RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA Y TOMA DE DECISIONES ÉTICA (UN RETO PARA EL EMPRESARIO MEXICANO)
SUMARIO:
El tema de la Responsabilidad
Social Empresarial ha adquirido relevancia en los años recientes si
consideramos que apenas en la segunda mitad del siglo pasado se empezó a
cuestionar seriamente el objetivo económico de las empresas.
Hoy día hay una exigencia de
la sociedad en torno de los derechos humanos, cuidado del medio ambiente,
combate a la corrupción, trabajo digno, entre otros, que obligan a las
empresas, y para ser más precisos, a los empresarios, a considerar la ética
en sus decisiones, lo cual implica tener como referente primordial la
llamada ética cívica, conciencia moral alcanzada por la sociedad, es
decir, principios y valores universales mínimos compartidos.
Así entonces, las empresas se
ven comprometidas moralmente con la sociedad, por lo que resulta necesario
descubrir las necesidades que se han de satisfacer y hacia las cuales se
dirigirán los esfuerzos, dándole ello sentido y legitimidad ante la
sociedad, además de definir y establecer en consecuencia las metas de la
empresa así como los valores y los hábitos necesarios para alcanzar
tales metas, el reto está en la ética aplicada.
Considerando que
ello depende del tomador de decisiones, y en las pymes está centralizada la
toma de decisiones en el dueño-gerente, surge de ahí el tema central del
presente ensayo: Responsabilidad social corporativa y la toma de
decisiones ética: un reto para el empresario mexicano.
Se pretende
despertar interés por el tema y generar ideas, desde la reflexión, con el
firme propósito de contribuir en la construcción de una cultura socialmente
responsable en las empresas pymes mexicanas; con esa intención se incluyen
datos del contexto mundial y nacional, evidencias empíricas de
investigaciones sobre el tema, postulados teóricos y, desde luego, el
análisis personal generado a partir de la consulta de diversos textos.
Invitando, espero, a la discusión abierta, a la consulta de las fuentes
referidas y/o a la generación de trabajos de análisis y reflexión mayores.
En los
años recientes, el mundo empresarial y la sociedad en general, están
experimentando cambios sustanciales orientados hacia una revaloración de los
fines y los medios, y es que al decir de estudiosos de las empresas como
Koontz y Weihrich “a principios del siglo XX la misión de las compañías
privadas era exclusivamente económica”
[3],
sin embargo la movilización en pro de los derechos civiles generó cambios
sustanciales en esa perspectiva, así “en la década de 1960 … los activistas
sociales empezaron a cuestionar el objetivo económico único (obtener
ganancias) de las firmas comerciales”
[4].
Lo
cierto es que la empresa ha cambiado su papel y su significado en los
últimos tiempos, “se ha convertido en un factor de cambio e influencia
social. Lo que las compañías hacen o dejan de hacer afecta de manera
significativa a su entorno y a su ámbito más directo”[5],
así entonces la concepción de la empresa ha sufrido un cambio radical y
trascendente “desde entenderla como el terreno de hombres sin escrúpulos,
movidos exclusivamente por el afán de lucro, a considerarla como una
institución socioeconómica que tiene una seria responsabilidad moral con la
sociedad”[6].
Esta
concepción puede variar de un tipo de empresa a otra, por ejemplo, si nos
referimos a las empresas pequeñas y medianas (pymes), en el caso de México,
es de tomar en cuenta los resultados obtenidos por la Dra. Pilar Baptista[7]
en un estudio que realizó en años recientes para definir el perfil de la
empresa pyme, entre sus resultados encuentra que son dirigidas por el dueño,
quien se desempeña como administrador y cuya toma de decisiones es
centralizada, identificando que tales administradores ubican como valor
principal en su empresa la obtención de utilidades.
Es de
entenderse la orientación hacia las utilidades, en tanto el inversionista
busca un rendimiento y rentabilidad de su capital, sin embargo, los
siguientes cuestionamientos ponen a la empresa en la mesa de la discusión:
“¿Una organización es efectiva si es rentable pero su fuerza laboral está
descontenta? ¿Es efectiva si ha captado grandes mercados durante el año pero
enfrenta amenazas en materias primas o en sus medios de producción? ¿Es
efectiva si impulsa la capacidad de producción con nueva tecnología pero al
hacerlo molesta a la comunidad o a los clientes locales?”[8].
De igual manera preocupan los
siguientes cuestionamientos: ¿Son responsables aquellas empresas que ofrecen
métodos para aprender inglés sin ningún esfuerzo o para bajar de peso sin
requerir de voluntad especial cuando esto implica atentar en contra de la
naturaleza humana? ¿Es responsable una empresa que encuentra modos de
disminuir costos en beneficio de las utilidades pero en detrimento de la
calidad? ¿Puede ser considerada responsable una empresa que aún en
esas situaciones descritas apoya algún programa altruista?
La
búsqueda de respuestas a tales cuestionamientos, encuentra eco en diversas
expresiones de un movimiento que promueve la adopción de la cultura de
responsabilidad social en las empresas, en lo sucesivo se hará referencia
con las siglas RSE, entendiéndola como la “seria consideración del impacto
en la sociedad de las acciones de las compañías”[9].
Mas allá
de la postura sustentada por el Prof. Milton Friedman, para quien “solamente
hay una responsabilidad social de los negocios: utilizar sus recursos y
desarrollar actividades diseñadas para incrementar sus ganancias siempre y
cuando permanezcan dentro de las reglas del juego, es decir, que se dediquen
a la competencia abierta y libre sin el engaño ni el fraude”
[10]
y cuyo planteamiento se orienta principalmente hacia los intereses de los
inversionistas, en el presente ensayo se propone ampliar esa visión y
abarcar a todos los involucrados en las relaciones cotidianas de las
empresas y no solo en cuanto a evitar el engaño y fraude.
Entendamos a la RSE
como un compromiso
sentido, no impuesto, no obligado, que se refleja en las decisiones día a
día, como una filosofía que permea a todas las acciones de la empresa, un
estilo de vida adoptado por convicción que busca cumplir y se preocupa por
el bienestar común, en los productos y servicios que entrega al mercado, en
sus compromisos de pago con los proveedores, en sus políticas y prácticas
para con el personal, en el cumplimiento de sus obligaciones con las
autoridades que rigen su actividad económica, en su participación con la
comunidad como buen vecino.
En otro orden de ideas, debe
quedar claro que la RSE va más allá de un programa o una política de ayuda
al prójimo, no es altruismo o filantropía pura, es el entendimiento y
aceptación voluntaria de asumir la responsabilidad de atender los deberes
que surgen de considerar a los hombres como sujetos de derechos, esta es la
concepción de la ética deontológico en contraposición a la ética
teleológica o consecuencialista, es decir, cuando en las decisiones solo
se consideran las consecuencias llegando a incurrir en medios no éticos por
conseguir un fin ético.
Este
movimiento en pro de la RSE tiene manifestaciones en todo el mundo, tal es
el caso del Pacto Mundial[11]
promovido en 1999 por el Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan,
a partir de la necesidad de alinear las políticas y prácticas corporativas
con los valores y objetivos éticos universalmente aceptados. No es una
certificación o un instrumento regulador, es una alianza internacional en
torno a la responsabilidad social de las empresas con fines de realizar la
visión de una economía global más sustentable, incluyente y humana; la
iniciativa está dirigida a las empresas, organizaciones de la sociedad civil
y sindicatos.
El Pacto Mundial ubica a la
RSE más allá de una preocupación filantrópica en tanto representa un
compromiso voluntario basado en principios éticos de gestión empresarial y
en el propósito de contribuir a la solución de retos sociales que rebasan el
horizonte inmediato de la empresa u organización. Dicho Pacto pretende ser
un puente que vincule al sector privado, los gobiernos y la sociedad civil,
encaminado a favorecer una economía global más sustentable, incluyente y
humana, es decir, una nueva cultura empresarial.
El Pacto
comprende actualmente diez principios basados en acuerdos y convenios
internacionalmente aceptados en cuatro áreas estratégicas (originalmente
fueron tres áreas y nueve principios)[12]:
1)
Derechos humanos, a partir de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos en 1948
2)
Condiciones laborales, a partir de la Declaración de la Organización
Internacional del Trabajo sobre Principios y Derechos Fundamentales en el
Trabajo de 1998
3)
Medio Ambiente, a partir de la Declaración de Río de la Cumbre
Internacional de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo de
1992
4)
Transparencia/anti-corrupción, a partir de la Convención de las
Naciones Unidas contra la corrupción en 2004
Hoy día el Pacto Mundial[13]
es una realidad y aglutina a más de dos mil empresas y organizaciones en el
mundo, incluyendo empresas pequeñas y medianas, además de empresas se
encuentran organizaciones sindicales, empresariales, universidades,
organizaciones no gubernamentales, asociaciones no lucrativas, entre otras.
A manera de ejemplo se mencionan los casos de España, para el año 2002 se
habían adherido ciento sesenta empresas y organizaciones; en Chile en
octubre del 2004 firmaron su adhesión más de seiscientos mil empresarios
mipymes de los sectores primario, secundario y terciario.
En
México, el 9 de junio del 2005[14]
tuvo lugar el acto de adhesión de nuestro país al Pacto Mundial, teniendo
como escenario el Polyforum Cultural Siqueiros y contando inicialmente con
la firma de doscientas treinta y cuatro empresas grandes y organismos
diversos.
Otros
ejemplos que muestran la preocupación por la RSE en el mundo está en
agrupaciones como Forum Empresa[15],
en el continente americano; Corporate Social Responsibility Campaign de la
Unión Europea; Social Enterprise Knowledge Network de Estados Unidos,
Latinoamérica y Europa liderado por la Harvard Business School[16]
; también se ubican ejemplos en países como Alemania, Austria, Gran Bretaña,
España, Suiza.
En Chile, país que demuestra
seria preocupación por el tema, el Centro Vincular de la Universidad
Católica de Valparaíso firmó un acuerdo, a finales del año 2004, con Global
Reporting Initiative (GRI), en la Unión Europea, para aplicar la RSE en las
pymes chilenas.
Cabe
destacar que en México opera desde el año 2000 un organismo denominado
Alianza para la Responsabilidad Social Empresarial (ALIARSE)[17]
que aglutina y representa los esfuerzos de diversos organismos cúpula
empresariales, entre ellos la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM),
la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), el Consejo
Coordinador Empresarial (CCE) y el Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI)
a cuya iniciativa de este último, se formó ALIARSE.
El CEMEFI promueve y entrega,
desde hace seis años, el reconocimiento ESR (Empresa Socialmente
Responsable), en el año 2005 lo recibieron ochenta y cuatro empresas grandes
y organismos diversos. Comprende cuatro líneas estratégicas: ética
empresarial, calidad de vida, vinculación y compromiso con la
comunidad y desarrollo y preservación del medio ambiente. Los
principios fundamentales son: respeto y dignidad de la persona,
solidaridad y subsidiariedad, contribución al bien común
y corresponsabilidad y transparencia.
La RSE
en México está siendo considerada por grandes empresas, sin embargo, ¿Qué
sucede con las MIPyMEs? Debemos voltear la mirada hacia ellas toda vez que
representa la mayoría de las empresas en nuestro país; por ello resulta
interesante mencionar que a principios del año 2005[18]
el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Universidad Anahuac y diez
grandes empresas instaladas en México, entre ellas, Novartis, Coca Cola
México, PEMEX, Banco Santander Serfìn, pusieron en marcha un programa que
pretende orientar a cien pequeñas y medianas empresas a manejarse con
procesos éticos, cada una de las grandes empresas participantes, que por
cierto han obtenido el reconocimiento ESR, se dio a la tarea de “apadrinar”
a diez empresas pymes de entre sus proveedores; será interesante conocer
posteriormente sus resultados.
Evidentes son las manifestaciones de este movimiento en favor de la
responsabilidad social, pero desde luego que no ha de ser una tarea fácil si
consideramos la otra cara del problema[19],
es decir, en tanto se considere a la ética empresarial como obstáculo para
hacer negocio, se centre la misión en beneficios medidos en dinero, poder y
prestigio o se le considere simplemente como un efecto cosmético.
Como
podemos observar, estamos ante dos planteamientos opuestos respecto de la
RSE y que Robbins y Coulter[20]
denominan la posición clásica y la posición socioeconómica; la
primera, orientada a la maximización de las ganancias y la segunda a la
protección y mejoramiento del bienestar de la sociedad. A esto se agrega la
polarización que de la interpretación de la RSE se ha hecho, generando
entonces dos corrientes, como lo plantea Garza Treviño[21]:
una, desde la perspectiva del altruismo y, otra desde la perspectiva de la
obligación y responsabilidad primordial basada en principios y compromisos.
Hablar
de la RSE implica referirse a la ética, a la que debemos considerar como su
fundamento sustantivo en tanto le provee de herramientas para tratar la
complejidad moral en la toma de decisiones. En ese sentido cabe destacar lo
dicho por Hill y Jones con referencia a la RSE: “cuando las empresas evalúan
decisiones desde una perspectiva ética, debe haber una presunción que
favorezca la adopción de cursos de acción que aumenten el bienestar de la
sociedad en general”[22];
más aún, debemos entender que la manera en que una empresa alcanza sus
objetivos, “cae dentro de la esfera de la ética” como dicen Sisk y Sverdlik[23].
Sin
embargo, las implicaciones de la ética van más allá, implica identificar
cuales son los bienes propios de la actividad empresarial que se han de
proporcionar a la sociedad y que le dan sentido, la legitiman, -llamados
bienes internos- para estar en condiciones de definir las metas a
perseguir, los valores y los hábitos necesarios a incorporar para alcanzar
tales metas, a este conjunto de implicaciones es lo que se denomina ética
aplicada[24].
La ética
empresarial, cuyo auge data apenas de la segunda mitad del siglo XX, Adela
Cortina la define como “el descubrimiento y la aplicación de los valores y
normas compartidos por una sociedad pluralista al ámbito peculiar de la
empresa, lo cual requiere entenderla según un modelo comunitario, pero
siempre empapado de postconvencionalismo”[25],
es decir, vista y entendida -la empresa- como un grupo que comparte metas y
valores que responden a principios universales, a derechos humanos y valores
superiores que no se limitan a una sociedad concreta, en la que además
“resulta fundamental la función directiva y el proceso de toma de
decisiones”[26].
Lo
anterior nos lleva a fijar la atención en el tomador de decisiones, cuya
persona la podemos definir como animal ético partiendo de la postura
que plantea Howard Selsam en su libro Ética y Progreso, quien afirma que
“solo el hombre puede dirigirse hacia el futuro, solo él puede formarse una
idea de un estado de cosas más deseable y poner luego los medios necesarios
para llevarlo a la realidad”[27]
Existen
dos investigaciones realizadas en Estados Unidos en la segunda mitad del
siglo pasado, una respecto de la ética en los negocios realizada por el
Reverendo Raymond Baumhart,[28]
a la sazón candidato al Doctorado en la Universidad de Harvard, y otra en el
terreno de los valores personales desarrollada por George W. England[29],
publicada en el Journal of the Academy of Management en marzo de 1967; ambos
concluyen que los valores personales de los ejecutivos determinan las normas
éticas de una empresa, sus objetivos y estrategias corporativos, así como
del conjunto de empresas agrupadas en un sector. Estas conclusiones
encuentran eco en Sisk y Sverdlik cuando afirman que “los sistemas de
valores personales determinan para un individuo, lo que está bien o
incorrecto, lo que es bueno o malo, exitoso o fallido, placentero o
desagradable, o cualquier otra evaluación bipolar similar”[30].
Entonces
ahora la atención se dirige hacia el referente que el tomador de decisiones
considere, si se queda en el ámbito estrictamente personal, es decir, si no
apela a la conciencia moral alcanzada por la sociedad, al núcleo de valores
morales mínimos compartidos por la sociedad en que se inserta, conocido como
ética cívica[31],
o si no lo circunscribe a la actividad empresarial, porque cada tipo de
organización, ya bien sea una universidad, un partido político, un hospital,
un negocio, al decir de Adela Cortina, se legitima de manera diferenciada
ante la sociedad en tanto son distintas las necesidades sustantivas a
satisfacer.
El
problema con el referente es que, en el mejor de los casos, en palabras de
Koontz y Weihrich, “los administradores responderán a los valores aprobados
por la sociedad y darán prioridad a los tenidos en mayor estima”[32]
pero que sucede si en la actividad empresarial, por ejemplo de las pymes, no
se han definido mínimos morales, parafraseando a Adela Cortina[33],
no existirán bases para desarrollar proyectos comunes, menos para exigir
moralidad a cada empresa. En última instancia, en la empresa debe definirse
un marco moral explicitado y clarificado que sirva de referente para la toma
de decisiones, estará influenciado por los valores personales pero deberá
estar determinado por la conciencia moral de la sociedad.
Así
entonces, finalmente queda claro que la toma de decisiones está en el centro
del problema, por ello, ahora lo importante es determinar cómo se pueden
lograr decisiones socialmente válidas. Ante este dilema se plantea, en
primer término, una visión derivada de la ética dialógica, en donde
se identifican a su vez dos posturas: la racionalidad comunicativa
que considera a los afectados por una norma como interlocutores
perfectamente legitimados para exponer sus intereses y llegar a acuerdos por
medio del diálogo, para que por consenso y por convicción se determine que
normas son morales y correctas[34];
y la racionalidad estratégica que considera a los demás
interlocutores como medios para sus propios fines.
En
segundo término, dado que la ética “es esencialmente un saber para actuar de
un modo racional … [y] tiene por tarea mostrarnos cómo deliberar bien con
objeto de hacer buenas elecciones”[35]
proporciona –la ética- dos modos de orientar racionalmente la toma de
decisiones: mediante la prudencia y la justicia.
La
prudencia implica la capacidad de hacer elecciones en consonancia con los
fines últimos, elegir los medios más adecuados conlleva a tomar decisiones
prudentes[36];
y entonces la justicia implica tomar de referente al derecho vigente y a las
convicciones morales imperantes para calificar los medios elegidos, lo cual
a su vez conlleva a tomar decisiones justas[37].
Sin embargo tomar tales referentes no es suficiente, se debe averiguar que
valores y derechos han de ser racionalmente respetados, toda vez que por el
hecho de que una norma haya sido promulgada por los procedimientos legales
establecidos, no implica necesariamente que sea justa.
Veamos
entonces la importancia que adquiere en la toma de decisiones éticas el
criterio y buen juicio del tomador de decisiones. Recordemos que para
efectos de las pymes en México, es el dueño quien administra su negocio
centralizando la toma de decisiones, Rodríguez Valencia afirma que “la
problemática y oportunidad de la pequeña y mediana empresa se generan de las
características del propietario, ya que se da una relación de mutua
dependencia en donde sus cualidades y defectos individuales se reflejan
sobre la empresa que dirige”[38]
Por ello resulta de especial
interés evaluar las condiciones socioculturales que le rodean, determinar si
están dadas las condiciones para favorecer la creación y desarrollo de una
cultura empresarial socialmente responsable.
En ese orden de ideas, la
pregunta es ¿Está preparado el empresario PyME mexicano para adoptar una
cultura de responsabilidad social en su empresa?
Cortina,
Adela. (1996) Ética de la empresa, claves para una nueva cultura
empresarial. Edit. Trotta, España. Baumhart,
Raymond. (1978) Ética en los negocios. Edit. Diana, México. Garza Treviño,
Juan Gerardo. (2000) Administración Contemporánea. 2a. Edición. Edit.
Mc Graw Hill. México. Hill y Jones.
(1996) Administración Estratégica, un enfoque integrado. 3ª. Edición.
Edit. Mc Graw Hill, Colombia. Koontz y
Weihrich. (1998) Administración, una perspectiva global. 11ª.
Edición. Edit. Mc Graw Hill, México. Robbins y
Coulter. (2000) Administración. 6ª. Edición.
Edit. Prentice Hall, Mexico. Selsam,
Howard. Ética y progreso.
(1968) Edit. Grijalbo, México. Sisk y
Sverdlik. ( 1979) Administración y Gerencia de empresas.
Edit. South-Western Publishing Co. USA. Stoner,
Freeman y Gilbert Jr. (1996) Administración.
6ª. Edición. Edit. Prentice Hall, México. Tesis Limón Suárez,
Enrique. (2004) Análisis de la no contratación de personal en pymes del
sector servicios de Veracruz Periodo 2002-2003. Tesis para obtener el
grado de Maestro en Administración, Universidad Cristóbal Colón, Veracruz,
Ver. Limón Suárez,
Enrique.( 1991)Relaciones Públicas, un enfoque estratégico. Tesis para
obtener el título de Licenciado en Administración de Empresas, Universidad
Cristóbal Colón, Veracruz, Ver., 1991
Páginas web
[1]Profesor
en las Licenciaturas de Contaduría y Administración, de la Universidad
Cristóbal Colón, Campus Calasanz.
[2]
Investigador de tiempo completo en la Universidad Cristóbal Colon,
Campus Calasanz
[3]
Koontz y Weihrich, 1998 p. 62
[4]
Robbins y Coulter, 2000 p. 142
[5]
Garza, 2000 p. 362
[6]
Cortina, 1996 p. 81
[7]
Citado por Limón, 2004 pp. 94-95
[8]
Cunningham, Aldag y Swift citado por Limón, 2004 pp. 122-123
[9]
Paluszek citado por Koontz y Weihrich, 1998 p. 62
[10]
Friedman citado por Limón, 1991 p. 56
[11]
http://www.onu.org.mx/pactomundial/Que%20es.htm
consultado el 28/05/2005
[12]
http://www.onu.org.mx/pactomundial/Que%20es.htm
consultado el 28/05/2005
[13]
http://www.onu.org.mx/pactomundial/Que%20es.htm
consultado el 28/05/2005
[14]
http://www.pactomundialmexico.org.mx/default800.htm
consultado el 2/07/2005
[15]
http://www.empresa.org/espanol/quienesomos/abajo01.htm
consultado el 24/05/2005
[16]
www.esade.es/pfw_files/cma/GUIAME/dossiers/rse.pdf
consultado el 22/06/2005
[17]
http://www.cce.org.mx/CCE/Comisiones/Consejos+y+Org.+Autónomos/Aliarse/
consultado el 28/05/2005
[18]
http://web6.infotrac.galegroup.com/itw/infomark/409/604/67393599w6/purl=rcl_IFME_
consultado el 21/05/2005
[19]
Cortina, 1996 pp. 76-78
[20]
2000 pp. 142-143
[21]
2000 p.362
[22]
1996 p. 61
[23]
1979 p. 71
[24]
Cortina, 1996 p. 33
[25]
1996 p. 89
[26]
Cortina, 1996 p. 52
[27]
Selsam, 1968 p. 16
[28]
Sisk y Sverdlik, 1979 pp. 81,82 y 87
[29]
Sisk y Sverdlik, 1979 pp. 76-77
[30]
1979 pp. 76-77
[31]
Cortina, 1996 pp. 37-38
[32]
1998 p. 62
[33]
1996 p. 37
[34]
Cortina, 1996 p. 31
[35]
Cortina, 1996 pp. 17-18
[36]
Cortina, 1996 p. 20
[37]
Cortina, 1996 pp. 26 y 28
[38]
citado por Limón, 2004 p. 39
|