LOS EMPRENDEDORES, JUGOSO NEGOCIO DE LA BANCA COMERCIAL Guillermo
Campos Ríos
LOS EMPRENDEDORES Y EL AUTO EMPLEO.
En este momento de crisis estructural uno de los indicadores que más han caído
es el empleo, especialmente si hablamos de empleo formal o de empleo decente. En
los países subdesarrollados la salida al desempleo ha sido la integración a la
economía informal, que en muchos casos asume la forma de autoempleo.
Con la reducción de los puestos de trabajo, las dificultades de colocarse en el
mercado de trabajo formal crecen de manera impresionante, la competencia es
brutal, al punto que se sacrifican las expectativas por un mejor salario a
cambio de un ingreso seguro en una plaza que tenga al menos las prestaciones
laborales básicas. En esos casos, las estrategias de búsqueda se amplían y la
formación escolar deja de ser el mejor criterio de selección.
El mercado de trabajo en México ha venido mostrando fuertes dificultades de
crecimiento desde el año 2004 y con la actual crisis se están manifestando más
bien pérdidas en plazas de trabajo o bien crecimientos orientados solo hacia el
sector servicios y especialmente en la economía informal.
De 2004 hacia la actualidad, el tamaño del mercado oscila alrededor de 43
millones de puestos y se ha mantenido constante a pesar de que el ritmo de
crecimiento de la población económicamente activa presiona hacia la creación de
al menos un millón de empleos por año. En el Gráfico No. 1 se muestra la
evolución del mercado de trabajo en México.
El mercado no crece salvo en el sector terciario, en el que a su vez, su
evolución se explica básicamente por la dinámica del comercio. Algunos
estudiosos del tema estiman conservadoramente que el 30% del mercado de trabajo
en México se ubica en la informalidad (Llamas; 2007). Este bloqueo del mercado
de trabajo es el que obliga a modificar y diversificar estrategias de obtención
de empleo.
Una estrategia de empleo se puede identificar como el conjunto de planes
diseñados por parte del buscador para integrarse al mercado de trabajo; con la
peculiaridad de que estos planes se soportan en un conjunto de habilidades,
conocimientos y actitudes con los que cuenta el demandante de una plaza. La
estrategia indica cual “herramental” de dicho arsenal deberá utilizarse y en que
momento.
Evidentemente las estrategias de empleo se van consolidando de manera histórica,
transformándose en función de los cambios que va mostrando el mercado laboral.
Hacia el término de la segunda guerra mundial los mercados de trabajo tenían
como estrategia básica el desarrollo de aptitudes; de un dominio de conocimiento
formal y/o informal, de capacitaciones. Estos eran los atributos fundamentales
para obtener empleo o mantenerlo. Los mercados se regían por los conocimientos
que poseía el aspirante, este era el elemento indicador de su productividad.
Hacia la década de los ochenta del siglo XX los mercados comenzaron a mostrar
cambios y las estrategias se volvieron más complejas, en ese momento ya no era
suficiente el paquete de aptitudes mostrado por los buscadores de empleo; ahora
se deberían incluir para la inserción al empleo una buena dosis de elementos
actitudinales. Por ello se llegó a acuñar un nuevo término que era la
“empleabilidad” y que resumía la necesidad de que los aspirantes a ser empleados
mostraran, además de saberes: actitudes propicias para elevar la productividad,
no solo la de él en lo individual sino del colectivo en que podría estar
trabajando (Campos, 2002).
Hacia finales de la década de los noventa ya se planteaba de la existencia de
una “era del talento”, entendiendo que el talento incluye el dominio de las
potencialidades de internet; pero lo central era que se entendía que se
enfrentaba un tránsito de una condición de éxito de los talentos individuales
hacia etapas donde el éxito correspondía al talento organizacional (Jericó,
2001)
Para inicios de este siglo XXI, la restricción en los mercados de trabajo se
incrementó, especialmente por la saturación del segmento profesional, pero en
general hubo disminuciones relativas en los tamaños de los mercados; es decir,
no se lograban crear el número de plazas de trabajo respecto a las requeridas de
acuerdo a la presión poblacional. Las tasas de desempleo y subempleo se
volvieron escandalosas en el caso del segmento de profesionistas. En el caso de
México, la matricula de estudiantes de licenciatura creció diez veces, al pasar
de aproximadamente 200 mil alumnos en 1970 a poco más de 2 millones en el 2006,
con una evolución impresionante según se muestra en el Grafico No. 2
En ese proceso de saturación del mercado de las profesiones se inició la
difusión de una nueva estrategia, en principio con los egresados de esas
profesiones pero después se hizo extensiva hacia todos los segmentos del
mercado: la “emprendeduría” o el interés por volverse empresario, que es una
forma metamorfoseada del autoempleo. Por diversas vías fue imponiéndose el
discurso de que las escuelas ya no debían educar para ser empleado; ahora debían
educar para ser empresario, para ello era necesario fomentar las virtudes del
emprendedor.
No se debe perder de vista que la imposibilidad de generar empleos es el
resultado de una política económica inadecuada y de la carencia de una política
específica de empleo. Las limitaciones en el crecimiento del mercado son una
responsabilidad del gobierno; sin embargo, en este momento, la cuenta se está
pasando a los individuos. Son éstos los que deben resolver con sus propios
recursos su adaptación a las reducciones del mercado.
La verdad es que las políticas de gobierno han fallado en México en varios
frentes no solo en lo laboral otro muy notorio es el educativo, de modo que la
modificación de los objetivos de formación escolar hacia la “emprendeduria”
fueron mas bien de tipo formal, poco cambiaron los contenidos de las carreras. A
pesar del éxito en el discurso de los emprendedores, pocos cambios de fondo se
hicieron en la escuela: se diseñaron modelos basados en competencias laborales
que solo mostraban cambios de títulos pero los contenidos continuaron siendo
casi los mismos. Los cambios eran más de tipo administrativo en el sentido de
crear nuevos departamentos: de vinculación, talleres de elaboración de proyectos
y las incubadoras de empresas, pero en general fueron creaciones administrativas
desvinculadas del resto del curriculum.
En la última década, se ha hecho un direccionamiento de la estrategia de empleo
hacia el autoempleo, pero identificándolo como un proceso en el cual el buscador
se mira a si mismo como empresario. La estrategia se orienta a incluir las
habilidades de emprendedor-empresario al antiguo paquete de conocimientos y
actitudes, pero el talento se concibe como atributo individual en la medida que
no existe estructura organizativa ya creada.
El discurso mismo se ha modificado al pasar de la figura del autoempleo que se
apoyaba con financiamientos para creación de “changarros”, a la figura de
empresario, aparentemente más noble y distinguida con un financiamiento similar
al de los changarros pero provista de un plan de negocios. De hecho, las
universidades se hicieron portavoces de esta nueva estrategia y prácticamente
todas abrieron alguna área de apoyo a los emprendedores casi siempre bajo la
figura de: Incubadoras de empresas.
Paralelamente, los bancos privados fueron abriendo líneas de crédito para
alimentar estos proyectos, destinados a la creación de micro y pequeñas
empresas. El gobierno federal también apoyó estos proyectos mediante la creación
de un Programa Nacional de Emprendedores y del Sistema Nacional de Incubación de
Empresas que le permiten tener una cobertura nacional, aunque sin un seguimiento
adecuado de los resultados de las microempresas creadas y sin un acompañamiento
sostenido a los noveles empresarios.
En apariencia el Programa de Emprendedores debía funcionar; se tiene un Fondo de
Apoyo a la Micro, Mediana y Pequeña Empresa (Fondo PyME), se tiene la estructura
administrativa, se tiene el apoyo de las universidades tanto públicas como
privadas y además un discurso que invita a cambiar el futuro laboral de antes,
como empleado subordinado, a una nueva posición como empresario dando –quizá-
empleo a otros.
El tránsito de una condición de desempleado o subempleado o de plano de
trabajador informal a otra de empresario, en la actualidad se ha venido
presentando como algo factible a partir de un discurso bastante bien elaborado
pero no por ello menos engañoso. La Banca Comercial, aunque representa una
oportunidad de financiamiento para los emprendedores, en la mayoría de los casos
es la menos adecuada por el tipo de regulación de los créditos y fortalece el
lazo de dependencia de los presuntos empresarios a las casas de consultoría para
obtención de créditos.
El discurso de la excelencia que se inicio en la década de los ochenta del siglo
pasado se ha venido transformando hasta llegar –en una de sus vertientes- al
discurso del triunfador y del emprendedor. Un discurso de exaltación del
individualismo y de la comprensión de la realidad como algo a lo que hay que
adaptarse eficientemente.
Las universidades han asumido el discurso del emprendedor como un recurso para
amortiguar el indescifrable futuro de sus egresados. Este planteamiento parte de
la existencia de un mercado laboral de las profesiones saturado y busca -a
partir del convencimiento sobre el autoempleo- una salida personal. En lugar de
enseñárseles la necesidad del cambio de la realidad se les enseña simplemente a
adaptarse lo más exitosamente posible.
El discurso del emprendedor es incuestionable porque alude a la esperanza de
lograr el éxito por una vía no habitual, pero se puede volver engañoso cuando el
discurso no se acompaña: primero, de una estructura de conocimiento amplio sobre
mercados muy específicos; segundo, cuando se adolece de una estructura
administrativa y burocrática que marcha en sentido contrario o cuando el
gobierno renuncia a asumir esa función y la traslada a intermediarios; cuando no
se dispone de apoyo fiscal específico y cuando se carece de un esquema bancario
que permita acceso flexible a los créditos requeridos. 1. DEL DISCURSO DE LA EXCELENCIA, A LA METÄFORA DEL TRIUNFADOR
Dos autores norteamericanos: Tom Peters y Robert Waterman escribieron en 1988 un
libro con el que se inicia el discurso de la excelencia: “In Search of
excellence” (Peters y Waterman; 1988), texto que además de convertirse en un
best seller mundial puso los cimientos sobre los que descansa lo que años
después se convertiría en “el discurso del emprendedor”, no sin antes pasar por
la metáfora del triunfador
Peters y Waterman orientan su análisis al funcionamiento de instituciones
productivas muy importantes a nivel mundial. Sus conclusiones indican que el
papel de los individuos es central en el desempeño eficiente de las
organizaciones, especialmente de los individuos emprendedores; por tanto, hacen
sugerencias para mejorar el desempeño combinado de las instituciones y los
individuos; pero hay que recalcar que ellos nunca vieron al individuo en
aislado; no propusieron una teoría de la superación personal, sino una actividad
conjunta –plena de sinergia- entre individuo e institución productiva.
El discurso de la excelencia se decantó durante las dos décadas posteriores, en
las que se crearon varios niveles o ramas de este discurso; los dos polos
extremos son: por un lado, la propuesta original de encontrar formas de
organización empresarial mas eficientes y en las cuales se recupera la acción de
un individuo dotado de mejores conocimientos y sobre todo de mejores actitudes y
en el otro extremo esta la exaltación de un “yo”abstracto, de un sujeto
supuestamente moderno que busca sacar el mejor provecho de las situaciones que
enfrenta: es decir del sujeto “triunfador” per se.
El alto nivel de abstracción que tiene el sujeto triunfador es lo que nos lleva
a identificarlo más como una metáfora, como un producto que es alegoría de la
realidad, pero de ninguna manera es la realidad. Los estantes de las librerías
están llenos de textos orientados a vender la metáfora del “sujeto triunfador”,
casi todos ellos carentes de una ubicación contextual real, llena de historias
circulares que se resuelven exitosamente cuando el personaje actúa del modo
recomendado por los autores. Cuando obedecen la voluntad del autor. Esta visión
se ha convertido no solo en el ideal de los administradores sino que ha logrado
convencer a hombres comunes y corrientes para que comulguen con las ideas de
esta nueva “iglesia”, la iglesia de los triunfadores, que es una reedición del
individualismo.
En esta vertiente empobrecida de la excelencia podemos recordar el enorme éxito
que tuvo en México un texto de Og Mandino que se llamó “El vendedor más grande
del mundo”. En el que el éxito se resolvía en una interpretación circula,
parabólica, personal y subjetiva de lo que él interpretaba como “logros”
(Mandino; 1972).
Cuando parecía superada la influencia de Mandino entró en escena Miguel Ángel
Cornejo, quien logró convencer en forma masiva a millones a latinoamericanos que
se dejaron convencer de alegorías aún más empobrecidas y que pretendidamente iba
a ayudar a sus seguidores a alcanzar el éxito, la excelencia y el triunfo.
Impulsado en una gran campaña de marketing Cornejo vendió miles de videos,
cintas y discos y, por supuesto, libros a través de los cuales hacía llegar su
“mensaje de superación” a todos aquellos que estaban ávidos de triunfar en esta
sociedad. Ante la improbabilidad del triunfo real, quedaba el triunfo en el
espacio de las ilusiones.
Cornejo desapareció del espectro televisivo pero dejó una herencia doble, el
tipo de marketing para vender sus productos (videos, CD’s, libros, etc.) pero
además, consolidó un tema que siempre vende: el tema de la superación personal,
con continuadores de parábolas sobre la necesidad de encontrar nuestro camino en
la vida, como el controvertido Paulo Coelho y Cuauhtémoc Sánchez, ambos autores
de los más vendidos pero incrustados en el marco del discurso de los
triunfadores adaptables a cualquier propuesta inventada e individualista. Estos
autores están muy lejanos a disciplinas científicas como la sociología y la
economía e incluso, por las críticas de los especialistas, hasta de la
literatura (Sánchez Dragó: 2008).
El tema de la superación personal ofrece una lección que es muy simple:
partiendo del supuesto de que la realidad es un elemento externo e inmutable, lo
único que queda es la adaptación eficiente del individuo a esa realidad
intocable, un sujeto que se adapta a costa de lo que sea y de quien sea , es
decir: ¡EL TRIUNFADOR!
2. DEL TRIUNFADOR AL EMPRENDEDOR
La palabra emprendedor deriva de «entrepreneur», palabra francesa que a su vez
viene del latin «inprendere», que significa acometer. Apareció a principios del
siglo XVI y se utilizaba para referirse a los aventureros que viajaban al Nuevo
Mundo en busca de fortuna sin saber con certeza que futuro les esperaba.
En su acepción económica fue definida por primera vez por Richard Cantillón en
1755, quien lo asoció al proceso de enfrentar la incertidumbre. Así se fue
utilizando el término para identificar a todo aquel que comenzaba una empresa.
Algunos de los más importantes economistas como Adam Smith o Alfred Marshall no
incluyeron este término en el análisis económico. Fue Joseph Schumpeter quién
reconoció al emprendedor como el centro del sistema económico. Para Schumpeter
la innovación era la razón de ser del emprendedor.
La idea del sujeto “emprendedor” es una continuación de otra metáfora, la del
empresario pionero que se construyó de manera casi mítica en los Estados Unidos.
El “pioner” como se les bautizó, era el ideal del empresario de gran empuje
personal que con nada –o casi nada- de capital lograba construir imperios
económicos (Henry Ford, Conrad Hilton, Billy Gates, etc.etc.), de los cuales en
México también tenemos abundantes ejemplos.
En su carencia de análisis, la imagen del emprendedor se queda solo con la
faceta mitificada del sujeto que con solo su personalidad puede construir
imperios económicos. Es una imagen descontextualizada, carente de un entramado
explicativo y tan dulcificado que en ese nivel nadie puede estar en contra de
ser emprendedor. El ser emprendedor se identifica con la voluntad, asociada a la
capacidad para crear una empresa, en ese sentido coincide y explota el deseo que
todo mundo tiene de independizarse económicamente, visto así, todos aspirarían
en mayor o menor medida a comportarse alguna vez en su vida como un emprendedor
La percepción que se tiene del emprendedor lo identifica en el lenguaje
coloquial con los sinónimos de innovador, flexible, dinámico, capaz de asumir
riesgos, creativo y orientado al crecimiento, es por ello que el término resulta
seductor para todo aquel que este acostumbrado a ver la vida como una
externalidad a la que simplemente hay que adaptarse. El asunto no tiene nada que
ver con la posibilidad de actuar de manera más protagónica modificando al menos
parte de la realidad. El emprendedor busca una adaptación eficiente y solo
pretende modificar su posición en esa realidad dada. Para él, el cambio de su
realidad consiste exclusivamente en modificar su posición personal en su
relación con dicha realidad; eso es lo que él concibe como “el cambio de la
realidad”.
En el contexto económico actual la necesidad de innovar, generar riqueza y
desarrollar el potencial creativo se asocia con mayor fuerza a las micro y
pequeñas empresas (Mipymes), las cuales se entiende que deben estar provistas de
una alta capacidad innovadora y una desarrollada capacidad emprendedora para
sobrevivir y crecer.
Actualmente el término emprendedor no sólo está en amplio uso sino que es
considerada como una virtud que hay que inocular o desarrollar de algún modo en
los individuos, especialmente en aquellos que están estudiando. La idea es
interiorizar en el máximo de individuos el deseo de ser emprendedor, de no
concebirse como futuros empleados sino como seguros dueños de su propia empresa.
Las características que actualmente posee el mercado de trabajo ayudan a que
estas ideas prosperen como una salida aparentemente viable en contra del
desempleo. La carencia de análisis del concepto de sujeto emprendedor se hacen
extensivas al escenario real que enfrentará el emprendedor y a cambio se
presenta una ilusoria factibilidad que presumiblemente se logra con el puro
voluntarismo.
Visto en un nivel menos idealizado, podemos considerar a los millones de
desempleados mexicanos que inician diariamente una actividad de sobrevivencia
como emprendedores genuinos, su éxito no será el de los pioners pero lograrán su
objetivo, alimentarse ellos y su familia. A los trabajadores informales se les
debería reconocer su extraordinaria capacidad emprendedora, han logrado
consolidar un segmento sin el cual la economía de los países subdesarrollados no
subsistiría; han generado un mercado altamente competitivo, más difícil pero más
igualitario, han roto por la vía de los hechos con preceptos de propiedad sobre
algunas formas del conocimiento que antiguamente consolidaron verdaderos
oligopolios, como el de la música o el del cine.
La incapacidad generadora de empleo del gobierno federal y de los gobiernos
estatales les ha obligado a asumir la figura del emprendedor como un discurso
que promueva y justifique la recomendación del autoempleo. Durante décadas los
trabajadores informales han hecho del autoempleo la única alternativa de
subsistencia, ahora, de manera tardía, el gobierno les recomienda volverse
emprendedores, pero las formas y estrategias de apoyo al emprendedor son pesadas
y tortuosas y se convierte en los hechos en un mero discurso.
En México se pueden manejar cifras redondeadas y decir que hay aproximadamente
29 millones de personas ocupadas; de ellas, 15 millones trabajan en el sector
formal y 14 millones de personas laboran en el sector informal. Esto representa
el 48.3% del total de personas empleadas que es una cifra muy alta. (algunas
estimaciones indican que la participación ha sido en promedio del 54.0% de la
población económicamente activa en áreas urbanas durante el periodo 1994-2002)
de cualquier manera, los diversos cálculos hablan de una enorme cantidad de
trabajadores ubicados en la llamada informalidad
La informalidad se ha hecho con emprendedores genuinos, al margen de las
estrategias universitarias del gobierno y de la banca, esta doble marginalidad
ocurre por la obstinada intención del gobierno por negar a los informales,
porque la banca no los reconoce como sujetos de crédito, porque en general la
economía cierra los ojos para no verlos, suponiendo que de esa manera dejan de
existir. En lugar de ampliar las estrategias de emprendeduria hacia el sector
informal que es el más experimentado, lo limitan hacia sectores con poca
formación, con pocos recursos, en una cadena en la cual es muy posible que los
únicos ganadores serán los bancos privados, tanto por lo que recuperen de sus
carteras vencidas, como por los aportes que haga la banca pública para apoyo al
Programa de emprendedores
Si bien es cierto que los micronegocios enfrentan altos riegos de sobrevivencia
al inicio de sus actividades, también se detectan procesos de consolidación ya
que cerca del 50% de estos negocios tienen una antigüedad de 6 años o más. Se
trata de negocios que están soportando en buena medida y sin costo para el
gobierno buena parte de la estructura económica. El 93% de este tipo de negocios
no solicitan crédito pues difícilmente podrían acceder a él en un banco.
La aportación de los micronegocios a la actividad económica nacional no es
pequeña cosa, las percepciones obtenidas por los dueños de los negocios
informales, representan el 17.0% de las ganancias generadas por la economía en
su conjunto. A su vez este subsector absorbe el 28.5% de la población ocupada
total, excluido el sector agropecuario. Una posible salida al problema del
desempleo esta en el impulso a esta actividad, pero de ninguna manera bajo los
esquemas de “changarrización” que se han ensayado con apoyos económicos mínimos
y manteniendo igual todo el entorno económico, financiero y fiscal.
Con relación a la producción nacional por sector de actividad económica se
observa que éste sector informal representa en promedio el 30.8% del Comercio y
Restaurantes, 11.5% de los Servicios Personales, 6.1% de la Industria
Manufacturera, y en menor medida en el Transporte y la Construcción con 4.6% y
3.3% respectivamente.
En las actividades relacionadas con el comercio operaban 1.5 millones de
micronegocios dedicados, principalmente, a la venta de prendas de vestir,
abarrotes, dulces, refrescos, frutas y verduras y artículos para el hogar. De
éstos, 90% representaban negocios de trabajadores por cuenta propia. El sector
de servicios comprendía, aproximadamente, 1.9 millones de negocios que, en su
mayoría, se dedicaban a la preparación y venta de alimentos o a servicios de
hospedaje y financieros, reparación y mantenimiento de inmuebles, reparación de
vehículos, aparatos electrodomésticos y servicios diversos; los trabajadores por
cuenta propia tenían 86% de estos negocios.
Cerca de 70% de los micro negocios señaló no tener registro ante la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público De acuerdo con la Encuesta Nacional de
Micronegocios (ENAMIN-2002), cerca de 64% de los entrevistados realizaban sus
actividades en instalaciones improvisadas en la vía pública, en tianguis o
deambulando en la calle.
El crecimiento del sector tiene su base en las condiciones de precariedad
laboral y en la disminución de los salarios reales, lo cual obliga a más
miembros del hogar a participar en el ingreso familiar. Por otro lado, no es
sencillo ni cómodo ganarse la vida dentro del sector informal; ya se indico la
enorme cantidad de personas que deben realizar su actividad laboral en la calle,
soportando las inclemencias del tiempo, pero además esta el registro de que la
sobre jornada es una característica de 41% de los negocios (jornadas superiores
a las 40 horas semanales)
En México, es indudable que los trabajadores del sector informal son el ejemplo
más puro de emprendedores, es el núcleo laboral al que debían destinarse
programas de apoyo; sin embargo, la moral económica del gobierno no los quiere
ver y con eso limita severamente la posibilidad de éxito real del Programa de
Emprendedores. 3. LAS UNIVERSIDADES Y LA FORMACION DE EMPRENDEDORES
SI el gobierno ha construido un discurso sobre el emprendedor, también las
universidades lo han adoptado. En este momento todas las Instituciones de
Educación Superior (IES) tienen materias o estructuras burocrático-académicas
que promueven la actitud emprendedora. Todas las universidades privadas se dicen
formadoras de líderes, generadoras de emprendedores, etc. En todas las
universidades tanto públicas como privadas se organizan semestralmente “ferias”
y exhibiciones de los proyectos de emprendimiento que hacen sus alumnos, se les
está vendiendo la idea de que hacer empresas es algo que se desea y en las
escasas materias de emprendimiento les dan algunas “recetas” de cómo instalar
empresas.
El carácter acrítico con que se adoptó este término en las universidades es más
grave ya que ellas si cuentan con la estructura teórica para poder
contextualizarlo, si pueden hacer críticas a los falsos Mesías del ideal
emprendedor; sin embargo, ellas también han hecho del sujeto emprendedor un mero
discurso.
Da la impresión de que se está preparando mentalmente a los estudiantes para
afrontar un escenario profesional adverso, un mercado laboral saturado que en
lugar de llevarles a exigir como profesionistas y como ciudadanos un mejor
desempeño económico al gobierno, mejor se preparen para el autoempleo. Se omite
el tema de las políticas laborales que no ha emprendido el gobierno mexicano, se
oculta la historia en que aparecen los fracasos de proyectos neoliberales de
empleo como el Consenso de Washington, etc. La verdad no se dice; en ese sentido
las propuestas de emprendedores de las universidades son un engaño.
La base de sustento de la propuesta de las universidades son de tipo casuístico,
a partir de las experiencias exitosas de las universidades de otros países
intentan reproducirlas en nuestro entorno; en donde existen un sinfín de
diferencias.
El contenido de las materias en donde se teoriza sobre el emprendimiento se
reduce a recetarios básicos de la administración empresarial y a un anecdotario
amplio de la autosuperación. Las ideas del liderazgo empresarial están
desprovistas de un análisis profundo sobre el contexto económico en que se
desenvuelven las Mipymes en países subdesarrollados. De un análisis sobre los
obstáculos gubernamentales a este tipo de empresas. De una mayor comprensión y
conocimiento de los casos fallidos. Se les está negando información básica para
comprender en un mejor nivel el reto que se les impone en caso de conformar una
empresa.
Las estrategias de empleo son fundamentales porque forman parte de una amplia
política laboral del gobierno federal, no son sólo acciones aisladas que
descansan exclusivamente en las responsabilidades individuales.
Seguramente lo adecuado no es evitar la formación y fomento de los emprendedores
en las universidades, pero si exigir que se asuma con toda seriedad y se
reestructuren sus contenidos. Evitar que se siga reproduciendo como un mero
discurso y se de paso a un proceso en el cual participen las diversas
especialidades teóricas involucradas para adecuar el término a las condiciones
reales que definen nuestros contextos. 4. LOS EMPRENDEDORES Y LA BANCA COMERCIAL
En la década de los 90 se conformaron las bases de una sociedad para el
emprendedurismo, A partir de este momento el emprendedor se vio envuelto en una
amplia parafernalia de mecanismos, normas y organismos aparentemente dispuestos
para facilitar la cristalización de su proyecto.
Dentro de los mecanismos de financiamiento al emprendedor se encuentra el
Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario, de Nacional Financiera
(Pronafim), este programa fue pensado para apoyar a personas que se encuentran
en condiciones de pobreza moderada pero que desean acceder a un pequeño
financiamiento para mejorar sus condiciones de vida. Estos créditos iban desde
500 hasta 30 mil pesos, lo cual da una idea de la dimensión de empresa que es
posible impulsar con este tamaño de los créditos.
El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) también emite
convocatorias para proyectos de emprendedores, pero los fondos están muy
dirigidos, en principio a las Mypymes registradas y orientadas hacia temas
predefinidos por el Conacyt, que cuenten al menos con el 80% de la inversión y
forme parte de su catálogo de actividades prioritarias requeridas, de modo tal
que quien cubra los términos de referencia de la Convocatoria, casi no tendría
necesidad de recurrir a los apoyos de Conacyt. Si sobrevive un emprendedor, se
tendrá que orientar hacia la banca privada.
En México los emprendedores habitualmente no disponen de un capital de arranque
y además no son sujetos de crédito de los servicios financieros de la banca
comercial, ya sea por su bajo nivel de ingreso o por que ignoran la tramitología
a la que hay que ajustarse para dialogar en el mismo nivel de los bancos. Para
resolver este problema se crearon instituciones microfinancieras (IMF), que son
organizaciones privadas interesadas en apoyar a estos emprendedores
Para el otorgamiento de microcréditos existen organismos privados que colaboran
con Pronafim y que están integrados a un sistema de microfinanciamiento dirigido
especialmente a este sector de la población. Lo que hace Pronafim es tender un
puente entre quienes están dispuestos a iniciar un negocio con quienes pueden
apoyarlos, en una transacción en la que ambas partes salen ganando. Al ser una
política pública, se entiende que pondría a disposición de los interesados
recursos que debieran ser aprovechados y además garantizar su continuidad. El
Pronafim distribuye los recursos económicos por medio de las IMF, bajo el
argumento de que de esta forma se garantiza el que cada vez haya más créditos y
los préstamos lleguen a más gente
Muchas pequeñas y medianas empresas han hallado soluciones de financiamiento,
gracias a una nueva genera¬ción de intermediarios finan¬cieros, entre las que
destacan las Sociedades Financieras de Objeto Múltiple (Sofomes) y las
Sociedades Financieras de Objeto Li¬mitado (Sofoles).
La figura de Sofol permite a estos intermediarios acceder a diferentes fuentes
de financiamiento como pueden ser préstamos bancarios –tanto de banca de
desarrollo como comercial- o bien a financiamiento bursátil. Una sociedad
financiera de objeto limitado (Sofol) es una institución financiera no bancaria
que basa su operación en dar crédito. Su principal diferencia con los bancos es
que no captan ahorro. Las Sofoles se han encargado de atender un nicho que
tradicionalmente había sido desechado por la banca tradicional. Existen Sofoles
enfocadas a las pequeñas y medianas empresas (Pymes), como el caso de Financiera
Mercurio, HIRPYME, y Monex Financiera.
Posteriormente a las Sofoles, se crearon en 1996 las Sociedades Financieras de
Objeto Múltiple, mejor conocidas como Sofomes que se convirtieron en un nuevo
canal de financiamiento para las Pequeñas y Medianas Empresas.
El éxito de las Sofomes radica en que ofrecen más flexibilidad respecto a los
requisitos que piden los bancos y operan con tasas más reducidas porque se
trabaja con costos operativos más bajos…"Mientras un banco solicita dos años de
antigüedad, las Sofomes se fijan más en que sean proyectos rentables, y también
dan atención a mayores de 60 años…" indica Javier Vázquez Durán, subdirector de
Canales de Financiamiento de la Secretaría de Economía, quien además subrayó que
al acudir a una Sofom, las PyMES pueden encontrar una línea de crédito más
específica a sus necesidades.
Además existe el “Programa Nacional de Apoyo a Emprendedores” tiene como
objetivo principal el identificar proyectos de emprendedores, evaluar su
viabilidad y buscar los apoyos financieros necesarios para garantizar su
implementación, mediante la formación de “Inversionistas Ángeles” y la
aplicación de diversos apoyos financieros complementarios (fondos de
participación que aportan recursos en calidad de asociación en participación),
contribuyendo de esta manera a fomentar el espíritu emprendedor y la generación
de empleos en el país. Se trata de replicar, adecuado a las condiciones locales,
un esquema similar al de Ángeles Inversionistas que funciona con notable éxito
en Estados Unidos. En la página de Nacional Financiera se da soporte a
emprendedores con cursos presenciales y en línea, asistencia técnica y tips para
convertirse en proveedor del Gobierno.
Además, se puede mencionar un listado largo de organizaciones creadas para el
apoyo de los emprendedores, tales como Cofoundr que es una red social encargada
de buscar socios tecnológicos; o Endeavor que es una red impulsada por los siete
empresarios mexicanos más exitosos, Ashoka que tiene alcance mundial y un gran
número de organismos impulsados por los gobiernos municipales, etc.
A esto se suma el Sistema Nacional de Incubadoras de Empresas, de las cuales hay
múltiples proyectos universitarios y algunos otros de interés estatal creados a
partir de los Consejos Estatales de Ciencia y Tecnología.
Con menor alcance, pero también formando parte del universo de acciones que en
cierto momento pueden ser aceptadas por los emprendedores esta el Programa
Nacional de Franquicias de la Secretaría de Economía, de muy reciente creación
(2009) con condiciones mas difíciles de cumplir para un emprendedor que aunque
con tasa cero de interés, tiene plazos de pago un tanto severos.
El panorama hace evidente una alta dispersión de esfuerzos; se ha creado un
“ejercito” de organismos que se disputan los fondos gubernamentales destinados a
apoyar a los emprendedores, pero desgraciadamente no aparece el invitado
especial; es decir, el emprendedor no ocupa el lugar central pues ha sido
desplazado por la burocracia administrativa y financiera
El emprender requiere alicientes e incentivos institucionales, todo ello
provisto de un entorno productivo y organizacional adecuado, pero cuando se
habla de un entorno adecuado no se está pensando en “mucho aparato”, y menos en
la burocracia obesa que hasta el momento aparece en la cintura del Programa
Nacional de Apoyo a Emprendedores, es necesario rescatar al emprendedor de esa
inmensa maquinaria y es necesario rescatar los fondos que originalmente estaban
destinados al emprendedor pero que tal y como se propone su ejecución,
finalmente irán a caer a las manos de la banca comercial a través de los
intermediarios financieros. BIBLIOGRAFÍA
Álvarez, Alfredo. (2005). Bases para alcanzar la innovación y la competitividad
en una sociedad del aprendizaje: algunos casos de emprendedores y empresas a
nivel internacional. Ponencia. México
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