LA LARGA Y DESIGUAL LUCHA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
Por Joseba I. Arregui
Para los Pueblos Indígenas (de aquí en adelante PIs) la defensa de su singular relación con la naturaleza, su territorio y los ecosistemas con los que comparten su existencia constituye un pilar básico y sagrado de sus culturas (Daes, 1997) y es objeto de especial protección dentro de su agenda de reivindicación de derechos indígenas a nivel mundial (Anaya, 1996). Es más, desde los albores de dicho movimiento en 1974, la defensa de una visión indígena, alternativa al ecocentrismo y antropocentrismo dominantes, ha sido una constante de su quehacer político internacional (Arregi, 2010).
Durante su prolongado activismo político, en multitud de discursos y declaraciones los indígenas han hecho patente su onda preocupación ante la destrucción de la naturaleza , tanto a nivel local como global, avisando de las consecuencias de alterar el equilibrio ecológico del planeta y poner en peligro las condiciones que hacen posible la vida en el planeta.en pie. Y la humanidad como la
Este discurso, que durante la década de los 80 fue considerado apocalíptico, ridiculizado y rechazado por el status quo, fue paulatinamente confirmado por la investigación científica y las instituciones internacionales en la década de los 90 y posteriormente. Tanto el informe Brudtland como la posterior cumbre de Río de 1992, reconocieron la gravedad de una amenaza comparable con la entonces recientemente superada amenaza nuclear de la Guerra Fría. Este peligro global, anunciado por los pueblos indígenas, ha sido definido por la comunidad científica internacional como cambio climático y sus consecuencias amenazan tanto la pervivencia del planeta como la supervivencia de los miles de pueblos indígenas.
Así pues, está claro que los PIs sufren a escala global los efectos devastadores del cambio climático . Por ejemplo, en las islas del Pacífico, en Kirabati y Tubalu, la subida de las aguas amenaza con sumergir sus territorios y expulsar a sus poblaciones a otras tierras, con todos los problemas de reasentamiento que ello conlleva. Además, los atolones de coral, fundamentales para el mantenimiento de los ecosistemas y culturas indígenas de esta zona del mundo, sufren un gran deterioro, impactando negativamente en los bancos de pesca, que constituyen una de las fuentes principales de la dieta indígena en esta parte del mundo (IPCC, 2008).
Mientras tanto los PIs de Alaska, Groelandia y el Ártico sufren las consecuencias del deshielo, que genera bruscos e inesperados cambios de clima, difíciles de predecir, que invalidan el conocimiento tradicional y que afectan tanto a la fauna como a la supervivencia cultural indígena en esta gran región Ártica (Ibid.).
En Asia, resulta preocupante la reducción de lluvias que afectan al mantenimiento de los frágiles ecosistemas húmedos de este continente y ponen en peligro los recursos tradicionales utilizados por los PIs. Asimismo, esta falta de lluvia afecta a los cosechas y aumenta el peligro de incendios. Por otro lado, el aumento de los niveles del mar ocasiona una invasión de las zonas de costa y los ríos con el consiguiente peligro de salinización y reducción del agua potable disponible. Esta escasez de agua potable a nivel continental se ve incrementada por la desaparición de los glaciares del Himalaya que impactan en la compleja red fluvial que surca el continente asiático (IPCC, 2009).
En África, los efectos del cambio climático ponen en peligro los ganados de vacas y cabras de los que dependen las distintas culturas nómadas. Además, el avance del desierto y la creciente escasez de agua potable amenazan con hacer aún más difíciles las condiciones de supervivencia de pueblos que como los Shan habitan en el desierto sudafricano (IPACC, 2009).
Los PIs de América, principalmente los que habitan en los grandes bosques, tampoco son una excepción. El cambio climático tiene como efecto la escasez de nieve y la disminución de lluvia que termina por afectar a la calidad de agua potable existente. La nueva climatología va a tener un impacto directo en la salud, cubierta forestal, vida salvaje, derechos tribales sobre el agua de los PIs de las Américas. Además, son cada vez más frecuentes las tormentas violentas, las ventiscas, las inundaciones, los cortes eléctricos, los problemas de trasporte y cortes de energía que afectan gravemente a las comunidades indígenas. El aumento de temperaturas también resulta en un avance de la desertización y en una desaparición de variedades tradicionales utilizadas en la medicina indígena y los alimentos que complementan la dieta indígena (Gamble, 2010) .
Junto con todas estas consecuencias climatológicas, los PIs observan con impotencia como sus territorios son invadidos por proyectos internacionales de desarrollo, que explotan intensivamente sus territorios con el objeto de hacer frente a una demanda mundial creciente. Todo ello en el marco de planes estatales que consideran los recursos de sus territorios como materia prima vital para impulsar el desarrollo nacional (Arregi, 2010) y de sus planes de lucha contra el cambio climático que ignoran sus intereses.