RUMBA, IDENTIDAD Y CULTURA DE RESISTENCIA: UNA INICIATIVA PARA EL DESARROLLO LOCAL COMUNITARIO EN CAIBARIÉN
Por Roberto Garcés González y Eddy Dionisio Pérez Guevara
INTRODUCCIÓN
Los elementos más populares de las identidades nacionales, regionales y locales son el fruto del devenir de los pueblos dentro del propio proceso histórico y generalmente sus manifestaciones fundamentales, las que han atravesado todas las etapas revalorizándose en la praxis cotidiana, han triunfado en el pugilato constante contra diferentes formas externas de enajenación. El tema de la cultura de resistencia tiene hoy un gran alcance sobre el que se ha teorizado mucho; porque en medio de la globalización neoliberal que amenaza con uniformar la cultura mundial eliminando los rasgos nacionales y locales para mundializar la cultura occidental, específicamente la norteamericana, existe el peligro de perder la diversidad y con ello los pueblos perderían su arma fundamental, que es su identidad y su cultura.
Desde los centros del poder nos invitan de múltiples maneras a dejar nuestras identidades locales y nacionales para optar por un tipo de pensamiento único. “Con el debilitamiento de las nacionalidades en lo económico, lógicamente ha sobrevenido la pretensión de aplastar las culturas originarias y la diversidad de sus expresiones, que buscan ser sustituidas por una ‘cultura global’ que suprima las identidades regionales en todos los órdenes, desde lo alimentario hasta lo artístico, con el artero propósito de uniformizar la producción cultural y suprimir el pensamiento crítico en los países pobres.”(Tirado, 2007)
La clara pretensión de los centros del poder ha sido dominar para saquear, siempre el fuerte a tratado de sembrar en el supuestamente débil la idea de la derrota, para hacer más fácil el camino hacia su anulación para apropiarse de sus recursos; pero esas pretensiones casi siempre chocan con la resistencia de los pueblos, que surge desde la espiritualidad colectiva e individual, como un instinto de conservación racional, como una fe. “Muchos relacionan esta fe —porque se trata finalmente de eso, una creencia— con una profunda marca de identidad. Y como una muestra de resistencia de esa identidad frente a quienes la cuestionan, quieren invadirla, colonizarla, transformarla o globalizarla.”(Moreno, 2008)
Es vital para eso “… que cada uno entendamos cual es la fuente de la cual debemos beber, para sentirnos verdaderamente hijos de esta patria…Esta es nuestra verdadera identidad, nuestra verdadera cultura, nuestro verdadero arte, si queremos ser universales y queremos ser parte del cosmos de los rasgos humanos sabemos que debemos marcar nuestra originalidad y luchar por ella…” (Reyes, 2007). Cada tradición que se salve y toda huella del paso de las generaciones precedentes que se haga evidente y aprehensible para hoy y la posteridad es sostenibilidad que se salva y desarrollo propio que se gesta.
En ese sentido la cultura de la resistencia no es un tozudez arcaica, ni folklorismo, ni aferramiento aldeano, sino todo lo contrario, porque según la destacada filósofa cubana Mely González Aróstegui es “…cultura de resistencia en el intento de búsqueda de una alternativa emancipadora” (González.2002). Lo emancipatorio entonces no es un hecho inicial, sino una actitud continuada que expresa una vocación de la condición humana. La resistencia como conducta activa cotidiana, de no admitir el cambio no deseado, de aferrarse a los elementos de identidad es raigal, no surge de la superficie, la resistencia tiene cualidades internas que la tipifican. “Hoy la resistencia es cultural” (Machado.2000) En el caso de Cuba la resistencia siempre tuvo un decisivo componente cultural.
Los pueblos son el resultado de su historia; sus valores se formaron en ese proceso condicionados por las dinámicas de la sucesión de acontecimientos, encuadrados en diferentes contextos y en un zona geográfica común en diálogo diverso con los elementos universales y forjando lazos internos que crean sus rasgos específicos de identidad. (Garcés, 2008) Las condiciones en que cada lugar se desarrolla son únicas e irrepetibles, por lo que cada territorio atesora sus rasgos propios y los muestra a través de su historia, sus tradiciones, mitos, leyendas, sistema de relaciones, en fin, de su cultura, que es la suma de cualidades que son precisamente sus rasgos identitarios.
El tema de este trabajo se refiere precisamente a un rasgo importante de la cultura cubana y en específico a su manifestación en uno de los municipios del país llamado Caibarién que posee una gran diversidad sociocultural y una historia interesante y compleja a pesar de que apenas tiene dos siglos de existencia; allí se funden las tradiciones marineras con un legado cultural fecundo en figuras de talla internacional como Manuel Corona, Florencio Gelabert y otros. Caibarién como hijo genuino de San Juan de los Remedios tiene sus Parrandas y sus leyendas que no son meras copias de las de la vetusta villa vecina, sino que rebozan en originalidad y denotan una idiosincrasia diferente seguramente condicionada por las vicisitudes de su desarrollo.
Una mirada ajena, en un día normal de esta ciudad tal vez no descubra allí el misterio de la Rumba, típico ritmo cubano que es parte de su identidad y fruto de la cultura de resistencia; pero la realidad es que está en la esencia misma de la espiritualidad local y vive en los recuerdos y en el presente de una parte de la población y es tan genuina como las leyendas de los pescadores y el jolgorio de sus parrandas. La rumba no es un hecho aislado; a pesar de su contagiosa y alegre cadencia tiene profundos significados; también refleja sufrimientos y mitos de gran trascendencia.
El objetivo de este artículo es divulgar sus raíces locales como contribución y una iniciativa para el desarrollo local comunitario en Caibarién; mucho más teniendo en cuenta que esta ciudad necesita de manera apremiante de su cultura para que no se la trivialicen porque a escasos kilómetros de ella se crea aceleradamente uno de los más importantes polos turísticos del país, en el archipiélago Sabana-Camagüey o como hoy se le lama a la luz de los intereses turísticos: Jardines del Rey. Lo patrimonial es mucho más que cultura en sí. . “El espíritu no puede menos que debilitarse cuando es consolidado como patrimonio cultural y distribuido con fines de consumo”. (Horkheimer y Adorno, 2003:4). Ese es un elemento que debe estar bien claro en el discurso y el pensamiento de los líderes locales y de la sociedad en general, sobre todo en los promotores y otros gestores socioculturales; esa es una idea medular y uno de los ejes axiológicos del Proyecto.
DESARROLLO
En la Historia de Cuba no hay acontecimiento más funesto que la esclavitud, ni página más bochornosa; se dice que millones de de africanos fueron cazados como animales y traídos desde África en condiciones aberrantes a bordo de los buques negreros para venderlos como fuerza de trabajo en las colonias europeas del Nuevo Mundo.
La salida de los esclavos de África y su llegada a América fue un desarraigo brutal, significó la separación forzosa de familias, la ruptura de la relación del esclavo con su cultura original y con su medio natural para ser obligados a vivir en una realidad nueva y hostil donde ocuparía el estamento más bajo, convertido en una especie de “instrumentum parlantum”, con más privaciones que las que existieron en la época de la esclavitud clásica.
En las plantaciones intentaron desnaturalizarlos, despojándolos de sus elementos de identidad y obligados a trabajar duramente, sin libertad, forzados a asumir la religión de los amos, que les era ajena y desconocida. Era una religión sin sentido para ellos; pero a pesar de eso en sus símbolos católicos encontraron una vía para representar la mística de su distante mundo religioso y vertieron en el santoral católico las virtudes de sus ídolos ancestrales. En los barracones los santos se trocaron en deidades de las tierras lejanas, así Changó, Obbatalá, Ochún, Yemayá y otros asumieron rostros nuevos. Este sincretismo religioso fue uno de los más nobles aportes africanos a la simiente de la condición cubana.
La primera gran mixtura fue en el barracón; allí se concentraron esclavos de varias naciones africanas, con culturas diferentes y por supuesto lenguas distintas; el amo los compraba como bestias de trabajo, le interesaba la fuerza física de los negros, no su relación interpersonal, ni su felicidad, ni su vida espiritual. La incomunicación en los primeros tiempos de permanencia en el barracón fue atroz y al amo esto le convenía porque mientras menos se comunicaran los negros esclavos entre sí menores eran los riesgos de concertación entre ellos para sublevarse o para irse al palenque donde se convertían en cimarrones.
La dura vida en común apuró la mezcla y los esclavos encontraron elementos de comunicación y de unidad espiritual entre los que jugaron un rol importantísimo la religión, la música y la danza. El duro trabajo de la plantación y la convivencia en el barracón hermanaron el legado cultural de los esclavos y le dio la legitimidad de lo original.
Este mismo proceso ocurrió fuera del barracón, donde lo español hizo el aporte fundamental. Estos procesos gestaron lo criollo que es el resultado sucesivo de la decantación de todas las razas que se fundieron en la Isla como si esta fuera una inmensa forja ardiente. Esta mezcla singular resultante fue mucho más significativa en la dimensión espiritual que en su expresión física. Sin duda alguna, el componente africano de la cultura cubana es uno de los más ricos soportes a la nacionalidad, es una de las partes más “suculentas” del “ajiaco” que hoy somos, según Fernando Ortiz.
La antigua gran jurisdicción remediana, de la que formaba parte el territorio actual de Caibarién fue un próspero emporio azucarero cubano; gracias al azúcar surgió aquí el puerto y el ferrocarril a los que condicionan la génesis y el florecimiento de Caibarién. Esta ciudad debe su origen al auge de la economía de plantación y al rico comercio que esta imponía, así el nuevo asentamiento, en un plazo breve fortaleció su papel en la vida económica regional y desplazó a San Juan de los Remedios, la Villa progenitora a un plano menor.
Hacia Caibarién, después denominada la Villa Blanca, afluían el azúcar, las mieles y los alcoholes de todos los ingenios de casi toda la región centro norte de Cuba, también circulaban las pieles y otros productos de la región; la ciudad creció y alcanzó la autonomía municipal, mientras barcos tras barcos entraban y salían y el ruido de las locomotoras en el constante trasiego mercantil marcaban el paso del florecimiento indetenible de la economía local.
La fuente inicial de todo ese auge fue el duro trabajo de los esclavos negros en las plantaciones y en los ingenios. Toda esa naciente economía tuvo su basamento en la esclavitud. La Trata negrera cubría con eficiencia las necesidades de mano de obra en las labores del campo y en el ingenio. El tristemente célebre vapor “Alava” llegaba siempre puntual con su comercio inhumano, otros barcos también llegaban a puerto con idéntica carga para renovar la masa de las dotaciones sucesivamente menguadas por el duro trabajo, las condiciones infrahumanas y el látigo de los mayorales y contra mayorales, los palenques o los perros de los rancheadores. El vapor Alava y muchas otras propiedades, junto a la vía férrea que enlazaba a Caibarién con el Ingenio Tunas de Zaza, eran propiedad del rico esclavista español Don Julián Zulueta, quien hizo su enorme fortuna a partir de la trata de esclavos. El vapor Alava hacía viajes regulares entre la costa africana y la región centro norte de Cuba y estaba dedicado a ese nefasto comercio.
En ese medio hostil nació y creció la Rumba. A pesar del sufrimiento, en los escasos momentos de asueto, si el amo lo permitía, los negros organizaban sus fiestas. Según la tradición, (Ortíz.1975) el más viejo de la dotación iba acompañado de un pequeño séquito a la casa del amo y frente a esta y públicamente (Tal como lo refleja la letra de la canción Mamá Inés, de Eliseo Grenet, popularizada por Ignacio Villa (Bola de Nieve), le pedía permiso para hacer la fiesta; el esclavo hacía un pequeño discurso donde explicaba los motivos de la fiesta, enumeraba los resultados del trabajo, los esfuerzos realizados y terminaba pidiendo la “licencia” del amo para divertirse que era generalmente concedida. Los negros mostraban su júbilo y se iban a calentar el cuero de los tambores y organizar la rumba. Esta estaba normado en el Reglamento de los esclavos (Ortíz.1975) en los artículos 2,24 y 38, allí decía como debía realizarse la fiesta.
Fernando Ortiz, en su libro “Los negros esclavos” dice: “El 4 de julio de 1839, el Capitán General de Cuba, Ezpeleta, dictaba una circular estableciendo que debía permitirse a los esclavos, de las fiestas de campo, bailar a la usanza de de su país, en días de fiesta por la tarde, hasta prima noche, bajo la vigilancia de los mayorales, sus bailes conocidos como tambores, sin consentir la admisión de negros de otras fincas” (Ortiz. 1975: 215)
En fiestas de los esclavos se cantaban las penas y las alegrías de los negros, sus recuerdos, sus añoranzas, al ritmo de la contagiosa música de los tambores templados al fuego bailaba la dotación, sus bailes eran las danzas de sus ancestros, su forma de comunicar su identidad presumiblemente perdida; estas fiestas eran un momento singular en la vida del esclavo, uno de sus escasos momentos de recrear su espiritualidad que ya no tenía las antiguas raíces físicas y si se estaba enraizando en una nueva realidad sobre la base de un imaginario lejano, en una tierra inicialmente ajena sobre la que fueron creciendo las raíces nuevas, en otro idioma , con santos transculturizadados, santos nuevos, con tez blanca y alma africana.
En el territorio de Caibarién y en los municipios vecinos prevalecen estas manifestaciones culturales, existen esos cantos, los bailes y la música, acompañados de una magnífica tradición oral que puede y merece ser investigada, también existen y funcionan las manifestaciones místicos religiosas de matriz africana. Hay muchas personas que cultivan esa cultura y sienten hacia ella un sentido de pertenencia profundamente arraigado y es tan legítimo como todo lo demás. Hay investigadores locales que hacen aportes sustanciales al tema, como el Lic. Máximo Luz, excelente comunicador social y folklorista, que investiga con éxito lo concerniente a la ruta del esclavo en este territorio. Los elementos de origen afrocubanos están en la cultura local de Caibarién profundamente arraigados y desconocer esa realidad afectaría a la cohesión de la sociedad local y puede traer consecuencias ideológicas indeseadas y no compatibles con el proyecto cubano de emancipación y plena justicia social.
La esclavitud en Cuba fue abolida oficialmente en 1886; pero el trato discriminatorio, devenido en racismo continuó en el resto del siglo XIX y en toda la República neocolonial y se inoculó en una parte importante del imaginario social y estuvo presente como una regularidad. La Revolución triunfante en 1959 destruyó los fundamentos políticos, filosóficos, económicos, sociales y jurídicos del racismo; pero a pesar de la praxis revolucionaria emancipadora a lo largo de estos 52 años de grandes transformaciones aún prevalecen tabúes y estos tabúes son también la expresión de restos de posturas discriminatorias que persisten en el imaginario social que es preciso evaluar de forma sabia para provocar una aproximación sucesiva y desprejuiciada de nuestro pueblo a esta inagotable fuente de su cultura para que sea aún más fuerte en la expresión de su unidad y de sus cualidades auténticas.
Es necesario realizar una intervención sociocultural en el municipio que contribuya a esclarecer concienzudamente esas raíces; esa intervención es una acción que se realiza a nivel meso que tiene que ver con las comunidades y las localidades; para fortalecer los conocimientos sobre las raíces de la cultura y la identidad local.
Esta intervención necesita de una investigación sociocultural dirigida a evitar en el municipio las fronteras tradicionales entre los campos de las ciencias sociales; para que no se siga usando el enfoque reduccionista de considerar la cultura como un fenómeno particular cuando en realidad es mucho más amplio y extensible a todas las dimensiones de la vida local. “La cultura es el conjunto de todas las formas de vida y expresiones de una sociedad determinada. Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestirse, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista podríamos decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano” (Reyes. 2007).
Aún así, la cultura, en cuanto a concepto, es mucho más “…la cultura, en su sentido más humano, se empalma con el sentimiento, la conciencia. Vive también en los valores de la cordialidad, la hospitalidad, la cortesía, la lealtad... La cultura, así objetivada, trasciende el mero saber, la simple y por ratos indigesta erudición. Y se convierte en modeladora del carácter y la conducta; en vez de sustituir al sentimiento, lo acompaña. Porque toda cultura, individual o colectiva, implica un proyecto de convivencia” (Sexto.2006).
La fortaleza de las ideas y de la cultura nadie las niega. La cultura debe ayudar a buscar “el lenguaje unitario y el valor transversal” (Leal Spengler, 2011). La identidad es la raíz de los pueblos, es el conjunto de valores y rasgos que los condicionan y particularizan, es el elemento que les permite enfrentar condiciones difíciles y vencer; “… la identidad es una forma de vida”. (Maldonado.2004). Estos rasgos se gestaron en procesos donde las contradicciones jugaron un papel fundamental, estas contradicciones fueron de diferentes naturalezas.
En estas investigaciones se debe imponer lo holístico como visión para contribuir a la solución de problemas que afectan a la localidad a o las comunidades; teniendo en cuenta que localidad y comunidad no son la misma cosa a pesar de que en muchas fuentes bibliográficas tienden a confundirse estos conceptos lo que conduce a lecturas erróneas de la complejidad sociocultural local y a homogeneizar el objeto de estudio lo que atrofia el punto de partida y el rumbo de las intervenciones. Lo local es la complejidad inmediata a estudiar y caracterizar porque allí están los actores entre los que se tejen las relaciones necesarias en entornos concretos, lo local es la internalidad específica de un territorio históricamente determinado, donde es preciso articular la sabiduría de las personas más capaces con las necesidades territoriales de cambio y estimular la capacidad, la voluntad crítica y reflexiva de los individuos sobre el medio local (Garcés, 2009)
Las condiciones en que cada localidad se desarrolla a lo largo del tiempo son únicas e irrepetibles, por lo que cada lugar atesora sus rasgos propios y los muestra a través de su historia, sus tradiciones, mitos, leyendas, sistema de relaciones, en fin de su cultura, que es el conjunto de cualidades del pueblo que se forjaron históricamente durante el proceso de formación de la nacionalidad siempre en condiciones adversas.
En Cuba, el legado africano ha sido objeto de profundas investigaciones, figuras claves de nuestra cultura como Fernando Ortiz, Miguel Barnet, Rogelio Martínez Furé y otros han realizado enormes esfuerzos intelectuales en la investigación y divulgación de nuestras raíces africanas; Nicolás Guillén, el Poeta Nacional, le puso rimas y Alejandro García Caturla, remediano universal, profundamente ligado a Caibarién en su trabajo musical y en su vida personal, llevó a la música y a la cultura africana a sonoridades sinfónicas; pero aún existen numerosas lagunas, existe una tradición oral que hay que recuperar, hay mucho que investigar en este municipio y en zonas cercanas, hay mucho que divulgar y enseñar; pero también prevalecen prejuicios en nuestra sociedad local hacia las expresiones africanas que la asocian a la marginalidad y al oscurantismo y estos prejuicios pueden ser superados a través del acercamiento de nuestro pueblo de manera crítica y aprehensiva a esas raíces nuestras que a pesar de tantos esfuerzos por anularlas continúan objetivizándose en nuestro acerbo y es necesario develar, enseñar y aprender para ser mejores cubanos.
Hay que tener en cuenta que se ha desatado una tendencia muy nociva para nuestra cultura alrededor de las raíces africanas que puede provocar la vulgarización de ese legado, es la comercialización irreverente y el sobredimensionamiento intencionado de las “bondades” místicas para la solución de los problemas cotidianos de las personas; esto ha provocado que toda una cohorte de oportunistas manipulen sin escrúpulos estas raíces de identidad en busca de su propio beneficio económico, esto puede tener consecuencias imprevisibles para nuestra cultura y no tiene nada que ver con las personas honestas que siempre han practicado los ritos de sus ancestros o que simplemente tienen en las danzas y en los toques de tambor su preferencia y su diversión favorita.
De acuerdo a esta fundamentación cultural, histórica, filosófica e ideológica es que se construye la idea de crear como proyecto sociocultural un espacio físico y espiritual que permita la amplia participación popular y en especial de las personas interesadas en cultivar y observar esta magnífica expresión de nuestra vida cultural local.
Por eso y partiendo de que existe consenso entre un grupo de personas de la cultura y de otras esferas de la vida local y con la intención de gestar lo comunitario como elemento fundente en torno a esta manifestación de la cultura nacional en el municipio y para lograr esa participación activa en la cultura como conquista del proyecto socialista de emancipación y superación social se propone desarrollar en Caibarién un Proyecto dedicado a rescatar y enseñar las raíces africanas de la cultura en sus expresiones universales y particulares y se piensa y diseña como idea la creación de un espacio para la Rumba, que daría además continuidad a un trabajo precedente que en torno al tema han realizado los cultores de estas expresiones en el territorio; por lo se considera racional la idea de promover este Proyecto. Estos conocimientos son parte de la identidad local y su documentación y conservación es también una necesidad cultural local que debe estar en el seno de las estrategias locales porque son "...saberes socialmente valiosos, no sólo socialmente válidos sino socialmente valiosos" (Martín Barbero, 1999:1)
Los beneficiarios directos serán el pueblo de Caibarién, sus artistas y en especial los continuadores de estas manifestaciones culturales. Los mayores beneficiarios son las nuevas generaciones que tendrán la oportunidad de conocer de manera directa, libre de innecesarios tabúes los mejores exponentes tangibles e intangibles de las manifestaciones culturales de raíz afrocubana, con énfasis en lo local.
El Gobierno y otras organizaciones del Municipio podrían contar con un Proyecto que puede ser de referencia con respecto a la cultura afrocubana en la provincia y el país. Todos los caibarienenses y sus visitantes poseerán un motivo de disfrute y de aprendizaje, pues este será de amplio acceso y en especial los interesados en estas expresiones culturales. Se espera que el proyecto tenga los siguientes impactos previsibles:
El objetivo general del Proyecto es contribuir al rescate y al enriquecimiento de las ricas manifestaciones locales de la cultura afrocubana en Caibarién y ponerla a disposición del pueblo de manera interactiva para su conocimiento y disfrute en un espacio reservado y acondicionado para este fin.
Y los objetivos específicos se encaminan a:
A partir de esos objetivos se esperan los siguientes resultados:
CONSIDERACIONES FINALES
La identidad local tiene en las condiciones actuales una importancia decisiva. Todos los elementos de las culturas locales tienen que ser tratados con la misma integralidad y cuidados porque no hay relaciones de superioridad de unos sobre otros por ninguna razón. Esos valores han llegado hasta hoy atravesando procesos complejos y han superado la pruebas; pero en las condiciones de la globalización neoliberal pueden ser desarraigados y frivolizados a partir de prácticas incorrectas.
Lo afrocubano no es un exotismo en nuestra cultura nacional y local sino un elemento fundacional y testimonio vivo de la identidad; tiene el mismo valor que las demás fuentes y es fundamental para consolidar la unidad y potenciar la justicia social. Es una necesidad vital potenciar la divulgación de estos valores para evitar que se desvaloren y mercantilicen a partir de prácticas neófitas y oportunistas.
El proyecto “La casa de la Rumba” idea surgida en Caibarién a partir de la reunión de las ideas dispersas de un grupo de entusiastas es válido dentro de las estrategias de desarrollo local comunitario en ese municipio y generalizable a las características concretas de otros municipios cubanos.
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