TURyDES
Vol 4, Nº 9 (febrero/fevereiro 2011)

¿CIENCIA DEL TURISMO O CÍNICO PASATIEMPO ACADÉMICO?: CRÍTICA A LA IDEA DE PATRIMONIO Y DESARROLLO

Korstanje M.


 
Los términos y las palabras son funcionales a la vida social, permiten que los hombres puedan compartir marcos de referencia en forma coherente. Sin embargo, en ocasiones la permeabilidad o el uso ideológico de los mismos llevan a confusiones o a callejones sin salida. El siguiente artículo crítico ha sido escrito por medio de diferentes trabajos realizados durante 4 años en relación a temas que pueden no estar necesariamente conectados entre sí pero que hacen al turismo como disciplina científica (o como proyecto de tal). En la primera parte, trataremos la relación entre el lenguaje, la palabra y la compresión desde la perspectiva lingüística para luego abordar por medio del paradigma sistémico la relación causal del término “porque” en las sentencias semánticas. En una tercera fase, desarrollaremos los alcances y limitaciones que adquiere el término patrimonio turístico y su uso corriente dentro del turismo. Asimismo, en una cuarta etapa dialogaremos con la antropología para el desarrollo y la antropología del desarrollo en cuanto al uso y abuso de tal término. La hegemonía confisca, manipula y da sentidos a ciertos términos creado tramas de simbolismo en un sentido unívoco. La constitución de una disciplina científica necesita de un nuevo discurso epistémico que sea crítico y objetivo. Lamentablemente hoy en el campo del turismo y la hospitalidad la crítica se encuentra orientada en cuanto puede producir un destino turístico, y cuales son los obstáculos más visibles para esa producción. En lo que algunos colegas han llamado la “comercialización de las emociones y la tradición”, hoy el turismo se perfila como una disciplina que ha hecho del desarrollo y el patrimonio su bastión principal. No obstante poco se sabe de éste polémico término.

Comentarios Preliminares

El lenguaje ha sido parte sustancial en algunos epistemólogos para explicar como se construye el mundo de los hombres. Así, investigadores de la talla de Edgard Saphir y Benjamin Lee Whorf mantendrán sus tesis de que el lenguaje es el principal responsable de la construcción social. Para estos autores, no existe el mundo social sin el lenguaje. En efecto, Ceberio y Watzlawick explican que “es importante aclarar la subjetividad del hecho que se constituye en evento, de acuerdo con la atribución de sentido con que se lo revista. El acaecimiento de algo no es relevante en sí mismo, sino que es un estímulo que cobrará repercusión, y será de considerable intensidad o no, únicamente para el sujeto percibiente; por lo tanto, si deja huella o cobra significación, dependerá de la construcción que elabore el individuo.” (Ceberio y Watzlawick, 1998:153). En tal caso, los autores distinguen “la construcción de lo real” en dos estadios bien definidos, el primer orden sugiere la idea de aquellas construcciones compartidas por el grupo de referencia más cercano, por ejemplo “todos sabemos que una mesa tiene cuatro patas”; en consecuencia, la realidad de segundo orden implica la idea subjetiva (compartida o no) sobre un objeto dado y una explicación tentativa de su “estar allí”; siguiendo la misma línea, una mesa puede ser imaginada de diferentes formas: de vidrio, madera etc. Estas construcciones secundarias obedecen a las experiencias previas del sujeto y su construcción cognitiva del mundo que lo rodea. Según el paradigma sistémico, el sujeto crea su realidad y por medio de ella observa el medio deificando la misma realidad. En este sentido, las palabras y los términos propios del lenguaje adquieren similar significación. Todos sabemos que significa determinada palabra aun cuando algunos le den una significación diferente a otros. Podemos entender (acto derivado de la transacción comunicacional) pero sin comprender (es decir, sin ningún tipo de internalización).

De esta forma, toda construcción debe ser nombrada y aprehendida, por tanto no puede ser comprendida si no está inmersa en la lengua. (Saphir, 1941:80) (Lee Whorf, 1971: 245). Más tarde se conocería a esta idea como la hipótesis Saphir-Whorf. Por ejemplo, los indios Hopi en Estados Unidos de América no conocen (lingüísticamente) los vocablos pasado, presente y futuro, por lo tanto no comprenden el concepto del tiempo como los occidentales europeos. Desde esta perspectiva, la consciencia y de la experiencia subjetiva no escapa a la socialización lingüística. (Schutz, 1974:20-50) (Searle, 1997:28-35). La gramática y el lenguaje proveen de constructos que facilitan el desarrollo del hombre en su entorno. Su función permite comprender el complejo mundo social que lo rodea. Paradójicamente, al igual que la cultura el lenguaje une pero a la vez diferencia (Hall, 1989:10-22). Sin embargo, aun cuando dos sujetos comparten los mismos códigos lingüísticos existe la posibilidad en ciertas disrupciones cuando una de las partes no se puede reconstruir el “estar en el mundo” del otro. Así comienza la ruptura del proceso comunicativo (Keen, 1982: 33-38).

La influencia del término porque

Un novedoso experimento, llevado a cabo por la profesora Langer de la Universidad de California, y citado correctamente por Ceberio y Watzlawick (1998:150) describe el proceso por el cual ciertos términos influyen en la realidad de otro sujeto. El objetivo del experimento es intentar modificar las relaciones y las reacciones entre las personas a través de una fórmula semántica. Al respecto, los autores afirman “el principio explicativo no solamente se aplicó en las investigaciones científicas, sino (y es común en todo proceso) que invadió otros campos y llegó a instalarse como un estilo sociocultural. La lógica del porque, causal-lineal, es parte del discurso habitual en la interacción de los seres humanos, en mayor o en menor medida, según la cultura”. El experimento mencionado, consistía es estudiar en una cola de espera para sacar fotocopias las reacciones de los participantes según las proposiciones semánticas del actor. Ante la fórmula “perdona, tengo cinco páginas ¿puedo usar la fotocopiadora, porque tengo mucha prisa”, el 95% de los interpelados dejo su lugar al peticionante. Entonces, Ceberio y Watzlawick asumen que la fórmula “porque tengo mucha prisa” ha sido desencadenante y explicativa de la reacción. Estos resultados, se validan en un segundo intento donde la fórmula se refiere a “¿puedo usar la fotocopiadora?” la cual decae su porcentaje de eficacia al 60%. Sin embargo, una tercera reformulación orientada a “perdona tengo cinco páginas ¿puedo usar la fotocopiadora?, porque tengo que hacer fotocopias” alcanza también un alto porcentaje de adhesión (93%).

Este novedoso trabajo, sugiere la idea que el influyente no era la fórmula en sí sino sólo el término porque, como causalmente explicativo. Los autores, entonces, concluyen “el término porque avalaría motivacionalmente una acción a través de la explicación; en la tercera intervención, a pesar de la ilógica respuesta, ya que el motivo no agrega ningún contenido nuevo a la petición, abre camino a la acción. Parece ser que la palabra posee tanta fuerza en la comunicación que no permite la repetición (la escucha) del contenido”. (ibid: 150)

Esta misma exposición puede leerse en Gregory Bateson como el “principio dormitivo” por el cual una explicación se remite a una linealidad de pensamiento donde predisponen la causalidad que motiva la acción. En consecuencia, la necesidad de buscar explicaciones funciona como forma sedativa ante contextos de incertidumbre o escasa previsión de los potenciales eventos. En perspectiva sistémica, cualquier evento externo es captado por el sistema; si el mismo genera un desequilibrio (crisis) surge la pregunta y una derivada explicación causal del estímulo el cual finalmente permite por medio de la comprensión adquirir nuevamente el equilibrio (homeostasis). Si la respuesta, no puede ser construida por medio de la pregunta la crisis adquiere un papel disgregador (Bateson, 1979).

En analogía, el lingüista Basil Bernstein explica las disfuncionalidades de la comunicación como construcciones de códigos específicos generadores de solidaridad de clase. En efecto, existe en el habla humana un código restringido y elaborado. Ambos son internalizados por medio de los canales de socialización de grupo durante la edad temprana. Así, un niño inglés de clase baja cuando protesta recibe un mensaje por parte de su madre que versa en “basta!, pórtate bien” mientras que al mismo estímulo una madre de clase media diría “si te portas bien entonces mama te va a comprar ….”. En el segundo, caso el código elaborado sugiere una cadena de medios afines los cuales tienen como función modelar el comportamiento del niño. La posibilidad de construir el porque debe portarse de determinada forma y no de otra se vincula a un premio o posterior castigo. Estos mecanismos, se encuentran presentes en todas las esferas de la sociedad subordinando a ciertos grupos (socializados en el código restringido) a aquellos grupos que manejan el código elaborado. La diferencia y lucha de clases, en Bernstein adquiere una naturaleza lingüística (Bernstein, 1989). En resumidas cuentas, las palabras no son ingenuas y los sentidos creados para palabras varían acorde los tiempos y a ciertos grupos específicos que le crean sentido y reacción. Así, la palabra Patrimonio ha sido considerada de diferentes formas a lo largo de los tiempos y a la vez ha sido desarrollada según diferentes intereses. Parte del problema, en no abordar los términos de una manera crítica consiste en una posterior naturalización de los mismos y con ella una “alienación conceptual”.

Repensando la Idea de Patrimonio

En su trabajo El patrimonio turístico: definiciones, conceptos y etimologías de las palabras, Korstanje analiza la influencia de los diferentes modos productivos en relación al significado que se le da la palabra patrimonio en la disciplina científica. Más específicamente, “A diferencia de la forma que tenían los antiguos de comprender el término, en las sociedades occidentales modernas se vincula discursivamente a la preservación y al patrimonio con los conceptos de producción, almacenamiento y control. Esto, no sólo que lleva a confusión sino que además pretende ser un alegato en contra del avance desmedido (voraz) de los intereses económicos. Así, el patrimonio se convierte en un bastión de legitimidad, identidad, autenticidad y defensa de los valores culturales frente a la homogeneización (institucionalización) del régimen capitalista” (Korstanje, 2008a:19). En la antigüedad los romanos comprendían al vocablo como aquello que se delega por parte del padre. Su vínculo a la vida social de ese entonces estaba forjado por la religión y el culto a los dioses lares. Acorde a esta explicación, las cosas (res), podían clasificarse res in patrimonio y res extra patrimonio. Aunque jurídicamente, no existía una codificación precisa para la palabra, los romanos tenían muy presente la idea de conservación (heredada de los griegos).

Evidentemente, fue durante siglo decimonónico cuando que el concepto patrimonial comienza a adquirir un significado diferente al que los antiguos le asignaban. Ya no se refería a aquel legado paterno sino más bien al objeto plausible de ser conservado; y como en el arte y en la ciencia la edad media había dejado muchos objetos de gran valor para ser conservados, surgen los intereses de los museos y coleccionistas por la adquisición de objetos arcaicos. El término es introducido en el turismo (legado de la ciencia jurídica) por primera vez a través de los estudios de J. Heytens (1978) y P. Gray (1982) donde se hacia referencia al patrimonio como elemento fundamental de la actividad turística. Desde ese entonces, un número cada vez mayor de investigadores ha desarrollado interesantes trabajos relacionados al concepto de patrimonio turístico. Sin embargo, pocos se han cuestionado realmente (desde un punto de vista crítico) lo que se entiende por tal. Según los trabajos de reconocidos investigadores en la materia pudimos establecer (en ellos) los siguientes puntos en común (Prats, 2003) (Mondino, 2004) (Espeitx, 2004) (Aguirre, 2007).

a) El patrimonio turístico como proceso activar de la participación económica local.

b) El patrimonio como recurso y discurso de poder político.

c) El patrimonio como conjunto de bienes (objetos) capaces de ser (valorados) almacenados (stock).

d) El patrimonio (y también el turístico) actúa como sintetizador de valores culturales (intercambio mercantil), estableciendo un puente entre la historia y el presente.

e) El patrimonio exige ser conservado y preservado de los efectos de la economía de mercado global.

Los mismos sesgos, se observan cuando se habla de turismo “étnico o cultural” asumiendo que sólo ciertos grupos subordinados al orden vigente pueden ser considerados de esa manera. En consecuencia, el turismo cultural es sólo un gran error importado de las doctrinas antropológicas del siglo XIX las cuales hacían referencia a que ciertas “culturas primitivas” estaban el peligro de desaparición. El deber del “buen científico”, entonces radicaba en registrar esas culturas antes de su desaparición. La modernización también existía en ese entonces y como en la actualidad.

Sin embargo, las culturas lejanas no parecían tan armónicas como se creía ni mucho menos de una composición tan simple. Tras el período de descolonización de mediados del siglo XX, los estudiosos comienzan a observar ciertas dinámicas que hasta ahora parecían irreconocibles, surge el conflicto social y la antropología política como una nueva forma de estudio. Esta crisis, indudablemente, se debe a la forma en que fue construida la disciplina en sus orígenes. Si partimos de la base que la antropología se ocupó del estudio de los pueblos “primitivos”, y con el transcurso de los años éstos se “civilizaban”, ¿cuál sería entonces la misión y el objeto de estudio de la misma?. ¿Esto supondría que la disciplina estaba condenada a desaparecer también?. (Aunque esto obviamente no ha sucedido).

Según los antropólogos anteriores al proceso de descolonización (sobre todo la escuela Social Británica) sostenían que si bien el conflicto existía en estas sociedades, imperaba un clima paz e intercambio. Además, una vez derrumbado el orden colonial se comienza a ver que estas sociedades no eran tan pacíficas como se creía. El mismo Malinowski admite su fracaso en no haber insistido en la influencia colonial sobre las relaciones de los tobriandeses.

Resumiendo, el proceso de descolonización, como todo proceso político, produjo en el pensamiento antropológico una especie de “auto-conciencia”. Ya su preocupación no era el etnocentrismo ni la desaparición de “las culturas exóticas”, sino los procesos políticos y en el cambio social como estructuras que condicionan y a la vez son condicionadas por las relaciones sociales. En efecto, surge lo que podríamos llamar “una antropología política y del conflicto”, noción hasta entonces parecía semi-desconocida. (Jameson, 1989) (Said, 1996) (Gledhill, 2000). Por lo tanto, a la hora de crear una disciplina no es extraño que ésta se sirva de términos creados y utilizados por otras, el problema radica en su no comprensión y perspectiva crítica (Korstanje, 2008b).

Análogos problemas se observa en los turistólogos cuando se preocupan de temas como el desarrollo, la ociosidad y los antecedentes de la civilización romana y el otium dentro del espíritu moderno y la conformación del turismo.

¿Qué tan sustentable es el Desarrollo?.

La noción de desarrollo como han demostrado algunos autores, tiene sus orígenes en el discurso del presidente Truman el 20 de Enero de 1949. Desde ese entonces, la palabra ha adquirido un sentido específico entre los hombres: los que pertenecen a un mundo desarrollado y aquellos excluidos de éste. (Escobar, 1997) (Viola, 2000) (Esteva, 2000). También otros se han interesado por demostrar ciertas semejanzas estructurales entre el Imperio Romano y los Estados Unidos de América en cuanto a la formación de ciertas ideologías como “la globalización y la oikoumene”. (Hidalgo de la Vega, 2005). Así, esta “utopía” no sólo despertó muchos adeptos sino que pronto vio o (mejor dicho) demostró su lado oscuro (Esteva, 2000). Lo que se conoce como la etapa del “Estado de Bienestar” intenta quebrar un proceso de acumulación ininterrumpida para propugnar por una mayor redistribución del ingreso; y en ese sentido, no es nada extraño que el “termino bienestar” esté presente en la mayoría de los discursos políticos tanto en los países que buscan el desarrollo como aquellos que pretenden enseñarles como obtenerlo. Al respecto, Cardarelli y Rosenfeld (1998:70) advierten “en este marco, las tensiones que aparecen más fuertes y condicionantes de la participación social en los tiempos de la democracia son: eficiencia – equidad, crecimiento – empleo e inclusión-exclusión.”

No obstante, ni el desarrollo, ni la democracia, como así tampoco la participación, los préstamos financieros y los ajustes económicos pudieron paliar las graves crisis que han enfrentado los países periféricos en su constante peregrinación hacia “la meca del desarrollo”; ya no cuestionando la misma idea de “desarrollo” sino convirtiéndola en una forma ideológica de poder. (Escobar, 1997). La planificación como institución racional debería (entonces) asegurar un correcto desenvolvimiento y concreción de las estrategias a seguir. De esta manera, según Esteva se extiende a todo el mundo (en forma de conquista ideológica en el mejor sentido marxiano) la noción de escasez. A tal efecto, la vida social se centraría exclusivamente en la “piedra angular de la escasez”. En resumidas cuentas y según el autor, se parte del supuesto de que los deseos del hombre son elevados en comparación a sus recursos; por tal motivo, la planificación estratégica lo ayuda a organizar racionalmente sus recursos para cumplimentar sus expectativas. Se parte, así de una visión mutilada de la naturaleza humana la cual lo subordina al orden económico vigente. El discurso de Truman marca un antes y un después no sólo en la cuestión del desarrollo sino la incursión de los Estados Unidos en la escena política mundial.

En esta misma línea, Corbalán (2004) marca el hito de la hegemonía estadounidense entre las décadas de 1980 y 1990. En ese lapso, los Estados Unidos cambiaron el eje discursivo de la “conquista”. La racionalidad como modelo de distinción dio origen, en su lugar, al concepto de “gobernabilidad”. Los especialistas, para ser más exactos los trilateralistas, propugnaron abolir la lógica intervencionista del Estado y sustituirla por la del “libre mercado”. La progresiva pérdida de hegemonía de los Estados Unidos luego de la irrupción cubana, la liberación de África, y los movimientos independentistas en el medio oriente, conllevó a un cambio de dirección en plan de control. El disciplinamiento, a diferencia del colonialismo, no se hacía sobre la población por medio de la coacción sino por medio de las fuerzas de trabajo.

En este sentido, tanto los organismos de préstamo internacional como el Banco Mundial, enviaban a sus asesores (expertos) a aquellos Estados que solicitaban (o no) una ayuda financiera y los “guiaban” en materia de “reformas estructurales”. Todos estos cursos de acción combinados lograron (temporalmente) aplacar los ánimos de ciertos regionalismos o movimientos nacionalistas locales. (Corbalán, 2004)

Los Teóricos turísticos y el Desarrollo

En los últimos treinta años, el turismo ha pasado a formar parte de la economía mundial como una de las actividades más “prometedoras”. Si bien por su naturaleza posee ciertas sensibilidades hacia los estímulos hostiles del medio (como ser catástrofes o conflictos), se ha sabido ubicar en la mayoría de las culturas del globo. Entre los mecanismos que han ayudado a su consolidación podemos citar brevemente a los siguientes factores: a) una alta tecnificación capitalista que mejoró las formas de transporte, b) la reducción de las horas laborales lo cual dio mayor tiempo de ocio, c) un aumento salarial acorde en ciertas sociedades “desarrolladas”. (Schluter, 2003) (Munné, 1999) (Getino, 2002) (Wallingre, 2007).

En este contexto, Korstanje (2007b) sostiene que existe una diferencia sustancial entre el turismo como fenómeno moderno y cualquier otro viaje o práctica de ocio utilizada en el pasado como pueden ser los ludii gladiatori. Sin embargo, en las últimas décadas el turismo se ha perfilado como un supuesto instrumento capaz de sacar a los países del estado de pobreza en el cual se encontraban; y también como en el caso del desarrollo no tardaron quienes criticaron esta postura por su falta de resultados.

Por su lado, De Kadt cuestionó seriamente las bases del desarrollo turístico como una forma de mejoramiento en la calidad de vida de aquellos pueblos que incursionaban por primera vez en este rubro. En concordancia, con la tesis de la periferia, de Kadt sostiene que en aquellos países los cuales han tenido un pasado de subyugamiento y dominación colonialista, tendrán menores posibilidades de experimentar “el desarrollo turístico” en forma positiva; en comparación con aquello quienes no experimentaron ningún lazo de dominación. (Kadt, 1992). Para el caso de Turner y Ash, el turismo era simplemente una forma más de dominación ideológica capitalista. Los grandes centros de acumulación del capital, se conformaban como los centros emisores de turistas e inversionistas, quienes a su paso hacían uso del consumo como su principal característica. Los países “no desarrollados” sólo cumplían un rol pasivo en albergar a estas verdaderas “hordas doradas” (turistas) las cuales agotaban todo recurso disponible a su alrededor. (Turner y Ash, 1975) (Jiménez Guzmán, 1986). Esta postura (corriente) crítica dio como origen la noción de Turismo Sustentable, el cual a diferencia de su predecesor (el turismo convencional) tenía como objetivo el cuidado del medio ambiente, y el desarrollo de la población anfitriona. La planificación (como instrumento de la racionalidad humana) sería capaz de organizar y articular los diferentes componentes del sistema turístico para paliar las consecuencias negativas del mismo. (Acerenza, 1991) (Boullon, 1985) (Jafari, 2005)

En la actualidad, diversos investigadores y reconocidos académicos recomiendan al turismo como forma segura y sostenida de generar riqueza, participación social, endo-crecimiento, la revalorización o rescate cultura, y el desarrollo de ciertas localidades o sitios que no poseen una infraestructura industrial previa (Vitry, 2003) (Dos Santos y Antonini, 2004) (Silva Santo, 2003) (Toselli, 2006). Sin ir más lejos, una preocupada Margaret Swain recomienda “los estudios de turismo son un vehículo ideal para promover la riqueza de la diversidad, por ejemplo mediante el turismo cultural, y la justicia en la igualdad de acceso a recursos y oportunidades para los proveedores de turismo y los consumidores turistas”. (Swain, 2005:27). ¿Será tan así?

Con la antropología del desarrollo puede considerarse la hipótesis que la hegemonía de los Estados Unidos se ubica a mediados del siglo XX con los primeros discursos sobre ayuda económica para los países “del tercer mundo” y se ha consolidado (posteriormente) con la tesis trilateralista de los préstamos de los organismos financieros internacionales sobre ciertos Estados solicitantes. A ello se agrega, la conformación del Turismo (dentro de otras muchas industrias o actividades) como un fenómeno económico o instrumento de “desarrollo”; recomendando por los “expertos” y instituciones de ayuda financiera funcionales al poder estadounidense y europeo.

Todo parece indicar que los términos erróneos y polémicos son difundidos a escala global por diferentes mecanismos. Así, diferentes autores e investigadores consideran al Patrimonio turístico como una forma sustentable de desarrollo lo cual a su vez es beneficioso para aquellos pueblos “atrasados” del canal positivista y evolucionista de la civilización. También, la ociosidad parece un atributo de estatus y no una proyección sobre la propia inteligentsia como la pensó su autor original. Si esto es discutible, habrá que pensar seriamente los motivos que llevan a los pensadores a hablar de turismo cultural, cuando la cultura parece algo que trasciende las realidades de segundo orden; o cuando y como el otium latino invadió la vida moderna y dio origen al turismo. Toda disciplina requiere de conceptos para fortalecerse. En ocasiones, estos procesos son graduales y se encuentran vinculados a otra disciplina sobre la cual se siente admiración por diferentes causas. Por ejemplo, la sociología en sus inicios miraba a la filosofía y aún en su crítica distante se evidenciaba su influencia. Asimismo, el turismo comienza a importar ciertos errores eruditos en el sentido de Korn, por los cuales conforma sus propios procesos de realidad. Entonces, se importa de la antropología la necesidad de un Patrimonio como objeto recordatorio de la identidad de los pueblos. A su vez, también se requiere de los lineamientos sociologicistas del positivismo los cuales propugnan una carrera histórica hacia la civilización. Por último, construyen por medio de hipótesis supuestamente científicas escenarios históricos idealizados sobre determinado evento o civilización, incorporando también en similitud epistemológica ciertos objetos (hechos) y olvidando otros (selectivamente). Esto no significa, que el turismo se encuentre como disciplina académica en inferioridad de condiciones con respecto a otras disciplinas sino que por el contrario, debe emanciparse de ellas y en ese acto buscar su propia identidad metodológica. Ha sido, tal vez, su propia infravaloración lo que ha generado esa inefable admiración por otras disciplinas.

Conclusión

En los últimos años, el turismo se ha concentrado como una actividad promisoria en el campo económico y a la vez se han abierto diferentes cátedras, materias, estudio de grado y postgrado cuyo interés principal es el estudio sistemático del turismo. No obstante, en parte por la falta de un corpus teórico con identidad propia, en parte por falta de método, pero lo que es más importante por la falta de un espíritu crítico, el turismo ha aceptado los paradigmas más polémicos y contradictorios de las Ciencias Sociales. En este contexto, mi humilde esfuerzo por demostrar las fallas metodológicas y conceptuales de la turismología para materializarse como una disciplina académica independiente. Por lo pronto, dejo paso a la siempre necesaria crítica del Profesor Muñoz-Escalona sobre este apasionante tema y sobre la miopía de lo que él ha llamado “la turis-pericia”.

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