Resumen
A pesar de que existe una creciente participación laboral, social, política y cultural de las mujeres mexicanas, su participación en los espacios de toma de decisiones es muy escasa.
Este trabajo analiza los factores que facilitan o dificultan el que las mujeres puedan empoderarse y por ende acceder a puestos de poder. Se analizó el papel de las percepciones de los logros (altos, moderados y bajos) que han tenido las mujeres, así como la socialización (tradicional, en transición y moderna) sobre su participación política.
El estudio se hizo a nivel nacional, la muestra fue determinada utilizando los datos del INEGI (2000) de la población de mujeres de 15 a 73 años. El tamaño fue de 496 mujeres.
El ANOVA muestra efectos significativos de la socialización y de la percepción de logros sobre el empoderamiento total. La pruebe Scheffé mostro que las mujeres que perciben haber tenido una socialización moderna tienen mayores niveles de empoderamiento.
Even though, there is a n increasing participation of Mexican women in the labor, social, political and cultural level, , their participation in decision-making processes is very low,
This work analyzes the factors that facilitate or hinder women empowerment and therefore affect their access to positions of power. The role of perceptions of achievements (high, moderate and low) that women have, as well as socialization (traditional, transitional and modern) on their political participation is analyzed.
The study was done at a national level and the sample was determined using the data from INEGI (2000) of the population of women from 15 to 73 years old, its size was of 496 women. The results of the ANOIVA show main significant effects of socialization and the perception of achievements over the total empowerment. The Scheffé test showed that women that perceived to have a modern socialization had higher lever of empowerment.
Empoderamiento, Mujeres, México, Socialización, Percepción, logros
Empowerment, women, Mexico, Socialization, Perception, Achievements
MUJERES, EMPODERAMIENTO Y POLÍTICA EN MÉXICO
La participación en política de las mujeres en México ha sido estudiada relativamente poco, los estudios han sido escasos, sin embargo, los investigadores, en su mayoría concuerdan en que esta participación es muy poca. En estos mismos estudios se ha encontrado que existen diversos factores que pueden, ya sea facilitar o dificultar la incursión de la mujer mexicana en la política, (Hernández Sánchez, García Falconi, Campos y Arana, 2008; Paredes, 2009)
Aún cuando existe una cada vez mayor participación laboral, social, política y cultural de las mujeres mexicanas, su incursión a los espacios públicos de toma de decisiones es muy escasa o limitada (Barrera, 1998)
A pesar de que existe una creciente participación laboral, social, política y cultural de las mujeres mexicanas, su participación en los espacios de toma de decisiones en los diversos niveles, es muy escasa o limitada, (Barrera,1998), , Tuñón (1997) al analizar la participación de las mujeres al campo formal de la política en México, encuentra que esta ha sido sumamente restringida, señalando que:
“….ni el ritmo ni las opciones de integración en el poder político se equiparan con los logros obtenidos por las mujeres en otros rubros, como el empleo, la salud y la educación.” (Tuñón, 1997: 50)
Las mujeres han estado excluidas de forma y de hecho de las cuestiones políticas y públicas, quedando relegadas a lo privado, y obligadas a través de la maternidad y el cuidado familiar a consolidar un estilo de vida patriarcal, que continúa hasta nuestros días (Torres 2001)
De acuerdo con el Sistema Nacional de Información Municipal de la Secretaría de Gobernación (SG), hasta febrero del año 2004, de los dos mil 435 ayuntamientos, sólo 87 son encabezados por mujeres o sea solo el seis por ciento de la población total registrada en el Censo de Población del año 2000 (González, 2004)
Como resultado de las presiones que venían del movimiento feminista y de acuerdo con los principios de justicia social, muchos de los gobiernos a partir de la década de los 70 empezaron adoptar políticas sociales y económicas procurando que los beneficios llegaran a todos los individuos de la sociedad, tanto hombres como mujeres, pero el impacto no ha sido el esperado (Hyer, 2008, Marzo). Pocas mujeres han tenido acceso a los beneficios de dichas políticas; incluso cuando estas han sido planteadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en los objetivos del milenio y se ha buscado que todos los países promuevan leyes para mejorar las condiciones de las mujeres (ONU, 2008). Sin embargo, el espíritu con el que fueron establecidos hace de ellos un ideal que debe prevalecer y ser buscado, tanto por los gobiernos como por los individuos. En ellos está explícito el alcanzar el desarrollo de la mujer que le permita reducir la desigualdad entre las mujeres y los hombres (Massolo, 2004) y la necesidad de establecer una conciencia feminista colectiva. Tradicionalmente este desarrollo de las mujeres se ha llevado a cabo dentro de un contexto donde se presta atención a los procesos y relaciones que producen y refuerzan las desigualdades entre mujeres y hombres y haciendo visible el asunto de poder que subyace en las relaciones de género.
Estas relaciones son construidas socialmente, en ellas cada hombre y mujer tienen distintos roles determinados por factores ideológicos, históricos, religiosos, étnicos, económicos y culturales (Díaz Guerrero, 1970, 1994, 2003). También, se establecen las relaciones de poder en las cuales, tradicionalmente, las mujeres han estado subordinadas a los hombres
Las mujeres mexicanas construyen su realidad a partir de normas culturales que se basan en el predominio de los hombres sobre las mujeres (Diaz Guerrero, 1970). La sociedad mexicana que descansa en el "modelo patriarcal", ha establecido espacios y roles de actuación diferentes en función del sexo de las personas. Esto se hace evidente cuando se analizan las diferentes realidades nacionales, donde podemos ver que a pesar del progreso de las últimas décadas, la inequidad y desigualdad de género aún existen en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
Uno de los ámbitos principales en donde esta inequidad es evidente, es precisamente en el ejercicio de los derechos civiles y políticos de las mujeres, entre los cuales podemos nombrar el derecho a postularse para cargos públicos, que son ejercidos mayormente por los varones y como ya se mencionó anteriormente, muy poco por las mujeres, dando como resultado, que las mujeres estén sub-representadas en las instancias del poder formal.
Los espacios y roles establecidos para cada uno de los sexos, son determinados por la misma cultura. La cultura es un fenómeno psicosocial que comparten personas y que permite distinguir entre generaciones a los miembros de un mismo grupo, así como también, distinguir y diferenciar a los miembros de otros grupos. La cultura se transmite a través de procesos de socialización, endoculturación y aculturación, que se experimentan durante el desarrollo de una persona.
Algunos autores, especialistas en desarrollo humano, afirman que los niños y las niñas, repiten patrones de conducta aprendidos durante su infancia. De esta manera, el género es el resultado del aprendizaje de diversos ambientes que refuerzan la imitación de conductas de género que se consideran apropiadas de acuerdo al sexo (Bandura, 1977).
Así, los roles de género se adquieren mediante un proceso de aprendizaje de los comportamientos que son apropiados en cada contexto, en respuesta al reforzamiento y modelamiento (Denner & Dunbar, 2004); Esto influenciado, naturalmente, con las creencias culturales que determinan la forma en que las familias regulan el comportamiento de sus integrantes (Raffaelli & Ontani, 2004); es decir, la cultura, las instituciones y los grupos sociales determinan que una mujer desempeñe los roles diferentes que un hombre
La cultura mexicana, como ya se mencionó, anteriormente, en esencia está basada en un modelo patriarcal, En 1970, Díaz Guerrero afirmaba que la base de la cultura Mexicana, está inmersa en lo que él llamó “las Premisas Socioculturales de la Familia Mexicana”, que son ideas representadas en los refranes, dichos y diretes mexicanos, y que resultan en ideas erróneas pero comúnmente aceptadas, como “el hombre es superior a la mujer”, el lugar de la mujer es el hogar” ó “las hijas deben obedecer a sus padres”. Esta cultura recalca que a los niños se les enseñe a ser seductores, poderosos y agresivos, mientras que a las niñas se les inculque ser obedientes, sumisas y castas. Estos patrones de conducta serán repetidos en su vida adulta. El hombre tendrá el poder, mientras la mujer deberá aceptar lo que se le impone.
Actualmente, debido a agentes externos, entre los que podemos mencionar, convenios internacionales, internet, medios masivos de comunicación y turismo, la sociedad mexicana se ha visto influenciada por otras culturas y por otros valores. Esto ha producido cambios importantes en cuanto a leyes y políticas públicas y ha afectado en cierta medida, los valores tradicionales de la familia mexicana (Hernández Sánchez, 1993). Sin embargo, la esencia misma de la cultura mexicana continúa siendo machista, los niños siguen siendo enseñados a portarse en forma ruda y agresiva, deben ser “muy machos” y no llorar, mientras que las niñas, siguen aprendiendo a ser sumisas, dulces, obedientes y a servir al hombre (padre, hermano, esposo, jefe, etc.).
Todo lo anterior repercute indudablemente en el que las mujeres no transiten en el plano público y se limiten al plano privado, lo que las excluye de los puestos de toma de decisiones. ,
Otro factor que es importante subrayar, es la sub-valoración de los roles femeninos, Subirats (1998) menciona que valorar lo femenino y su universalidad estará en función de la actuación de las mismas mujeres y recalca la dificultad de esto, dado que supone la desaparición de los valores patriarcales y androcéntricos entre otras cosas. Esto implica, naturalmente, pelear contra la inercia propia de las mismas mujeres y la consecuente resistencia de los hombres.
De acuerdo a Paredes (2009) para que las mujeres puedan ejercer plenamente su derecho a ser candidatas tienen que superar o cumplir ciertas condiciones (no así los hombres), de tal forma que el derecho al voto activo no es suficiente para acceder a los puestos de elección popular y afirma que existen tres factores importantes que inciden en el acceso al poder legislativo, estos son: (a) la historia política de las mujeres, (b) la estructura de la política formal, (ambos factores externos a las mujeres mismas, pero determinantes para el acceso de la mujer a puestos de poder) y (c) las experiencias de vida de las mujeres involucradas. Esta última de carácter intrínseco y que se relaciona precisamente con las características de las mujeres, sus relaciones familiares y sociales, sus valores, sus actitudes, su autoestima y especialmente la percepción que tienen sobre ellas mismas y sus roles. Estas afirmaciones concuerda con estudios recientes (Hernández Sánchez y Vargas López, 2006) en donde se encontró en un grupo de mujeres entrevistadas, que la historia o experiencias y las relaciones familiares son determinantes para el acceso a los puestos de poder ya que estas, determinan las características de las mujeres, su forma de pensar, actitudes, creencias, personalidad, etc.
Debido a todo lo anteriormente expuesto, uno de los factores, entre muchos, y que es importante estudiar, para entender y dar alternativas de solución a la sub-representación política de las mujeres mexicanas, son precisamente las actitudes y creencias que tienen sobre ellas mismas, sobre sus capacidades y habilidades, sus percepciones acerca de su poder y autonomía, su autoestima y confianza en sus decisiones, que pueden, ya sea facilitar su acceso a puestos de poder o bien, dificultar su acceso y obstaculizarlo con un invisible “techo de cristal” . Creencias y actitudes que han sido adquiridas, formadas y moldeadas desde la infancia y que indiscutiblemente tienen la influencia de la cultura. Es imprescindible no invisibilizar a las mujeres mismas. Si queremos incrementar su participación dentro de la política, es necesario analizar y trabajar con las mismas mujeres y analizar los factores personales que inciden y facilitan o impiden el que ellas accedan a puestos de poder, de tal forma que al conocerlos se pueda incidir en programas educativos, políticas públicas y acciones afirmativas que permitan lograr una participación realmente equitativa y efectiva.
Un aspecto importante relacionado directamente con que las mujeres se atrevan o no, a incursionar por el plano público y que no debemos pasar por alto, es el empoderamiento que ellas mismas puedan tener. El empoderamiento, de las mujeres, de acuerdo a Schuler (1997) es un proceso por el cual las mujeres incrementan su capacidad de configurar sus propias vidas y su entorno, una evolución en la concientización de las mujeres sobre sí mismas, en sus estatus y en la eficacia de sus interrelaciones sociales.
En un estudio realizado con mujeres políticas mexicanas, Hernández Sánchez y García-Hernández (2010) encontraron que el estar en contacto con personas cercanas al poder y ellas mismas gozar de ese poder, las mujeres lograron romper con el estereotipo predominante y alcanzaron puestos de toma de decisión dentro de la política. Esto nos indica que para que las mujeres puedan transitar por los espacios públicos, es necesario, primeramente lograr que rompan con los tabúes y techos de cristal impuesto por años de sujeción patriarcal y logren la autonomía y seguridad que da el ser una mujer empoderada.
Es importante señalar que el empoderamiento de las mujeres ha sido utilizado a nivel internacional, como un índice de equidad de género de los países y que este empoderamiento contempla la participación política de las mujeres, por ejemplo la medida de empoderamiento de género (GEM, por sus siglas en Inglés) mide tres áreas importantes 1) Participación política y poder en toma de decisiones, 2) Participación económica y poder en la toma de decisiones y 3) Poder sobre recursos económicos. Todo esto medido a través de porcentajes de hombres y mujeres en puestos parlamentarios, como legisladores, gerentes o directores y porcentajes de hombres y mujeres en posiciones técnicas o profesionales y a través de la comparación del ingreso económico de mujeres y hombres. Un valor alto en estos índices nos indica un nivel más elevado de empoderamiento de género en un entorno determinado.
A la luz de lo anterior, es posible afirmar que al lograr el empoderamiento de las mujeres, se impactaría directamente en la participación política de las mismas, incrementando el índice de equidad de género del país.
La participación política de las mujeres dependerá directamente del nivel de empoderamiento que tengan y esto es influenciado por diversos factores tales como personales, familiares, sociales y culturales que la enfrentan a una serie de conflictos que representan retos a vencer y que le permiten pasar a niveles de empoderamiento más altos y el que estos retos o conflictos sean vencidos dependerá de experiencias, habilidades y conocimientos adquiridos a través de la vida.
De acuerdo con lo anterior el presente trabajo tuvo como propósito analizar algunos factores que facilitan o dificultan el que las mujeres puedan empoderarse y por ende acceder a puestos de poder. El propósito principal fue el de analizar cómo influyen las percepciones de los logros (altos, moderados y bajos) que han tenido las mujeres, así como la socialización (tradicional, en transición y moderna) sobre su empoderamiento.
Método
Determinación de la muestra
El estudio se realizó a nivel nacional, los estados elegidos fueron tomados al azar de las tres regiones de la república, (norte, centro y sur). La muestra de participantes en el estudio fue de 496 mujeres y se determinado utilizando los datos del INEGI (INEGI - XII Censo General de Población y Vivienda 2000) de la población de mujeres de 15 a 73 años.
La edad promedio de las mujeres fue de 28 años con 3 meses con un rango de 18 a 63 años. La escolaridad de las participantes fue de educación básica (21.0%), educación media superior (31.9%) y educación superior (47.2 %). La ocupación abarco desde estudiantes hasta directoras pasando por empleadas y profesionistas
Las participantes eran solteras (60.6%), casadas (27.7%), en unión libre (4.9%), viudas (1.8%) o divorciadas (5.0%). De ellas, el 64.7 % reporto no tener hijos mientras que el 35.3 % los tenia. El 71.7% de las participantes contaba con casa propia, el 19.2% la rentaba y el 9.1% la prestaba.
Definición de variables e instrumentos de medición
Las variables predictoras, incluidas en el estudio, fueron la percepción de logros y la socialización, la variable criterio fue el empoderamiento de las mujeres.
- La percepción de logros se definió como la opinión de las mujeres acerca de sus éxitos o logros en diversos ámbitos de acción los cuales pueden ser alto, moderado o bajo y fue medido a través de la escala de percepción de logros que está formada por 21 reactivos (Hernández Sánchez y García Falconi, 2008).
- La socialización se refiere a la influencia de parte de la familia, escuela, religión y grupo social que tuvieron las mujeres en su proceso de formación, esta puede ser tradicional, en transición o moderna. Esta variable se midió con la escala de socialización formada por 31 reactivos que caracterizan los valores transmitidos en el proceso de socialización (Hernández Sánchez y García Falconi, 2008).
- El empoderamiento se define como la percepción de las mujeres sobre el proceso de adquisición de poder personal tomando en cuenta los siguientes aspectos: empoderamiento participativo, temeridad, influencias externas, independencia, igualdad, satisfacción social y seguridad. Se midió a través de el Instrumento para Medir Empoderamiento en Mujeres Mexicanas (IMEM) (Hernández Sánchez y García Falconi, 2008). El cual cuenta con dos secciones, la primera concierne a variables sociodemográficas y que se utiliza para obtener datos de la persona que contesta el cuestionario. La segunda parte está relacionada con la medición del grado de empoderamiento y consta de 34 reactivos tipo Likert que dan índices en los siete factores mencionados antes.
Procedimientos generales
Una vez obtenida la muestra por localidad, encuestadores entrenados se trasladaron a los diversos estados y las mujeres fueron contactadas al azar, en sus casas, lugares de trabajo, universidades, parques, estaciones de camiones, etc. Se les pedía su colaboración, insistiendo en el anonimato del cuestionario. Se solicitaba que leyeran un formato de consentimiento informado y lo firmarán si estaban de acuerdo en participar en el estudio. Una vez que aceptaban se les entregaba el cuestionario y el encuestador se alejaba para darle privacidad a la participante, esperando que terminara para recoger el instrumento.
Análisis de datos
El análisis de los datos se realizó a través del paquete estadístico para las ciencias sociales SPSS con el cual se llevó a cabo una serie de análisis de varianza de dos factores, con contrastes de los diversos valores de las variables (prueba Scheffé).
Resultados
Los datos recolectados fueron analizados para evaluar el impacto de la socialización y la percepción de los logros de las mujeres sobre el empoderamiento total y los factores que lo componen como son la satisfacción social, la igualdad, la independencia, la temeridad, participación, seguridad y el papel de influencias externas.
Los resultados del ANOVA (véase tabla 1) muestran efectos principales significativos debido a la socialización (F = 15.462, con 2 g. l. y p< .000) y de la percepción de los logros (F = 5.643, con 2 g. l. y p< .004) sobre el empoderamiento total. Sin embargo, no se observaron efectos significativos debido a la interacción de las dos variables.
La prueba de Scheffé para determinar el impacto de los tres niveles de socialización reveló que las mujeres que percibieron tener una socialización más moderna tuvieron mayor nivel de empoderamiento total (M = 99.95) que las mujeres con socialización en transición (M = 96.42) y tradicional (M = 91.07).
(Insertar Tabla 1)
También se llevo a cabo una prueba de Scheffé para determinar el impacto de tres niveles de logros percibidos (alto, moderado y bajo) sobre el empoderamiento total que reveló que las mujeres con percepciones de logro altos tuvieron mayor nivel de empoderamiento total (M= 99.1656) que las mujeres que percibieron logros moderados (M=94.7846 ) o bajos (M= 92.5804).
El análisis de los efectos sobre los factores que conforman el empoderamiento total refleja hallazgos interesantes. Los resultados del ANOVA (véase tabla 2) muestran efectos principales significativos debido a la socialización (F = 5.095, con 2 g. l. y p< .007) y de la percepción de los logros (F = 8.738, con 2 g. l. y p< .000) sobre la satisfacción social. Sin embargo, no se observaron efectos significativos debido a la interacción de las dos variables.
La prueba de Scheffé para determinar el impacto de los tres niveles de socialización (tradicional, en transición y moderna) reveló que las mujeres que percibieron tener socialización moderna tuvieron mayor nivel de satisfacción social (M = 12.8741) que las mujeres con socialización en transición (M = 12.1042) y socialización tradicional (M = 11.4834).
(Insertar Tabla 2)
También se llevo a cabo una prueba de Scheffé para determinar el impacto de tres niveles de logros percibidos (alto, moderado y bajo) sobre la satisfacción social que reveló que las mujeres con percepciones de logro altos tuvieron mayor nivel de satisfacción social (M= 12.8790) que las mujeres que percibieron logros moderados (M=11.9692) o bajos (M= 11.4476).
Los resultados del ANOVA (véase tabla 3) muestran efectos principales significativos debido a la socialización (F = 20.397, con 2 g. l. y p< .000) y de la percepción de los logros (F = 5.588, con 2 g. l. y p< .004) sobre las percepciones de igualdad con respecto a los hombres. Sin embargo, no se observaron efectos significativos debido a la interacción de las dos variables.
(Insertar Tabla 3)
La prueba de Scheffé para determinar el impacto de los tres niveles de socialización reveló que las mujeres que percibieron tener socialización moderna tuvieron mayor nivel de igualdad (M = 12.1333) que las mujeres con socialización en transición (M = 11.5556) y socialización tradicional (M = 9.8146).
También se llevo a cabo una prueba de Scheffé para determinar el impacto de tres niveles de logros percibidos (alto, moderado y bajo) sobre las percepciones de igualdad que reveló que las mujeres con percepciones de logro altos tuvieron mayor nivel de igualdad (M= 12.0573) que las mujeres que percibieron logros moderados (M=10.7692) o bajos (M= 10.4266).
Los resultados del ANOVA (véase tabla 4) muestran efectos principales significativos debido a la socialización (F = 5.340, con 2 g. l. y p< .005) y de la percepción de los logros (F = 5.570, con 2 g. l. y p< .004) sobre la independencia. También, se observaron efectos significativos debido a la interacción de las dos variables (F = 4.030 con 4 g. l. y p< .003).
(Insertar Tabla 4)
La prueba de Scheffé para determinar el impacto de los tres niveles de socialización reveló que las mujeres que percibieron tener socialización en transición tuvieron mayor nivel de independencia (M = 10.8403) que las mujeres con antecedentes altos (M = 10.0815) y bajos (M = 9.8742).
También se llevo a cabo una prueba de Scheffé para determinar el impacto de tres niveles de logros percibidos (alto, moderado y bajo) sobre las percepciones de independencia que reveló que las mujeres con percepciones de logro altos tuvieron mayor nivel de independencia (M= 10.9363) que las mujeres que percibieron logros moderados (M=10.1000) o bajos (M= 9.6713).
Los resultados del ANOVA (véase tabla 5) no muestran efectos principales significativos debido a la socialización sobre las percepciones de temeridad para realizar sus actividades. Sin embargo, si se observaron efectos significativos debido a la interacción la socialización y la percepción de los logros (F = 3.111 con 4 g. l. y p< .015) sobre dicha variable.
(Insertar Tabla 5)
Los resultados del ANOVA (véase tabla 6) muestran tan solo efectos principales significativos debido a la socialización (F = 11.639, con 2 g. l. y p< .000) sobre las percepciones de empoderamiento participativo. La prueba de Scheffé para determinar el impacto de los tres niveles de socialización reveló que las mujeres que percibieron tener socialización moderna tuvieron mayor nivel de empoderamiento participativo (M = 20.5111) que las mujeres con socialización en transición (M = 18.9236) y socialización tradicional (M = 18.5364).
(Insertar Tabla 6)
Los resultados del ANOVA (véase tabla 7) muestran tan solo efectos principales significativos debido a las percepciones de logros (F = 4.806, con 2 g. l. y p< .009) sobre las percepciones de seguridad para realizar sus actividades.
También se llevo a cabo una prueba de Scheffé para determinar el impacto de tres niveles de logros percibidos (alto, moderado y bajo) sobre las percepciones de seguridad que reveló que las mujeres con percepciones de logro altos tuvieron mayor nivel de seguridad (M= 13.1210) que las mujeres que percibieron logros moderados (M=12.4615) o bajos (M= 12.1538).
(Insertar Tabla 7)
Los resultados del ANOVA (véase tabla 8) muestran tan solo efectos principales significativos debido a los antecedentes (F = 10.329, con 2 g. l. y p< .000) sobre las percepciones del papel de las influencias externas en el desarrollo de sus actividades.
La prueba de Scheffé para determinar el impacto de los tres niveles de Socialización reveló que las mujeres que percibieron tener socialización moderna tuvieron mayor nivel de percepciones del papel de las influencias externas en el desarrollo de sus actividades (M = 20.1926) que las mujeres con socialización en transición (M = 18.6389) y socialización tradicional (M = 18.3179).
(Insertar Tabla 8)
Conclusiones
Como ya se ha mencionado, las mujeres para que participen en la política y sobre todo que escalen posiciones de poder en niveles altos deberán sentirse y percibirse empoderadas. En otras palabras no basta que funjan como directivas o jefas en oficinas gubernamentales, sino que además deben sentirse que tienen las habilidades, conocimientos, y antecedentes necesarios para ejercer el poder y tomar decisiones. Aunado a lo anterior es importante la historia de socialización en la cual intervienen la familia, la escuela, la religión, la sociedad y la cultura, así como también la retroalimentación que recibe en la sociedad de los resultados de sus acciones. Como se ha visto en este estudio la socialización y percepción de sus logros influye en su empoderamiento total.
Sin embargo, al analizar el papel que estas variables juegan en cualquiera de los factores del empoderamiento se observan efectos diferenciados. Si bien, las dos variables influyen significativamente en la satisfacción social, la igualdad y la independencia, tan solo se observan efectos de la interacción de las dos variables en la independencia.
Tampoco se observan efectos de las dos variables por separado sobre la temeridad pero si hay efectos de la interacción de las dos variables. También, hay que señalar que tan solo se observan efectos debido a la socialización en la participación y en la percepción de las influencias externas. Los efectos de la percepción de los logros se ven también en las percepciones seguridad.
Lo mencionado antes apoya los señalado por Bandura (1977) y Denner y Dunbar (2004) ya que la socialización es un elemento importante como antecedente para el empoderamiento de las mujeres. La forma en que son tratadas en el seno familiar, la escuela, la religión y grupo social es determinante en el proceso de empoderamiento. Desde luego que este proceso al igual que la socialización no puede ser desligado de la cultura (Diaz Guerrero, 1979).
Por otro lado, los resultados obtenidos, concuerdan con lo encontrado por Hernández Sánchez y García Hernández (2010) en que la interacción de la familia o bien el trato con personas significativas en puestos de poder y la familiaridad con la política son factores importantes para decidir transitar en la política y acceder a puestos de toma de decisiones.
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