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Tránsitos de las Ciencias Sociales a las Ciencias de la Comunicación
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Introducción
Hablar de crisis de paradigmas se ha convertido en un lugar común al igual que las reconsideraciones sobre la necesaria reformulación de los campos científicos y las metodologías que deben ser utilizadas para un mejor estudio de los objetos planteados.
El neoliberalismo y el pensamiento único son presentados como los vencedores de una contienda ideológica y económica cuando, en realidad, vivimos un momento de incertidumbres donde el poder de los más fuertes se presenta como la única opción y se muestra como el único referente en un mundo marcado por la diversidad. Una diversidad ancestral que no hemos sabido resolver o, quizás, no nos hemos planteado las preguntas pertinentes para la coexistencia armónica de caleidoscópica humanidad.
En el presente trabajo se presenta una travesía que va desde el planteamiento de un mapa para reflexionar sobre las Ciencias Sociales y su papel en el mundo contemporáneo hasta llevarnos a un territorio particular que es el de las Ciencias de la Comunicación, un campo “emergente” de la modernidad que aún no logra encontrar su sitio en el concierto científico de la transmodernidad.
Realidad y teoría: un binomio inseparable.
Cuando se habla de teoría la primera imagen que aparece se vincula con la abstracción, lo cual es cierto, pero se pierde de vista que esta abstracción no surge de un proceso de reflexión aislada; la construcción de la teoría surge de la experiencia empírica y tiene una finalidad ineludible: la explicación de la realidad para proponer mejoras en las condiciones de vida de los sujetos.
Esto, que puede parecer lógico no es, sin embargo, asumido de esta manera ya que suele pensarse en la teoría como algo que está desvinculado de los procesos cotidianos de los individuos y en el caso de las Ciencias Sociales, como en otros campos del saber, se experimenta un cambio en el concepto de ciencia y quehacer científico donde la contextualización social es vital. Como apunta Jorge Núñez, debemos entender a la ciencia como un “sistema de conocimiento que modifica nuestra visión del mundo real y enriquece nuestra imaginación y nuestra cultura.” (1999: 22).
El trabajo teórico debe tener, entonces, una estrecha relación con el proceso metodológico que ayuda al análisis de la realidad y a la construcción de explicaciones de lo que pasa en ámbitos específicos de la actividad humana.
Esta es una de las tareas de los investigadores de la comunicación por lo que su trabajo debe orientarse hacia situaciones concretas de lo que sucede en los procesos socio-comunicacionales y, es por ello que, presentar una aproximación hacia las Ciencias Sociales y hacia el campo de la comunicación contribuye a conocer cómo se ha construido este espacio, a sus estudiosos y a los objetos y procesos que han sido atendidos.
Nuevas perspectivas en las Ciencias Sociales
Antes de iniciar con preguntas asentemos que vivimos en un mundo de nuevas fronteras. Se dice que somos sujetos que viven al filo de nuevas identidades y de procesos novedosos, somos sujetos borderline y al hablar de la construcción de conocimiento hay que considerar que “Hoy, como nunca, las ciencias sociales se constituyen en lugar de síntesis, de encuentros más o menos novedosos entre la realidad y sus modos de comprensión, de diálogos entre disciplinas, entre pensamientos diversos, diálogos que han puesto en crisis las nociones de límite y frontera.” (Reguillo en Reguillo y Fuentes, 1999: 9).
Ahora, encontramos que la mejor manera de comenzar a hacer la construcción de un conocimiento particular incluye lo que se conoce como una mirada holística. Una primera pregunta aparece para guiarnos: ¿qué es la ciencia? La versión más difundida y aceptada es aquella en que se le considera como un “conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable” (Bunge, 1995: 9) y objetivo. Es decir una visión positivista donde lo más importante son la racionalidad y la objetividad, lo cual nos conduce a una ciencia que es considerada como neutral y donde el investigador es conminado a mantenerse ajeno a los aspectos de la conciencia social y la emocionalidad humana.
Pero, dice Rossana Reguillo, “Las ciencias sociales no son neutras ni flotan de manera autónoma en algún lugar, están necesariamente ancladas en la realidad que las produce. Su papel no es generar un discurso sancionador y a destiempo de la crisis sino generar conocimiento sobre una realidad que la desborda.” (En Reguillo y Fuentes, 2003: 112).
Otra visión sobre ciencia, diferente a la anterior, nos dice que a ésta “Se le puede analizar como sistema de conocimiento que modifica nuestra visión del mundo real y enriquece nuestra imaginación y nuestra cultura; se le puede comprender como proceso de investigación que permite obtener nuevos conocimientos, los que a su vez ofrecen mayores posibilidades de manipulación de los fenómenos; es posible atender a sus impactos prácticos y productivos, caracterizándola como fuerza productiva que propicia la transformación del mundo y es fuente de riqueza; la ciencia también se nos presenta como una profesión debidamente institucionalizada portadora de su propia cultura y con funciones sociales bien identificadas.” (Núñez, 1999: 22/23), la ciencia entonces es una herramienta que ayuda a la transformación del individuo y su entorno, asumiendo los elementos propios de la configuración de un campo.
Como se aprecia en la segunda opción la ciencia encuentra en su sentido humanista la base para la generación de nuevos conocimientos que permitan reconocer y transformar el mundo en que vivimos. No se trata de privar a la ciencia de la estructura necesaria para su existencia y validez, sino de hacer conciencia de que ésta se encuentra al servicio del hombre y no en sentido inverso.
Pensar en la idea de ciencia supone aspectos diversos, provoca preguntas sobre la manera en que se construye, su finalidad y la utilidad que debe tener, Jorge Núñez apunta que, existe “...una ideología propia de algunos medios académicos según la cual la ciencia debe permanecer al margen de los conflictos sociales y científicos –especie de sacerdotes en esta perspectiva-, sólo tienen como función la de producir saber objetivo, neutral, sin que su trabajo sea influido por la sociedad. Con ello, desde luego, la responsabilidad social del científico queda negada.” (Ob. Cit.: 33).
Esta característica de objetividad mantuvo alejado el campo de la ciencia del contexto social pero se ha generado en el mundo una corriente denominada CTS[1] y el mismo Núñez agrega que el campo CTS “es de una extraordinaria heterogeneidad teórica, metodológica e ideológica” (Ob. Cit.:10) donde el elemento que la ocupa es la vinculación entre estos tres elementos que podemos llamar constitutivos de la finalidad científica y que se traducen en hacer ciencia para alguien y para algo.
Consideramos que es importante destacar que la ciencia y la tecnología tienen una fuerte vinculación con la sociedad y sus procesos. Si pensamos en logros para la comunidad entera debemos considerar que “...la ciencia y la tecnología son procesos sociales profundamente marcados por la civilización donde han crecido; el desarrollo científico y tecnológico requiere de una estimación cuidadosa de sus fuerzas motrices e impactos, un conocimiento profundo de sus interrelaciones con la sociedad.” (Núñez, 1999: 9) Esto se entiende como que “Miramos siempre la realidad desde <<espejuelos>> cuyos cristales están construidos con los materiales culturales propios de una época; no existe la posibilidad de acceder a la verdad de modo virginal: estamos siempre conducidos por las teorías, las filosofías las preferencias metodológicas y otras que hemos recibido de la cultura científica disponible y en particular de la educación científica recibida.” (Ob. Cit.: 113).
Así ciencia y tecnología están unidas, se conllevan la una a la otra y se relacionan a su vez con las prácticas sociales. Fuentes Navarro, citando a Martín-Barbero señala, por ejemplo, que: “La combinación de optimismo tecnológico con escepticismo político ha fortalecido un realismo de nuevo cuño que se atribuye a sí mismo el derecho a cuestionar todo tipo de estudio o de investigación que no responda a unas demandas sociales confundidas con las del mercado o al menos mediadas por éste.”(En Orozco, 2000: 21).
En este caso asumimos la presencia de una nueva tecnología de información y comunicación que no llega a todos los sectores sociales en el planeta pero que, observamos, está provocando una revolución en diferentes niveles.
Tenemos, entonces mas preguntas: ¿cuál es el papel y el estado de la ciencia en el periodo en que vivimos? ¿De qué manera la ciencia nos permite mejorar las condiciones de vida de las personas? Veamos algunas concepciones ideológicas entre ciencia y universo que nos permitan comprender mejor el papel del conocimiento científico.
En primer lugar se deben considerar cuatro descriptores del contexto internacional que influyen sobre el proceso de generación de la ciencia, en ellos vemos la presencia del paradigma de la globalización y de la tecnología:
1) Los cambios en la geopolítica internacional.
2) La formación de grandes bloques comerciales tendentes a la constitución de megamercados.
3) Aceleración del cambio técnico, proceso vinculado a las nuevas tecnologías.
4) Crece la participación de bienes intensivos en tecnología dentro del flujo total de intercambios comerciales a nivel mundial. “La tecnología es la clave de la competitividad.” (Núñez y Alonso en Revista de la Universidad de La Habana, 1999: 39,40 y 41).
Por lo que toca al papel de la ciencia se considera que
1) “El hombre es capaz de conocer y controlar la naturaleza.
2) La ciencia y el método científico son los instrumentos que permiten al hombre comprender la naturaleza.
3) La ciencia es el único sistema de conocimiento verdadero para la comprensión de la naturaleza.
4) La meta más importante del científico la representa la búsqueda de la verdad, y de ello obtiene su máxima gratificación.
5) El conocimiento de la naturaleza es, en general, bueno y capaz de salvar a la humanidad.
6) El conocimiento y la búsqueda de la verdad trascienden al individuo y se constituyen en logros para la comunidad entera.” (Adler en Reguillo y Fuentes, 1999:184).
En cuanto al estado de la ciencia y tomando como ejemplo la condición del quehacer académico-científico actual consideremos que según la Unión Europea, en 1995 el sistema de educación superior y científico en Europa central se caracterizaba por:
a) La coexistencia de elementos del viejo modelo y algunas novedades, sin la debida coherencia.
b) Restricciones y dificultades financieras con efectos de contracción.
c) Fuga interna y externa de cerebros.
ch)Envejecimiento de los científicos y escasez de jóvenes talentos.
d) Escasa prioridad de las élites políticas y de los gobiernos para la educación superior.
e) El gasto de I+D respecto al PIB ha descendido considerablemente. (Núñez, 1999:85).
Aunado a estos tres escenarios debemos considerar la contextualización de las ciencias en el mundo globalizado en que vivimos y en el cual “Los principales desafíos epistemológicos, teóricos y metodológicos parecen provenir de la confluencia del paradigma histórico de la globalización (Ianni[2], 1994), del paradigma epistemológico de la complejidad (Morin[3], 1994) y de un nuevo paradigma institucional (Wallerstein et al[4], 1996)” (Vasallo y Fuentes, 2001:10).
Estas nuevas configuraciones en el terreno de la ciencia nos conducen hacia el concepto de desterritorialización y tenemos que ésta puede ser entendida como el desdibujamiento de fronteras y la consiguiente aparición de nuevos territorios, que es lo que aprecia en el triángulo paradigmático señalado en el párrafo anterior.
Al abordar este capítulo donde se pretende hacer un reconocimiento de las ciencias sociales hallamos que éstas se encuentran en un proceso de reconfiguración donde los límites parecen desdibujarse y las intersecciones se incrementan.
Para comenzar señalemos que las ciencias sociales “cumplen con una doble función: la de la creación de teorías, conceptos y métodos de análisis para el estudio de la sociedad, y la de la producción de interpretaciones coherentes, sistemáticas y con validación empírica, la de la contrastación de las hipótesis que se formulan en relación con la sociedad.” (Ramírez en Reguillo y Fuentes, 1999: 145) y, por otra parte, como se señaló anteriormente, “Las ciencias sociales no son neutras ni flotan de manera autónoma en algún lugar, están necesariamente ancladas en la realidad que las produce. Su papel no es generar un discurso sancionador y a destiempo de la crisis sino generar conocimientos sobre una realidad que las desborda.” (Ob. Cit.: 112).
La ciencia es, entonces, algo o mucho más que lo que percibimos de ella a través de los documentos eruditos. Al respecto Reguillo enfatiza que “La historia de las ciencias sociales no está hecha sólo de debates metodológicos, o de luchas al interior del campo intelectual, tal como lo ve Bordieu. Ella destila en forma sutil una jerarquía que demarca la posición internacional de quienes la producen. El lugar, Europa o Estados Unidos, define un estatuto diferenciado en relación con otros lugares, Brasil, México, Japón, India.” (Ob. Cit.:42) y añade que “...el eurocentrismo marca a las ciencias sociales desde su origen.” (Ob. Cit.:40) pero, además, “A los lugares Europa y Estados Unidos se les confiere un valor de universalidad que en verdad no poseen. En contrapartida se atribuye al resto de las regiones del globo el calificativo de locales.” (Ob. Cit.: 42).
Fuentes Navarro, citando a Gilberto Jiménez, dice que: “En el campo de las ciencias sociales las teorías son en realidad, paradigmas, es decir, marcos de pensamiento u orientaciones teórico-metodológicas a propósito de los cuales existe cierto acuerdo dentro de la comunidad científica, porque son considerados útiles y fecundos.” (1998: 11).
Además hay que tener en cuenta que en el campo científico se debe considerar que éstas, las Ciencias Sociales, tienen peculiaridades que las hacen diferentes de la ciencia dura y Adler apunta que
El objeto de estudio de las ciencias sociales posee una particularidad,
no compartida por otras ciencias, que consiste en que dicho objeto
no es natural, no es algo dado ni permanente. Por el contrario, se
trata de un objeto construido socialmente y cambiante ya que la sociedad
es una creación social en constante mutación. Esto implica que en las
ciencias sociales tanto el sujeto de estudio (los individuos, los grupos
y la sociedad misma) como el objeto (la organización de la sociedad, su
cultura, sus formas de producción económica, sus instituciones políticas)
se modifican en forma continua. (En Reguillo y Fuentes, 1999: 146).
La glocalización construye escenarios múltiples y complejos, exige el planteamiento de unidades de observación y análisis, de intersecciones que permitan la visualización de los sujetos y sus prácticas. Raúl fuentes propone los siguientes goznes o articulaciones metodológicas como constitutivos de lo que llama perspectiva social emergente:
· La cotidianidad, cuyo <itinerario> intelectual se remonta a la fenomenología y que ha sido relacionado por Habermas, a través del término <mundo de la vida>, con la acción comunicativa.
· ...la incorporación de aportes provenientes de la semiótica y la lingüística como el modelo de las competencias discursivas. En términos comunicativos, este eje atraviesa la categoría de usos, no sólo como relación de lectura de un mensaje por un sujeto, sino como capacidad de apropiación, aprovechamiento y transformación de los sistemas de comunicación, a su vez constituidos por sistemas de transmisión y procesamiento de información y por sistemas de significación, convencionalmente (es decir, socioculturalmente) articulados.
· ...la constitución de las identidades sociales de los sujetos, en cuanto participantes (Agentes) en distintos grados y modalidades, de la estructuración social mediante prácticas (interacciones) comunicativas. (En Orozco, 2000:26 y 27).
Por otra parte Immacolata Vasallo señala que se consideran como líneas divisorias de las ciencias sociales: “la demarcación entre el estudio del mercado (la economía), del estado (la ciencia política) y de la sociedad civil (la sociología); la división entre el estudio del mundo moderno/occidental (economía, sociología y política), y el mundo no-moderno/no-occidental (antropología); del mundo presente (economía, sociología y política) y el mundo pasado (historia).” (En Vasallo y Fuentes, 2001: 50). Es decir que para el estudio y la comprensión de fenómenos más complejos se requiere también de una complejización de la mirada disciplinaria que lo observa.
Así mismo, Wallerstein et al concluyen que “...las delimitaciones de las disciplinas sociales serán más el resultado de movimientos de institucionalización de esas ciencias que el de imperativos provenientes de sus objetos de estudio...” (Ob. Cit.: 10).
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Estos elementos, que nos conducen hacia la postdisciplinariedad[5], nos remiten a otro elemento más en la comprensión de las ciencias sociales ya que “...una de las características del desarrollo científico del siglo XX es el incremento de diferentes formas de integración horizontal (trabajo en equipos, multidisciplinariedad, interdisciplinariedad, transdisciplinariedad) como recurso necesario para generar nuevo conocimiento y tecnología.” (Núñez, 1999: 159).
Como señala Annik Dubvieck
...para que esta cohabitación puede ser efectiva y productiva, es necesario
que haya lugares donde se pueda crear y mantener esta <dinámica de
coexistencia> (Duarte), esta <solidaridad entre las disciplinas> (Marion).
Yves Winkin habla, por su parte, de <plataformas que favorecen los
cruzamientos para designar esos lugares concretos de encuentros
intelectuales.
Espacios donde los investigadores directamente implicados en el
trabajo interdisciplinario reúnen las contribuciones venidas de diferentes
horizontes y usos de las confrontaciones, los reagrupan, los refundan,
los aumentan y los reinventan. ¿Puede ser que finalmente los verdaderos
lugares de la interdisciplinariedad son los mismos investigadores y los grupos
de investigación que conducen, que reúnen finalmente las diferentes
corrientes alimentadas por los debates entre las disciplinas?
(Traducción del francés en Aldea Global, año 2, No. 8, noviembre de 1999: 10).
Para comprender mejor debemos atender que “Más que una ciencia unitaria, el enfoque interdisciplinario en cuestión es entonces un estado del espíritu, una disposición del intelecto que pueden practicar tanto los especialistas <visitantes> así como los investigadores exclusivamente implicados sobre un proyecto de investigación interdisciplinaria. (Ob. Cit.:10).
Así, considerando la complejización de un mundo globalizado, la institucionalización de las ciencias y la postdisciplinariedad ¿Cuál es el estado de las ciencias sociales? Perló y Valenti realizaron una investigación para identificar algunas de las principales tendencias en el desarrollo reciente de las ciencias sociales y encontraron:
· Disciplinas que han alcanzado un desarrollo cuantitativo y cualitativo simultáneo: Demografía y Antropología.
· Disciplinas que han alcanzado un desarrollo cualitativo y cuantitativo con algunas limitaciones: economía.
· Disciplinas que han alcanzado un fuerte desarrollo cuantitativo y débil desarrollo cualitativo: Psicología e Historia.
· Disciplinas que han alcanzado un desarrollo cualitativo en algunas áreas especializadas pero rezago cuantitativo de conjunto: Sociología.
· Disciplinas que muestran síntomas de estancamiento general: Ciencia Política, Ciencia Jurídica y Administración Pública (Perló y Valenti, 1994: 59-62)” (En Fuentes, 1998: 44).
Una reflexión necesaria, en este momento, es que no aparece la ciencia de la comunicación entre las disciplinas citadas y esto, es parte de una discusión permanente y aun no resuelta que no es el tema de este trabajo pero no puede dejar de ser señalado.
Regresando a lo expuesto por Perló y Valenti, al considerar los aspectos que presentan debemos señalar que podemos hacernos preguntas sobre los que conforman este campo y las motivaciones que los mueven. ¿Cuál es la función de los investigadores sociales inmersos en un mundo globalizado, en un campo científico institucionalizado y, estructurados por una serie de valores propios de la sociedad primaria a la que pertenecen? ¿Cuál es la función que asumen o deben asumir ante los aspectos planteados? ¿Qué deben esperar de ellos sus respectivas sociedades y el mundo en general?
Nos sumamos a lo que Jorge Núñez deja entrever en su obra (1999) al señalar que la ciencia y la tecnología deben estar al servicio de la sociedad y a lo que Daysi Rivero manifiesta al decir que “Los científicos sociales constituyen en esta lucha un arma muy poderosa, siempre que no se sumen a la elaboración de hipótesis económicas para perpetuar la situación de las mayorías desposeídas y siempre que seamos capaces de integrarnos en programas científico-investigativos, docentes y culturales, que aúnen los esfuerzos de los mejores especialistas de la región.” (En Revista Bimestre Cubana, julio-diciembre 1999: 108).
Otra forma de decirlo es que “si las ciencias sociales nacen y se desarrollan como formas de autoconciencia científica de la realidad social, puede suponerse que es posible desafiarlas cuando la realidad ya no es la misma.” (Ortiz en Reguillo y Fuentes, 1999: 35).
Así, en este contexto y desde esta perspectiva, la ciencia, más allá de un catálogo de hechos, de teorías y de bases filosóficas, comienza a tornarse <parte> de la vida, de lo cotidiano y de las culturas, con el objetivo de incorporar el espíritu de la ciencia en la cultura nacional de los pueblos...” (Picardo, 2000).
Las Ciencias de la Comunicación
¿Cuál ha sido el proceso en la construcción del campo científico de la comunicación? ¿Qué importancia tiene realizar un recorrido que nos permita ubicar las corrientes más importantes y conocer sus objetos de estudio?
El campo comunicacional tiene particularidades que es importante conocer, ya en 1974 Luis Ramiro Beltrán presentó su recuento titulado “La investigación de la Comunicación en América Latina ¿indagación con anteojeras?”.(Vasallo y fuentes, 2001) y la pregunta continúa vigente, ¿desde dónde hacemos nuestra investigación? ¿A través de qué cristales miramos?
En el campo científico es imprescindible el reconocimiento de las disciplinas que forman parte de él. En el caso de la comunicación o del que llamaremos aquí pensamiento comunicacional (Miège, 1996) encontramos que sobre la comunicación “existen reticencias para considerarla como un objeto de investigación científica”. (Ob. Cit.: 5) debido a múltiples situaciones entre las que Raúl Fuentes (1998) señala que hay una triple marginalidad. Marginalidad de la ciencia en los presupuestos nacionales; marginalidad de las Ciencias Sociales dentro del campo general de las ciencias y, por último, la marginalidad de las Ciencias de la Comunicación en el campo de las Ciencias Sociales.
Por otra parte, para realizar una aproximación a los estudios de comunicación es conveniente definir un término que se ha convertido en parte del discurso científico para comprender lo que sucede hacia adentro de una disciplina y entre quienes la atienden, se trata del concepto de campo y éste toma una especificidad que nos ayudará a comprender la configuración que se quiere establecer, Bordieu ofrece la siguiente definición:
Los campos son espacios estructurados de posiciones objetivas,
en los que hay reglas del juego y objetos por los que se juega.
Es decir, en cada campo hay intereses específicos que son
irreductibles a los objetos e intereses propios de otros campos,
y que sólo son percibidos por quienes están dotados del
habitus[6] correspondiente, o cultura (de una época, de una clase
o de un grupo) en tanto que interiorizada (“incorporada”) por
el individuo bajo la forma de <disposiciones duraderas> que
constituyen el principio de su acción (Bordieu, 1998b: 22).
(En Fuentes, 1998: 60).Por otra parte el estudio de la comunicación es tan joven en México, señala Fuentes (Ob. Cit.:13) “que casi se confunde con el presente. Sus orígenes están tan cercanos que la experiencia personal difícilmente los puede reconocer como pasado, puesto que siguen siendo, en muchos casos, memoria viva y, por lo tanto, presente.”
Juventud y novedad de un campo ya que la institucionalización académica de la comunicación en México se da en 1960[7], cuando la universidad iberoamericana ofrece la primera licenciatura en comunicación pues, anteriormente, lo que existía eran las escuelas de periodismo.
Desde entonces “...la multiplicación de propuestas de reformulación teórica y práctica de los estudios de la comunicación manifiesta una insatisfacción generalizada con el estado actual del campo, y la urgencia de repensar sus fundamentos y de reorientar su ejercicio.” (Vasallo y Fuentes, 2001: 11).
La categorización de los estudios en comunicación como ciencia ha sido y es objeto de polémica, Fuentes señala que “...tal como lo atestiguan y argumentan múltiples textos generados en todo el mundo en las últimas décadas, la constitución teórica de la comunicación es un problema irresuelto, que se vuelve cada vez más complejo conforme avanzan y se diversifican los fenómenos a explicar sistemáticamente y, paradójicamente, en tanto que se incrementan también las prácticas de investigación sobre ellos y se consolidan los programas de formación de <especialistas en comunicación>.” (En Orozco, 2000: 19).
Un ejemplo concreto lo encontramos con la definición del concepto comunicación y la delimitación disciplinaria que no han sido posibles, al menos como es deseable, ya que no se han dado los consensos necesarios para la acreditación del campo, “Entre el rango de ciencia constituida o sólo un campo de intersección de saberes, el estatuto de la comunicación social ha variado y dividido opiniones a lo largo de las décadas. (C. Martino en Vasallo y Fuentes, 2001: 75) y añade que “El primer desafío que enfrenta quien se aventura por el campo de la comunicación es el problema de su definición. Pródigo en significaciones, el término comunicación es un buen ejemplo de polisemia.” (Ob. Cit.: 76).
Nos encontramos entonces ante un campo que se muestra complejo debido a que, entre otros factores, “...la investigación en comunicación se dibuja en el terreno de las culturas, tomándose de la mano de disciplinas, también en proceso de transformación, como lo son la sociología, la antropología, la historia o el arte.” (Corona en Orozco, 2000: 96).
Esto se muestra en una tendencia observada en el país, en los últimos diez años, donde algunos que contaban con una maestría en comunicación estudiaron un doctorado en ciencias sociales buscando la posibilidad de ampliar el campo propio al establecer lazos con otros espacios disciplinarios.
De esta manera nos enfrentamos con un fenómeno donde hay un acercamiento de los comunicólogos[8] hacia las ciencias sociales aunque, por otra parte existe una subvaloración de los científicos sociales hacia el campo de la comunicación, como se señala en la triple marginalidad enunciada anteriormente, y “...en el rechazo de las ciencias sociales a hacerse cargo de la cultura comunicacional hay algo más que el déficit de legitimidad académica que ésta padece, como <objeto> reciente.” (Martín-Barbero en Vasallo y Fuentes, 2001: 15).
Existe, sin embargo, a la par que el rechazo, una fascinación hacia la comunicación y es que, “Hoy la extensión y el significado de la comunicación se han vuelto virtualmente incontenibles. Estudiar comunicación, como evidencia cada vez más ampliamente, no es sólo ocuparse de los aportes de un conjunto restringido de medios, sea la socialización de los niños o los jóvenes, sea a las decisiones de compra o de votación. Ni es solo involucrarse con las legitimaciones ideológicas del Estado moderno. Estudiar comunicación consiste, más bien, en elaborar argumentos sobre las formas y determinaciones del desarrollo sociocultural como tal.” (Dan Schiller citado por Fuentes en Orozco, 2000: 19).
Sin embargo es importante señalar que los estudios sobre comunicación se han visto impulsados por la aparición de las NTC[9] y el proceso globalizador que ha sido tematizado de diferentes maneras: cultura-mundo (Martín Barbero), comunicación-mundo (Mattelart), sociedad de la comunicación (Vattimo), paradigma de la globalización (Ianni) y “Lo que estas pistas hacen es señalar la centralidad de la comunicación para el propio modo de organización de la sociedad contemporánea, en la que la comunicación pasa a operar al nivel de las lógicas internas del funcionamiento del sistema social.” (Vasallo y Fuentes, 2001: 9).
Se debe señalar, también, que “A principios del siglo XXI, muchas de las perspectivas teóricas e ideológicas establecidas cincuenta o más años atrás siguen siendo las predominantes en el estudio de la comunicación, todavía centrado en el análisis de los <medios masivos>” (Fuentes en Orozco, 2000: 17).
A partir de estas consideraciones que nos muestran el estado de un campo particular del conocimiento, nos preguntamos si existe una epistemología[10] de la comunicación. Tener una respuesta afirmativa vendría a darle una sustentabilidad científica y la posibilidad de ser reconocida como una disciplina.
Mario Bunge (1995) llama filosofía de la ciencia[11] a la epistemología y argumenta que en América Latina existe un gran retraso en materia epistemológica. Para ello da algunos referentes que, según el autor, explican el atraso que vivimos:
1. En nuestro medio –dice- aún no se ha difundido la noticia de que la ciencia se está convirtiendo en el núcleo de la cultura moderna.
2. En el último medio siglo hemos sido importadores de las corrientes del pensamiento generadas en Europa.
3. El nivel científico de América Latina es bajo y apunta que es difícil encontrar siquiera diez epistemólogos por país.
4. La mayoría de los científicos consideran a la epistemología pasatiempo de profesores jubilados o discutidores sin prisa.
El panorama planteado por Bunge no es atractivo, parece, más bien, que destila pesimismo pero podemos considerar que es parte de nuestra realidad si observamos el pequeño número de científicos sociales que existen en México y más aún el de científicos de la comunicación que, novedosamente, están incursionando en el ámbito epistemológico del campo comunicacional.
A partir de los aspectos planteados y para dar cuenta de la pertinencia epistemológica de la comunicación proponemos que se consideren los siguientes diez aspectos:
1. “...lo epistemológico no es un ámbito abstracto, escéptico, ni independiente de conceptuaciones políticas y culturales...” (Orozco, 2000: 110).
2. “Tres vías, abiertas por la epistemología contemporánea, permiten considerar estas cuestiones bajo luces diferentes. El problema de la definición de la disciplina comunicación y de su objeto puede entonces ser abordado:
2.1 A través de una respuesta de tendencia empírica, tomando como base el análisis de las instituciones relacionadas con la comunicación[12].
2.2 A través de una definición lógico-formal de su objeto de estudio.
2.3 En el tiempo, esto es, a través de un análisis diacrónico, procurando situar la génesis del campo de esta disciplina.” (C. Martino en Vasallo y Fuentes, 2001:83).
3. “...el campo de la comunicación se vuelve muy complejo, haciendo explícito el error epistemológico de continuar tratando a la comunicación como un objeto de estudio en una perspectiva meramente instrumental...” (Ob. Cit.: 9).
4. “El primer desafío que enfrenta quien se aventura por el campo de la comunicación es el problema de su definición. Pródigo en significaciones, el término comunicación es un buen ejemplo de polisemia.” (Ob. Cit.:76).
5. “...se reconoce entonces el carácter todavía emergente de incipiente, incompleto, de las discusiones epistemológicas en el campo de la investigación de la comunicación, ya que estas discusiones han tendido a elucidar constructos independientes de los sujetos cognoscentes[13], sus fines o intereses en la investigación, por lo que cualquier discusión nueva en este ámbito necesariamente tiene un sentido experimental y propositivo, siempre abierto a posteriores discusiones.” (Orozco, 2000: 110).
6. Se requiere de un grupo de científicos[14] que realicen un trabajo sistematizado, es decir “Una comunidad científica (que) consiste en quienes practican una especialidad científica. Hasta un grado no igualado en la mayoría de los otros ámbitos, han recibido una educación y una iniciativa profesionales similares.” (Núñez, 1999: 30).
7. “La colaboración entre instituciones académicas se pone de manifiesto en el crecimiento del número de publicaciones compartidas por investigadores de instituciones de diferentes países[15].” (Ob. Cit.: 81).
8. “...desplazando epistemológica y metodológicamente el foco del análisis comunicativo de los medios y los mensajes a los sujetos sociales y los procesos de producción de sentido, podrán abordarse el estudio de la comunicación como ejercicio práctico de la reflexividad comunicativa.” (Fuentes en Orozco, 2000: 23).
9. La Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales, presidida por Immanuel Wallerstein, señala en su informe final, en junio de 1995 que “<los tres problemas teórico-metodológicos centrales en torno a los cuales es necesario construir nuevos consensos [h]eurísticos a fin de permitir avances fructíferos en el conocimiento> son la relación entre el investigador y la investigación, la reinserción del tiempo y el espacio como variables constitutivas internas en el análisis y la superación de las separaciones artificiales entre lo político, lo económico y lo sociocultural. Una <metodología comunicacional>, desarrollada en referencia a las mediaciones telemáticas de la comunicación, no puede eludir ninguno de estos tres problemas.” (Ob. Cit.:24).
10. “Por ser una disciplina nueva frente a otras más legitimadas, como la antropología o la sociología, varios teóricos se han interesado en dotar a las <ciencias de la comunicación> de un estatuto epistemológico, que les otorgue un objeto de estudio autónomo y una serie de herramientas metodológicas independientes, para que tengan acceso a la nominación de ciencia social legítima y específica.” (Julián Gil en Vasallo y Fuentes, 2001:92).
En base a lo anterior nos adherimos a la postura de Luis C. Martino quien concluye que “…las nuevas prácticas comunicacionales se convierten en el centro que explica tanto al objeto como a la disciplina. Porque ya no se trata de dar cuenta de un campo descomunal, cuya extensión no podría ser cubierta sino por la filosofía o por el conjunto de las ciencias del hombre. Son exactamente esos procesos comunicacionales, bien fechados, contextualizados en un determinado tipo de organización social y con especificidades propias, los que tienen en el empleo de los medios de comunicación su expresión más constante y evidente, los que se convierten en el objeto de estudio de una ciencia particular: la comunicación.” (Ob. Cit.: 90).
Las tendencias en el estudio de la comunicación:
Hablar sobre las tendencias en el estudio de un campo nos lleva hacia un terreno donde se conjugan las miradas tradicionales con “nuevas perspectivas” sobre objetos ya conocidos y otros que surgen de las nuevas condicionantes marcadas por las transformaciones del progreso.
En el caso de la comunicación se cuenta con una serie de tendencias muy generales en las que, usualmente, se ignora al Sujeto privilegiando la mirada sobre la tecnología. Esto, sin embargo no es asumido por muchos pues significa un grave cuestionamiento sobre los procesos de construcción de conocimiento en el campo.
Se asume entonces que mientras la epistemología[16] busca ocupar una posición privilegiada dentro del campo académico de la comunicación, se continúa, como parte de este proceso, en la apertura y fundamentación de nuevos espacios de investigación entre los cuales encontramos los que creemos más relevantes.
a) Las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC)
b) Las nuevas ciudadanías y estudios urbanos.
c) Los estudios de recepción.
d) Los estudios de género.
e) Periodismo: Sociología de la producción de noticias, periodismo de investigación y ciberperiodismo.
f) La construcción epistemológica del campo.
Estas líneas o ejes de investigación surgen ante “La falta de respuestas frente a la heterogeneidad cultural en una era en proceso de globalización, la decepción frente a los alcances de la modernización, el resurgimiento de las disputas étnicas, la repartición cada vez más desigual de las riquezas globales y nacionales, la incertidumbre ante la saturación de imágenes en la cultura moderna, promueven un nuevo interés por los sujetos y el análisis de los procesos microsociales.” (Corona en Orozco, 2000: 95).
Todos estos objetos de estudio tienen como uno de sus denominadores comunes que “En un mundo de flujos globales de riqueza, poder e imágenes, la búsqueda de la identidad, colectiva o individual, atribuida o construida se convierte en la fuente fundamental de significado social” (Castells, 2002).[17] Y “En una sociedad existen parámetros de acción y pautas de identidad. Existen grupos que conforman estilos de vida diversos, que conviven con estilos de vida hegemónicos, organizados entorno a las necesidades evaluadas socialmente como relevantes. El modo de satisfacción de las necesidades es lo que les confiere a estos su carácter social.” (Foro de la Mujer en el Tercer Milenio, 2000: 41).
Manuel Castells (2002) dice, “Entiendo por identidad el proceso mediante el cual un actor social se reconoce a sí mismo y construye el significado en virtud sobre todo de un atributo o conjunto de atributos culturales determinados, con la exclusión de una referencia más amplia a otras estructuras sociales. La afirmación de la identidad no significa necesariamente incapacidad para relacionarse con otras identidades.”
Después de este primer eje –la identidad- , debemos considerar a las tecnologías, aunque “Por supuesto, la tecnología no determina la sociedad. Tampoco la sociedad dicta el curso del cambio tecnológico...el dilema del determinismo tecnológico probablemente es un falso problema, puesto que tecnología es sociedad y ésta no puede ser comprendida o representada sin sus herramientas técnicas” (ídem). Nos encontramos con que el campo de la comunicación se halla estrechamente vinculada a la cuestión tecnológica desde sus principios pero, la polisemia del término nos exige que establezcamos la perspectiva desde la cual debe entenderse. Es decir, la comunicación se entiende como proceso, como conjunto de tecnologías para la información y como campo de conocimiento. Sin embargo, se debe señalar que la última acepción, la de campo de conocimiento, incluye a las dos anteriores mientas que, éstas, no conllevan a la tercera.
Un último eje general, vinculado a la tercera interpretación y configuración del concepto, último por su novedad, es el de la epistemología, el cual ya ha sido tratado líneas arriba, sin embargo, es indispensable apuntar la necesidad de realizar un trabajo interdisciplinario donde la comunicología se vincule con los campos económico, político, psicológico y antropológico por citar algunos que no pueden seguir siendo soslayados.
El estudio de la comunicación no tiene, aun, un reconocimiento generalizado como campo científico (Miège, Fuentes Navarro), sin embargo, “Hoy la extensión y el significado de la comunicación se han vuelto virtualmente incontenibles. Estudiar comunicación, como se evidencia cada vez más ampliamente, no es sólo ocuparse de los aportes de un conjunto restringido de medios, sea a la socialización de los niños o los jóvenes, sea a las decisiones de compra o de votación. No es sólo involucrarse con las legitimaciones ideológicas del Estado moderno. Estudiar comunicación consiste, más bien, en elaborar argumentos sobre las formas y determinaciones del desarrollo sociocultural como tal. El potencial de estudio de la comunicación, en suma, converge directamente, y en muchos puntos, con los análisis y la crítica de la sociedad existente en todas sus modalidades.” (Schiller en Vasallo y Fuentes, 2001: 234).
Para cerrar…para abrir
Las consideraciones aquí presentadas en cuanto al transitar de las Ciencias Sociales a las Ciencias de la Comunicación nos muestran la necesidad de continuar trabajando en el doble reconocimiento que va desde del reconocimiento de un campo disciplinario amplio hasta la construcción de uno a uno con los elementos que lo configuran, en este caso, las Ciencias de la Comunicación.
Esto será posible en la medida en que las instancias que otorgan los presupuestos para investigación y desarrollo valoren la preeminencia de la persona sobre los procesos productivos en general y, por otra parte, en la posibilidad de formar grupos de epistemólogos comprometidos en esta unidualidad Ciencias Sociales-Campo específico.
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[1] Ciencia-Tecnología-Sociedad.
[2] “...si las ciencias sociales nacen y se desarrollan como formas de autoconciencia científica de la realidad social, se puede imaginar que ellas pueden ser desafiadas seriamente cuando esa realidad ya no es la misma. El contrapunto del pensamiento y lo pensado, o de lo lógico y lo histórico, puede alterarse un poco, o mucho, cuando se modifica uno de los términos; y más aún cuando éste se transfigura” (Ianni en Vasallo en Vasallo y Fuentes, 2001:48).
[3] “el pensamiento complejo está animado por una tensión permanente entre la aspiración a un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista, y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento” (Morin en Picardo: http://www.conacyt.gob.su/).
[4] La conciencia de este último es resultado de una reflexión multidisciplinaria sobre la reestructuración de las ciencias sociales. (En Vasallo y Fuentes, 2001:10).
[5] “los campos de estudio aparecen como un nuevo padrón emergente que se puede llamar transdisciplinarización o postdisciplinarización (Fuentes Navarro, 1999), es decir, un movimiento hacia la superación de los límites entre especialidades cerradas y jerarquizadas y el establecimiento de un campo de discurso y prácticas sociales cuya legitimidad académica y social dependa cada vez más de la profundidad, extensión, pertinencia y solidez de las explicaciones que produzca, y no del prestigio institucional cumulado,.” (En Vasallo y Fuentes, 2001: 53)
[6] “El habitus es a la vez un sistema de esquemas de producción de prácticas y un sistema de esquemas de percepción y de apreciación de las prácticas y, en los dos casos, sus operaciones expresan la posición social en la cual se ha construido.” (Bordieu en Fuentes, 1998:61).
[7] Catorce años antes de que Luis Ramiro Beltrán, en 1974, presentara su recuento “La investigación de la comunicación en América Latina ¿indagación con anteojeras?”. (Vasallo y Fuentes, 2001)
[8] Octavio Islas hace una distinción, una más para entrar en la polémica de la definición del título que se debe otorgar a los estudiosos de la comunicación, entre comunicólogos digitales y comunicadores analógicos dependiendo de la incorporación que estos han hecho de la tecnología digital –léase Internet-.(Islas et al, 2002: vii).
[9] “La cuestión tecnológica plantea a la reflexión sobre la comunicación uno de sus desafíos más serios. Pensada como mero instrumental durante siglos –accidente y no sustancia, exterior y no interior, manifestación y no verdad-la técnica supera esa escisión que borra su lugar en el pensar sólo cuando la antropología (Mauss, 1970; Leroi-Gourhan, 1971; 1989) reflexiona sobre la tecnicidad como dimensión constitutiva de cualquier sociedad”. (Martín-Barbero en Vasallo y Fuentes, 2001: 22).
[10] En la obra de Vasallo y Fuentes (2001) se muestra la preocupación de estudiosos de Argentina, Brasil y México por dar respuesta a la condición epistemológica de la comunicación.
[11] Bunge explica “si decimos <filosofía de la ciencia>, damos a entender que se trata del examen filosófico de la ciencia: de sus problemas, métodos, técnicas, estructura lógica, resultados generales, etc.” (1995: 83).
[12] En México, además de las universidades y algunos centros de investigación se cuenta con el CONEICC y AMIC como principales instituciones académico-científicas de la comunicación.
[13] El investigador, señala Ibáñez, es un dispositivo metodológico: “La unidad del proceso de investigación no está en la <teoría> ni en la <técnica> (ni siquiera en la articulación o intersección entre las dos): está en la persona del investigador, que a su vez está socialmente determinada por el sistema de las relaciones sociales. La investigación sociológica debe ser una <tecnología concreta>. El investigador es la verdadera máquina de investigar (<oficio de sociólogo> interiorizado): el investigador pone toda su persona en juego. Las condiciones de posibilidad de esa máquina de investigar están socialmente determinadas; de ahí la necesidad de una vigilancia epistemológica continua. (En Fuentes, 1998:15).
[14] En el caso de México, “La <planta> de investigadores en ciencias sociales ha sufrido, entre otras, una tendencia hacia el envejecimiento y otra hacia la feminización en los últimos años, según Béjar y Hernández, para quienes pueden ser síntomas ambas de que la carrera de investigación ha perdido fuerza de atracción, especialmente en algunas disciplinas y regiones en donde la investigación en esta área ha sido relevante, como es el caso del Distrito Federal”. (Fuentes Navarro, 1998:3).
[15] De hecho, esta es la tendencia, publicar textos entre investigadores de diferentes ciudades o de distintos países. Tres importantes fuentes de este trabajo ejemplifican esta situación: Reguillo y Fuentes (1999), Orozco (2000) y Vasallo y Fuentes (2001).
[16] Annik Dubvieck (1999) habla incluso de una interepistemología.
[17] http://wwwhipersociologia.org.ar/catedra/material/Castellsprol.html
Citación: CORNEJO, Hugo (2007): "Tránsitos de las Ciencias Sociales a las Ciencias de la Comunicación". Tecsistecatl. Revista Interdisciplinar, 1, Invierno 2007. Disponible en Internet: <http://www.eumed.net/rev/tecsistecatl/n0/hcmc1.htm>
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