Noris de Jesús García Torres*
Universidad Bolivariana de Venezuela
torresdejesus1964@gmail.com
Resumen
  El artículo que se presenta a continuación, tiene la intencionalidad de  abrir el debate sobre aspectos vinculados a la gestión agroalimentaria  de las comunidades indígenas y campesinas,  con la intención de dar a conocer,  sobre  las  prácticas tradicionales que  sustentan sus sistemas agroalimentarios.   A lo largo del documento, se describen situaciones en las cuales se van  develando,  las características más  importantes de estas prácticas productivas ancestrales y como a través del  tiempo han mantenido sistemas alimentarios autosustentables, haciendo uso  racional de los recursos biológicos, tomando de la naturaleza solo lo  necesario, en una relación de reciprocidad que se materializa en diversidad  productiva para cubrir las necesidades sociales y diversidad biológica para  mantener los ciclos naturales. El uso inadecuado de los recursos disponibles en  los ecosistemas, tienen en la actualidad graves consecuencias, las cuales  inclusive ponen en riesgo la supervivencia de la especie humana en el planeta,  es por ello, que surgen propuestas destinadas a dar   soluciones   a esta problemática socioambiental.   En el marco de esta realidad, comienza a manejarse la teoría de la  Agroecología, que tiene dentro de sus fundamentos el manejo de agroecosistemas  sustentables, orientado bajo un esquema de uso de tecnologías productivas  orgánicas, control biológico de plagas, asociación de cultivos, entre  otros.   Las relaciones establecidas entre las culturas  indígenas y campesinas con la naturaleza,    le conceden propiedades y manejo de conocimientos   sobre la ecología de sus territorios,  situación que favorece un modelo que ha sido sustentable  en estas economías ancestrales. Los retos y desafíos surgidos en el contexto del modelo de desarrollo  actual, presentan la necesidad de analizar y reflexionar sobre las bases que  sustentan el conocimiento de los campesinos e indígenas, conocimiento que se  manifiesta  en el desarrollo de la  complejidad de sus sistemas agroalimentarios, experiencia que se fundamenta en  la  preservación  de las cualidades de la biodiversidad  presente y en el uso de técnicas ancestrales que se han mantenido durante  generaciones. No es pertinente,  separar el estudio de los agroecosistemas,  de las culturas de los individuos que los  desarrollan, sus prácticas productivas,    se han venido  adaptando a los  diferentes periodos históricos de la sociedad y a los cambios que van  presentando la naturaleza. Las  consideraciones anteriores, abren un espacio para el análisis y reflexión sobre  la importancia de las  experiencias  productivas de estas pequeñas economías, los cuales son capaces de producir  bajo una modalidad de uso y conservación de los recursos naturales, con mínima  disponibilidad de recursos financieros. La realidad socioproductiva de estas  comunidades, se realiza  en medio de una  dinámica compleja, que estimula la competencia y  el afán por el lucro.  Los sistemas agroalimentarios campesinos e  indígenas, son un  buen ejemplo de  producción sustentable a escala local, en un contexto mundial,  en el cual se presenta una profunda crisis  alimentaria y donde se comienzan a sentir las consecuencias del cambio  climático, producto del actual modelo de desarrollo. 
  
  Palabras claves: Sistemas  agroalimentarios, agroecología, culturas tradicionales, saberes ancestrales,  integración socionatural.
  Abstract.
  The article that is presented below, intends  to open the debate on aspects related to the agrifood management of indigenous  and peasant communities, with the intention of making known, about the  traditional practices that sustain their agri-food systems. Throughout the  document, situations are described in which are described, the most important  characteristics of these ancestral productive practices and how over time they  have maintained self-sustaining food systems, making rational use of biological  resources, taking from nature only the necessary, in a relationship of  reciprocity that materializes in productive diversity to cover the social needs  and biological diversity to maintain the natural cycles. The inadequate use of  resources available in ecosystems, currently have serious consequences, which  even put at risk the survival of the human species on the planet, which is why  proposals to solve these socio-environmental problems arise. Within the framework  of this reality, the theory of Agroecology begins to be managed, which has  within its foundations the management of sustainable agroecosystems, guided by  a scheme of use of organic productive technologies, biological control of  pests, association of crops, among others. . The relationships established  between indigenous and peasant cultures with nature, grant them properties and  knowledge management about the ecology of their territories, a situation that  favors a model that has been sustainable in these ancestral economies. The  challenges and challenges that arise in the context of the current development  model, present the need to analyze and reflect on the bases that sustain the  knowledge of peasants and indigenous people, knowledge that is manifested in  the development of the complexity of their agri-food systems, experience which  is based on the preservation of the qualities of present biodiversity and the  use of ancestral techniques that have been maintained for generations. It is  not pertinent to separate the study of agroecosystems, the cultures of the  individuals that develop them, their productive practices, they have been  adapting to the different historical periods of society and to the changes that  nature is presenting. The above considerations open a space for analysis and  reflection on the importance of the productive experiences of these small  economies, which are capable of producing under a modality of use and  conservation of natural resources, with minimal availability of financial  resources. The socio-productive reality of these communities is carried out in  the middle of a complex dynamic that stimulates competition and the desire for  profit. Peasant and indigenous agrifood systems are a good example of  sustainable production at a local scale, in a global context, in which there is  a profound food crisis and where the consequences of climate change, the  product of the current development model, begin to be  felt.       
  Key words: Agri-food systems, agroecology, traditional cultures, ancestral  knowledge, socionatural integration.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Noris de Jesús García Torres  (2018): “Los sistemas agroalimentarios indígenas y campesinos: prácticas productivas tradicionales desde un enfoque agroecológico”, Revista: OIDLES Observatorio Iberoamericano del Desarrollo Local y la Economía Social, n. 24 (junio 2018). En línea:
https://www.eumed.net/rev/oidles/24/practicas-productivas-tradicionales.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/oidles24practicas-productivas-tradicionales
1.- LA AGRICULTURA CONVENCIONAL Y SUS  AFECTACIONES AMBIENTALES.
           La  intensificación de la producción agrícola iniciada en el mundo,  después de la segunda  guerra mundial, trajo consigo la llamada  Revolución Verde. Las consecuencias de la aplicación de este modelo de producción   agrícola,  ha contribuido  a la contaminación de los ecosistemas y a la  afectación  de  la diversidad biológica.  El desarrollo de los sistemas  agroalimentarios bajo el enfoque capitalista, en la mayoría de los casos,  han  venido a favorecer las grandes  empresas trasnacionales,  dejando sin  ningún tipo de  protección social a los  productores agrícolas en gran parte de los  países del mundo.
           La crisis que se presenta en la actualidad y en la que  se puede evidenciar, el   desequilibrio ecológico, producto de   la  práctica inconsciente  del hombre, quien  antepone sus intereses económicos a cualquier otro interés, evidencia      contradicciones   que  abren  el debate sobre la necesidad de cambios y  transformaciones, que estén destinados a  contrarrestar   las  afectaciones realizadas a la naturaleza por el actual modelo de producción.  El modelo civilizatorio de la llamada  modernidad, ha impactado de manera importante en las culturas ancestrales de  los  pueblos indígenas y las economías  campesinas, con el pretexto de los llamados   avances  de la ciencia y la construcción de nuevas epistemologías, que niegan y  califican de obsoletos los modelos socioproductivos  de estos grupos sociales. La ciencia  moderna   no admite otras lógicas  distintas,  a las que validan la  práctica   científica, acorralando  cualquier forma de manifestación tradicional  sobre el manejo de los recursos naturales,     que no  tenga correspondencia   con las innovaciones tecnológicas   que  sustentan el actual modelo de desarrollo. 
           La gestión  de los sistemas  agroalimentarios,  enfocado desde la visión neoliberal, tiene  significativos impactos en el ambiente, donde   se han  generado modificaciones a  la biodiversidad de los ecosistemas, entre las que se pueden señalar,  la desaparición  de un número importante de especies  vegetales,   que podrían haber sido  destinadas a la alimentación de la población  mundial. El modelo de producción   convencional, se ha orientado hacia la realización de investigaciones científicas,  con la finalidad de desarrollar    variedades  genéticas más resistentes y con mayores niveles   productivos.  Las agroindustrias globales,  se han   dedicado a la elaboración de agroquímicos, siendo estos productos,  parte del paquete para la producción agrícola,  que tiene la premeditada intención de hacer dependientes de estos  productos   a los agricultores, como  parte de una   estrategia de  dominación  capitalista. 
           Los  avances tecnológicos  de la llamada agricultura moderna, se han  complementado,  con el uso de maquinaria  agrícola para el desarrollo de monocultivos a gran escala.    A pesar de todo este despliegue  tecnológico, los resultados obtenidos,  hablan de la insostenibilidad de este modelo, entre  otras razones,  por la pérdida de la  interrelación  y cercanía  del hombre con   los elementos de la naturaleza. Este tipo de iniciativa productiva, no  reconoce la importancia de las redes de solidaridad, integradas por campesinos  e indígenas  de las pequeñas  economías,  que se desarrollan en gran  parte de los países del mundo y que podrían ser el camino hacia modelos  sustentables y sostenibles   que  garanticen la  alimentación de un número  importante de familias a escala mundial.
           El uso  de los recursos naturales, orientado desde una  visión de trabajo colectivo y donde  se reconozca  la importancia de los aportes que se generan a partir de producciones realizadas  a pequeña escala, serán referentes importantes para los cambios necesarios. (Calle,   Gallar y Candón, 2013:07)  “Se trata de una  problematización política de los conflictos sociales y medioambientales  asociados al manejo de recursos naturales y la construcción de sistemas  agroalimentarios sustentables en ese   afán de dar satisfacción a las necesidades básicas de  los seres humanos  (materiales, expresivas, efectivas, de relación con la naturaleza)”.
           La  necesidad   de un cambio social,   orientado  desde un pensamiento  emancipador,   supone asumir una  postura,  donde  se analicen las condiciones actuales del  modelo de desarrollo, se valoren los contextos sociales y sus respectivas  características socioculturales,    todo  ello,   con la finalidad de alcanzar  formas de relación,  que estimulen la  cooperación y la   solidaridad   entre los individuos,  basados en  un modelo de economía social.  Modelo de  economía social, que reconoce   las formas de luchas campesinas e indígenas,  las cuales surgen en un contexto que busca  permanentemente  satisfacer las necesidades sociales. Estas  luchas campesinas e indígenas,  se  alimentan de manera sustantiva de organizaciones,  que tienen como característica  fundamental,  las interrelaciones   que estimulan la cooperación y el  intercambio, en las que se reconoce la identidad cultural y las necesidades que  se presentan en el espacio territorial donde interactúan los sujetos sociales.  
  1.1.-  LA AGROECOLOGÍA: CAMINO HACIA UN NUEVO  PARADIGMA PRODUCTIVO. 
           La crisis ecológica,  por la que  atraviesa nuestro planeta hoy día,  exige  cambios estructurales en el modelo de producción.  Las afectaciones del ambiente, tienen en la  actualidad consecuencias devastadoras, las cuales ponen en riesgo la  supervivencia de la especie humana en el planeta.       Es por esto,  que es necesario la puesta en práctica  de un modelo de producción agrícola, que  respete la naturaleza y la diversidad biológica que se encuentra presente en  ella.  A partir de los años 70 del siglo  pasado, comienza un movimiento mundial, orientado a proponer cambios en las  tecnologías  productivas convencionales,  esto debido a las consecuencias generadas por el uso de tecnologías basadas en  la siembra extensiva de monocultivos y el uso de agroquímicos para la  producción agrícola. Es así,  como se comienza  a trabajar en la construcción de una teoría,  denominada   Agroecología,  cuyo fin inicial es  el  estudio de los agroecosistemas y  las afectaciones  que se producen en el ambiente,  originados por la aplicación  de   tecnologías basadas en la siembra extensiva de monocultivos y   el uso de agrotóxicos.  
En esa primera fase de la agroecología, estuvo como uno de sus primeros teóricos a Altieri, quien consideró a la Agroecología como: “La aplicación de conceptos y principios ecológicos al diseño de sistemas agrícolas sostenibles”. Estos principios fueron enriquecidos posteriormente con la integración y aplicación de metodologías procedentes de las ciencias sociales.
En el  transcurrir del tiempo,  se han venido  sumando nuevos enfoques, en la teoría Agroecológica y entre ellas se puede  mencionar,  la corriente de la  Agroecología política, la cual se  fundamenta en la definición hecha por   (Calle,   Gallar y Candón, 2013: 07):
           Entendemos  por agroecología política,  el  análisis y la actuación sobre las condiciones sociales, las redes y los  conflictos que resultan del apoyo hacia un cambio social agroecológico.  Caracterizamos este cambio como una democratización extensa de nuestras  relaciones socioculturales con vistas a lograr un metabolismo social o socio-vital sustentable.
           Las  características  socioculturales,  son   elemento central en el conjunto de interrelaciones que se encuentran  contenidos en el desarrollo de la gestión de los sistemas agroalimentarios de  las comunidades indígenas y campesinas. Las interacciones armónicas  que se genera en el interior de estas  sociedades tradicionales,  han  contribuido al desarrollo de  prácticas  de intercambio, que tienen la finalidad de   satisfacer las  necesidades de  bienes, servicios, conocimientos y saberes. Desde tiempos remotos,   estas sociedades ancestrales han sido  garantes de la sustentabilidad y sostenibilidad   de      sus procesos económicos  productivos. 
           La agroecología es contraria  a la  agricultura convencional, propone técnicas productivas que no afectan el  equilibrio natural de los ecosistemas, incorporando elementos productivos que  contribuyen a la conservación de los recursos naturales, se encuentran en  armonía con las formas productivas tradicionales, preservando su raíz histórica  cultural y la sustentabilidad de sus procesos socioproductivos. Sobre la  Agroecología, (Altieri, 2001:03), considera lo siguiente: “Es definida como la  aplicación de los conceptos y principios ecológicos para diseñar agroecosistemas  sustentables”.  
El conjunto de relaciones que se generan a partir de la práctica agroecológica, tiene un enfoque pluridisciplinar, caracterizado por un manejo participativo de los actores sociales, en el desarrollo de los sistemas agroalimentarios, promoviendo una praxis de técnicas socioproductivas que responde a una visión de alto contenido sociopolítico, para la administración de recursos naturales. La Agroecología, plantea un desarrollo productivo pluralista, asumiendo el conocimiento científico desde una perspectiva que reconoce las particularidades subjetivas, donde son considerados los fundamentos sociohistóricos de los territorios, así como los valores, la diversidad ecológica y las formas de relación cultural de los individuos.
Desde la perspectiva de la Agroecología, el cambio y las  transformaciones se visualizan    como un  proceso de valoración colectiva, producto de la integración de la sociedad y  los sistemas ambientales. Estas valoraciones,   se conciben desde el  reconocimiento  de las prácticas productivas,  realizadas por los campesinos e indígenas en  el contexto de su realidad social. Estas relaciones se  vinculan   con el uso de valores que emergen entre los productores agrícolas y los  sistemas ambientales, dando a éstas,  un  carácter esencialmente armónico. Se propone entonces, la recuperación de las  prácticas productivas tradicionales, en un proceso de integración,   con  el conocimiento científico  transdisciplinario, como mecanismo alternativo  para el desarrollo rural desde una perspectiva de sustentabilidad.
           Para (Sevilla  y Soler, 2012: 12) “La agroecología propone un enfoque pluriepistemológico, un  diálogo de saberes, que combina el conocimiento empírico del campesinado sobre  el manejo de los agroecosistemas y el conocimiento científico teórico,  experimental y aplicado”.
           El enfoque agroecológico, es  una  respuesta social, que reconoce la naturaleza de la vivencialidad  de las prácticas sociales en los procesos  productivos, vinculándolas con la ciencia, dándole forma a la  integración de conocimientos, para el  desarrollo de propuestas basadas en un manejo racional de los recursos  naturales.
           Por otro lado, la Agroecología, se basa en formas de desarrollo rural  sostenible, que tienen como base fundamental, el conocimiento e intercambio de  saberes ancestrales, donde se ponen en práctica, técnicas para el manejo y  recuperación de la fertilidad de los suelos, combinando técnicas productivas  como el policultivo, el control biológico de plagas y enfermedades,  como formas alternativas de producción que no  causan daños al ambiente.
           En el caso de las comunidades campesinas e indígenas, sus prácticas  productivas,   están basadas en la  armonía con  la naturaleza. Este modelo  productivo en estos momentos se encuentra amenazado, ha venido  desapareciendo paulatinamente, debido a la  influencia del pensamiento hegemónico occidental, cuya lógica está  centrada  en la acumulación de riquezas  de tipo material, dejando a un lado el componente subjetivo, esencial para una  relación armónica entre hombre y naturaleza.  La Agroecología valora de manera fundamental  el conocimiento del campesino e indígena, pues la gestión agrícola ancestral  reconoce la relación existente entre los animales, plantas, suelo, aire y agua,  respetando sus ciclos naturales, desarrollando estos sistemas agrícolas en concordancia  con los elementos que componen  la  naturaleza. 
           Los retos y desafíos surgidos en el contexto del modelo de desarrollo  actual, presentan la necesidad de analizar y reflexionar sobre la base que  sustenta el conocimiento de los campesinos e indígenas en el desarrollo de la  complejidad de sus sistemas agroalimentarios, experiencia que se fundamenta en  la  preservación  de las cualidades de la biodiversidad  presente y en el uso de técnicas ancestrales que se han mantenido por  generaciones. Es necesario entender,  que  no es posible separar el estudio de los agroecosistemas de las culturas de los  individuos que los desarrollan,  las  cuales se han venido  adaptando a los  diferentes periodos históricos de la sociedad y a los cambios que va  presentando la naturaleza.   
           En este  orden de ideas, (Altieri y Nichols, 2000: 190)  expresa:
           Los agroecosistemas  tradicionales y las formas en las cuales los campesinos aplican el conocimiento  local al manejo de la biodiversidad para satisfacer los requerimientos de  susbsistencia y a la vez obtener servicios ecológicos. Se aboga por la  preservación de estos agroecosistemas tradicionales en conjunto con el  mantenimiento de la cultura de la población local. No es posible la  conservación y manejo de la biodiversidad sin la preservación de la diversidad  cultural.
La práctica productiva realizada por los campesinos e indígenas,  se reconoce como un proceso de orden  sistémico, que responde  a una  racionalidad ecológica,  demostrándolo en  su manera de hacer uso de los recursos presentes en la naturaleza. La  descripción que hace  (Altieri y Nichols,  2000: 194) de este proceso,  es el  siguiente:
           El conocimiento  indígena acerca del entorno físico es frecuentemente muy detallado. Muchas  culturas campesinas han desarrollado calendarios tradicionales para controlar  el cronograma de las actividades agrícolas. Muchos siembran según las fases de  la luna, en la creencia de que hay fases lunares lluviosas. Muchos manejan la  estacionalidad climática, utilizando indicadores basados en la fenología de la  vegetación local.
El binomio integrado por  el  hombre -naturaleza, valida una práctica  productiva que tradicionalmente ha sido sustentable, reafirma que en la  actualidad,   se deben tomar en consideración los principios  de la agricultura campesina e indígena para el desarrollo de procesos  productivos exitosos.  
           2.- LAS PRÁCTICAS  PRODUCTIVAS TRADICIONALES: UNA PERSPECTIVA DE    INTEGRACIÓN SOCIONATURAL.
           Las relaciones establecidas entre el hombre y naturaleza responden a una  concepción de integración sistémica, donde se valora a profundidad cada uno de  los procesos naturales y el desarrollo de la actividad humana para la  producción agrícola. A través de ello, se puede   evidenciar la riqueza de la diversidad biológica  y el potencial sociocultural que forma parte  de la realidad presente en los sistemas agroalimentarios campesinos e  indígenas. 
           Desde la experiencia estudiada, correspondiente a los procesos  productivos de los pueblos indígenas,  su  patrón cultural  de producción agrícola,  responde a una práctica realizada a través de un conjunto de conocimientos  empíricos, los cuales son  transmitidos, de generación en generación, a  través de la oralidad. (Toledo y Barrera- Bassols, 2009:05)  “El saber tradicional es compartido y  reproducido mediante el diálogo directo entre el individuo, sus padres y  abuelos (hacia el pasado) y / o entre el individuo, sus hijos y nietos (hacia  el  futuro) con la naturaleza”.   Los conocimientos tradicionales son  preservados a través del uso del lenguaje, en una continuidad  generacional,   los cuales  se van haciendo cada vez más pertinentes,  dando respuestas  a su realidad espacial  y a la temporalidad, con una clara  concepción biológica y social.
           Los sistemas agroalimentarios indígenas, mantuvieron desde tiempos  remotos una valoración de lo intangible, respondiendo a una filosofía  espiritual de comunicación y relación,   donde se valora a cada uno de los elementos que componen los sistemas  naturales, considerándolos recursos sagrados.   (Toledo, 2008: 54), “La naturaleza es, por lo tanto, no solo una  fuente productiva sino el centro del universo, el núcleo de la cultura y el  origen de la identidad étnica”. 
           Los pueblos  indígenas reconocen su  entorno natural,  como parte del proceso productivo,   donde su práctica ancestral contribuye a la  preservación de la diversidad biológica, la cual se expresa en la existencia de  las múltiples variedades  de  especies vegetales y animales  que habitan en su territorio de acción.  Las   interacciones que se manifiestan en este espacio de vida, tienen   como  resultado   la renovación de los ciclos naturales,   además de ser parte de la  preservación de su  memoria histórica cultural, repetición  y continuidad de su ciclo vital en un proceso  de reafirmación de sus identidades. 
Los grupos sociales campesinos e indígenas, han establecido una trayectoria histórica de compleja interrelación, donde han venido transformando el territorio, haciendo uso de las potencialidades presentes, adaptándolas a sus requerimientos y necesidades. Este proceso responde de manera fundamental a las aspiraciones del buen vivir, esencia de estas sociedades tradicionales, que han ocupado estos espacios desde tiempos remotos, donde sus actividades socioeconómicas giran en torno a los recursos naturales presentes en su contexto social, dándole una caracterización espacial que responde a sus particularidades.
Como  elemento ilustrativo de esta complejidad socionatural, (Toledo, 2013: 02) establece lo siguiente: 
           La ciencia en su  conjunto está obligada a conocer el pasado para aprender de él (obtener  lecciones); a adoptar una rigurosa perspectiva histórica que permita la cabal  comprensión de las situaciones del presente, lo cual implica: a) El desarrollo  de un marco conceptual integrador (interdisciplinario) de carácter  socioecológico, capaz de orquestar la investigación sobre las relaciones entre  la sociedad y la naturaleza; y b) que sea funcional (útil) para el análisis de  esas relaciones, es decir, a través de la historia (tiempo) y a diferentes  escalas (espacio).
La recuperación de la memoria histórica de las prácticas productivas tradicionales, en el contexto de la realidad actual, se basan en el conjunto de interrelaciones que caracterizan estas actividades de producción, y que generan conocimiento que sirven para la interpretación de los cambios sociales y ambientales, que se han efectuado a partir del desarrollo de la agricultura convencional. La construcción de una nueva epistemología, basada en una concepción de integración socionatural, debe contribuir a la recuperación de las prácticas productivas ancestrales en una fusión con tecnologías agroecológicas, basadas en un modelo sustentable y sostenible.
Las prácticas productivas tradicionales realizadas por los pueblos indígenas y campesinos, tienen en su esencia un conjunto de conocimientos, que se manifiesta a través de un proceso de intercambio, donde las simbologías propias de estos grupos sociales, juegan un papel fundamental en sus formas de producción agrícola. Las formas productivas de estas sociedades originarias, establecen en sus sistemas de producción, manifestaciones de carácter espiritual, que se materializan a través de ritos, los cuales sirven de canal comunicativo con sus Dioses, donde se realiza la solicitud de permiso para la siembra, protección de las cosechas y abundancia en la producción. La naturaleza representa para los pueblos indígenas, el origen de la vida, razón básica de la existencia del hombre en el planeta. Su componente espiritual, están representados como parte de su simbología, se manifiestan como elementos intangibles, pero se materializan a través de los ritos, forma de conciliación del hombre con la madre tierra.
Las culturas indígenas y campesinas, manifiestan un marcado respeto por la naturaleza, la consideran como fuente de vida, donde se generan aprendizajes que surgen de la práctica empírica, obtenida a partir de procesos productivos que materializan recursos alimentarios y también para cubrir otras necesidades. Los niveles de comunicación establecidos entre las culturas indígenas y campesinas con la naturaleza, le conceden propiedades y manejo de conocimientos sobre la ecología de sus territorios, situación que favorece un modelo que ha sido sustentable en estas economías ancestrales. La visión de interrelación se realiza desde una perspectiva holística, donde se cubren las necesidades, haciendo uso racional de los recursos naturales, mientras se va fortaleciendo la identidad cultural. (Gliessman, 2007: 07) “Los agroecosistemas tradicionales nos dan muchos ejemplos de cómo una cultura y su ambiente local han co-evolucionado en el tiempo mediante procesos que establecen un balance de las necesidades de la gente, expresadas como factores ecológicos, tecnológico y socioeconómicos”.
Las características que identifica a los sistemas agroalimentarios de las culturas tradicionales, tienen por excelencia dos componentes, uno ecológico y otro social. Estos componentes se encuentran vinculados a las interacciones que se generan a partir del desarrollo de los procesos productivos de las sociedades indígenas y campesinas. Se conjugan en acciones basadas en la reciprocidad, las cuales se materializan en la capacidad y diversidad productiva y la regeneración de la biodiversidad de la naturaleza.
(Toledo y González, 2014:13)
La historia no es sino  aquella parte del conocimiento que hace hincapié en la dimensión temporal de la  existencia humana. Es, como todo conocimiento, un discurso socialmente construido  que como tal forma parte del “software” con que funciona el metabolismo entre la  sociedad y la naturaleza. En ese sentido, el discurso histórico se asemeja a la  memoria de un colectivo social y  funciona de modo análogo a la memoria del individuo.
           .
           A lo largo  de los años, de manera cíclica, se llevan a cabo   los  procesos que caracterizan las prácticas productivas de estas sociedades  tradicionales, en el seno de estas comunidades, se  realiza una planificación, donde se  toma en consideración la disponibilidad de  recursos del territorio, las técnicas  de  trabajo, las cuales  responderán a las  condiciones estacionales y ambientales   de la temporada, garantizando la sostenibilidad y la cultura productiva  que ha sido un legado de sus antepasados, es sin duda un proceso que reafirma  el recorrido histórico de una cultura que responde a una integración  socionatural. 
Las culturas tradicionales, tienen dentro de sus características, tomar de la naturaleza solo, lo que es necesario para su subsistencia, en un pacto consensuado que favorece intercambios socioecologicos. Esta lógica productiva, es contraria a los principios que rigen el desarrollo agrícola convencional, que a través de sus prácticas, producen graves afectaciones ambientales, debido al uso de tecnologías basadas en la siembra de grandes extensiones de monocultivos, los cuales son el resultado del uso de semillas hibridas o transgénicas, que ponen en riesgo la supervivencia de la semilla autóctona, muestra de soberanía y componente esencial de la cultura de nuestros pueblos.
Por otra parte, las consideraciones anteriores, abren el canal para el análisis y reflexión sobre la importancia de las experiencias productivas de estas pequeñas economías, las cuales son capaces de producir bajo una modalidad de uso y conservación de los recursos naturales, en medio de una dinámica compleja, que estimula la competencia y las ganancias monetarias. Los sistemas agroalimentarios campesinos e indígenas, son un buen ejemplo de producción sustentable a escala local, en un momento en el cual se presenta una profunda crisis alimentaria, en el contexto de un cambio climático, que es el resultado del actual modelo de desarrollo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
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