EDITORIAL
El neoliberalismo en México es causa de la ruptura del pacto social logrado
en los años 30 del siglo pasado por el entonces presidente Plutarco Elías
Calles. Las fórmulas corporativas que éste forma son el fundamento político de
un proyecto de nación que emprende por fin la modernización de su economía, ya
no con bases liberales, sino socialdemócratas. El Estado de bienestar logrado
paralelo al New Deal estadounidense funda el principio del que parte la
organización social del trabajo y la producción de la nación que logra paz y
orden social, al menos de 1940 a 1976.
El ocaso de la economía norteamericana marcado durante la década de los años 60
del siglo XX por efecto de la recuperación de la economía nipona, junto con los
tigres de oriente y el ascenso de la toyotización como nuevo régimen de
producción flexible, como a su vez la formación tanto de la Comunidad Europea
como de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, llevan a la región
latinoamericana a una atonía económica que se prolongará hasta los años 90 de la
misma centuria.
Esta década para México implica el desmantelamiento del Estado de bienestar
mexicano y su enajenación por un régimen plutonómico controlado por una
plutocracia de 20 familias, mismas que son dueñas de empresas cuyos capitales
llegan a ser consideradas de las 200 fortunas más grandes del mundo según la
revista estadounidense FORBES.
El Estado mínimo y el abandono de sus programas sociales llevan consigo el
incremento de la pobreza y la marginación. Paralelo a esto aparece el crimen
organizado cuyas fórmulas de combate ahora revisten abiertas estrategias de
terrorismo. Pero el terrorismo no es solo de la insurgencia beligerante, sino
incluso parten del propio Estado mexicano, cuyo matiz por proteger los intereses
de este grupo plutocrático se ha vuelto abiertamente un instrumento de represión
y opresión.
En la fase de la globalización, las expresiones de corrupción son generalizadas.
Al parecer la crisis del Estado mexicano se expresa en un desorden donde el
fundamento institucional es lo primero que cuestiona la legalidad de las
organizaciones y sus negocios. Se va desde la extorción bancaria hasta el
clientelismo político vía programas sociales dirigidos a la población que se
considera más vulnerable de los efectos nocivos y no deseados de la apertura
económica, y de la sujeción de la economía mexicana a los intereses ya no de
naciones industrializadas sino de las grandes empresas transnacionales.
Con el presente número, el esmero editorial se centra en las distintas
expresiones de los problemas sociales y económicos de México en este contexto
que ya no solo matiza de crisis, sino de ruptura social. El director
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