EL POTENCIAL DE DESARROLLO LOCAL Y LAS VENTAJAS DE SU VISIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA DE REDES
Por David Almaguer La Rosa (CV), Adaris Avila Albear (CV) y Mercedes Pérez Rangel (CV)
INTRODUCCIÓN
En la literatura especializada sobre economía regional se aborda de manera exhaustiva el vínculo existente entre las formas de organización de las empresas a nivel territorial y las concepciones sobre redes, lo cual determina en un territorio relaciones internas no solo como consecuencia de la aglomeración sino también como resultado de las interacciones que se producen a partir de este tipo de estructura. Sin embargo, las articulaciones en forma de red que se producen dentro de un territorio tienen diverso carácter y no solo hacen referencia a la organización empresarial. En las interacciones existentes entre los elementos que conforman el potencial de desarrollo local se pueden establecer vínculos que se corresponden de igual forma con la lógica sistémica de las redes, por lo cual resulta pertinente su estudio y sus derivaciones hacia las políticas de desarrollo a nivel local. El sustento teórico de dicho estudio será abordado en este artículo a partir de la idea que expresa que el desarrollo local es un proceso esencialmente endógeno, basado principalmente en el potencial de desarrollo local, el cual está determinado por un entramado de relaciones que pueden estructurarse en forma de red.
LA ENDOGENEIDAD COMO ELEMENTO ARTICULADOR DEL DESARROLLO LOCAL Y SU POTENCIAL.
El argumento principal que sostiene la idea de analizar el carácter esencialmente endógeno de los procesos de desarrollo local en un primer paso de este trabajo se origina a partir de la necesidad de resaltar el papel del potencial de desarrollo como su fuente principal.
En la literatura consultada no existe una única definición acerca del desarrollo local, pero casi todas hacen referencia a este potencial de desarrollo como elemento de suma importancia. Por tal motivo resulta necesario analizar algunas concepciones sobre el desarrollo a escala local que, aunque aportadas desde la perspectiva de cada autor, se complementan entre sí y no pueden interpretarse de manera aislada. La presencia del potencial de desarrollo dentro de estas concepciones constituye un axioma en la mayoría de las investigaciones relevantes sobre el tema en cuestión, lo que permite definir la vinculación entre las dos concepciones: desarrollo local y potencial de desarrollo, y justificar la relevancia de este último para su estudio.
Este análisis se llevará a cabo mediante el análisis de varios fundamentos que dan cuerpo a la teoría existente sobre el tema tratado. Para ello serán expuestas las visiones más relevantes sobre el desarrollo económico local y el papel del potencial de desarrollo dentro de cada una ellas, se hará referencia a como este potencial se encuentra formando la base de cada una de las dimensiones identificadas dentro de de este proceso, se analizarán algunos conceptos que ubican al potencial como elemento esencial del desarrollo local y por último se expondrán las bases y los planos que justifican el carácter esencialmente endógeno del desarrollo local.
Un planteamiento recurrente en los estudios sobre el desarrollo económico de las localidades lo constituye la existencia de diversos escenarios o visiones a través de los cuales puede establecerse de forma general la orientación del desarrollo a escala local. Una síntesis de estas visiones abordada a partir de Birkholzer (2005) puede ayudar a comprender que el proceso de desarrollo es local cuando se genera dentro de los límites de una localidad, a partir de su potencial de desarrollo, y que por tanto este proceso es en esencia endógeno.
Una primera visión es la llamada “desarrollo desde arriba” según la cual el principal actor del proceso de desarrollo es el estado, que de manera vertical orienta el proceso en el sentido país-localidad. Está visión tiene como característica que los actores locales tengan un elevado grado de dependencia y que el uso de los recursos de la localidad no se encuentre siempre ajustado a sus capacidades y posibilidades. Como consecuencia, sin negar los vínculos y las necesarias relaciones que deben mantenerse entre el estado y espacios territoriales de nivel inferior al país, esta visión constituye normalmente un obstáculo para el aprovechamiento óptimo del potencial de desarrollo local, debido a que las decisiones para su utilización no se encuentran en manos de los actores locales sino de un agente externo.
Otra visión es conocida como “desarrollo desde afuera” la cual como su propio nombre lo indica tiene semejanzas con la primera. Sin embargo, esta visión no se caracteriza por orientar el proceso de desarrollo dependiendo de espacios geográficos de orden superior, sino de cualquier actor externo del cual se puedan obtener recursos para potenciarlo. Normalmente esta visión es asociada al crecimiento económico y es la que caracteriza en la actualidad el proceso de desarrollo de muchas localidades como consecuencia de un sistema económico mundial globalizado que hace que el crecimiento se encuentre determinado esencialmente por la búsqueda de recursos exógenos, como consecuencia de la creciente movilidad espacial del capital.
Reconocer solamente los flujos exógenos de recursos conllevaría a reconocer la cualidad local del proceso de desarrollo solamente desde una perspectiva geográfica, cometiendo un considerable error al no vincular el término local a las nuevas concepciones del espacio, el cual según Mella Márquez (1999) es reconocido como un entramado de agentes y elementos económicos, históricos, sociales, culturales, políticos e institucionales que poseen modos de organización y de regulación específicos.
Por tal razón esta visión resulta incompleta para caracterizar un proceso de desarrollo local en tanto en ella este proceso no es determinado por agentes y elementos locales, como resultado de impulsos endógenos vinculados a los recursos originados dentro de los límites locales.
La capacidad para poner en función del desarrollo de la localidad los flujos exógenos en estrecha armonía con sus recursos endógenos que la localidad es capaz de generar, es el eslabón esencial que fundamenta la última y más convincente visión del desarrollo local, llamada “desarrollo desde dentro”. Desde esta visión los actores locales juegan el rol fundamental en el proceso de desarrollo, que empieza cuando los mismos son capaces de emprender las acciones necesarias para resolver las necesidades y los problemas que los afectan localmente sin depender totalmente de ningún otro agente económico, sino activando los propios recursos locales. Esta última visión ayuda a comprender cómo el desarrollo local es en esencia endógeno, incluso cuando su base material puede ser considerablemente exógena.
Una forma de profundizar en esta visión radica en abordar la correspondencia de las dimensiones asociadas al proceso desarrollo local con su fuente principal, los recursos locales manejados por actores que se encuentran dentro de estos límites espaciales.
Vázquez Barquero (1988) utiliza el término desarrollo local para referirse a un proceso de crecimiento económico y de cambio estructural que conduce a una mejora en el nivel de vida de la población local, en el que se pueden identificar tres dimensiones: una económica, en la que los empresarios locales usan su capacidad para organizar los recursos productivos locales con niveles de productividad suficientes para ser competitivos en los mercados; otra, sociocultural en que los valores y las instituciones sirven de base al proceso de desarrollo; y, finalmente, una dimensión político-administrativa en que las políticas territoriales permiten crear un entorno económico local favorable, protegerlo de interferencias externas e impulsar el desarrollo local.
En su concepto Vázquez Barquero hace referencia a las dimensiones que en sentido general son atribuidas al desarrollo local, a través de las cuales emergen las principales características asociadas a este proceso.
La primera dimensión, la económica, describe esencialmente la organización de la producción local a través de sistemas productivos locales. De esta forma la dinámica de la economía local se basa en la organización del entorno dentro del cual se establecen interrelaciones entre el conjunto de empresas y los diferentes agentes económicos de la localidad. Este escenario a su vez se encuentra vinculado directamente al cambio tecnológico y la introducción y difusión de las innovaciones y el conocimiento, lo que en palabras de Maillat (1995), es otro de los mecanismos que estimulan el aumento de la productividad y el progreso económico, ya que impulsa la transformación y renovación del sistema productivo. La localidad, desde esta perspectiva, debe convertirse en un “medio innovador” de manera que la dinámica del sistema productivo local alcance un elevado grado de autonomía a partir de un proceso colectivo de aprendizaje, investigación, transformación y transmisión de la información que contribuya a elevar el grado de introducción y difusión de las innovaciones a nivel local.
La dimensión sociocultural del desarrollo local evidencia la formación histórica de la cultura y la organización social de un territorio. Ambos elementos juegan un papel de suma importancia en el plano local, ya que contribuyen a generar una identidad diferente para cada espacio, que indica la existencia de códigos específicos que regulan las relaciones entre las personas, las organizaciones, las actividades productivas y la utilización de los recursos locales.
En la dimensión político-administrativa se pone de manifiesto el papel de los gobiernos locales en la organización y la gestión del desarrollo. El elemento fundamental que determina este papel es el grado de capacidad de los actores territoriales para utilizar, proteger e incluso incrementar los recursos que constituyen potencialidades locales.
Las propias dimensiones del desarrollo local ubican al potencial de desarrollo como eje central del proceso cuando este se enmarca en los límites de una localidad. De igual manera otros conceptos ubican a los recursos potenciales como elemento central del desarrollo. Un ejemplo de ello son las investigaciones realizadas por el Centro de Estudios de Dirección Empresarial y Territorial de la Universidad de Camagüey (CEDET) en Cuba, según las cuales el desarrollo local es un proceso localizado de cambio socio-económico continuado, que liderado por los gobiernos locales integra y coordina la utilización de la riqueza de su potencial de desarrollo con las diferentes corrientes de recursos, para lograr el progreso de la localidad y posibilitar el bienestar del ser humano, en equilibrio con el entorno natural. Así, la primera fuente del desarrollo es el potencial que posee el sistema territorial.
Esta fuente originaria puede ser alimentada por otras, desde dos direcciones diferentes, pero que se complementan. Una tiene un carácter exógeno y viene dada por la corriente de riqueza (histórica, cultural, humana, tecnológica, económica, institucional y material), que viniendo desde fuera del sistema nacional o territorial, se integra a este y es utilizado para ampliar en el territorio el bienestar, el progreso del ser humano, o ambos inclusive, gracias a los mecanismos de redistribución que existan en sistemas de orden superior, o los que se logren por la atractividad del territorio. La otra fuente tiene un carácter endógeno, mediante el cual el propio sistema es capaz de generarlo o incrementarlo desde dentro, gracias a la coherencia de su organización, que le permite aprovechar toda la sinergia que es capaz de desplegar y que se encuentra latente en su capacidad interna (Vázquez Barquero 2000)
Respecto a los calificativos endógeno y exógeno en relación con el desarrollo, puede plantearse que los mismos se encuentran muy vinculados al análisis de este proceso desde un punto de vista geográfico. De esta manera, las concepciones acerca de lo endógeno y lo exógeno en materia de desarrollo, aunque constituyen interpretaciones con características propias, no son portadoras de un concepto aislado; por el contrario, se encuentran asociadas al carácter de este proceso cuando el mismo es analizado a través del espacio.
A partir de este criterio se entiende que, tomando en cuenta los diferentes flujos a través de los cuales el territorio recibe e incrementa sus recursos, su desarrollo puede tener fuentes exógenas y endógenas.
Resulta pertinente destacar de lo expresado anteriormente el hecho que indica que las dos direcciones o flujos (endógenos y exógenos) que constituyen fuentes de desarrollo se complementan pasando a formar parte de la primera, el potencial. De esta manera ambas direcciones tienen como resultado final su incorporación y contribución al crecimiento del potencial de desarrollo local, lo cual le brinda al proceso de desarrollo a este nivel espacial un carácter esencialmente endógeno. Sin embargo para completar la ecuación de la endogeneidad es necesario que dicho potencial se encuentre en manos de los actores locales y que los mismos sean capaces de ponerlo en función del desarrollo.
Desde esta perspectiva Buarque (1999) propone una definición vinculada con la capacidad de la sociedad local para conocer sus particularidades y definir sus prioridades, según la cual el desarrollo local es: un proceso endógeno registrado en pequeñas unidades territoriales y asentamientos humanos capaz de promover el dinamismo económico y la mejoría en la calidad de vida de la población. Este mismo autor agrega además que el desarrollo local es una resultante directa de la capacidad de los actores y de la sociedad local para estructurarse y movilizarse con base en sus potencialidades.
Desde esta perspectiva, cuando se utiliza el concepto desarrollo local se hace referencia a un proceso esencialmente endógeno, sustentado en la correcta utilización por parte de los actores locales de los recursos de diverso tipo que se encuentran insertados dentro de los límites de un determinado territorio. Esta endogeneidad que caracteriza a un verdadero proceso de desarrollo local debe buscarse a partir de la orientación del mismo.
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…hacia la localidad |
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La localidad puede desarrollarse pero el desarrollo pierde el carácter de proceso endógeno. |
desde la localidad… |
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Se genera un proceso de desarrollo local con carácter endógeno. |
Fuente: Elaboración propia.
Boisier (2003) manifiesta que todo proceso de desarrollo ha comenzado históricamente en un lugar, normalmente de pequeña escala, o sea comienza como desarrollo local, siempre desatado por fuerzas internas o sea siempre como endógeno. Desde esta perspectiva la concepción del desarrollo local sugiere la búsqueda de los elementos de endogeneidad asociados a la localidad.
Desde este punto de vista y de manera general la endogeneidad del desarrollo local estaría basada en que:
Los planos en que se manifiesta la endogeneidad del desarrollo local los describe Boisier (2005) de la siguiente manera:
EL POTENCIAL DE DESARROLLO: RECURSOS QUE LO CONFORMAN.
Las continuas modificaciones en cuanto a los recursos que conforman el potencial de desarrollo han estado siempre en estrecha relación con las limitaciones derivadas del agotamiento de modelos de desarrollo y el surgimiento de nuevas ideas, que han permitido plantear modificaciones pertinentes para conferirle a estos recursos validez desde el punto de vista de la evolución de la sociedad. Así, cuando los recursos sobre los que se centra el desarrollo no han respondido a las necesidades o avances de este proceso, se han incorporado desde la teoría nuevos recursos que complementan el potencial.
La distinción entre los recursos asociados al origen del enfoque potencial de desarrollo y su visión actual permite comprobar esta transformación en sus concepciones. Se puede encontrar el surgimiento de este enfoque en 1975 y reconocer a Dieter Biehl como su más destacado exponente. La proposición básica de Biehl es la existencia de un grupo especial de recursos que determinan la renta, la productividad y el empleo potenciales. En él se incluyen no solo la infraestructura, sino también la situación geográfica, las ventajas de aglomeración y la estructura sectorial (Biehl, 1988). Este enfoque adquirió importancia en la misma medida en que identificaba recursos referentes al crecimiento económico y ubicaba al proceso productivo como el eje fundamental del potencial de desarrollo, pero resultó incompleto en tanto el cambio producido en las nociones más avanzadas del desarrollo que ya no ven el proceso como un fenómeno simplemente económico sino como un proceso multidimensional dentro del cual las capacidades humanas para generarlo tienen un papel fundamental.
Esta visión multidimensional del desarrollo ha llevado al reconocimiento dentro de su potencial de la existencia de forma integrada de recursos tangibles e intangibles dentro de un territorio, asociados generalmente los primeros a elementos naturales o de infraestructura y derivados los últimos de las capacidades humanas para impulsarlo. Sergio Boisier (1998) plantea una visión del potencial de desarrollo donde la determinación de recursos potenciales está determinada por la idea que plantea que al ser el desarrollo un fenómeno cuyos resultados se constituyen en la fusión de elementos de orden tangibles e intangibles el mismo debe buscarse a través de la combinación de estos dos tipos de recursos.
Una clara presentación de este conjunto de recursos es realizada por Francisco Alburquerque (2002) en una visión actualizada sobre el tema donde plantea los recursos potenciales que es posible encontrar en una localidad y los clasifica en varios dimensiones de recursos como: recursos físicos,recursos humanos, recursos económicos y financieros, recursos tecnológicosy recursos sociales y culturales.
El análisis realizado sobre el enfoque potencial de desarrollo pone de manifiesto que han sido los cambios en la conceptualización del desarrollo los que han determinado el conjunto de recursos que conforman este potencial. La lógica ha sido que los recursos identificados se correspondan con las exigencias teóricas en términos de desarrollo, siempre en la misma medida en que la sociedad se transforma y las localidades tienen que enfrentar nuevos retos.
Todas las localidades, aunque en distinta medida, cuentan con este grupo de recursos que constituyen su potencial de desarrollo. En este sentido Vázquez Barquero (1999) señala que el punto de partida de un proceso de desarrollo para un espacio determinado, lo constituye un conjunto diverso de recursos (naturales, históricos, culturales, humanos, tecnológicos, económicos, institucionales y materiales) que forman su potencial de desarrollo.
En este sentido los recursos que de manera general se pueden identificar dentro del potencial de desarrollo de una localidad son los siguientes:
El conjunto de recursos naturales que está constituido por todos los elementos de la naturaleza que se encuentran a disposición de los hombres y de las sociedades. Se destacan dentro de este grupo de recursos un conjunto de recursos como las tierras, las aguas, los bosques, los animales, las plantas, los minerales; así como también la situación geográfica, el clima y las características ambientales.
Este grupo de recursos tiene un elevado nivel de importancia pues constituyen una parte esencial de la endogeneidad local y determinan en gran medida la capacidad de acción de los demás tipos de recursos.
Es importante resaltar que este tipo de recursos se convierten en potencial de desarrollo sólo cuando el hombre los utiliza en el proceso de producción en función del desarrollo, o sea, los recursos natrales se convierten en potencial natural, como consecuencia de la interacción del hombre con ellos.
En segunda instancia se encuentran los recursos físicos, los cuales se conforman de todos aquellos elementos creados por el hombre a partir de la transformación de los recursos naturales.
Entre estos elementos es importante resaltar recursos de carácter fijo, o construidos, junto al volumen y calidad de los mismos. Este tipo de recursos está constituido principalmente por las infraestructuras básicas de la localidad las cuales pueden tener a su vez un carácter material, económico, social y ambiental. Este tipo de recursos influyen en gran medida en el ordenamiento de una localidad mediante las características de su infraestructura.
La dotación de infraestructuras es sólo una condición necesaria, pero nunca suficiente para asegurar el desarrollo local, ya que las infraestructuras estimulan el proceso, pero no lo crean; para que los recursos de carácter físico generen desarrollo, requieren de la intervención otros de recursos complementarios del potencial.
No obstante, una localidad “organizada” con infraestructuras básicas adecuadas mejorará la capacidad de aprovechamiento de otros recursos endógenos haciéndola más atractiva para el emplazamiento de actividades que de forma general beneficien el proceso de desarrollo local.
Los recursos humanos del potencial de desarrollo constituyen en sentido general el conjunto de habilidades, capacidades, talentos, experiencias y destrezas que poseen las personas y que son puestos a disposición del desarrollo de una localidad.
El eje central de este tipo de recursos son en esencia las personas, las cuales pueden ser portadoras o no del anterior conjunto de cualidades. Siendo así, es importante destacar dentro de este grupo de recursos varios recursos relacionados con la base demográfica como: disponibilidad de recursos humanos, edad, género y pirámide de población local, composición de la fuerza de trabajo, cualificaciones y experiencia profesional, empleo por actividades productivas, etc.
El proceso de desarrollo local lleva en su génesis la necesidad de reconocer y utilizar eficientemente los recursos humanos, quedando de esta forma condicionado directamente a las capacidades humanas. Por ello se requiere de una concepción abarcadora de este tipo de recursos, de forma que no sean solamente examinados como un factor de producción, sino como un actor elemental dentro del proceso de desarrollo.
Los recursos humanos son los únicos capaces de reorientar en cualquier momento el proceso de desarrollo, por eso recursos como: la capacitación y preparación de las personas, en el proceso de desarrollo de su localidad emergen de manera importante como parte de los recursos humanos. Estos recursos constituyen las “fuerzas vivas” de las cuales depende en gran medida el progreso de un territorio.
Otro tipo de recursos son los recursos económicos – financieros, principalmente determinados por el funcionamiento del tejido empresarial del territorio. Las empresas independientemente de su categoría o especialidad juegan un papel fundamental dentro del potencial de desarrollo y representan el elemento esencial dentro de este grupo de recursos como unidades encargadas de organizar los recursos productivos en función del crecimiento económico y la generación de empleo en una localidad.
El conjunto de empresas (públicas o privadas), su capacidad de financiamiento, sus relaciones o eslabonamientos productivos y el conocimiento detallado de este tejido local de empresas constituyen uno los determinantes más importantes de los recursos de desarrollo local.
De esta forma las unidades empresariales son las responsables de la aglutinación coherente de los agentes productivos para la estimulación de decisiones productivas novedosas que favorezcan el surgimiento y fortalecimiento de un entorno innovador necesario para el fomento productivo local.
La categoría recursos sociales y culturales reúne intrínsecamente las cualidades institucionales para el desarrollo, es decir, las reglas de juego que determinan el proceso a partir de las relaciones sociales de producción, los valores locales, las tradiciones, las normas, las organizaciones, los mecanismos de asociación, que facilitan las interrelaciones dentro de los límites de la localidad.
Las instituciones locales definidas como las reglas de la interacción humana tienen una importancia sustancial dentro de este grupo de recursos, ya que es a través de ellas que se manifiestan aspectos sociales como la inclusión, la movilización y la participación ciudadanas, los cuales constituyen recursos que contribuyen a movilizar dentro del proceso de desarrollo las capacidades creativas y emprendedoras de la población local en términos de confianza en sí misma, potenciándolas hacia ideas y propuestas innovadoras.
La cultura y la identidad local también forman parte importante del proceso de desarrollo local y de su comprensión y conocimiento se desprende el uso eficiente de recursos como: conjunto de tradiciones, costumbres y rasgos locales, nivel, formas y características de articulación y organización social y otras que cita Alburquerque (2002) como la actitud hacia las innovaciones, la valoración del entorno natural y el medio ambiente, la existencia de líderes y elites culturales, económicas y política, la valoración moral y ética ante el trabajo, el pago de impuestos y la solidaridad y asunción de riesgos y actitudes emprendedoras.
Los recursos técnicos o tecnológicos se identifican con el conocimiento tecnológico y científico y la investigación institucionalizada existente en una localidad; no de personas en particular, sino dentro del territorio en sentido general; lo cual permite que estén a disposición de quien lo pueda o quiera utilizar.
De forma general los aspectos técnicos o tecnológicos están sujetos a la identificación y utilización de un grupo de recursos principalmente representados por el conocimiento utilización y propagación de tecnologías novedosas que sirvan de estímulo a las actividades encaminadas al desarrollo.
En la actualidad recursos como la existencia de un entorno innovador del tejido socioeconómico y el grado de introducción y difusión de las innovaciones juegan un papel fundamental como creadores de los canales o vías para la asimilación de nuevas ideas, equipos y modos de organización que llevan constantemente a perfeccionar los mecanismos de producción y gestión empresarial y territorial.
EL POTENCIAL DE DESARROLLO LOCAL DESDE UNA PERSPECTIVA DE REDES.
Al constituir el desarrollo local un proceso esencialmente endógeno todos los recursos con cualidades potenciales para impulsarlo, conforman un sistema con características particulares para cada localidad. Ello se debe a que los recursos del potencial de desarrollo no constituyen elementos aislados, sino por el contrario, partes de un sistema basado en las interrelaciones que se producen entre los mismos dentro del entorno territorial, lo cual conlleva a la necesidad de estudiar este tipo de relaciones desde una visión de red.
La aplicación de la teoría de redes a la definición del sistema de relaciones internas existente entre los recursos del potencial de desarrollo de una localidad, se justifica como la búsqueda de la forma lógica según la cual estos recursos se encuentran vinculados directa o indirectamente, cuando dichos recursos son vistos como nodos de la red y la influencia o dependencia entre ellos como los vínculos que unen la red.
De manera general, la Teoría General de los Sistemas define una red como un conjunto de objetos sumados a un conjunto de conexiones, formando a su vez un sistema. Como se ha expuesto anteriormente el potencial de desarrollo de un territorio está formado por un conjunto de recursos de diverso tipo; sin embargo, los mismos presentan la capacidad de interactuar entre ellos formando un sistema de relaciones de tipo causa – efecto, por lo cual el establecimiento de las relaciones entre estos recursos significará la influencia o la dependencia que manifiestan los mismos entre sí.
Westlund (1999), a partir de las concepciones de la Teoría General de Sistemas, define una red, en su forma más simple como: un número de nodos con la misma función, conectados por vínculos con la misma función. Una implicación importante que se deriva de los conceptos sistémicos manejados por Westlund es que una red existe en el mismo momento que se establece conectividad entre dos nodos, y para que un tercer nodo se añada a la red solo es necesario que esté conectado con uno de los dos anteriores.
Desde esta perspectiva la idea de construir una red formada por los recursos del potencial de desarrollo local está basada en que todos estos recursos se encuentran en función del proceso de desarrollo y sus interrelaciones son las que determinan la objetividad del mencionado proceso.
Si bien es cierto que todos los recursos analizados con anterioridad tienen por su propia naturaleza la capacidad de potenciar el desarrollo, ello no significa que todos se relacionen directamente entre sí, sino que los mismos se van incorporando a la red en la medida que pueden influir o resultan dependientes con respecto a otro recurso con cualidades potenciales.
Asumiendo como premisa la existencia de este tipo de relaciones entre los recursos del potencial de desarrollo, existirá influencia de un nodo – recurso sobre otro nodo – recurso, siempre que una variación en el estado del primero suponga una variación en el estado del segundo.
El establecimiento de este tipo de relaciones sin embargo, no puede determinarse de forma arbitraria, debido a que las mismas se originan en correspondencia con una determinada visión del desarrollo, como parte de la evolución de las relaciones de producción y de las instituciones territoriales. Como consecuencia de ello es imprescindible la definición de un modelo que manifieste estas relaciones y que sea originado a partir de la experiencia de los actores territoriales vinculados al proceso de desarrollo y de la correspondencia de sus criterios con las teorías de desarrollo regional.
La determinación de este modelo teórico de relaciones constituye un elemento básico para la gestión del desarrollo local, la cual debe realizarse con base en un escenario estructurado, que incida en las relaciones y economías que se presentan entre los recursos que constituyen potencialidades de desarrollo y que pueda derivar en estrategias que aprovechen las sinergias que aparezcan para potenciar este proceso. Así, la necesidad de la identificación de las relaciones entre los recursos del potencial se encuentra en total correspondencia con el pensamiento de Hirschman el cual según Peyrefitte (1996) pone el acento en el papel de la combinación de recursos más que en su existencia.
Con base en los planteamientos anteriores la principal ventaja que brinda la definición de una red a partir de las relaciones que se establecen entre los recursos del potencial de desarrollo local radica en la generación de economías de red.
Este tipo de economías se ha asociado esencialmente a los estudios territoriales desde dos puntos de vista:
Las economías generadas a partir de redes de recursos potenciales corresponden a este último tipo, puesto que se generan por la interacción entre los diferentes recursos entre los que existe un vínculo de red espacialmente localizado.
La economía territorial ha estudiado exhaustivamente tanto la relación entre la concentración de la actividad económica y la generación de economías de aglomeración, así como las economías externas derivadas de la interacción entre varios territorios. Pero, si tomamos en cuenta que el desarrollo es un proceso complejo que transforma el territorio desde diferentes planos (productivo, tecnológico, social, cultural, político) y la concepción actual del espacio que reconoce al territorio como un sistema de intereses y relaciones de todo tipo, dentro del cual se articulan y complementan una serie muy diversa de recursos de carácter tangible e intangible, se hace notar que existen recursos que no se basan ni dependen de la aglomeración de la actividad económica, ni están directamente relacionados con las interacciones de carácter interterritorial, sino que interaccionan dentro del territorio, y cuyas conexiones pueden producir efectos externos de red.
Los planteamientos realizados se corresponden totalmente con la visión de Boisier (1998) cuando propone dar otra mirada a la cuestión del desarrollo local, una mirada enfocada a las diversas formas de potencial que es posible encontrar en una localidad organizada y que adecuadamente articuladas entre sí, deberían casi inexorablemente producir desarrollo. Ello es sin lugar a dudas debido a las posibilidades que genera una concepción del potencial de desarrollo desde una visión de red, como fuente esencial de la sinergia capaz de impulsar el desarrollo en una localidad.
El análisis de este tipo de economías brinda enormes posibilidades para el estudio del potencial de desarrollo ya que cada factor asociado al mismo no puede verse como una entidad aislada, sino por el contrario como un elemento que forma parte de un sistema de recursos enlazados entre sí, los cuales interactúan de manera diferente a través del tiempo y dentro de cada localidad.
De este análisis se origina la importancia de aprovechar las ventajas que puede tener la construcción de una red con los recursos del potencial de desarrollo local, lo cual conllevaría a estructurarlos de forma que cada recurso se convierta en un nodo de la misma, los cuales estarían conectados en correspondencia con sus vínculos internos, a través de los cuales se desplazan flujos de diversos tipos expresados a partir de la formación histórica de este potencial y las acciones de los actores encargados de la toma de decisiones en el territorio.
La aplicación de las concepciones sobre redes al enfoque potencial de desarrollo local expresa un componente para el análisis de gran utilidad para los gobiernos locales, pues el mismo constituye un punto de partida para el diseño de estrategias de desarrollo local basadas en un escenario constituido a partir del análisis estructural originado del sistema de relaciones que se pueden establecer entre los distintos recursos que conforman el potencial de desarrollo de forma que se aproveche, en mayor medida, las fuentes de sinergia existente entre los mismos.
De igual manera este análisis favorece en gran medida la calidad y objetividad de las valoraciones acerca de la utilización del potencial en el proceso de planificación del desarrollo local y condiciona positivamente la calidad en la formulación y seguimiento de las estrategias de desarrollo para favorecer el bienestar de la población y la conservación del medio ambiente.
CONCLUSIONES.
El proceso de desarrollo local, en su visión más acertada, puede definirse como un proceso esencialmente endógeno. Este hecho se encuentra directamente vinculado a la existencia dentro de los límites locales de un determinado conjunto de recursos con cualidades potenciales para impulsarlo y a la capacidad de los actores locales de utilizarlos eficientemente. Por la naturaleza de estos recursos los mismos son diferentes para cada localidad, por lo cual resulta de suma importancia su identificación, debido a que los mimos constituyen la fuente primaria de todo proceso de desarrollo. Los recursos con estas cualidades potenciales no constituyen elementos aislados, por el contrario forman parte de un sistema determinado por las interrelaciones que se producen entre ellos, a partir de las cuales se estructura el escenario local. El reconocimiento de estas relaciones y la utilidad que tiene el trabajo con las mismas desde una visión de red resulta de gran importancia para el desarrollo, pues ello permite construir las bases para la generación de externalidades y sinergias que contribuyan a hacer del desarrollo un proceso creciente.
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