Maximiliano E. Korstanje
Estado de la situación
Actualmente, el turismo puede ser comprendido en tanto que actividad económica también como un aspecto psico-social (Kadt, 1992) (Jiménez-Guzmán, 1986) cuyas implicancias aún han sido poco exploradas, o mejor dicho poco difundidas en comparación con otras disciplinas. Por otro lado, también es cierto que cada disciplina (Management, geografÃa, psicologÃa, sociologÃa) ha propuesto un modelo diferente para el estudio y la resolución de problemas en el campo. Para algunos, una actividad simple con raÃces geopolÃticas y económicas bien definidas (Heytens, 1978) para otros una actividad de inmensa complejidad que amerita un abordaje inter-disciplinar (Barbini, 2005), lo cierto es que el turismo (una vez más) se encuentra asociado a dos necesidades psicológicas incuestionables, la novedad y el descanso cuyos orÃgenes pueden estudiarse en el génesis bÃblico. La cosmologÃa judeo-cristiana ha sido el soporte ideológico y mÃtico del turismo como tal ya que por un lado promueve la curiosidad como forma de renovación o búsqueda de una nueva situación (pecado y expiación) mientras por el otro promueve el desplazamiento como forma de descanso (Korstanje, 2009).
SeguÃ-Llinas sugiere que uno de los primeros en develar la idea de una Ciencia del turismo o turistologÃa ha sido Georges Cazes quien promovÃa el estudio disciplinar de la actividad desde varias perspectivas. El breve artÃculo del profesor SeguÃ-Llinas sugiere que la obra de Cazes puede desmembrarse en tres ejes principales: a) análisis regionales del turismo, la relación turismo y tercer mundo y la epistemologÃa del turismo, en donde ha descollado con sus contribuciones. Cazes como muchos otros estaba convencido en crear una Ciencia que uniera tanto la perspectiva técnica como cientÃfica del turismo, que uniera al analista cuyas preocupaciones versan en la utilidad de los inversores, con las del cientÃfico. En cuanto a los análisis regionales, Cazes indaga en el desarrollo y la expansión turÃstica de los paÃses mediterráneos a mediados del siglo XX. También el geógrafo francés se preocupa en cuanto a los efectos negativos del turismo en paÃses subdesarrollados (tercer mundo). La perspectiva epistemológica examina la influencia de los flujos turÃsticos en el medio ambiente (SeguÃ-Llinas, 2006: 11). No obstante, Cazes cae en el mismo error que la mayorÃa de los scholars ya que asume como regla epistemológica lo que en sà es desarrollo técnico. En otras palabras, Cazes está más preocupado por reducir los efectos socio-económicos negativos sobre las poblaciones locales que de comprender la complicidad de los actores locales en ese proceso. En efecto, la literatura especializada en turismo sustentable tiende a revelar los reclamos de los actores locales con respecto al turismo pero (a veces) poco aclara sobre la complicidad de esos mismos residentes. La ciencia del turismo en Georges Cazes es igualmente una perspectiva técnica y no cientÃfica.
Actualmente, se puede agregar existen dos tendencias claras que deben mencionarse. La primera es la perspectiva técnica cuyos objetivos se orientan al estudio del turismo como herramienta, como instrumento capaz de solventar ciertas incongruencias propias del sistema. Una especie de método correctivo que intenta involucrar en forma sinérgica a la mayorÃa de actores posibles. Una de las caracterÃsticas distintivas de este tipo de abordajes es la falta de una consciencia crÃtica sobre el objeto de estudio y una necesidad de mejorar la situación actual por medio de la organización eficiente de recursos. La segunda, se refiere a la perspectiva cientÃfica cuya necesidad se encuentra en explicar el porque y el como se originan y desenvuelven los fenómenos. Si bien en parte la perspectiva cientÃfica, al igual que la técnica, se encuentra inspirada por mejorar la calidad de vida de las personas, su prioridad versa en validar o refutar resultados sin emitir conclusión en el proceso. La conclusión es el resultado final del proceso. Para esta corriente, a diferencia de la anterior, no es tan importe emitir un juicio de “opinión” sobre lo que es socialmente correcto o deberÃa ser, sino en estudiar objetivamente como el fenómeno es. Cabe aclarar que ninguna perspectiva es superior a la otra, sino que se ubican en diferentes polos . Entendemos que si bien las contribuciones del profesor Jafari son importante, las cuatro plataformas que el describe se pueden sólo resumir a dos. Al margen de lo expuesto, los diferentes avances en la tecnificación de la naturaleza han implicado ciertos costos en materia ecológica. Surge asà la necesidad de hablar de un turismo sostenido, o sustentable (Boullon, 1985) (Vitry, 2003) (Silva Santo, 2003) (Schluter, 2008) (Nadeau et al, 2008) (Alvarez y Korzay, 2008) (Franch et al, 2008) (Dwyer, 2008), sin embargo, la influencia del mercantilismo y el fisiocratismo aún continúa presente en la tradición técnica (de este punto se nutre la perspectiva cientÃfica para criticar a la técnica).
A. Santana-Talavera no se equivoca cuando afirma “el turismo se inserta dentro de las necesidades de expansión económica, social, cultural, polÃtica, y psicológica de las sociedades occidentales u occidentalizadas, pues sólo éstas vienen siendo sociedades de concentración y de formación de los excedente4s necesarios, potenciando el desarrollo de las comunicaciones y los desplazamientos humanos colectivos, no forzados como válvula de escape a su propio estrés. En lo que al turismo se refiere, y como forma posible de ocupación de los ocios, hay que reservar para él aquellos desplazamientos colectivos que son realizados libremente, por placer, recreación o simplemente deseo de estancia. El turismo, tal y como hoy lo entendemos, tiene su origen en la curiosidad, el esnobismo, la enfermedad y la búsqueda de climas diferentesÂ… pero logra establecerse cuando algunas personas emprendedoras comienzan a cobrar por prestar un servicio (Santana-Talavera, 2006: 19-20).
AquÃ, es necesario distinguir, entonces, turismo como actividad económica y geográfica cuyo fin último es la concreción de la actividad, de la turismologÃa que se preocupa por examinar las relaciones del hombre con el turismo. Si el primero hace mención al instrumento (perspectiva técnica), el segundo hará énfasis en la relación dialéctica entre hombre y su medio (perspectiva cientÃfica). El problema se suscita en la falta de diálogo que hay entre ambas posiciones. La perspectiva técnica acusa a la cientÃfica de ser poco clara, fragmentada (ya que está sujeta a constante auto-crÃtica) y soberbia en sus observaciones, mientras ésta última le recrimina a la primera ser trivial, y estar preocupada sólo por la ganancia económica.
En un reciente trabajo publicado en Annals of Tourism Research, J. Tribe afirma que si bien el turismo se perfila como la cenicienta de las Ciencias, su postura con respecto a la imposición de ciertos paradigmas y canones dista mucho de sus primas las Ciencias Económico-sociales. Utilizando un modelo de análisis de Becher y Towler que descompone el horizonte en tribus y territorios, Tribe sugiere que existe cierta libertad en el turismo con respecto a que estudiar. La tipologÃa de territorio se refiere a la naturaleza epistemológica del campo expresado en el contenido de la disciplina mientras la tribu se corresponde con las relaciones sociales entre los investigadores y académicos como asà también sus formas de solidaridad. Luego de haber entrevistado a 67 intelectuales del área, Tribe sostiene dos conclusiones centrales: por un lado, la academia de Turismo tiene un escaso poder e influencia sobre lo que se publica tanto como el turismo no posee dogmas o centros duros teóricos que formen la investigación. Cada scholar goza de cierta autonomÃa para investigar el tema que le interesa. Esta falta de cohesión caracteriza a la disciplina de otras más tradicionales. Segundo, existe una diferencia sustancial entre los abordajes que realiza las Ciencias sociales (Social Science) sobre el turismo y su desarrollo en comparación con las disciplinas asociadas a negocios (Business tourism) (Tribe, 2010: 31).
No obstante, las consideraciones de Tribes deben ser tenidas en cuenta sólo a medias. En primer lugar, porque meteorológicamente no se puede hacer o crear una situación epistemológica de los testimonios de los intelectuales, ya que esa información representa el “discurso intelectual”. El entrevistado, dice y se expresa sólo sobre su visión del fenómeno/s externalizando sus propias convicciones y creencias. El entretejido sobre lo que el conjunto de entrevistados manifiesta y la realidad de la episteme puede tornarse un verdadero abismo. Por ejemplo, es algo ingenuo afirmar que La Academia de Turismo no tiene influencia sobre los intelectuales, porque simplemente éstos últimos no la conocen. La influencia deviene de lo que se publica, los congresos, el contenido de los trabajos que circula. Tal vez no sea evidente, pero la influencia de la academia que promueve temas vinculados a la protección ambiental, la percepción del riesgo, el patrimonio, la autenticidad entre tantos otros temas existe.
Por lo pronto Tribe debe recordar que la epistemologÃa se encarga de analizar la teorÃa del conocimiento conjugando conocimiento, verdad y creencia. Lo que Tribe resalta, en su interesante paper, es exclusivamente el mundo de las creencias. Por otro lado, es innegable la presencia del territorio, caracterÃstica central de la visión técnica del turismo, en los entrevistados. Eso sugiere, que aún en los académicos en Ciencia Sociales prima también una visión técnica.
En el siguiente trabajo analizaremos el contenido del Volumen 2, Año 9 de la Revista Aportes y Transferencias, un Magazine publicado por El Centro de Investigaciones TurÃsticas de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Intentaremos describir los aspectos más representativos de la tradición técnica en el estudio del turismo en Argentina. Una lÃnea de investigación que se ha iniciado con R. Boullon y M. A. Acerenza (Planificación) pero que se ha expandido hacia otros espacios. Sin lugar a dudas, el texto mencionado se encuentra inserto en la perspectiva técnica sus alcances y limitaciones deben ser discutidos siguiendo una (en primer lugar) una visión respetuosa, en segundo, objetiva.
Centralidad Territorial por Ricardo Dosso
Una de las mayores preocupaciones que pueden observarse en la lectura del artÃculo de Dosso es la medición de la atractividad turÃstica por medio de la geografÃa humana y territorial. La condición de centralidad territorial asociada a la importancia de la ciudad, criterio extraÃdo de la demografÃa y el grado de urbanización de cada unidad, representa y arroja indicadores (claves) para comprender porque ciertas ciudades atraen más turistas que otros.
El autor afirma que “ciertos centros urbanos disponen de centralidad territorial (transterritorialidad) conforme al rol dinámico de irradiación/atracción que ejercen respecto a un determinado alcance regional influyendo en el desarrollo económico-territorial. Tal dinámica de influencia centrÃpeta/ centrÃfuga que le confiere rango central se adquiere en virtud de la satisfacción y cumplimiento de requerimientos que hoy se asumen como condiciones de adaptación al nuevo entorno geo-polÃtico, económico, social, tecnológico y gestionario que lidera el nuevo orden mundial afectado por el fenómeno de la globalización de los mercados y la competencia entre centralidades” (Dosso, 2005: 28).
Buscando otras herramientas conceptuales del Marketing y el Management, Dosso sabe que la consolidación de la centralidad que menciona se hace posible con intervención de dos factores: la competencia y las fortalezas en base-económica. Su análisis parte del supuesto que la dinámica social no implica una ruptura en el orden y viceversa. La necesidad de orden y estabilidad es el primer elemento que encontramos en el discurso técnico. El segundo elemento se asocia al uso racional de los recursos para lograr una mayor potencialidad, y en consecuencia beneficios materiales, en donde el dinero no necesariamente sea el bien de mayor demanda. En otras palabras, la perspectiva técnica enfatiza en la necesidad de estar mejor a una condición actual que se presenta como indeseable.
Dosso se da cuenta el paisaje es el recurso o atractivo principal del turismo, pero que existen otros como la infraestructura, o los medios de transportes que igualmente gravitan en el sistema. La territorialización de lo económico (aunque claro esta el territorio es parte de la economÃa) es el tercer aspecto que se observa en esta lectura. “Las Centralidades territoriales podrán constituirse en polos de desarrollo local y regional merced a sus condiciones de adaptación a las nuevas exigencias, requerimientos y necesidades del mercado de competitividad y habitabilidad comprometido con el nuevo contexto derivado de un nuevo marco geo-polÃtico, un nuevo orden económico.. las nuevas estructuras sociales, un nuevo contexto tecnológico y un nuevo aparato administrativo” (ibid: 45).
Escribe, en este sentido, M. Foucault que la concepción de economÃa y escasez se constituyen como dos factores claves para comprender el proceso decimonónico de territorialización, seguridad y población demográfica. El autor sugiere que las sociedades consideran su seguridad interna en base a la buena fortuna y a los criterios de escasez que de ella se desprenden. En efecto, la escasez debe comprenderse como un estado de impotencia que cualquier Estado quiere evitar. A la interpretación que la sociedad hace de la contingencia, Foucault la llama problema del acontecimiento. La penuria que provoca cualquier alza de precios debido a la escasez está asociada a la autopercepción de que tal estado se ha debido a una falta por parte de la humanidad, ya sea por excesiva ambición o credulidad. Entendida, entonces, la escasez como parte de la “mala suerte” y ésta última de la “mala Ãndole humana”, existe alrededor todo un sistema jurÃdico y disciplinario con el fin de amortiguar los efectos de la escasez en la población: el control de precios (Foucault, 2006: 51).
La orientación de la territorialización se ubica siempre en un futuro, vinculado a la contingencia (la posibilidad de un futuro abierto sujeto a probabilidades). En el tratamiento de Dosso, se observan dos cuestiones que merecen ser analizadas. Una es el tiempo verbal en las conclusiones ubicado en el futuro (podrán constituirse), la segunda es la relación entre el ordenamiento territorial (propio de la burocratización racional de recursos) y el compromiso, entendido como un instrumento de adoctrinamiento interno de los actores con arreglo a determinado fin. Si bien por una cuestión de espacio y tiempo no podemos analizar todos los estudios del volumen, el discurso de Dosso en otro de sus trabajos (Recursos Urbanos y Centros Bonaerenses) se repite. Los hombres somos esclavos de nuestros actos pero también de nuestras palabras.
Nodalidades TurÃsticas en J. C. Mantero
Si el concepto de atractividad ha quedado claro en el tratamiento anterior, podemos decir que también lo vamos a volver a encontrar en Juan Carlos Mantero cuando se refiera a las modalidades turÃsticas. De hecho, el nodo, geográficamente hablando se relaciona con un punto en el espacio el cual sirve de orientación con respecto al resto del paisaje territorial. El nodo no sólo es orientativo sino que también exclusivo por su contenido, es único con respecto al resto del universo visual. En parte, este es el prerrequisito de unicidad, de exclusividad que se construye simbólicamente en torno a un destino turÃstico. El futuro y la posición fÃsica parecen emparentarse. Si en español, destino geográfico y temporal son idénticos, en inglés sus estructuras cambian a destination and destiny. En el resumen de su presentación Mantero aclara que “se plantea y se desarrolla la noción de modalidad turÃstica como entidad territorial para afrontar la puesta en valor y en el desarrollo turÃstico del interior bonaerense, considerando disposición de densidad social, económica y polÃtica apropiada y los atributos de interés turÃstico de la conjunción centro-urbano – entorno natural y rural (Mantero, 2005: 49).
Para Mantero la modalidad nace en la convergencia entre disponibilidad territorial de recursos y densidad paisajÃstica que pueda atraer un flujo sustancial de turistas. Por lo tanto, se rescatan en el proceso de construcción turÃstico tres elementos: condiciones de atractividad, accesibilidad y aptitud. El turismo no se concibe sin esa capacidad de atracción y de equipamiento externo. Por lo tanto, la actividad turÃstica genera cierta expectativa (nuevamente el futuro) en los consumidores quienes evaluarán el producto desde una perspectiva económica. Empero, Mantero no olvida que el turismo también involucra a factores sociales, humanos y psicológicos.
Sin embargo, el autor arguye “la actividad turÃstica en términos sociales es consecuencia de la presencia, tensión, y relación que se plantea entre las necesidades y los satisfactores cuya interacción se produce cuando la necesidad aspira y anhela satisfacción y utilidad y la oferta genera y propone satisfacción y utilidad, susceptible de conformar el usufructo del tiempo turÃstico. En términos de mercado se genera cuando la oferta concibe produce y vende productos – servicios y la demanda compra y consume esos productos – servicios, consumándole el nexo que plasma el intercambio, en la expectativa de satisfacción y rentabilidad para ambos” (ibid: 59). En este párrafo visualizamos una clara subordinación de los factores humano-sociales a los económicos, el trabajo e el intercambio comercial resultado del advenimiento del (Dios) mercado sintetiza la relación hombre y territorio. Como lo ha declarado en su introducción, Mantero prosigue con el desarrollo de las necesidades turÃsticas y las experiencias concluyendo que el turismo permite la confluencia del ciudadano con su paisaje en tanto su entorno además de proveer los recursos necesarios para la subsistencia, da un valor adicional a la relación comercial que existe entre el residente y el turista. Nuevamente se puede conceptualizar el argumento de Mantero y descomponer en las siguientes palabras claves: atracción, valor, relación, satisfacción, consumo, tiempo, utilidad, turismo y territorio.
Bauman, hace unos años, habÃa enfatizado sobre la tendencia postmoderna a comoditizar al consumidor. En su trabajo Vida de Consumo, el filósofo polaco argumenta que “el valor caracterÃstico de una sociedad de consumidores, el valor supremo frente al cual todos los demás deben justificar su peso, es una vida feliz. Y más, la sociedad de consumidores es quizás la única en la historia humana que promete felicidad en la vida terrenal, felicidad aquà y ahora y en todos los ahoras siguientes, es decir, felicidad instantánea y perpetua” (Bauman, 2007: 67). el consumo moderno desafecta los vÃnculos, socava la confianza en el otro, y profundiza los sentimientos de miedo e inseguridad. Por otro lado, la promesa de satisfacción continúa sólo es posible en la insatisfacción real de los consumidores; cuando el deseo no es plenamente satisfecho puede prescindir de los lÃmites.
Esa no diferenciación entre consumidor y bien consumido subvierte y convierte la autonomÃa del sujeto. Su tesis apunta a señalar que el exceso de consumo es y trabaja como un mecanismo ritual tendiente a suavizar la incertidumbre generada por la no planificación; no tener en cuenta los acontecimientos a un largo plazo provoca angustia y temor; en ese contexto, excederse es olvidar. Asimismo, las normas sociales han caÃdo en desuso, ya no se necesitan sino reformadas en finos procesos de estÃmulo-respuesta por medio de la imposición de deseos y necesidades. Perspicazmente, hoy “lo inadecuado” no pasa por lo prohibido, aquello que “está mal” o que “no debe hacerse”, sino -más bien- dicho concepto se relaciona con la posibilidad de que los esfuerzos sean mayores a la recompensa. En la vida moderna la satisfacción prolongada es considerada una “tragedia”; ser feliz y serlo por mucho tiempo es algo “imperdonable”, contrario a los tiempos y a la ética de la sociedad.
Los Recursos Naturales en Nodos TurÃsticos por M. Bertoni.
Los recursos naturales han sido en la historia del hombre sÃmbolo de perfección, admiración y temor. Las montañas o volcanes como asà los terremotos han dejado sin aliento a las civilizaciones que nos precedieron. Ellos veÃan en las fuerzas naturales a la expresión de la voluntad de los dioses. La secularización tecnológica cuya expresión es el museo no sólo ha dominado a la naturaleza en términos de N. ElÃas, sino que la ha codificado en forma simbólica (ElÃas, 2002) (Maccannell, 1988; 2003; 2007). Hoy, la naturaleza se encuentra plasmada en un mapa, en un museo, a la espera de ser consumida y apreciada por el ser humano. Lo importante, en consecuencia, no es el final apocalÃptico de la tierra que tanto preocupa a las Ciencias geológicas sino la relación entre la naturaleza y el turismo.
De este problema se ocupa Marcela Bertoni quien recomienda que la sustentabilidad ambiental se constituya como la pieza clave para un correcto desarrollo del turismo. Por sà mismos, los factores naturales son causales de atracción y admiración. Como los autores anteriores, Bertoni considera al ocio como el soporte que permite y define las caracterÃsticas del proceso turÃstico. Se habla, en estos términos, de “espacio de ocio”. Es decir, existe una materialización, una territorialización especÃfica del tiempo. Tener tiempo no es otra cosa que vincularlo a un territorio. En palabras de la autora, “el espacio de ocio, como soporte de la oferta turÃstica, es un espacio concreto y objetivo, pero su valor recreativo varÃa en función de ciertas circunstancias que trascienden su atractivo natural o paisajÃstico, tales como: la accesibilidad, la existencia de iniciativas de inversión o empresariales y de gestión turÃstica, la normativa jurÃdico-administrativa. Asimismo, además, de esta consideración objetiva existe una apreciación subjetiva vinculada a una valoración social que acaba imponiendo una representación simbólica del espacio” (Bertoni, 2005: 96).
La clasificación de los recursos, otro elemento importante de la perspectiva técnica, se sigue luego de la siguiente afirmación. El turismo como instrumento económico puede generar desbalances, por lo tanto su función es proteger los recursos naturales. Proteger por medio de la simbolización patrimonial o por medio de construcciones “como cultura” ciertos aspectos que permitan la sustentabilidad de la actividad. No es extraño por lo pronto, que los problemas ambientales y climáticos del tercer milenio sean funcionales al discurso de la racionalización y/o organización sustentable del turismo. Suponiendo siempre la presencia de una causa para un efecto necesario, la racionalidad sostiene que toda situación obedece a causas que la generan. Una especie de relación dialéctica de respuesta/contra respuesta caracteriza al discurso técnico.
El equilibrio y la preocupación por el desarrollo económico de la actividad, se presenta como la segunda figura en el argumento de Bertoni. “El Turismo basado en la naturaleza depende más que otros de la calidad del entorno, ya que requiere de un espacio natural con caracterÃsticas especiales y este es un elemento determinante de la demanda. Hay dos tipos de calidades ambientales a considerar, la calidad ambiental estimada y la calidad ambiental percibida. La calidad ambiental estimada representa una evaluación de las condiciones de los diferentes componentes ambientales, basada en juicios de valor, aplicados a mediciones de las condiciones de los recursos naturales, a partir de ciertos umbrales o nivel crÃtico de calidad. La calidad ambiental percibida representa una evaluación subjetiva de la calidad del ambiente efectuada por individuos, en función de una evaluación personal de las condiciones del ambiente. ExistirÃa un lÃmite inferior de la calidad ambiental más allá del cual la demanda turÃstica se interrumpe. El deterioro ambiental podrÃa tener como consecuencia una caÃda del crecimiento turÃstico recreativo o un cambio del segmento de la demanda” (ibid: 98).
En contraste quizás con los postulados originales de T. Veblen que consideraba a los conceptos malo, bueno, arriba, abajo, superior o inferior propios de la clase ociosa, nosotros y el discurso de Bertoni lo demuestra, consideramos que dichos vocablos son parte también de la perspectiva técnica. La naturaleza, advierte Bateson, no es ajena a la configuración psicológica sino que es parte de ella (en forma holÃstica). El hombre se constituye en contraste con la naturaleza pero todos los procesos de cognición y comprensión devienen de ella. Bertoni condensa y permite comprender todo lo que hemos ya expuesto sobre el espÃritu técnico y su influencia en el turismo. La naturaleza debe medirse, vemos entonces el primer elemento la medida, en términos de calidad. Nuevamente se encuentran aspectos de exclusividad en cuanto a la atractividad del destino. Un destino atractivo, aunque la autora no lo admite abiertamente, es aquel único y original.
Estar en un destino atractivo, no sólo es sentirse atractivo para los demás sino también ser igual de original que el lugar donde se estuvo. Este proceso de fusión (simbólico) se encuentra emparentado al valor como indicador que permite diferenciar a ciertos lugares de otros. Palabras como deterioro, crecimiento y segmento ameritan un seguimiento, un control, una (vemos entonces el último elemento discursivo) evaluación de la potencialidad del territorio para generar un aumento en la cantidad de turistas y de capitales. La autora considera que el valor turÃstico de un recurso está condicionado por dos aspectos: la oferta la cual hace posible la utilización de los recursos, y la demanda que se traduce en preferencias de consumo. El consumo turÃstico y la delimitación de segmentos en la demanda mejoran (nuevamente una palabra recurrente en nuestro análisis) la capacidad competitiva de los destinos. La morfologÃa del suelo conjuga expectativas del consumidor, con posibilidades de descanso y distracción que ofrece el destino.
Conclusión
La lectura del volumen mencionado de Aportes y Transferencias tanto como los invaluables trabajos de los autores, nos ha permitido comprender mejor como se compone y se estructura el discurso de la perspectiva técnica en turismo. El mensaje es claro a grandes rasgos. El turismo se constituye como una actividad económica y comercial cuya caracterÃstica principal es la movilidad y la transformación del paisaje geográfico. Sus consecuencias no deseadas pueden ser mitigadas gracias al uso racional de los recursos cuya máxima expresión se orienta a la protección patrimonial o ecológica. El trabajo, valor principal de Occidente, asigna un mestizaje a tres elementos bien diferenciados: territorio, sujeto, turismo y futuro. La actividad turÃstica, en tanto tipo de ocio, se encuentra inserta en una lógica geográfica y económica de la cual nadie puede sustraerse. Por medio de la imposición y reproducción de ideas y creencias previas tales como bien, mal, mejor, peor, deterioro, crecimiento, valor, superior e inferior, los escritores de la perspectiva técnica promueven la hipótesis del desarrollo turÃstico como una forma acabada; pero sujeta al porvenir y a la contingencia, es decir la posibilidad de que el negocio colapse. En todos estos trabajos, se observa que la atractividad es el criterio principal del discurso mientras la utilidad o la necesidad de orden se posiciona en forma secundaria. La necesidad imperiosa de mejoramiento se encuentra asociada a la angustia que genera no conocer el futuro; de hecho, los reportes técnicos siempre o en la mayorÃa de los casos no están escritos en tiempo pasado sino futuro. Sus horizontes se ponen hacia delante (en contraste con el reporte cientÃfico que mira hacia atrás o en el presente). El presente trabajo de revisión ha intentado describir (lo más objetivamente posible) los aspectos constitutivos del discurso técnico en reconocidos académicos de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
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