final en la actualidad ya es visible.
Por otra parte los cambios climáticos que están ocurriendo: elevación de la temperatura en los mares, tormentas cada vez más devastadoras, deshielos en las zonas árticas, intensos períodos de sequías y de inundaciones, elevación del nivel del mar; hacen pensar que el efecto invernadero producido por los gases, producto de la combustión de los hidrocarburos, puede entre otros factores, destruir las condiciones de vida del planeta Tierra y dejar a la especie humana sin su hábitat.
Por la alarma que ha producido en el mundo la situación descrita anteriormente, surge el concepto eficiencia energética que ha sufrido una evolución, hacia formas más holísticas en su alcance, buscando la integralidad en su estudio. Así se considera eficiencia energética aquella que integra todos los campos que provocan una disminución en la cantidad de energía usada para producir una unidad de actividad económica o para conseguir un nivel de bienestar determinado.
La relación entre la gestión energética y la tecnológica ha sido enmarcada por diferentes etapas, caracterizadas por precios de hidrocarburos, guerras, cambios sociales globales y deterioro progresivo de las condiciones ambientales.
Primera etapa: antes de 1973. La humanidad, anterior a esta fecha, no manejó la posibilidad de que una nación o región declarara su prosperidad a partir de disminuir el consumo energético por unidad de servicio o producción. Los conceptos relacionados con productividad tenían otros componentes, no así el aprovechamiento energético.
El desarrollo tecnológico de la especie va marcando hitos en cuanto a avances significativos por unidad de tiempo. La agresión al medio ambiente no es un tema importante para la opinión pública y la energía es fuente de bienestar y poder.
Segunda etapa: a partir del 1973 y hasta 1979. Ocurre la primera crisis del petróleo como fenómeno económico con implicaciones a nivel mundial, por su repercusión en la esfera social y la esfera tecnológica.
Comienza una etapa fértil en las ciencias en función de investigaciones aplicadas, sobre todo dirigidas a la búsqueda de otras fuentes energéticas que mitiguen la dependencia de la humanidad de los hidrocarburos.
Tercera etapa: a partir del año 1979 y hasta 1986: Este período está marcado por la segunda crisis del petróleo. Las contradicciones entre consumo de combustibles y efectividad en dicho consumo se agudizan y se profundiza la preocupación por el gasto creciente de los mismos.
Los cambios tecnológicos son insuficientes por cuanto no logran reducir el consumo per cápita por unidad de servicio o producción. Por otra parte, el aumento en el Producto Interno Bruto de una nación, sigue estando condicionado a un aumento en los consumos energéticos.
Cuarta etapa: a partir de 1986 y hasta 1991. La desaparición del campo socialista y la desintegración de la Unión Soviética marcan la cuarta etapa evolutiva de la gestión tecnológica en el proceso de gestión energética. Esto provoca que la economía de mercado se imponga a nivel mundial, a partir de las privatizaciones masivas en los países de Europa del Este y la descomposición de las estructuras del Estado.
Las economías asiáticas se consolidan y ofrecen al mercado automovilístico e industrial tecnologías con significativas reducciones en los índices de consumo energético. La economía norteamericana sanciona estos avances pues el balance en el mercado se desproporciona y la oferta asiática dentro de sus fronteras aumenta a ritmos acelerados.
Quinta etapa: a partir de 1991 y hasta el año 2000. Las economías neoliberales se consolidan en el mundo donde el mercado rige las relaciones económico-financieras. Los científicos advierten que existe un hueco en la capa de ozono que cubre la tierra y que este aumenta en tamaño. Las temperaturas aumentan en la tierra y también en las aguas del mar. Este aumento en la superficie del océano causa un aumento en la frecuencia y la intensidad de las tormentas en la zona ecuatorial. No existe ya escepticismo: la principal causa de todo es el efecto invernadero causado al planeta por la combustión de los hidrocarburos.
Se efectúa la cumbre de la tierra en Río de Janeiro, Brasil. Se adoptan acuerdos concretos y cuantificados de cómo disminuir las emisiones de gases tóxicos a la atmósfera. La humanidad demuestra haber tomado conciencia de la gravedad del uso de los combustibles fósiles y se proyecta por el uso de tecnologías no agresivas al medio ambiente y renovables.
Sexta etapa: a partir del año 2001. Las economías latinoamericanas cuyos modelos siguieron el camino del neoliberalismo fracasan, dejando tras su caída profundas protestas sociales, por el deterioro total de las estructuras de producción y servicios. El precio de los hidrocarburos continúa en ascenso y los problemas climatológicos se agudizan.
Surge una nueva integración económica social en la América: la Alternativa Bolivariana para las Américas. Esta agrupación de países tiene una fuerte base popular y se consolida en cuatro países de la región. En ellos se implementa una revolución energética a nivel de todas las áreas de la sociedad. Este movimiento ya muestra resultados palpables en el ahorro y uso racional de la energía.
Por otra parte, desarrollo sostenible o sustentable es una expresión que conceptualiza el proceso mediante el cual las políticas económicas, fiscales, tecnológicas, sociales, comerciales, agrícolas y energéticas, entre otras, se formulan en función de preservar la vida de los seres humanos y de todos los demás seres vivos que lo acompañen en el entorno del sistema ecológico en cuestión, para las presentes y futuras generaciones.
Están identificados varios tipos de sustentabilidad para alcanzar el desarrollo sostenible: la tecnológica, sociocultural, económica y ambiental.
Desarrollo sostenible en materia de energía significa utilizar una fuente renovable a razón no mayor que su razón de regeneración. Para una fuente no renovable utilizarla a una razón no mayor que a la cual un recurso renovable, usado de forma sostenible, puede ser capaz de sustituirla. Para un contaminante que su emisión se produzca a una razón no mayor que la que permite que él mismo sea absorbido o reciclado sin perjuicio para el medio ambiente. (Borroto, 2001)
La industria turística cubana a partir de 1990 tuvo un vertiginoso desarrollo impuesto por las condiciones abruptas en que se introdujo el intercambio comercial, perdiendo el país en corto tiempo el 85 % de los destinos de exportaciones y suministradores de productos; situación que hizo colapsar la economía y potenciar los sectores que a corto plazo pudieran revertir la situación.
El turismo desde su propia definición sugiere conceptos de ocio, placer, diversión, excursiones, satisfacción total de clientes, que en su momento se consideraron excluyentes del tema ahorro y uso racional de la energía.
Los hoteles consumen enormes cantidades de energía. El costo promedio energético de la industria hotelera está muy por encima de muchas industrias; este puede ser de $ 175.00 por metro cuadrado anualmente y los hoteles de lujo gastan cifras muy superiores. El polo turístico de Varadero consume el 30 % de la energía eléctrica que necesita la provincia que lo contiene, Matanzas, ocupando un pequeño espacio en la geografía de este territorio. (Granma, 2007).
La situación energética de los hoteles cubanos es similar a la internacional. Con el desarrollo en los últimos años del sector, dirigido a la atracción del turismo internacional, la mayor parte de las construcciones tienen un estándar de calidad de cuatro y cinco estrellas, operados por tres compañías mayoritariamente: Cubanacán, Gran Caribe y Gaviota.
Si se utiliza un diagrama de costos se constata que los energéticos constituyen un significativo componente dentro de la estructura mencionada. En instalaciones internacionales oscila entre el cuatro y el siete por ciento, mientras que en Cuba este indicador alcanza valores desde el ocho hasta el 16% de los ingresos, puede llegar hasta el 20%. (Cabrera, 1997)
El polo turístico Jardines del Rey comenzó su crecimiento a partir del año 1990, cuando sucedió la destrucción masiva de los mercados del país, contrayendo bruscamente la economía. En noviembre del año 1993 comenzó a operar el primer hotel de la cayería, el Hotel Colonial. En la actualidad operan en el polo 11 hoteles de mediano y gran tamaño, entre cuatro y cinco estrellas de categoría, una villa turística, una clínica internacional y un sinnúmero de inmuebles destinados a las actividades extrahoteleras, empresariales y de infraestructura.
La descripción y caracterización de la situación problémica permitió formular el problema científico para la presente investigación: ¿qué implicaciones energético-económicas trae aparejada una deficiente gestión tecnológica en los hoteles turísticos del polo Jardines del Rey?
El objetivo de la investigación es evaluar el impacto estimado de índole energético-económico resultante de una correcta gestión tecnológica en los hoteles del polo Jardines del Rey.
A partir de la construcción del marco teórico se formuló la hipótesis científica: si se aplica una correcta gestión tecnológica que resuelva la contradicción entre la tecnología incorporada y la tecnología apropiada, entonces se producen impactos significativos de índole energético-económicos en los hoteles del polo Jardines del Rey.
La investigación desarrollada es aplicada y se enfoca desde una perspectiva causal.
Los fundamentos epistemológicos del estudio están contenidos en los resultados sobre gestión energética empresarial obtenidos por el Centro de Estudios de Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Cienfuegos Carlos Rafael Rodríguez. El soporte teórico de la investigación se basa en los criterios sobre gestión energética empresarial de Borroto (2001), eficiencia energética y gestión empresarial de Campos (1997). Además se consideraron los criterios sobre gestión tecnológica de Arana (2004), Núñez (1999), Sáenz (2004), Clark (2004), Quintanilla (1988), Armenteros (1998), Urquiola (2001) y García (2003).
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